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Me Perteneces por Sora17

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Notas del capitulo:

Servido el segundo capitulo..

Sebastian sacudió una vez mas a su amo pero Ciel Phantomhive seguía tan flojo como una marioneta...
Los ojos ardientes del mayordomo se enfriaron entonces.. Ya entendía bien lo que estaba pasando... Y en que momento había ocurrido esto... Tambien por supuesto con su excelente olfato había identificado el veneno y sabía lo que debía hacerse a continuación...
Deslizandose con una velocidad casi imposible de detectar para el ojo humano, llegó a donde estaba el sillón de Ciel y depositó allí al pequeño con cuidado, haciéndole una suave caricia en su mejilla.. Sin embargo no podía perder el tiempo disfrutando de esa perfección que enloquecia sus sentidos demoniacos...
Tenia que curar a Ciel y después... Aniquilar dolorosamente a la sanguijuela humana que se había atrevido a intentar algo en contra de su Bocchan...
Las ventanas de la habitación se abrieron por si solas, dejando entrar en parte la lluvia y el viento que provenían del tormentoso exterior y el mayordomo como una estela de color negro atravesó la habitación y salió disparado por la ventana en dirección a un bosque cercano que circundaba la mansión. La ventana por supuesto se cerro a sus espaldas para proteger a su querido Bocchan del frio viento despiadado que ahora azotaba a Sebastian, quien apenas parecía percatarse de esto y de la manera en que sus ropas se mojaban...
En menos de diez segundos atravesó el bosque hasta llegar a una pequeña y tranquila laguna que estaba crecida gracias a la lluvia torrencial y de allí arrancó de cuajo algunas hierbas de color verde oscuro con sus raíces incluidas...
Al terminar esto volvió a cruzar el bosque en un suspiro y regresó a la mansión, abriendo las ventanas sin siquiera tocarlas, y saltando al interior de la habitación donde Ciel seguía en la misma posición en que lo había dejado hacia exactamente 30 segundos.. Elizabeth y su sirvienta aun debían estar ocupadas en sus asuntos femeninos que en nada le importaban a Sebastian por lo que el demonio rompió las plantas que traía en pequeñas partes y echó sus hojas dentro de la tetera que aun contenía agua hirviendo...
Paso un minuto en el cual Ciel parecía volverse más y más pálido en contraste con la oscuridad que ahora invadía casi por completo la mansión, hasta que al fin el mayordomo notó que el antídoto estaba listo y lo vertió en la taza de té de Ciel...
Su pulso al hacerlo tembló ligeramente, por lo que el mayordomo necesito un segundo para tranquilizarse antes de que su pulso volviera a ser perfecto como siempre...
El mayordomo acercó la taza a los labios de Ciel, pero el liquido resbalaba por los labios del joven dormido, asi que a Sebastian no le quedó mas opción que beber un sorbo de la taza y mantener el liquido en su boca antes de sujetar a Ciel y acercar sus labios a los del menor que estaban entreabiertos...
Apenas los labios de Sebastian se rozaron con los de Ciel, el mayordomo sintió una descarga eléctrica por todo su cuerpo y un hambre feroz que surgía desde lo mas profundo de su alma al tiempo que sus ojos se volvían salvajemente rojos...
Por que no podía simplemente hacerlo suyo en ese mismo momento???
Por que no podía simplemente dejarse llevar y devorar cada partícula de el??
No... El contrato... Debía respetar el contrato a como diera lugar y entonces si, Ciel sería suyo al fin...
El brebaje de sabor ligeramente dulce pasó de la boca abierta de Sebastian a la de Ciel, y por acto reflejo el joven lo tragó, mientras Sebastian se apartaba de aquella boca perfecta relamiéndose los labios y secando las comisuras de la boca de Ciel...
Aquella era la primera vez que podía tocar esos labios suaves y perfectos con los suyos propios...
-Ojala hubiera estado despierto para recordar este momento, Bocchan...- murmuró Sebastian aun relamiéndose...
Pasó un minuto entero y Ciel lentamente abrió los ojos, mareado y confuso.. A su lado por supuesto estaba su mayordomo...
-S-sebastian...- murmuró Ciel fijando la vista en él aunque se le antojaba algo borroso...
-Ya veo que ha despertado Bocchan...- sonrió Sebastian pensando en lo cerca que había estado de tomar el alma de Ciel hacia un momento...
Que bueno que su Bocchan jamás lo sabría... Que jamás sabría el peligro constante en el que se encontraba tan solo por tenerle a su lado...
-Que pasó...? Y Lady Elizabeth?- murmuró Ciel aun algo confuso y en los ojos del demonio por un segundo brillaron aquellas llamas rojas... Pero se apagaron al instante por lo que Ciel no supo si en verdad habían estado ahí o solo habían sido producto de su imaginación.
