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Bright Days por wearkagain

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Notas del capitulo:

¡Buenas noches! ¿Como estan bellezas? Espero que muy bien, aquí os traigo el siguiente capítulo de esta historia. Agradezco vuestros comentarios como siempre y me río ante uno el cual llamo relativamente mi atención (Me asegrare de subir pronto algo de Imperium, calmate jo)

(Todos los personajes de One Piece le pertenecen a Eiichiro Oda)

¡A leer! 

Reunion with the past.

 

Enero 01 de 2002, Templo Budista – Año nuevo.

 

-Denle la bienvenida al nuevo año y despídanse del anterior. En este nuevo año, nuestra familia debe de estar más unida que nunca, limpien sus corazones y laven sus manos, por las lágrimas, y la sangre que hemos derramado ante nuestros ojos. Todos estamos unidos en un solo círculo, aun así poseamos diferentes apellidos y distintos linajes –Y con esas palabras cerró la iniciativa del nuevo año, Roronoa.

O mejor conocido por sus seres queridos y personas cercanas, Padre.

La gran multitud que se encontraba postrada frente a él hicieron una reverencia, otros se dedicaron a dar abrazos a sus hijos e hijas reunidos allí, uno que otro levantaba una copa de sake y chocaban sus copas declarando que eran solo una familia, y entrelazaban sus lazos.

Padre, quien tenía aproximadamente cuarenta años de edad, vestía un kimono al estilo samurái blanco con unos pantalones con rayas verticales, agregando un abrigo gris sobre sus hombros y no llevaba zapatos, porque simplemente le incomodaba. Llevo su mano hasta su cabello de un color verdoso oscuro que estaba siendo opacado por una gran cantidad de canas que detonaban su vejez.

-Padre –El nombrado levanto mirada encontrándose con su hermano menor; sonrío y se levantó del suelo para abrazar a su pequeño hermano, quien le correspondió de la misma manera efusiva y amigable –Ha pasado mucho tiempo.

-Lo mismo digo, Koshiro,  pero sabes que puedes llamarme hermano mayor o por mi nombre –Río el mayor haciendo que Koshiro, un hombre a sus treinta años con el cabello oscuro amarrado en una coleta, y sus lentes gruesos redondos riera mostrando una sonrisa pequeña.

-Debo de mantener el respeto, eres el jefe después de todo –Apunto el joven.

-Papá –Ambos hombres se giraron expectantes a las pequeñas voces chillonas que de momento a otro llegaron al lado de Koshiro, abrazándose a su kimono.

-Niñas –Les saludo.

-Pero mira quien tenemos aquí –Saludo Padre a las dos pequeñas niñas que con su diferencia de edad, compartían el mismo aspecto físico: cabello azulado corto y un color de piel cremoso;  que cualquiera las confundiría como gemelas, a excepción de la estatura que les diferenciaba –Tashigi –Miro a la más pequeña que se sonrojaba y se ocultaba vagamente tras su padre que vestía un kimono escarlata –Y Kuina –Refiriéndose a la otra niñas más alta quien le sonrió ampliamente y vestía un kimono morado con toques blancos que formaban flores de loto.

-Padre –Saludo Kuina.

-¿Ya cuántos años tienes pequeña? ¿Diez?

-¡Doce!

-JAJAJA, ¿Y tú Tashigi?

-Siete –Murmuro la pequeña con un poco más valor, sonriéndole y sonrojándose en el proceso. Su tío, aunque le dijeran padre, acaricio el cabello de ambas niñas y estas solo rieron para luego salir corriendo de allí.

-¿Dónde está Zoro? –Pregunto la mayor mirando a Padre.

-Pues, está aquí –Miro a sus espaldas, pero el lugar lo encontró vacío –Bueno, estaba…

-Los iremos a buscar, vamos Tashigi –La menor asintió por inercia y persiguió a su hermana por el recinto. Ambos mayores sonrieron por lo bajo y de nuevo se miraron.

-Pronto iniciara el banquete.

-Lo sé.

-¿Lo han hecho tus ciervos o le has pedido ayuda a aquel gran cocinero?

