Capítulo 022
22 Lágrimas
Bebe, no llores esta noche
Todo será como si nada hubiese pasado
— Baby don’t cry
(EXO)
Jong In y Kyung Soo habían llegado a un acuerdo, el repostero no podía pasar más tiempo alejado de su trabajo, pero como forma de pago de compartir vivienda, se encargaría de las tareas domesticas. Si bien el bailarín había dudado un poco en aceptar, al final se había rendido ante la única condición que ponía el mayor.
En la mente de Do, era obvio que elegiría quedarse al lado de la única persona que parecía querer protegerlo, sabía que eso no era del todo cierto, pero se aferraría a esa mínima esperanza. Jong In –como había visto en su escueta convivencia- era todo lo contrario a su novio o ex novio, a esas alturas ya no sabía qué diablos eran. No había violencia, ni sonrisas forzadas, ni gritos, ni llantos, no había dolor. Con el muchachito solo existían sonrisitas cómplices y la suave caricia sobre su cabello que el menor le daba cada vez que iba a salir de la casa. Aun estaba inquieto, por ese lado salvaje y pasional que lo volvía completamente loco en fracción de segundos. No se había sobrepasado demasiado, más que unos besos.
Pero no podía definir como simples los besos del moreno, el menor sabía lo que hacía con esa boca suya y era capaz de elevarlo al cielo y bajarlo de un tirón al infierno en un instante. Y él se deshacía entre sus brazos como un condenado. A veces, maldecía por la manera de improviso en la que aparecía el otro.
El otroAsí decidió llamar a la otra personalidad que aparecía repentinamente y cuando quería. Se dio cuenta que antes de que aparezca, por lo general, el moreno hacía una mueca de molestia y luego allí aparecía su otra personalidad.
A veces tenía miedo, en la noche, de que Lee apareciera nuevamente para llevárselo y arrancarlo de los cálidos brazos de su nuevo protector. Pero el muchachito siempre lo envolvía en sus brazos por la noche y sospechaba que era una manía al dormir, porque cuando él se quitaba el más joven siempre buscaba algo a lo que abrazarse.
Fue en su última noche de licencia en la que se terminó de convencer de que Kim Jong In, era completamente distinto. El moreno siempre venía ya comido a la casa así que nunca tenía que cocinar para los dos, pera esa noche, por costumbre, había cocinado para dos luego de limpiar la casa. Cuando se dio cuenta ya era tarde y estaba por entrar en pánico cuando el bailarín llegó quejándose de que estaba muriendo de hambre.
No se sentó con él, pero Jong In le insistió para que lo hiciese. Kyung Soo jugaba con los dedos de su mano mientras esperaba la reacción del más joven, era un invento extraño de kimchi y espaguetis mezclados que a nadie le gustaba. Pero el moreno no hizo ni seña de que no le gustase, porque lo terminó de comer en dos segundos y pidió un segundo plato.
Mientras lo veía casi devorar su segundo plato, se aclaró la garganta y se animó a preguntar.
— ¿Te gusta? —
— ¿Por qué la pregunta? — su rostro serio le confundió — ¡Es obvio que me encanta! ¡Hyung cocinas riquísimo! Me tenías escondido ese talento~ Yo que creí que hyung era bueno solo con las cosas dulces~
— Ah, no era mi intención escondértelo —
Jong In tenía una sonrisa brillante aquel día y le miraba como un perro mira a su amo al llegar a casa. Kyung Soo se animó a sonreír. Siempre tendía a mostrarse fuerte a los demás, pero en la intimidad se volvía débil y demasiado sensible, aunque no quería demostrárselo al bailarín era obvio que este ya lo sabía.
***
La Doctora Park le había comentado algo que le había inquietado bastante. Era la primera vez en muchos años que no sabía cuál de las dos personalidades era la original. La mujer, hablando con Kai, había quedado aun más confundida con las escuetas respuestas del muchacho.
Hasta hace un tiempo, Jong In estaba seguro de ser el original. Pero ahora, casi podía sentir la sonrisa socarrona de Kai sobre su espalda, burlándose de él. Sabía que su otra personalidad sabía cuál de los dos era el original, pero como era muy maldito no se lo diría.
