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Recuérdame (Concluído) por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Bueno, creo que me demoré un poco en subir éste capi. He de confesar, también, que no entendía mucho el que las autoras dijeran "ustedes son mi motor para seguir escribiendo"... hasta ahora. Puedo decir totalmente que es cierto, así que agradezco a las personitas que han seguido el fic, me han dejado reviews y se han interesado en lo que escribo :D 
Les prometo que se pondrá cada vez mejor.

N/A éste capi contiene un pequeñísimo spoiler del final del manga, así que si no has leído el manga, y no te molesta ese spoiler, lee con gusto :D

 

Aomine no tuvo otra opción más que aceptar a la petición de su esposo, pensó que no era bueno para su salud forzar sus memorias, ni mucho menos tener que retenerlo a la fuerza, después de todo, sabía que Kagami se iría, aun así el moreno no lo quisiera. Se sentó en el sofá, mirando cómo el pelirrojo se dirigía al cuarto a buscar sus pertenencias.

 

-¿Éste es… mi cuarto? – Kagami abrió la puerta de la recámara, notando que la cama era bastante grande para una persona, y  muchas de las pertenencias de Aomine yacían en todo el cuarto. El moreno giró el rostro, pensando qué decirle al pensar que ese cuarto no era muy  ‘normal’ para alguien que dormía solo. Se resignó al tratar de pensar en algo coherente, no tenía los pies sobre la tierra, sólo sabía que se sentía dolido por toda esa situación, así que hizo caso omiso a la pregunta de su esposo. Kagami frunció el ceño al no tener respuesta, sin embargo, no quiso darle importancia, sabía que sus memorias eran un caos, así que no quiso indagar en algo que tal vez, lo pondría de un mal humor.

 

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La noche lentamente caía, Kuroko y Kise se encontraban abrazados, sentados en un sillón de la estancia, miraban una película por la televisión, suspiraban al tener que despedirse pronto de su fin de semana, pues al día siguiente irían a trabajar. Kuroko trabajaba como maestro en una escuela primaria, y Kise se dedicaba de lleno a su trabajo como modelo. Habían platicado mucho acerca de irse a vivir los dos a un nuevo departamento, sin embargo, ninguno de los dos había llegado a una conclusión acerca de ese tema.

 

-Prepararé un poco de té… ¿te apetece, amor? – Preguntaba el rubio, mientras se ponía de pie, dejaba un fugaz beso en los labios de su pareja y esperaba su respuesta.

-Sí, claro… gracias – Fue la respuesta que le dio al rubio, cuando escuchó el timbre sonar, ninguno de los dos esperaba visitas, así que fue un poco raro para él escuchar aquél sonido –Atenderé la puerta, Kise-kun- Se levantó del sillón, en el momento en el que desde la cocina se escuchaba un ‘está bien’ de parte del rubio.

 

Kuroko abrió lentamente la puerta, dejando mostrar a sus dos amigos frente a ella. No pudo evitar sorprenderse un poco al ver a Kagami y a Aomine, con dos maletas en sus manos.

-Kagami-kun, Aomine-kun…  es una sorpresa- Fue lo único que dijo el peliceleste.

-Kuroko…¿Aún está en pie la invitación que me diste de quedarme en tu casa? – el pelirrojo miraba fijamente los ojos del más pequeño, a sabiendas que de que no se negaría.

-Claro, eres bienvenido, Kagami-kun – el peliceleste se hizo a un lado, mostrándole al otro, con un ademán, que podía entrar y ponerse cómodo. Kagami miró fugazmente a Aomine, tomó sus maletas y se adentró en la casa de su amigo. Kuroko aún no entendía qué estaba pasando, estaba totalmente confundido, miró a Aomine, preguntándole con la mirada, pero al no obtener respuesta, tuvo que ir al grano.

-¿Qué está pasando, Aomine-kun?- Su voz ésta vez no era inexpresiva, el moreno pudo notar la preocupación de su amigo en aquella voz.