-¿A quién más crees? ¡Solo él podría lograr hacer un banquete para más de quinientas personas! ¡JAJAJA!  

-Bueno, tienes razón en eso, nuestra familia ha aumentado –Koshiro observo la gran cantidad de personas acomodando mesas y asientos donde se fueron ubicando las familias grandes y pequeñas, pero que claramente formaban a una sola.

-Sí… es mejor así –Los dos se quedaron en silencio hasta que el menor se dispuso a preguntar algo que lo había mantenido inquieto desde el momento en que había arribado junto a su familia al templo.

-¿Cómo ha estado Zoro?

-Bien –Respondió fugaz.

-Hermano, sabes a lo que me refiero.

-Ya te dije, está bien.

-El hecho de que él no demuestre su tristeza en el exterior, no quiere decir que este bien por dentro –Dijo con un toque de enojo el menor, Padre resoplo y movió su cabeza en negativa.

-Pues hace lo que sea para no pensar en ello, y prefiero que siga así –Le miro a los ojos, Koshiro miro la profundidad de aquellos ojos color miel brillante que tenuemente poseía su hermano mayor.

-Sabes que lo digo porque me preocupa.

-Lo sé, todos preguntan lo mismo desde que se enteraron de la noticia.

-La verdad, solo quería saber. No lo llevaste al funeral… y las niñas igual se alarmaron.

-A veces tomo decisiones que a los demás no les complace, pero sé que son las mejores –Susurro por lo bajo. De nuevo se quedaron en silencio hasta que escucharon el sonido de una campanilla, llevaron su mirada a una esquina, donde las puertas se abrieron dando paso a un montos de jóvenes bien vestidos que llevaban una gran cantidad de platos en mesas movibles.

-Es hora de comer.

-Shanks –Un pelirrojo joven de estatura alta se acercó con rapidez hasta quedar al lado de padre y le dedico una reverencia –Podrías buscar a los niños, Mihawk no se encuentra aquí y los demás están ocupados vigilando a las afueras. Ve a por ellos.

-Sí señor –Respondió el joven y salió del lugar en busca de los menores. Que de seguro jugaban en el prado del recinto.

-Vamos a comer –Comunico Koshiro a su hermano y este asentía siguiéndole por detrás.

 

//    //    //    //

 

-¡Atrápala! –Gritaron las dos niñas mientras veían bolar la pelota roja por los aires y caía por la fuerza de gravedad sobre la cabeza de otra pequeña -¡Buu!

-¡No me abucheen! ¡No es lindo! –Grito la niña acomodando su cabello rosado y alisando su vestido de rayas verticales que llegaba hasta sus rodillas y allí aparecían sus medias de color negro junto con unos zapatitos a juego.

-Pues no lo haríamos si soltaras esa sombrilla rara tuya –Apunto Kuina al objeto que sostenía su primera.

-¡No! –Reprocho Perona sacándole la lengua.

-Pues soy la mayor aquí, así que, déjala a un lado.

-¿Podrían callarse? –Las interrumpió el único varón –No único infantil, pero sí de ese grupito –haciéndose notar caminando a paso lento hasta donde se encontraban sus tres insoportables primas.

-¡Que grosero! –Se quejó la pelirrosa agarrando la pelota roja con sus manos.

-¿Y a mí qué? –Se cruzó de brazos.

-Zoro, no eres digno de llevar el apellido.

-¡¿Qué?! –Le grito a Kuina por tal comentario.

-Te comportas como un capullo.

-¡Kuina! –Abrió sus ojos Tashigi ante el lenguaje de su hermana. Este solo carcajeo y revolvió los cabellos del menor.

-¡No hagas eso! –Se apartó el peliverde.

 Las tres chicas rieron haciendo que Zoro se sonrojara del enojo.

-¡Niños! –Los cuatros llevaron su mirada hasta la persona que los llamaba, Shanks.

-¡Akagami! –Gritaron los cuatro y corrieron, exceptuando a Zoro quien caminaba con pereza hasta llegar al lado del pelirrojo.

-¿Cómo están pequeños? –Se agacho hasta quedar frente a los ojos de los menores -¡Oh y esta pelota! –La agarro de las manos de la pelirrosa y la hizo girar sobre uno de sus dedos.