Esa noche llegó apesadumbrado a clase, habían elegido a otro bailarín, un tal Lee Tae Min para hacerlo debutar antes que él, como era un hyung que llevaba entrenando más que él, no pudo quejarse y mantuvo la boca cerrada. Pero tenía ganas de llorar y patear cosas. Y estaba seguro de que era él, Jong In, el que tenía ganas de golpear a alguien con tanta frustración sobre él. Por puro amor a torturarse había pasado por la casa de su familia para encontrarse a su padre engañando a su nueva novia con una de sus amantes, discutieron un rato, se echaron la culpa de muchas cosas. Y el bailarín supo que estaba lloriqueando como un nene cuando llegó a casa.
Cada vez se le había más difícil mantener a Kai a raya y sobre todo con Kyung Soo cerca. No quería dejar a esos dos a solar, no quería que él le hiciera daño. Quería pasar el resto de sus días recomponiendo el corazón de su hyung abrazándolo todas las noches con suavidad. No quería que Kai lo destruyera todo como siempre lo hacía.
Se Hun lo miraba feo cuando se enteraba que no amanecía en su casa, pero él no tenía la culpa y ambos lo sabían. Kai tenía esa particular manía de buscar a las mujeres casadas y destruir sus matrimonios plantando la semilla de la duda y el pecado.
Eran las tres de la mañana cuando llegó a casa.
Kyung Soo le había estado esperando pero se quedó dormido sobre el sofá, le había hecho jugo de naranjas fresco para su regreso. En silencio, procurando no despertar al mayor que había llegado una hora antes de su trabajo en EXO, tomó el jugo con una sonrisa en su rostro.
Luego de eso, cargó al mayor entre sus brazos y lo acostó en su cama. El muchacho estaba tan profundamente dormido por los medicamentos que aun tomaba, que no se despertó.
Esa noche, Jong In necesitaba el afecto de alguien. Se prometió así mismo que dejaría su fantasía libre esa noche, pensaría que Kyung Soo era su novio que lo quería y lo amaba –las dos cosas como para ser más obvio- y se acurrucaría junto a él, hundiría su rostro en su cuello y lloraría hasta quedarse dormido.
Con las lágrimas anegadas en su rostro se deshizo de su propia ropa y se hizo un ovillo abrazando al repostero. Acarició su rostro con manos temblorosas hasta que sus lágrimas cedieron. Algunas se perdían en la almohada y otras regaban en legro cabello del mayor. Intentaba no hipar demasiado para no despertarlo, pero su fuerte agarre terminó por despertar a Do.
Kyung Soo estaba confundido, pero analizó el ambiente antes de soltarse de un zarpazo del muchacho, lo sintió temblando y no le tomó demasiado tiempo reconocer el suave llanto contra sus cabellos.
Estiró una de sus manos para acariciar el brazo del moreno, este, dio un respingo y se sobó la nariz con su antebrazo. Aun en medio de la oscuridad podía notar cada una de sus expresiones cuando se iba separando de su agarre.
— ¿Qué pasa, Jong In? —
— Estoy triste, hyung —
— Eso se nota —
El mayor se incorporó un poco acostando al menor sobre la almohada, le acarició las mejillas para secar las lágrimas y se recostó frente a él. Le dedicó una sonrisa algo extraña, porque él tampoco sabía consolar a nadie.
— No sé si tendrá que ver o no con lo que te este poniendo triste ahora, Jong In — comenzó — Pero el otro día me enteré sin querer de un problema tuyo —
— ¿Hyung ya lo sabe? —
— Sip —
— ¿Hyung se va ir como todos? —
— Jong In no se fue aun cuando supo mi secreto, hyung no se va ir — le aseguró.
— Gracias, hyung —
El moreno le sonrió volviendo a soba su nariz, pero sus lágrimas seguían cayendo. Kyung Soo se acurrucó a su lado y Jong In le abrazó fuertemente, susurrando un millón de agradecimientos sobre su oído. Do simplemente le daba palmadas en su brazo para que se tranquilizara.
— Gracias — susurró sobre sus labios.
En ese beso no había una mezcla de dos personas que fue su primer beso, ni fue el otro. Fue Jong In quien le besó. No presionó ni buscó más, fue una simple caricia que le reconfortó el alma, duro los segundos que tuvo que durar y ambos quedaron satisfechos antes de hundirse en las profundidades del sueño.
Kyung Soo sabía que sería complicado tratar con Jong In, pero podría