-Sólo… cuídalo bien- El moreno dio media vuelta y se alejó de ese lugar, dejando aún más consternado a Kuroko, quien pudo notar en las facciones de su antigua luz el dolor que todo ese asunto le estaba causando. Sabía que aunque él hablara con Aomine, éste no le diría nada, al menos no por el momento, así que decidió dejar que él mismo ordenara sus ideas. Cerró la puerta y entró a la casa. Notando a un Kise que abrazaba a Kagami, sin poder disimular su alegría.

 

-¿Todo está bien, Kagami-kun? – Preguntó el más bajo de altura, esperando la explicación por parte de su amigo.

-Sí- el pelirrojo contestó rápidamente, con una respuesta muy vaga a la pregunta de su ‘sombra’, sin embargo pensó, que si iba a vivir momentáneamente en la casa de Kuroko, debía saber por qué había tomado esa decisión – No quiero vivir con ese tipo – se cruzaba de brazos, enfocando su vista en el televisor que estaba prendido. Kuroko y Kise se miraron, pensaron que no era el momento de apresurar las cosas y hacerle un mar de preguntas al pelirrojo, dejarían tomar a Kagami sus propias decisiones.

-Te mostraré tu habitación, Kagami-kun- Kuroko  caminó por el pasillo, con Kagami detrás de él y Kise ayudándole con las maletas

-Kagamicchi, no dudes en pedir lo que necesites – el rubio los seguía con una sonrisa en su rostro.

 

 

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Aomine llegó a su casa, y lentamente entró, se detuvo frente a esa puerta que acababa de cerrar, desde donde estaba podía vislumbrar el interior del cuarto que compartía con Kagami, ese cuarto que  había quedado casi vacío sin las cosas de su esposo en él. Cerró los puños ante la impotencia que sentía, golpeó el muro tan fuerte que ni siquiera notó que de sus nudillos empezaba a salir poca sangre. Se acercó al estante que se hallaba a escasos metros de él, sobre ese estante había varios objetos decorativos y un jarrón con flores marchitándose, esas flores que el moreno le había llevado a Kagami dos días antes. Apretó los dientes, y de un solo golpe tiró todo lo que se hallaba en ese estante,  sólo pudo escuchar el horrible sonido de esas cosas rompiéndose, se acercó a otro estante, en donde se hallaban un par de fotografías de Kagami, en esas fotografías aparecía todo el equipo de Seirin cuando el pelirrojo jugaba en la preparatoria, de igual manera el moreno tiró esas fotos, mirando cómo los marcos se rompían. Frente a él se encontraba un espejo colgado en la pared, el cual de un golpe también lo rompió, así, finalmente lastimándose las dos manos. Por fin entró a su habitación, aquella habitación que compartía con su esposo y que ahora le parecía un lugar lúgubre, siguió tirando y rompiendo todo a su paso: cuadros, fotografías, artículos decorativos… sin embargo, se dio cuenta de algo… había roto y tirado muchas fotos, pero aún faltaba la foto que más le gustaba a Kagami, esa foto en la que los dos aparecían de blanco, justo saliendo de la iglesia, el día de su boda. -Se… la llevó... – dijo casi en un suspiro, tratando de buscar con la mirada si no la había roto momentos atrás, sin embargo, para su desconcierto, la foto no se encontraba en ese lugar.

 

Por fin, aunque momentáneamente, había calmado su ira, su impotencia y su dolor, cuando de repente escuchó el timbre sonar. Chasqueó la lengua, no le importaba quién fuera, no tenía los ánimos de recibir ni hablar con nadie, así que hizo caso omiso al sonido, pero no dejó de sonar, al contrario, con cada segundo que permanecía ahí parado  el timbre sonaba cada vez más, era un sonido simplemente molesto y no tuvo otra opción que ir a abrir esa maldita puerta.

 

-¡Qué carajos! – Gritó al momento que abría la puerta, para encontrarse a ese tipo de cabello negro que no soportaba ver ni en pintura: Himuro, el hermano de Kagami, quien tenía cara de pocos amigos al ser recibido por el tipo que se había casado con el pelirrojo.