-¡Genial! –Dijeron asombradas Tashigi y Perona.

-Bueno, puedo enseñarles más trucos además de este –Murmuro divertido. Zoro llegando por fin al lado del pelirrojo, se quedó serio observándolo fijamente.

-¿Y Mihawk?

-No esta –Le respondió aun con su toque de diversión –Bueno, he venido a llevarlos a comer, todos están reunidos –Se levantó y entrego la pelota a Tashigi ya que para él, Perona ya llevaba algo entre sus manos y eso que no estaba lloviendo o haciendo un sol de mala muerte –Vamos –Dijo y las dos menores fueron las primeras en llegar a su lado, colgándose de sus brazos juguetonamente.

Kuina camino al lado de Zoro, ya que primero que nada, su primo tenía un horrible sentido de la orientación y dos, porque tenía que comentarle algo de suma importancia.  Una vez llegaron al templo, Kuina agarro la mano de su primo  arrastrándolo hasta una esquina donde sus padres no le verían.

-¡Oye! ¿Qué te sucede? –Pregunto con fastidio el peliverde, ya que no estaba de humor.

-Zoro, tengo que decirte algo –Dijo sería la mayor, a lo cual él se sorprendió.

-¿Kuina?

-Zoro… -La menor trago saliva, pero luego sonrió ampliamente. Inhalo aire y luego lo dejo volar –Eres fuerte y deseo que tomes las riendas de la familia.

-¿Ah? ¿Qué?

-Lo que has oído.

-¿Qué te pasa? –Dijo burlon –Tú eres la mayor, es tu deber tomar ese puesto.

-Lo sé, pero no puedo…

-¿Cómo que no puedes? ¡Vienes con eso nuevamente de que es porque eres mujer y luego serás débil!, Ya te lo dije ¡Solo son estereotipos! Nada lo comprueba.

-Ya lo sé, sé muy bien lo que me dijiste y me alegra muy en el fondo… gracias Zoro.

-Kuina… ¿Qué rayos sucede?

-Ya tienes nueve años y creo que entiendes todo perfectamente –El peliverde se sorprendió al escuchar como la voz de su prima se quebraba –Zoro, voy a morir –Dejo caer una lagrima sobre su mejilla y la limpio con rapidez. Zoro palideció.

-¿Qué? ¡¿Qué demonios has dicho?!

-Baja la voz…

-¡Como quieres que baje la voz! ¡Vienes a decirme eso como si nada!

-Cállate –Le cubrió la boca –Zoro, tengo cáncer. No puedo hacer más con eso, mis padres creen que no lo sé… -El menor aparto la mano de su prima sobre su boca.

-Pero, ja, puedes curarte, como el viejo Bin…

-No Zoro, mi cáncer se ha extendido, mi vecino Bin se salvó porque lo pudieron tratar… pero yo…

-No Kuina, ya veras, te curaras –Agarro la mano de su prima y la apretó con fuerza –Además, aún falta que te venza y no perdonare el que te vayas ¿Entendiste? –Le amenazo, pero Kuina lo entendió, no lo decía solo por eso.

-Vale, pero aun así Zoro. Prométeme algo.

-¿Qué?

-Sí llega… llegara a suceder, toma el cargo y vuélvete fuerte… ¿Sí?

-Kuina, eres una tonta. Seré más fuerte, pero tú serás la que lleve a la cima a la familia.

La mayor río a carcajadas y asintió.

-Aun así prométemelo.

-De acuerdo –Dijo con pereza.

-Que lindos –Ambos respingaron y notaron la presencia de Tashigi quien se encendía tras una columna. Zoro y Kuina se miraron, esperando a que Tashigi no hubiese escuchado la declaración de la enfermedad de la peli azul –Papá quiere que vayas a comer –Murmuro y sin más la mayor soltó la mano de su primo y agarro la mano de su hermanita.

-Nos vemos al rato –Le sonrió y luego le dio la espalda alejándose con su hermanita.

Zoro suspiro y camino de vuelta al recinto donde toda su familia disfrutaba de un banquete, miro de lado a lado y sonrió lascivo al ver quien estaba al lado de una de las paredes jugando con un yoyo.

