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Detalles por -Raiden-

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Notas del capitulo:

 

 

"No... Yo no me odiaba...

 

Ellos me hicieron odiarme..."

 

 

 

-Vamos Eustass… Es hora de ir a casa. - comentó el hombre de cabello plateado.

La respuesta del pelirrojo nunca llego, pero si se puso de pie con la mirada ensombrecida para salir de ahí.

Todo el camino de regreso a casa en el auto del oficial, no dijeron nada.

Kid estaba en un estado de trance, donde repetía en su mente una y otra vez como hirió a su rival, como golpeaba a su amigo y como lo arremetieron entre varios oficiales a punta de golpes a una patrulla.

Smoker solo le veía por el retrovisor, esperando que aun le quedara algo de cordura y se arrepintiera de lo que hizo.

Cuando llegaron a casa del pelirrojo, el oficial lo detuvo del brazo para hablar con él:

-Escucha Kid… Tienes 17 años, ya no eres un crio. Sabes perfectamente que si vuelve a pasar algo así te meterán en prisión y no volverás a ser el mismo… Estas  a tiempo de salvarte. Te considero mucho por ser hijo de Bonney, pero todo tiene un límite y ahora debes decidir qué hacer con tu vida. - le dijo para por fin soltarle.

Su madre Jeweryl  Bonney una gran amiga de Smoker cuando la conoció en la universidad.

Ahora su hijo Kid, uno revoltoso crio que había sacado todo el carácter de ella, pero todo lo demás de su inexistente padre que nunca conoció, un buen hombre según su madre pero nada más contradictorio a eso, se metía en problemas desde muy joven.

Buscaba su lugar en el mundo.

Kid solo miro a Smoker con una inexpresiva cara y asintió con la cabeza, no sabía que decir así mejor opto por guardar silencio.

Cuando entro a casa, su madre no estaba como era la costumbre. Trabaja hasta las tantas de las noches en ese club de mala muerte como mesera. Había dejado los estudios cuando supo que esperaba a su Kid.

Otro detalle más a la lista de cosas que su madre había hecho durante su juventud.

Subió a su alcoba arrastrando los pies como siempre, dejando que las suelas de sus deportivas se gastaran aún más.

Al entrar en su desordenado cuarto se tiro en la cama boca abajo.

Tenía su mente ocupada en otra cosa, su estomago estaba revuelto por tanta cosa que había pasado ese día y le dolía le cuerpo horrores por dormir en sentado en aquella celda.

Se durmió de inmediato cuando cayó en su mullida cama, tenía que recuperar algo de energía para el día siguiente.

Y como era de esperarse no conocía los detalles de su tarea de mañana en la casa donde estaría haciendo su trabajo comunitario.

                                                     

Tocaban a la puerta con demasiada insistencia, de hecho casi la tiraban de los fuertes golpes.

-¡¡Ya oí!! - grito molesto el pelirrojo que seguía tirado en la cama.

Los golpes subieron de volumen, para ahora si derribar la puerta sin más remedio.

El tremendo estruendo por fin hizo que el chico pelirrojo saltara de la cama como un maldito y corriera escaleras abajo con la poca ropa que llevaba, sus bóxers y una playera negra pegada a su musculatura que en algún momento de la noche le dio calor, maldiciendo mentalmente.

Y ahí en medio de lo que era la sala estaba Smoker…

-Qué bueno que ya levantaste. Date prisa y alístate. Tienes una cita con tu destino. - hablo el oficial encendiendo dos puros.

Se notaba que acaba de salir de trabajar por la cara de pocos amigos que traía.

Kid solo le miro alzando una ceja. No estaba para discusiones y mejor se preparaba para acabar con eso de una maldita vez.

Volvió a subir las escaleras y se metió a la ducha.

Al menos el agua se llevaría parte de la asquerosa vida que lo llevaba por un camino maldito y solitario.

Se tallaba con la esponja de baño viendo su cuerpo lleno de moretones en su blanca piel que parecía de porcelana, pero con dibujos artísticos de su sangre coagulada atrapada en su dermis.

Suspiro con pesadez para enjabonar su cabello rojo sangre y sentir la tremenda suavidad de sus hebras rojizas, y aun no entendía porque era así de sedoso.

Cuando termino de bañarse, la imagen distorsionada en el espejo del baño empañado por el vapor le hizo fruncir el ceño.

En su rostro había un enorme moretón en su pálida mejilla, aun tenía las marcas de la pelea de la noche anterior y eso ni el agua podía quitar.