-Está cambiando su vestido con su doncella... Vamos Bocchan.. Debe descansar- murmuró Sebastian, tomando a Ciel en brazos.. Esta vez el menor no se opuso, si no que le rodeó el cuello con sus propios bracitos para sostenerse.. Se sentía demasiado débil como para discutir y permitió que su mayordomo lo cargara hasta su cuarto...
Una vez allí Sebastian se ocupó de desvestirlo y de arroparlo como cada noche aunque apenas eran las 7 de la tarde...
-Que me ha pasado Sebastian?- inquirió Ciel acomodado entre las sabanas, con una expresión que casi hacia temblar al demonio...
-Un atentado contra su persona Bocchan... Pero no hay de que preocuparse... Averiguare todo lo relativo a esto...- respondió Sebastian con su sonrisa de siempre mientras Ciel asentía débilmente desde la cama...
-Por ahora procure solo descansar hasta mañana.. Tiene suerte de que haya reconocido el veneno que emplearon y la planta que sirve como antídoto si no, ya estaría muerto Bocchan-
-Pues para eso estas... Para protegerme de todo- respondió Ciel cínicamente pero sin poder evitar un bostezo -Lo dejo en tus manos...-
-Yes, my Lord..- fue la respuesta de Sebastian antes de hacer una reverencia y salir de la habitación...
Por supuesto que él protegeria a Ciel contra todo... Pero quien protegeria a Ciel del propio Sebastian?...
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Después de dar una habitación a las damas, Sebastian se colocó aquel abrigo largo con el que siempre salía de la mansión en dias de mal tiempo y salió por la puerta grande sin que nadie lo viera.
Sabía donde estaba la persona a la cual tenia que ir a hacer una visita asi que no había necesidad de apurarse.
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-Jaja!! A estas horas el perro guardián de la reina ya debe estar echando espuma por la boca y despidiéndose de este mundo- dijo para si con una mueca de maldad Lord Albert mientras se acomodaba en el sofá de la oficina de su mansión...
Lord Albert era un joven de la realeza, de aproximadamente unos 25 años, delgado, cabello rubio y ojos verdes, la expresión de su rostro siempre lucia amable en publico pero en aquel momento no era mas que una mascara de codicia y maldad que daban repugnancia...
Había decidido llevar con él, veneno por si aquel estupido niñato Phantomhive osaba negarse a su idea de fusionar su éxitosa compañía con la suya...
Y cuando Ciel se negó tan abruptamente, sin la menor delicadeza, Lord Albert había encontrado la oportunidad de deslizar en el té de Ciel un veneno hecho con extracto de plantas de efecto retardado que haría que nadie sospechara de él y le daría tiempo de alejarse de la mansión.
El plan era que al irse a dormir, el niño simplemente no despertara al dia siguiente.
Nadie sabría que había pasado...tal vez incluso lo etiquetaran como una muerte natural. Pero no lo relacionarían con el.
Y cuando Ciel Phantomhive estuviera muerto, él seria libre de apoderarse del mercado que ahora dominaba el pequeño Conde...
-Pero no mas.. Bye Bye Ciel Phantomhive... Es una lastima... Era tan joven...- murmuró intentando parecer apenado y practicando las palabras que debería decir en sociedad cuando todos supieran de aquella muerte.
La habitación donde se encontraba Lord Albert estaba apenas iluminada por una vela mientras este llenaba algunos papeles, aun riéndose por dentro del asesinato que creía haber cometido, sin embargo de pronto una brisa fuerte y helada se coló por la puerta abierta de la oficina, apagando la vela y dejando una penumbra densa que inundó todo...
Por la ventana que daba al exterior se colaban algunos rayos de luna ahora que el cielo comenzaba a despejarse después de la tormenta, asi que Lord Albert se levantó de su sillón mirando confundido la puerta...
Hubiera jurado que hacía un momento estaba cerrada, pero ahora estaba abierta de par en par y fuera del rellano no se apreciaba mas que una oscuridad absoluta.. Por ahí había entrado la ráfaga de viento que había apagado su vela...
El hombre fue a cerrarla, pensando que de todos modos en algunos minutos mas cenaría y se iría a dormir...
Cerró la puerta y se volvió, para encender de nuevo la vela, pero para su sorpresa, recortada contra la claridad que entraba por la ventana, había una figura negra y alta...
-Qu...- murmuró el hombre pero antes de que pudiera terminar de decir la frase algo punzante atravesó su mano, clavándola contra la puerta...
-Ahhhhhhhh!!!!- un grito de dolor surgió de su boca, al sentir la sangre caliente deslizarse de la palma de su mano hasta su muñeca y ensuciando su camisa...
