El grito llamo la atención de todos. Elrond al escuchar tal grito supuso quien habría encontrado Lindir. Sin más corrió hacia el lugar donde estaba el menor, muy de cerca Erestor con algunos soldados le seguían. Al llegar supo que tenía razón su amigo rubio estaba en el suelo con una gran quemadura provocada por el látigo del demonio y no solamente eso, estaba acostado en un charco de su propia sangre, provocado tal vez por el golpe al caer.
Lindir: Elrond ayúdale, por favor – pidió angustiado. En eso llegan los demás y murmuran.
Elfo1: entonces lo que golpeo el Balrog fue al señor Glorfindel – pregunto uno.
Elfo2: pero no que había desaparecido antes de la batalla – dijo otro, siendo corroborado por otros elfos.
Elrond: es que acaso no se dan cuenta que él fue quien asesino al Balrog – dijo con voz dura y triste. En eso Erestor llego al lugar y al ver al rubio jadeo angustiado y corrió a su lado. Se tiro literalmente a su lado y trato de reanimarlo.
Erestor: Elrond trata de ayudarlo – dijo desesperado.
Elrond: no lo puedo hacer, aunque es lo que más deseo. Ya no está con nosotros – dijo con voz triste y llorando.
Erestor: esto no puede ser – dijo en voz baja, mientras sus ojos brillaban por las lágrimas no derramadas.
Todos recogieron a los muertos y regresaron a Rivendel. Al llegar a la cuidad La señora del lugar junto a sus pequeños hijos esperaban el regreso de sus familiares y amigos.
Gemelos: Ada – gritaron emocionados, mientras le abrazaban. Al poco rato se les unió la pequeña estrella de la tarde – estábamos muy preocupados por ustedes – en eso unos de los gemelos va hacia donde viene su Tío Glorfindel.
Elrohir: tío Glor regresaste – pero en eso lo toca y se da cuenta que está muy frio – Ada porque tío Glor esta frio – pregunto inocentemente. En eso un jadeo sale de los labios de la señora del lugar, mira a su esposo tratando de no ver la verdad, pero lastimosamente la encontró.
Elrond: tu tío Glor esta frio porque lastimosamente ya no está entre nosotros querido hijo – dijo mientras algunas lágrimas salieron de sus ojos.
Arwen: tío Glor se murió – pregunto con su carita bañada en lágrimas. El señor de Rivendel asintió y los niños empezaron a llorar desconsolados.
Elrond: el me pidió que les dijera que ustedes eran sus adorados sobrinos y que siempre estarían en su corazón – dijo mientras abrazaba a su hija tratándola de consolar, aunque en realidad trataba también de consolarse así mismo.
Al anochecer había cambiado la ropa del héroe y estaba en un altar cuando iban a tratar de enterarlo una fuerza, que después supieron que venía de la espada que no se había separado de él, no permitía que se le acercaran.
El señor del lugar dijo que esa era la voluntad del Valar y que así se quedaba. En horas de la noche los considerados su familia del asesino del Balrog estaban alrededor de su cuerpo llorando y orando por el alma de su familiar.
Un poco apartado del lugar Erestor veía la escena con un gran dolor. Cuando ya se iban Lindir se acerca, apoya su mano en su hombro tratando de darle consuelo y darse consuelo.
Erestor: Lindir recuerdas lo que me dijiste hace unas semanas – pregunto con voz quebradiza.
Lindir: el que – pregunto curioso.
Erestor: que tuviera cuidado con lo deseaba – dijo mientras miraba al menor y lágrimas empezaron a recorrer su rostros asombrando al menor – no sabes cómo me arrepiento de haber dicho esas palabras – dijo con voz triste, mientras se retiraba. Al quedar solo Lindir dijo…
Lindir: será posible mi querido amigo, que tú estabas enamorado de Glorfindel – pregunto a la nada.
Erestor sigue caminando como un ser sin alma y cuando se dio cuenta estaba al frente del cuarto del rubio. Abrió la puerta, entro y la cerró con seguro. Se dirijo hacia la cama que no hace más de unas horas había servido de descanso para el elfo de bellos cabellos dorados, se acostó en la cama y empezó a llorar desconsoladamente.
Erestor: perdóname Glorfindel por todo lo que te he dicho – dijo mientras agarraba las sabanas desesperado – lo que decía, lo decía mi boca sin pensarlo, mientras lo que en realidad quería decirte era lo que había en mi corazón por ti – dijo desesperado. Lloro por toda la noche y parte del día siguiente sin parar. Si esto seguía así se desvanecería sin remedio. Al anochecer del día, sintió mucho sueño y perdió la conciencia.
Al abrir los ojos vio una hermosa pradera con flores quería saber dónde estaba, pero entonces recordó porque estaba su rostro empapado y empezó a llorar desconsoladamente. En eso alguien aparece una bella mujer.
Eruiel: porque lloras Erestor Asesor principal de Lord Elrond, no era eso lo que deseabas – dijo con voz seria.
Erestor: deseaba – pregunto confuso. En eso aparece otra bella mujer.
Niniel: claro que Glorfindel desapareciera – dijo con voz dura.
Erestor: yo no deseaba eso – dijo angustiado.
Niniel: quizás no, pero eso era lo que casi siempre le decías al elfo rubio – dijo con voz aún más dura que la anterior, pero su hermana niega con la cabeza.
Eruiel: eres un elfo noble y fiel, pero debido a tu indecisión e inseguridad, lastimaste a nuestro protegido Glorfindel y me temo que un castigo se te ha de dar – dijo con voz severa.
Erestor: un castigo – pregunto entrecortado, pues seguía llorando.
Niniel: no te desvanecerás, ni podrás entrar a las tierras Imperecederas, sufrirás la tristeza y la angustia de perder al ser amado –dijo con voz seria.
Eruiel: y solo cuando tu señor tenga que dejar la Tierra Media, tu podrás entrar a las Tierras Imperecederas o desvanecerte - dijo con voz seria, pero su mirada demostraba tristeza al ver a ese elfo sufrir su amor perdido.
Erestor: creo que sería lo justo –empezó a decir un poco más tranquilo – acepto el castigo que se me da – dijo, mientras las señoras le daban una mirada entre tristeza, compasión y cariño.
Erestor despertó en el cuarto del rubio y lo más probable que ese sueño no era un sueño y que tendría que vivir en la tristeza por muchos milenios.
El tiempo pasó rápido y un mes pasó, el cuerpo del asesino del Balrog se mantenía intacto y las personas que le conocieron su pérdida todavía estaban latientes. Muchos vieron el gran cambio de Erestor, se veía sombrío, melancólico y muy solitario.
Hoy los gemelos, Arwen y Erestor estaban al lado del cuerpo del rubio. Los pequeños eran los más afectados después del asesor. Todos los días venias a contarles historias, o cantarle, como creyendo que el despertaría, pero nada pasaba.
Arwen: tío Glor los gemelos hoy se volvieron a meter en problemas – dijo mientras tocaba su mano. El mayor ahí presente, le tenía envidia a los pequeños y a los demás. Ya que cada vez que trata tocar el cuerpo de Glorfindel una fuerza le rechaza y levemente le quema la mano.
Erestor: niños porque no van al jardín y le consiguen flores a su tío Glor – los niños aceptaron feliz y corrieron hacia el jardín – estas tan cerca y tan lejos de mí amado mío, si este debe ser el mismo sufrimiento que viviste cuando te alejaba de mí. Perdóname Glorfindel, nunca quise lastimarte de esa manera mi amor – dijo con lágrimas en los ojos y salía al exterior.