-Vine a ver a Taiga… - Sólo dijo eso  y sin pensarlo sus ojos se posaron en el interior de la casa, que estaba totalmente hecha un lío, tantas cosas tiradas, muchas cosas rotas y la pared dañada-¡ Qué demonios pasó aquí, donde le hayas hecho algo a Taiga, te las verás conmigo! – El pelinegro habló,  gritándole al moreno al ver el desastre en su casa, ahora temía por el bienestar de su hermano. Himuro se había enterado por Murasakibara que Kagami había sufrido un accidente, y aunque vivía a hora y media de ahí, eso no fue impedimento para que el pelinegro fuera a ver a su hermano.

-Taiga no está aquí.- El peliazul estaba agotando su paciencia con aquél tipo

-¿Dónde está? ¡Tengo que verlo!- Himuro detonaba preocupación ante la respuesta del moreno.

-Averígualo tú mismo- Aomine cerró tan rápido la puerta que a Himuro no le dio tiempo de decir algo más, sin embargo, el pelinegro no se fue, golpeaba la puerta y pronunciaba el nombre del peliazul para tratar de obtener una respuesta. Aomine se encerró en su cuarto y se tumbó en la cama, tratando de olvidarse de todo.

 

 

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La noche había pasado muy rápido, Kagami y Kise caminaban juntos hacia el trabajo del pelirrojo, quien era chef en un restaurante. Ese restaurante no era de 5 estrellas, sin embargo, gracias a los platillos de Kagami poco a poco fue haciéndose importante en la zona.

Kuroko no había podido acompañarlos, puesto que su trabajo como maestro requería de su presencia, y Kise no tenía ningún problema, pues su trabajo era muy flexible.

Pronto llegaron al restaurante y buscaron al jefe del pelirrojo, quien los atendió, no pudo sorprenderse al ver a su mejor chef con un yeso en el brazo izquierdo.

 

-¡Kagami! ¿Por Dios, qué te pasó? – El jefe habló, acercándose al pelirrojo, con mucha preocupación.

 

Kagami miró a Kise, habían ido a ese lugar para hablar con el jefe, explicarle lo que había pasado y el por qué el pelirrojo no podía presentarse a trabajar por el momento. El jefe escuchó cada una de las palabras de ambos. No estaba muy feliz, puesto que Kagami era el mejor chef de su cocina, además de que no podía negar de que gracias a él, su restaurante era uno de los mejores en la zona. Pero después de todo, era por el bien de su empleado, así que optó por dejarlo descansar hasta que su brazo estuviera curado totalmente.

 

 

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Una semana había pasado desde el incidente de Kagami, Aomine se había refugiado totalmente en el trabajo, llegaba temprano y se iba tarde, no quería pasar todo su tiempo en casa, rodeado de cosas que le recordaban a su esposo. Aomine era jefe de la estación de policía de su localidad, así que siempre había trabajo, su vida se resumía a trabajar y dormir. Todos en aquella estación de policía empezaban a preocuparse por él y notaron un cambio drástico en su comportamiento. Siempre llegaba con alguna bebida energética en la mano, y sus ojos detonaban sus ojeras, signos de no poder descansar bien durante la noche. También su estado de ánimo había cambiado: pasó de ser alguien alegre y sarcástico a alguien frío y descuidado. El poco tiempo que se hacía, llamaba a casa de Kuroko, preguntando por su esposo, y recibía las quejas del peliceleste, preguntándole cuándo se iba a dignar a ver al pelirrojo, sin embargo, había decidido darse un tiempo de todo ello. Había decidido tratar de superar la situación, aún no estaba listo para ver a Kagami.

 

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Dos semanas pasaron. En ese lapso de tiempo, Aomine recibía llamadas de Kise y Kuroko, o de Momoi y Akashi, incluso de Takao, preguntándole al moreno cuándo iría a ver a su esposo, habían pasado dos semanas y el peliazul no había visto a Kagami, todos sus amigos sabían que no era algo tan fácil de superar, sin embargo, aun así le pedían a ir a encontrar al pelirrojo, y entablar una conversación con él. Le pedían que no se desapareciera.

 

Kagami, sin embargo, llevaba una vida tranquila, aún seguía al cuidado de Kise y Kuroko, aunque a menudo salía a comprar algunas cosas que hacían falta en la casa de su amigo. Se pasaba la mayor parte del tiempo leyendo, saliendo a pasear, o simplemente mirando algunos programas en televisión, su vida se había tornado un tanto sedentaria, y eso no le agradaba nada.

