Desperté nuevamente, miré a mi alrededor y vi que estaba en lo que parecía ser una celda, intenté levantarme, pero no podía, miré hacia mi pecho y noté una cuerda que me cubría todo el torso, también tenía una en las muñecas, y una en los tobillos, miré hacia abajo y noté el suelo húmedo, el lugar desprendía un fétido olor, levanté la vista y vi a un hombre al otro lado de la celda. observándome de reojo y sonriendo de una manera tosca.
-¡Déjame salir! -Grite.
-No creo que puedas salir de aquí, hijo de Dios -Dijo el hombre de manera burlona.
Me enfurecí, todo esto ha pasado solo porque soy "El hijo de Dios" ¡Es una tontería! no soy el hijo de ningún Dios, ni siquiera creo en él, si Dios existiera, no permitiría que esto sucediera. No podía creerlo, y todo por una patética historia.
-¡¿Qué le hicieron a Mello?! -Grité, había recordado a Mello en ese momento.
-¿Mello? Ah... ¿te refieres a ese rubio? ¡Ja! -El hombre rió- ¿Acaso lo olvidaste? ese chico murió en el incendio.
Encogí mis ojos. El suceso del incendio y todo lo que ví, y... Todo lo que hizo Mello por mí, pasó por mi cabeza, como una película, recordando cuando me defendió muchas veces, cuando me cuidó, cuando me protegió, cuando.... Me besó, pero lo que más me atormentó fué el recuerdo de cuando me dijo que... Me ama...
-¡No! ¡ no es cierto! -Grité, no quería creer, ¡No! Mello no murió, no puede ser verdad!
-¡Silencio! imbécil, acéptalo ¡Tu amigo murió! -Dijo el hombre a carcajadas.
-¡¿Que piensan hacer conmigo?! -Pregunté, el hombre me miró con una sonrisa malvada.
-No quiero arruinar la sorpresa -Dijo, seguido de eso se fué de la celda dejándome solo.
Incliné mi cabeza hacia abajo, cerré mis ojos atormentado y coloqué mis manos atadas en mi cara.
-¡No es cierto! ¡No es cierto! -Dije una y otra vez, ¡no acepto que Mello haya muerto, no puede ser!
Comencé a gritar, mis alaridos resonaban por todo el pequeño cuarto, grité y grité, pero me quedé callado cuando sentí algo húmedo y frío recorrer mis mejillas, me asusté, toqué el líquido misterioso con mis manos, era algo muy frío, como la nieve. Intenté levantarme y fuí al charco que había frente a mí.
Miré mi reflejo y me quedé totalmente desconsertado, ¡era imposible lo que me estaba sucediendo! Miré más cerca y saqué la conclusión, mis ojos húmedos, el líquido recorriendo mis mejillas... Significa que... Estoy llorando.
¡Era imposible! yo nunca en mi vida había llorado, ¿porque ahora sí? y algo que me intriga es que mis lágrimas son diferentes, se supone que son cálidas, pero las mías, son frías, heladas, frías como la misma nieve. Las lágrimas de los demás son normales, pero las mías... son lágrimas de nieve...
Recordé las primeras lágrimas que toqué, me estremecí, porque eran las lágrimas de Mello... Recordar cuando lloró, hizo que la tristeza floreciera más en mí, grité nuevamente sintiendo mi garganta desgarrarse y mis enigmáticas lágrimas crecían humedeciéndo todo mi rostro, pero ¿Porqué empezé a llorar?
No por el dolor, he sentido mucho anteriormente y no he llorado. No por que me hayan secuestrado, lo han intentado varias veces y eso no me importó. Recordé de nuevo a Mello y mis labios comenzaron a temblar. ¡Es por él! Estoy llorando por Mello... Estoy triste, porque el.. ha muerto, la única persona que no me odió y me comprendió, y la única persona que me amó... Ha muerto...
Y sin darme cuenta, por alguna razón, además de llorar porque Mello había "muerto" también lloraba porque... yo también lo amo...
Cuando finalmente me rendí, mis ojos hinchados se cerraron y volví a desplomar la cabeza y me sentí mucho peor que antes, ya había dado a Mello por muerto y yo también, porque no me imaginaba que me harian esos hombres.
Me dejé caer al suelo y recosté mi cabeza en la fría, oscura y agrietada baldosa y continué con mi llanto. Cuando un sonido, como de una explosión llamó mi atención, levanté mi cabeza y vi que la puerta de hierro que estaba al otro lado de la celda explotó, me coloqué en posición fetal para intentar cubrirme de la explosión y de los fragmentos de metal que salían volando del lugar.
¿Que causó la explosión? no podía descartarla, supuse que ese sería mi castigo por ser "el hijo de Dios" y que los hombres habían colocado bombas en toda la celda para que muriese poco a poco con las leves explosiones.
-¡Near! -Escuché un grito desde el otro lado de la celda, encogí los ojos al instante cuando reconocí aquella voz...
Levanté la cabeza y quedé atónito al ver bien al sujeto.
-¿Mello? ¡Estás vivo! -No pude evitar sonreir, ¡era un milagro! y el verlo vivo ha echo que mis lágrimas heladas crecieran más.
-¡Sí! Te sacaré de aquí.
Con una herramienta pesada, no pude distinguirla, parecía como una llave inglesa o un martillo, golpeó fuertemente el candado hasta que este se rompió. Mello abrió la puerta de la jaula y corrió hacia mí para abrazarme.
-Mello... Estoy tan feliz de que estés vivo -Dije escondiendo mi rostro en su pecho, mis lágrimas comenzaron a mojar su chaqueta.
-Yo también Near... -Me apretó más contra su pecho, y con una mano acarició mi mejilla y luego me miró a los ojos, me asusté al ver que Mello llevaba puesta una venda que cubría su lado izquierdo del rostro y parte de su brazo- Near... estás llorando -Dijo al ver detenidamente mi rostro, con su mano secó unas lágrimas.
Mello me sonrió y se acercó a mi rostro y me besó, lo abracé lo más que pude, y un repentino dolor atacó mi pecho y mi pierna, había olvidado que estaba herido, solté un quejido y me fuí hacia atrás y antes de que cayera al piso Mello me detuvo con sus brazos.
-¡Near! ¿Estás bién?
-M-mi pierna -Dije entrecortadamente, debí haber perdido mucha sangre y el dolor solo aumentaba y la herida podría haberse infectado.
-No te preocupes, ¡nos iremos de aquí ahora mismo! -Dijo Mello, al instante desató las cuerdas y me cargó de nuevo y comenzó a correr.
Miré a mi alrededor y vi que todo el lugar estaba en ruinas, en cualquier momento todo se reduciría a escombros, y también noté manchas de sangre en el suelo y pared y algunos cuerpos de los hombres que me atacaron, quizá fué Mello, pero no importa, se lo merecían.
Cuando salimos del lugar Mello comenzó a correr conmigo en sus brazos, corria y corria perdíendonos en el boque alejándonos del maldito pueblo, miré hacia atrás y sonreí cuando perdí de vista ese miserable lugar, sabía que escaparíamos de ahí y nunca volveríamos.
Después de un largo rato escapamos lo más lejos que pudimos, nos detuvimos al divisar una carretera. Mello corrió hacia ella y noté que había una motocicleta negra estacionada detrás de un árbol.
-Mello, ¿Esa motocicleta es tuya?
-Si, hay que apresurarnos, vámonos de aquí.
Asentí y sonreí, nos acercamos a la motocicleta, Mello me sentó con cuidado y me aferré a su abdomen abrazandolo con fuerza, Mello arrancó la moto y no fuimos a toda velocidad...