Otra vez la ira y frustración de siempre le oxidaban por dentro, como si fuera un poderoso acido contenido en su cuerpo, amenazando con salir y deshacer todo a su paso.

Smoker esperaba pacientemente en la sala, ahora que ya estaba dentro, y fumaba calmadamente esos puros, claro después de poner la puerta en su lugar.

Después de 10 minutos el pelirrojo estaba listo con una polera oscura, sus vaqueros negros, las deportivas y una banda sosteniendo sus cabellos ahora en punta.

-Acabemos con esto… - por fin hablo Kid mirándolo a los ojos.

Los ojos marrones claro del mayor escudriñaban los ojos ámbar del menor. Al parecer iba en serio con esa propuesta, o por lo menos a cumplir con su condena.

-Bien. Tu madre sabe donde estas. Te dejare en la residencia y te recogeré al anochecer. ¿Ha quedado claro? - dictamino serio y luego exhalo el humo de sus pulmones.

-Si… - siseo Kid como retándolo inconscientemente.

No se dijo nada más del asunto. Como siempre se omitan los detalles que en un futuro próximo afectarían a Eustass Kid.

 

El camino a la famosa residencia de su víctima, que era Zoro, y su verdugo, que era el padre de este, estaba a las afueras de la cuidad, y eso era porque la casa donde estaría haciendo su servicio comunitario no era una casa como tal… Era un castillo.

-Mierda… - mascullo Kid al ver tremenda propiedad.

Las áreas verdes debían abarcar por lo menos unos dos kilómetros alrededor de la mansión, y eso era solo lo que se veía.

La enorme edificación que de por si era impresionante, dejaba ver que era más antigua que los dueños que ahora la habitaban. Con enormes gárgolas de piedra cuidando los tejados, las puertas de madera con ese estilo gótico y con esa aura oscura que parecía tener una maldición.

-No blasfemes en su presencia. - le reprimió Smoker sin apartar la vista del camino.

Ya no faltaba mucho para llegar a la entrada principal.

-¿Y tampoco debo gritar cuando me viole? - comento el pelirrojo irónico sin dejar de mirar el paisaje que ahora recorrían.

-Ya tiene a quien violar. - contesto con burla el oficial para estacionar el auto frente a la mansión.

Kid solo le fulmino con la mirada y salió del auto para cerrarlo de un portazo. Mas tardo en bajar el pelirrojo en lo que volvió arrancar el auto Smoker.

“La hora del juicio final se acerca…”  se dijo a si mismo Kid para llamar a la puerta.

Y como esperaba una sirvienta abrió la puerta con todo y traje de maid.

-Joven Eustass… Por aquí por favor. - su visita era más que esperada.

Fue guiado por esa chica morena, de cabello negro hasta la espalda y con un cigarrillo en su boca. A Kid no le molestaba que fumara pero no esperaba que le dejaran hacer algo así en su empleo.

Pasaron por un gran recibidor con toda clase de pinturas clásicas del renacimiento: compuesto por las perspectivas de la belleza externa humana, de paisaje e incluso de animales. Los pasillos eran más ambiguos con todas las todas esas piezas de trofeos de animales disecados y cuadros surrealistas.

Parecía no tener fin ese enorme lugar cuando llegaron a las habitaciones.

La chica se detuvo frente a una puerta al final del pasillo alfombrado.

-Maestro… - pregunto la morena al momento de tocar ligeramente la puerta de madera de roble.

Hubo un extraño silencio, en el que Kid suponía debía estar ocupado o algo sí, pero la chica de inmediato abrió la puerta para dejar pasar al joven a la habitación.

-Pase por favor… Le está esperando. - la chica le sonreía al momento de decir aquello.

El pelirrojo no estaba muy seguro de si era una maldita broma, o si en verdad podía entrar así como así.

Opto por lo segundo, para ver al padre del chico que casi mata.

 

 

Entro con mucha desconfianza pero al final entro.

El cuarto en sí, parecía más bien una biblioteca pequeña. Había muchos libros en los muebles empotrados a las paredes y estos llegaban casi hasta el techo, unos cuantos más estaban apilados en el piso alfombrado de color azul cobalto junto a una mesita para el té.

Y ahí lo vio…

Un chico de cabellera negra azulada, iluminada por el fuego de una chimenea que estaba en una de las paredes de la habitación, con una bata blanca sobre su delgado cuerpo, unos vaqueros azules y una playera negra con manga larga untada a todo su torso. Ese chico estaba leyendo en silencio sentado en la alfombra y recargado en esa mesa…

KId no creía que ese muchachito que aparentaba unos 14 años fuera quien le esperaba, tenía que haber una trampa… Siempre hay una trampa.