 

 

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Tres semanas pasaron, Aomine poco a poco fue superando la situación, después de todo, su trabajo le había ayudado bastante para olvidarse la mayor parte del tiempo de sus problemas. Tenía  el celular apagado la mayor parte del tiempo, empezaba a molestarle aquellas llamadas que seguía recibiendo de sus amigos, por más que el peliazul intentara explicarles, ellos no entendían razones de sus actos. Y aun así…debía que admitir que estaba muriendo por ver a su esposo, debía admitir que quería escuchar su voz y mirar esos ojos que tanto amaba. Tan absorto de esos pensamientos estaba, cuando su asistente le gritó, por fin captando su atención.

 

-¡Aomine-san! Lo he estado llamando por varios segundos – Dijo con cara de molestia

-Asaka… - Contestó en tono de disculpa –¿Qué sucede? – dirigió su mirada hacia los documentos que se encontraban sobre su escritorio.

-Tiene una llamada… un chico llamado Kuroko Tetsuya ¿Quiere que le diga algo?-

El moreno dejó lo que estaba haciendo, para mirar a su asistente. “Kuroko no se da por vencido” pensó de repente, sin embargo, para él fue extraño que el peliceleste le hablara a su trabajo, porque debía de ser algo importante para interrumpir su trabajo, “¿Algo le habrá pasado a Taiga?”,  trató de no pensar en cosas extrañas. –Asaka, atenderé la llamada- La chica le pasó el teléfono, y sintió esa necesidad de no contestarlo, sin embargo, debía hacerlo – ¿Tetsu?- Su voz finalmente se oyó por aquél teléfono

-Aomine-kun, lamento interrumpirte – el peliceleste se escuchaba tranquilo, y el moreno suspiró en alivio – Necesito hablar contigo. Encontrémonos en Maji Burguer, te espero allí a las 8 de la noche.

 

Kuroko no le dio tiempo a Aomine de declinar la invitación. “¿En qué demonios está pensando?”. Se preguntaba el moreno, esa invitación había sido algo extraño para él, y por un momento pensó en no ir, sin embargo, sabía que el peliceleste iba a hablarle sobre su esposo, así que, cuando se dio cuenta, ya estaba caminando hacia Maji Burguer, otro lugar que le traía recuerdos, y no pudo evitar detonar una mirada de frustración. Al entrar al establecimiento, pudo reconocer, sin mucho esfuerzo, a su amigo, y pesadamente caminó hacia él

 

-Aomine-kun, llegas tarde – Kuroko lo miró, para luego hacer un ademán, pidiéndole al peliazul que tomar asiento.

-¿Tetsu, que demonios quieres? – Le hizo caso a su amigo y tomó asiento frente a él. El peliceleste suspiró, en realidad no sabía por dónde empezar a hablar, después de unos minutos, su mente se aclaró.

-Quiero preguntarte ¿Por qué has dejado solo a Kagami-kun? – Su mirada era fría, el moreno no pudo contestar rápidamente, podría saber que Kuroko no entendería sus razones.

-¡No lo he dejado solo! Es que… -Cerró los ojos por unos segundos – No estoy preparado para verlo.-

El peliceleste permaneció en silencio por unos segundos, podía entender a qué se refería su amigo –Entiendo que esto es muy difícil y doloroso para ti – dio un sorbo a su malteada de vainilla que minutos atrás había pedido – Pero también debes entender que entre más te alejes, menos podrá recordarte Kagami-kun.

Aomine bajó la mirada, lo que decía su antigua ‘sombra’ era cierto, sus pensamientos se hicieron un caos dentro de su mente, y no pudo decir nada más.

-Sabes… no eres el único a quien Kagami-kun ha olvidado – Kuroko sacó de sus pensamientos al moreno, mirándolo fijamente –Hace tres semanas Himuro-kun apareció en mi casa, para hablar con Kagami-kun, pero él no lo reconocío, debiste ver el rostro de Himuro-kun, fue igual al tuyo.-

-Ese emo? – Decía un poco sorprendido por esa confesión, pensó que eso debió suceder cuando Aomine prácticamente lo corrió de su casa.