El sonido retumbó por toda la mansión con un eco desolador, y una vela se encendió de pronto frente a sus ojos, iluminando la figura negra de antes...
-T-tu...- murmuró Lord Albert al ver a quien tenía adelante, con los ojos desorbitados de pánico miró su mano, esta yacía clavada contra la puerta de su oficina por una elegante daga que reconoció como suya propia y que empleaba para abrir las cartas...
-Buenas noches Lord Albert- saludó Sebastian con una sonrisa y una inclinación de cabeza...
-Tú!!!! Desgraciado!!! Tú eres el mayordomo de los Phantomhive!! Que haces aquí?? Sabes lo que te pasara cuando mis sirvientes te pongan las manos encima??- gritó Lord Albert intentando desesperadamente liberar su mano con ayuda de la mano que tenía libre, pero la daga se había clavado muy profundo en la madera y el dolor de quitarla era casi insoportable...
-Sus sirvientes dieron una buena batalla.. Pero no estaban a la altura- respondió Sebastian con una encantadora sonrisa.. Sin embargo esa sonrisa ya no engañaba a nadie.. Sus ojos brillaban rojos como las mismísimas puertas del infierno y sus rasgos parecían cincelados en hielo.
No había humanidad alguna en esa mirada ni esas facciones y Lord Albert empezó a gritar con todas las fuerzas de sus pulmones pero era inútil.
Nadie acudía. La mansión entera estaba silenciosa como una tumba y la propiedad mas cercana estaba a 7 kilómetros de allí...
-Bien... Primero que nada me gustaría saber por que intentó envenenar a mi Bocchan- dijo Sebastian cordialmente pero con un matiz en la voz que revelaba las ganas que tenía de despedazar a aquel bastardo.
-No se de que me hablas!!!- gritó Lord Albert con la frente cubierta de sudor.
-Sentí el olor del veneno.. Por suerte conocía la cura si no usted estaría ,ahora mismo, conociendo lo que es el verdadero infierno en la tierra- sonrió Sebastian, pero enseguida la sonrisa se borró de su rostro -Repito.. Por que intentó envenenar a mi Bocchan?-
-Ya te dije que no se de que habl..-
Algo afilado atravesó de pronto su otra mano, clavándolo contra el otro lado de la puerta antes de que se diera cuenta siquiera de que pasaba...
-Ahhhhhhhhh!!!!! Maldito!!!- gritó Lord Albert intentando mover alguna de sus dos manos, pero ambas habían quedado inútiles, clavadas contra la puerta...
-Podemos hacer esto mucho mas fácil...- sonrió Sebastian de nuevo y sus ojos rojizos se clavaron en la cara llena de dolor del hombre que tenía delante.. -Aunque me encanta que se niegue... Eso hace mi trabajo mucho mas divertido...-
Un jadeó de horror escapo de la boca de Lord Albert...
-Maldito... Que eres?...- susurró mirando aquellas pupilas rojas en las cuales vio reflejadas el infierno que Sebastian le había prometido recién...
- Solo soy un simple mayordomo..- fue la respuesta de Sebastian, acompañada de una sonrisa helada...
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Una hora después la misma figura negra que había entrado a aquella mansión hacia su retirada...
La propiedad a sus espaldas ardia en llamas, que rugían remontándose hacia el cielo de la noche, y en el rostro de Sebastian había una sonrisa satisfecha mientras se alejaba de allí.
Vaya que se había divertido aquella noche.
Llevaba tiempo sin dedicarle tanta meticulosidad a algo como aquello...
Hacia tiempo que no sentía tan claro ese aroma a sangre que encendía su parte mas oscura...
Ciel siempre le había ordenado que cuando hiciera ese tipo de cosas no dejara pruebas detrás suyo, asi que ahora aquella mansión se consumiria hasta las cenizas junto con el cadáver de su dueño y de sus sirvientes... El fuego del infierno...
Y lo mismo le pasaría a cualquiera que intentara poner un solo dedo encima de su Bocchan...
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Cuando llegó a la mansión Phantomhive todo era silencio y oscuridad.
Finni, Bard, Meirin y Tanaka-san dormían hacia rato después de pasar todo el día haciendo sus bufonadas de costumbre y Lady Elizabeth junto con su doncella dormían en las habitaciones que el les había asignado.
Solo quedaba despierto él y de lo único que tenía ganas era de ir a ver como estaba su Bocchan.
Sebastian se quitó el abrigo y se revisó la ropa. Ni una sola mancha de sangre había caído sobre ella, estaba impecable como siempre.
Después de esa inspección se dirigió al cuarto de su amo y abrió la puerta suavemente.
En la oscuridad divisó a Ciel, enrollado sobre si mismo y durmiendo.
Su respiración era poco profunda por lo que el mayordomo se deslizó hasta a él sin hacer el menor ruido y se inclinó sobre el joven para mirarlo de cerca...