Cerró la puerta detrás de él con un portazo para asustar al chico que estaba demasiado concentrado en su lectura, el pelirrojo era algo perverso.

El fuerte golpe se escucho y el joven salto sobre su lugar espantado por el tremendo ruido que de inmediato, dirigió su furiosa mirada asía la puerta para insultar al idiota que lo había interrumpido. Pero se sorprendió un poco al ver ahora al pelirrojo en la puerta sonriendo de forma amplia.

-Se puede saber… ¿Quién eres tú y que haces aquí? - el crio al parecer tenía su carácter.

Su morena piel se alcanzo a ver por la luz del fuego.

-Vengo a ver a quien se supone, me diría que puto trabajo debo hacer para largarme de aquí lo más pronto posible. - la agresividad del pelirrojo estaba en su tono de voz ronco y miraba a todos lados, como buscando algo.

-Así que… ¿Tú eres el que lastimó a mi hermano? - pregunto el pelinegro para levantarse de su lugar y fulminarlo con la mirada.

Ahí Kid pudo notar que tenía unas patillas algo largas, dos pendientes en cada oreja y lo que parecían ser ojeras debajo de esos ojos color metálico.

Por un momento la mente de Kid se perdió en ese crio y después reacciono con una mueca de no entender que estaba pasando ahí.

-¿Hermano? - repitió la última palabra con una interrogante.

-Sí, mi hermano estúpido sordo. - el crío se estaba buscando algo porque ya estaba frente a Kid enfrentándolo con los puños cerrados pero sin levantarlos.

-Mira niño… No me provoques. - estaban tan cerca que fácilmente podía empujarlo o propinarle un puñetazo en la cara.

La diferencia de alturas era de unos 35cm, ese niño era algo alto para su altura pero no le quitaba lo delgado y casi débil que se veía.

Todo el ambiente se volvió pesado.

El mayor no esperaba que el tal Zoro tuviera un hermano y menos que fuera un estúpido crio que no sabía en lo que se metía, así como lo hizo él.

-Eustass, estaba esperándote. - una profunda voz sería le llamo desde la puerta donde hace unos momentos estaba.

Un hombre tan alto como el mismo Kid, de cabello oscuro, con unas extrañas patillas haciendo juego con la barba y bigote en su blanca piel, sus ropas como las de un exitoso empresario y los ojos más fieros color miel que daban la impresión de ser los de un halcón, se adentraba en el cuarto.

-Soy el padre de Zoro, llámame Dracule Mihawk y este es mi otro hijo, Trafalgar Law. - se presento con buen gesto pero sin dejar de ser serio.

El pelirrojo ahora conocía al padre del peliverde y ese maldito crio. Solo hizo una leve reverencia esperando que le dijera algo más o las tareas que haría ese día y los subsecuentes pero su otro hijo fue el que hablo.

-Tienes que presentarte.  - pidió con cortesía el niño pero su voz sonaba grosera y  ahora sonreía con una extraña superioridad.

-Ya saben quién soy y porque estoy aquí… - a Kid se le empezaba a saltar una vena en su frente por ese crio de…

-Yo no te conozco. - dijo con simpleza haciendo enojar más al pálido chico.

Ya empezaría Kid a gruñir, blasfemar y enseñarle a ese niño una lección, pero la mirada que le dirigió su anfitrión lo detuvo de cometer tal cosa. Se trago su coraje para poder hablar con algo de enfado en su voz.

-Eustass Kid. - siseo su nombre.

-Es un gusto Eustass-ya. - dijo al crio para despedirse y salir del cuarto, dejando a su padre con ese chico de cabello color rojizo.

Y Kid lo fulmino con la mirada cuando paso junto a él clavando sus orbes ambarinas en las plateadas de ese crio…

Algo en ese momento hizo “click” en sus miradas… Como si…

-Bien, ahora vamos a empezar. - ese hombre pelinegro ya tenía planes para el pelirrojo que no eran más que simples encargos dentro de su propiedad.

 

 

Empezaba el primero de muchos días de su castigo.

Toda la mañana estuvo haciendo labores de jardinería en el amplio campo de verde flora. Talaba los arbustos con una mini sierra reduciéndolos a pequeños matorrales con formas cuadradas como si se trazara un camino.

Tardare siglos haciendo esto…” pesaba Kid con enojo, pues esa solo era una pequeña parte de toda la maldita propiedad.

Que no hubiera desayunado también era un factor para que su enojo y algo de frustración se manifestaran en su cuerpo.