-¡Cabeza de pollo! –Llamo su atención.

 

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Actualidad.

 

-¿Puedo fumar? –Le pregunto a Mihawk y este le miro con aquellos ojos parecidos a los de un halcón.

-Claro, pero siéntate lejos de la habitación –Sanji se levantó del suelo y camino hasta quedar frente al paisa, saco su cigarrillo y lo encendió, inhalando el humo y reteniéndolo en su garganta –Por cierto, ¿Desde cuándo fumas?

-Ni yo lo recuerdo –Aseguro mientras lo exhalaba. Duraron pocos minutos en silencio, hasta que el rubio lanzo el cigarrillo al suelo y gateo con rapidez hasta donde se encontraba Mihawk -¡¿ME ESTAS JODIENDO?! –Le grito.

-Perdón, ¿Qué?

-¡ME ESTAS JODIENDO CON LO DE ZORO!

-No.

-Venga, acepta que solo querías verme y ya.

-Tampoco Kuroashi, lo que te dije es verdad.

-Mierda, mierda, mierda ¡Ah! ¿Cómo puedes estar seguro de que está enamorado de mí? ¿Eh? ¿Acaso no ha salido con alguien más?

-Sí, ha salido con varias mujeres, pero esas relaciones no duran más de cinco meses.

-¡Ja! Ahí lo tienes, simple excusa porque solo querías verme, vamos Mihawk, no seas tímido.

-Ya te he dicho que no –Bebió nuevamente de su copa de vino.

-¡Eres un miserable mentiroso! –Dijo Sanji tirándose en el suelo, ya estaba harto. Y por un carajo creería lo que estaba diciendo el mayor.

-Sí quieres que te lo explique, solo diré que Zoro aún conserva el regalo que le diste la primera vez que se conocieron –Eso llamo la atención del rubio que nuevamente se sentaba en la fina madera del suelo –Ya van varias veces en que le veo con esa cosa entre sus manos, a veces en la mañana, durante la tarde, el entreno e incluso cuando sale de la residencia va con ella en el bolsillo de su pantalón.

-¿Cómo sabes que está en su bolsillo?

-Por qué el muy idiota lo saca de allí y lo vuelve a guardar antes de subir al auto.

-Eres demasiado observador.

-Mi trabajo siempre fue vigilarle y precisar todos sus movimientos, ahora se ha convertido en una costumbre.

-Aun así, eso no significa que sienta eso por mí –Aseguro el rubio rascándose la cabellera –Puede que lo trate como un objeto de suerte, o algo así.

-Bueno, cada quien tiene su opinión –Murmuro dejando la copa a un lado y levantándose de su lugar.

-¿A dónde vas? –Le pregunto mientras seguía con su mirada como Mihawk se encaminaba hasta la puerta corrediza y la cerraba, con él fuera.

-Tengo que reparar a los aprendices, no demorare mucho, así que espera aquí –Cerro las puertas y Sanji suspiro pesadamente dejándose caer en el suelo. Llevo ambas manos a su rostro y las restregó tratando su rostro como si fuese una masa de pan.

-¿Por qué diablos debe de pasarme esto? –Se dijo así mismo -¿Aun tienes ese regalo, Zoro? –Miro el dibujo del tigre y la serpiente. Se dejó llevar por sus pensamientos, en cierto punto, hace mucho no veía al marimo ¿Habría cambiado? Tal vez ¿Se había dejado crecer el cabello queriendo competir con el jardín? ¿Algún tatuaje? ¿Fumaba, bebía o se inyectaba droga? Río ante lo último, sinceramente le incomodaba el hecho de que se volviesen a reencontrar.

Arrugo el rostro, recordando como el marimo siempre llegaba a molestarle, pero él también lo hacía, no perdía el tiempo cuando eran jóvenes; siempre cuando veía al peliverde calmado o haciendo alguna cosa en particular, a Sanji le entraban unas ganas de ir y molestarle diciéndole insultos, retándolo a estupideces, aquello siempre había sido divertido.

¿Ahora qué haría?