Sabía que si lo tocaba lo despertaría asi que se contuvo y estaba por irse, pero una mano lo aferró de la manga de su traje...
-Bocchan?- murmuró Sebastian volviéndose hacia él...
Ciel tenía los ojos abiertos y lo miraba con el ceño fruncido...
-Hiciste lo que debías Sebastian?-
-Si Bocchan...-
-Mañana espero que me digas los detalles...- murmuró Ciel sin soltarlo ..
-Entendido..- fue la respuesta también murmurada de Sebastian.. -Buenas noches Bocchan...-
-No.. Quiero que te quedes aquí hasta que me duerma...-
-Una muestra de debilidad Bocchan?- preguntó Sebastian con algo de sarcasmo.
-Una simple orden - replicó Ciel con una voz tan fría que hizo sonreír al demonio.
-Yes, my lord..-
Ciel se durmió a los pocos minutos, pero aun cuando ya habían pasado dos horas, Sebastian se negaba a irse de aquella habitación, parado al lado de la cama como una estatua, tenia los ojos clavados en el niño que yacía dormido sobre la cama... Tan indefensamente apetitoso.
Con suavidad Sebastian se sentó sobre la cama, sin que Ciel se perturbara siquiera un poco en su sueño y colocó su mano de uñas negras en el rostro del menor...
Con tan solo su mano abarcaba toda aquella carita...
Era tan débil... Tan frágil.
Acarició ese cabello y ese rostro, deslizando un dedo por esos labios perfectos y se relamió los suyos propios de deseo...
Como demonio que era conocía muy bien la lujuria y la pasión... Pero nada tan fuerte como aquello que sentía en esos momentos.
Quería hundirse en ese cuerpo... Fundirse en el... Tomarlo y hacerlo suyo.. Solo suyo.
Lentamente se inclinó y rozó sus labios con los de Ciel sin que el menor lo notara siquiera.
Ese roce que aquella tarde casi lo había enloquecido se repetía una vez mas...
Un suspiro cálido escapó de los labios entreabiertos de Ciel, haciendo hervir aun mas la sangre del demonio y congelando todo el sentido común que le aconsejaba detenerse...
Con la punta de su lengua delineó por completo los labios de Ciel, deseaba poseerlo allí mismo y después devorarlo.. Simplemente necesitaba hacerlo.
Los ojos de Sebastian estaban rojos y sus labios se curvaron en una sonrisa brillante y afilada mientras se acercaba mas y mas a Ciel...
-Espero que no estes dormido...- dijo una voz a sus espaldas, seguida del crujido de la puerta de la habitación de Ciel. Era la voz de Lady Elizabeth quien venia con una vela en la mano...
-Señorita Elizabeth?- preguntó Sebastian controlando su voz todo lo que era posible..
-Sebastian? Que haces aquí a estas horas?- preguntó la rubia sorprendida al ver al mayordomo de pie al lado de la cama de su prometido...
Sebastian apenas había podido refrenarse y había sido gracias a la oportuna intromisión de aquella niña... Si no... Hubiera tomado a Ciel... Esa noche, sin dudarlo. En cuerpo y alma.
-Bocchan me pidió que me quedara con él hasta que se durmiera - respondió amablemente Sebastian.
-Ah...- murmuró Elizabeth sonrojándose -Yo solo vine... A ver si Ciel estaba despierto.. Por que quería preguntarle algunas cosas respecto a nuestra futura boda...-
"Jamas se celebrará esa unión" quiso responderle Sebastian pero en lugar de eso solo asintió y sonrió...
-Comprendo señorita Elizabeth.. Pero el amo esta muy agotado.. Mire estamos hablando y ni siquiera se ha despertado.. Me temo que ambos deberemos dejarlo descansar..- dijo Sebastian con su compostura de siempre y yendo al lado de Lizzy...
La rubia asintió y salió de la habitación escoltada por Sebastian quien cerró la puerta a sus espaldas...un tanto aliviado y enfadado.
-Buenas noches lady Elizabeth- saludó al ver que la rubia vacilaba aun delante suyo.
-I-igualmente- respondió antes de irse al fin rumbo a la habitación que le había sido asignada..
Sebastian se quedó allí delante un rato mas, sonriéndole a la oscuridad ahora que la vela que traía la niña ya no le alumbraba...
Pero en la oscuridad estaba bien... La oscuridad siempre había sido su lugar, asi como tambien el de su amo...
"Que pensaría si supiera que casi lo tomé esta noche, Bocchan.." Murmuró la mente de Sebastian, mientras el demonio solo sonreía y se llevaba una mano al rostro, casi consumido de deseo.

Notas finales:

Gracias por leer espero que haya sido de vuestro agrado.


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