-Y además pretende matarte de hambre… - dijo para apagar la mini sierra que tenía en sus manos. La verdad sus fuerzas estaban mermando por consumir la poca energía que había guardado.

-No es nuestra culpa que no tengas buenos hábitos alimenticios, Eustass-ya. – la voz del crio ese le hizo mirar detrás de él.

Ahí estaba ese maldito niño gilipollas y toca huevos de ojos tan… interesantes, pero sin la bata y con lo que era una pequeña charola en sus manos.

El olor de la comida recién hecha llego al agudo olfato del mayor que ahora se le hacía agua la boca por ese exquisito aroma, pero al ver que el puto niño sonreía de una forma arrogante aparto la vista de él.

Nunca le daría la maldita satisfacción a un crio que solo buscaba provocarlo.

Y con esa infantil acción de Kid, el niño soltó una pequeña risilla.

Era oficial, ese niño se lo estaba buscando y con insistencia. El pelirrojo volteo de nuevo para ver como se sentaba en el pasto viéndolo de forma extraña.

-¿Qué mierda quieres? - pregunto para retomar su tarea de cortar los arbustos, pero ahora con unas tijeras de podar.

-Creo que en mi casa puedo hacer lo que me dé la gana.- respondió empezando a comer uno de los tantos onigiris que estaban en la charola.

Eustass Kid de verdad que se estaba conteniendo al ver su maldita expresión entre la burla y superioridad, pero el crio tenía toda la razón. Si quería podía estar en el tejado, en su habitación, en la biblioteca, en la escuela…

Momento… Ahí es donde debería estar ese crio del mal, y no ahí tocándole las narices como nunca.

-¿No deberías estar en la escuela? - por fin pregunto, dejando a un lado sus obligaciones.

-Tú mismo lo has dicho: Debería, pero ahora que has herido a mi hermano, tengo que cuidar de él. Muchas gracias. - el sarcasmo podía palparse en el aire cuando declaro aquello.

El mayor empalideció un poco con aquello. Eso era algo en lo que ya no quería estar pensando y ese crio se lo recordó como si fuera una patada en los huevos.

Volvió a tomar las tijeras y seguir podando. No soportaba la idea de que casi se convierte en un asesino y por unos cuantos billetes o peor aún, por su poco auto control y agresividad nata.

-Zoro-ya está bien. - otra vez esa voz casi infantil le hablaba. - Es más resistente de lo que piensas. - le termino de confirmar.

Law a pesar de ser un niño que estaba entrando a la pubertad, vio perfectamente ese semblante de preocupación y arrepentimiento en el marcado rostro de Kid, y más cuando su mirada se ensombreció escudándose en el arbusto que le terminaba de dar forma. Sintió la extraña necesidad de comentarle que estaba bien y no se preocupara. Algo muy raro de verdad.

El no era amable con nadie que no fuera de su familia.

Pero el mayor solo gruño y seguía en lo suyo, escapando de la mirada metálica insistente del menor, era como si ese niño le estrujara el pecho de alguna manera.

No volvieron a dirigirse la palabra, ni siquiera cuando el pelirrojo había terminado de cortar la mayoría de los arbustos y había caído al pasto exhausto y sudando como condenado. Sus mejillas se habían ruborizado por el trabajo, respiraba con dificultad y sentía la boca seca por la falta de agua.

Fue raro cuando ese crio le dejaba junto a él la charola de la comida con una jarra y vaso de agua, sin decir nada mientras se dirigía a la mansión.

Kid en toda su vida, nunca había conocido a alguien tan extraño y misterioso como ese crio de los ojos plateados.

 

Como antes le había indicado Smoker, paso por el pelirrojo cuando el alba empezó a ocultarse.

-Vamos, tu madre espera en casa. - estaba recargado a un costado de su auto, con toda la calma del mundo.

Ya tenía un rato esperándolo pero no parecía molestarle este hecho.

-Lo que sea… - dijo Kid ahora que ya salía de la mansión escoltado por esa chica que era la sirvienta.

-¿Te violo? - dijo con burla recordando la conversación de esa mañana.

-Peor aún… Me hizo trabajar… - gruño para subirse al auto y salir de ahí.

Smoker hizo un gesto de despedida a la chica que solo hizo una reverencia para seguir fumando.

Antes de partir… Kid miraba por el cristal observando una de las ventanas donde estaba ese crio contemplándolo de igual forma.

Ese era otro detalle que no se molestaría en investigar… al menos eso se dijo a si mismo al terminar ese primer día.

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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