-No es lo único… - Kuroko fijó su vista en las personas que caminaban por la acera –Kagami-kun olvidó gran parte de esos años en preparatoria. Él no puede recordar a los senpais, no puede recordar que estuvo en el equipo de basquetbol – Kuroko hablaba, sin embargo Aomine notó que la voz del peliceleste estaba cambiando, se escuchaba como si en cualquier momento el más pequeño fuera a desmoronarse – Él no recuerda lo que pasamos en el torneo de invierno, no recuerda a esos equipos que enfrentamos… - cerró los ojos – No recuerda que ganamos la Winter Cup después de enfrentar a Rakuzan- abrió sus ojos  y su mirada era de dolor – Él no recuerda una de las cosas que ha traído tanta satisfacción a su vida, no recuerda ese logro que felizmente presumía-

 

Aomine cerró sus puños al escuchar todas las palabras de su amigo, era frustrante saber que Kagami había olvidado algo tan importante como ese acontecimiento en su vida de preparatoria. Kuroko entendía ese sentimiento, por eso había querido hablar sobre de ello con Aomine

-Te pido por favor… no lo dejes olvidado… -  El moreno miró al más bajo levantarse de su asiento, y lentamente caminar hacia la salida. Nunca había visto al peliceleste preocuparse tanto, aunque la situación no era para menos. Después de unos minutos él también se levantó de su asiento y se dirigió a la salida,  caminó lentamente, con los pensamientos nuevamente rondando su cabeza.

 

No sabía a dónde caminaba, sólo sabía que sus pies lo dirigían hacia ‘ningún lugar’, cuando levantó la mirada  vislumbró aquella melena roja que podría distinguir donde sea. Kagami caminaba hacia él, y Aomine sintió su corazón latir… justo como cuando se le declaró al pelirrojo. No entendía esa sensación, el dolor se había ido, sus pensamientos habían desaparecido, y sólo se enfocó en la figura que se acercaba a él. Kagami no pasó de largo… se detuvo a menos de un metro del peliazul, llevaba una bolsa de supermercado en la mano, y miró a Aomine, sin saber qué decir.

 

-¿Vas a casa? – Fue lo que el peliazul dijo, maldiciéndose a sí mismo por hacer una pregunta tan estúpida en lugar de decirle algo más.

-Sólo salí a comprar algunas cosas que hacían falta en la casa de Kuroko – El pelirrojo sintió que sus manos sudaban con demasía, y no pudo explicarse por qué –No te he visto en éste tiempo – La mirada de Kagami se enfocaba en algún lugar de la acera de enfrente

-Lo siento… he tenido mucho trabajo- el peliazul no pudo evitar mentirle a su esposo. Sus ojos recorrieron el yeso en el brazo del pelirrojo, y de repente, algo dentro de él acrecentó al ver que en su dedo anular aún llevaba el anillo de matrimonio. No pudo evitar sonreír ante tal visión.

-Ya veo… - Kagami ignoró aquella sonrisa – Mañana me quitarán el yeso, mi brazo por fin podrá ser libre – Una sonrisa apareció en su rostro también.

 

Aomine iba a contestar a aquél comentario, cuando el celular del pelirrojo comenzó a sonar, dejó la bolsa en el piso y atendió el llamado

-¿Kise? – Kagami contestaba a aquél que le había llamado

-¿!Kagamicchi!? ¿Dónde estás? ¡No debes irte así sin avisar!

-Lo siento… iré en seguida.- Fue lo último que le dijo al rubio para luego, tomar la bolsa nuevamente entre sus manos – Nos veremos después -  Kagami pronunció finalmente, despidiéndose del peliazul, a lo que éste asintió con la cabeza, sin tener idea de qué hacer en ese momento..

 

Se reprochó mil veces por dejar ir así al pelirrojo después de tres semanas de no haberlo visto, se estaba portando como un niño de 14 años y eso sonaba estúpido. “Demonios” pensó y siguió su camino sin siquiera saber qué hacer, hasta que sus pasos se detuvieron. Sintió algo húmero en su mejilla, llevó su mano hacia ese lugar y notó que de sus ojos salían lágrimas… aquellas lágrimas que hasta ahora había contenido salían de sus ojos sin poder evitarlo, no sabía por cuánto tiempo estuvo así, lo único que sabía es que ya no podía aguantar todos esos sentimientos que dejaba emanar. Amaba a su esposo, lo amaba con locura, y esa locura lo hacía hacerse a un lado, dejar que Kagami tomara sus decisiones, y una de ellas, había sido no ver al moreno, evitar cualquier contacto con él,  y Aomine, inconscientemente había entendido esa decisión, hasta ese momento.

 

-No sabía que podías llorar-

El moreno escuchó una voz a sus espaldas, una sarcástica voz, limpió sus ojos y vio de reojo esos lentes que reflejaban la luz

-¡Shin-chan! ¡No digas eso! – Decía el chico pelinegro que acompañaba al otro

-Eso no les importa en lo más mínimo- Aomine encaraba a ambos chicos que se encontraban frente de él – Midorima, qué rayos haces aquí, tú vives a 40 minutos de aquí. – No pudo evitar decir en curiosidad

-Bueno, Shin-chan y yo nos reunimos con Akashi y los demás en la casa de Kuro-

-Eres muy ruidoso, Takao- Las palabras de Takao fueron interrumpidas por  el peliverde. Aomine sabía que ellos dos habían estado en estas tres semanas al pendiente de Kagami también, se sintió mal por ser el único al que Kagami había hecho a un lado.

 

-¿Qué es lo que debo hacer?- El moreno preguntó, apretando los puños. Midorima y Takao lo miraron interrogantes a la pregunta – ¿Qué debo hacer si él no me ama? ¿Que hago si él no me quiere en su vida? ¡Sólo estoy cumpliendo otro de sus caprichos! Él no quiere verme y yo sólo me hice a un lado…

 

Ambos chicos miraron al peliazul temblar de impotencia, ninguno de ellos recordaba que Aomine tuviera algún arranque de sinceridad anteriormente. Para haber dicho algo así, enfrente de ellos dos… es porque tal vez, había tocado fondo. Takao miró a Midorima con una ligera sonrisa. Sabía lo que tenía que decir, pero prefirió que su acompañante peliverde lo dijera.

 

-¿Esa es una pregunta directa? – Midorima dijo serio, acomodándose sus anteojos –Porque si es una pregunta directa, puedo contestar rápidamente lo que tú has estado  preguntándote por tres largas semanas ~nanodayo~- El peliverde quedó en silencio por unos minutos, mientras su amigo enfocaba su vista en él, rogando con la mirada que le dijera lo que tenía que hacer, y el otro siguió hablando: - En éste punto, sólo puedes hacer dos cosas… puedes permanecer llorando patéticamente y lamentándote como hasta ahora… - respiró hondo – O puedes correr hacia él, a enamorarlo de nuevo.

 

Aomine abrió los ojos en sorpresa… “enamorarlo de nuevo”. Hasta ahora su mente estaba hecha un caos, que ni siquiera había pensado en esa posibilidad… -¿Enamorarlo?- Pronunció en un susurro

-Así es...- Midorima permanecía frente a él – Piénsalo, Aomine, si Kagami Taiga se enamoró de ti, fue por algo… algo que vio en ti y que los demás no poseen ~nanodayo~- Aomine bajó la mirada, lo que decía su amigo era verdad, tenía razón –Ahora puedes dejar de dar lástima – Dijo por último el peliverde, quien con su último comentario, arrancó una pequeña risa de los labios de Takao.

-Y deberás apresurarte, antes de que Akashi tome tu lugar- Takao dijo con sarcasmo, mientras comenzaba a caminar junto a Midorima para perderse a los ojos de Aomine.

 

 

Notas finales:

Creo que éste capítulo me salió un poco más largo de lo que tenía planeado, pero cada una de las palabras fue necesaria.

Gracias nuevamente por leer! No olviden dejarme sus reviews para saber si voy bien o mejor me retiro de nuevo jajajajaja 


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