¿Hablarían como dos hombres de veintiún años, sin un toque de infantilismo?

Mucho para su cabeza, y ahora le estaba doliendo.

-Necesito otro cigarro –Se dijo. Se sentó de nuevo sobre la madera y se arrastró hasta la puerta corrediza, decidido a esperar a Mihawk afuera sentado mientras fumaba uno de sus pitillos. Pero un movimiento fue más rápido que casi le hace salir el corazón.

-¡Señor Dracule! –Callo de culo y miro a un chico de tez morena con un tatuaje sobre su rostro y lentes oscuros, su cabello era corto y negro y vestía una chamarra azul con un pantalón gris claro junto a unas zapatillas rojas. Ambos hombres parpadearon -¡¿Quién cojones eres tú?! ¡¿Y dónde está el señor Dracule?! –A Sanji casi se le sale el alma al ver como el tipo le apuntaba con una espada filosa cerca de su rostro.

Por inercia, Sanji se resbalo hasta chocar contra la pared donde no encontró otra salida.

-¡Yosaku! ¡Intruso! –Grito el moreno acercándose con la espada en alto. En ese instante apareció otro chico con el cabello rapado y con un color de piel más claro que el hombre que le apuntaba con la espada.

-¿Johnny? ¡Qué diablos!

Sanji no sabía si reír o llorar, ambos lo tenían entre la espada y la pared -¡Y no como simple frase, porque en realidad así se encontraba! –Y además de que no les conocía ni por un carajo.

-¿Quién eres tu intruso? –Pregunto el rapado.

-Yo… yo…

-¡Responde! O no tendremos misericordia de ti –Aseguro ahora el moreno acercando la hoja al cuello del rubio.

-¡Sanji! ¡Sanji! ¡Alejen esa mierda de mí! –Grito exasperado.

-Lo sentimos Sanji, pero eres un desconocido y no tenemos más remedio que llevarte a nuestro jefe…

-¿Jefe?

-¡Oh! ¿Dónde está el señor Dracule? –Profirió Yosaku dándose cuenta de que el rubio se encontraba en la habitación personal de su maestro.

-Es cierto… -Ambos hombres miraron vilmente al rubio a quien le corrió una gota por el rostro.

-¡Esperen, esperen! ¿Qué están insinuando? ¡SOY AMIGO DE MIHAWK!

-¡CALLA! –Vociferaron ambos chicos.

-Te llevaremos con nuestro hermano mayor, él se encargara de torturarte y así averiguar donde se encuentra nuestro jefe –Dijo el chico del tatuaje en el rostro.

-Que inteligente ese Johnny.

-Gracias Yosaku –Sanji sintió como la rabia lo consumía ¡ESTO PARECIA UNA MALDITA NOVELA!

-Tendrán que disculparme, pero –Se levantó del suelo y los dos jóvenes se pusieron en guardia -¡Odio que me traten como si fuera un vándalo! –Aquello fue demasiado rápido, solamente el rubio levanto una de sus piernas y propino un fuerte golpe en la mandíbula al chico rapado, para luego llegar sus manos al suelo y abrir sus piernas con una increíble flexibilidad haciéndose girar por el aire y propinarle unas buenas patadas y golpes en los cuerpos de los muchachos.

Se levantó con agilidad, observando a los dos tipos tirados en el suelo. Resoplo y llevo una de sus manos a su cabello rubio, peinándolo.

-Eso les pasa por meterse conmigo –Murmuro. El rubio acomodo su chaqueta y se dispuso a salir de ese lugar en busca de Mihawk, le importaba si le regañaba, pero no pensaba quedarse allí con unos tipos que lo trataban como si fuera un ratón en una cocina.

Solo dio tres pasos, cuando sintió una mano agarrado su tobillo. Llevo su mirada al suelo encontrándose con que el pelinegro lo sostenía.

-No… creas que… escaparas tan…fácil –Sanji levanto una ceja y fue cuando su vista se fijó en un aparato que el rapado sacaba del bolsillo de su pantalón, y lo apretaba contra su tobillo. Sintió una descarga eléctrica recorriendo su cuerpo y como sus piernas flaqueabas haciéndolo caer de bruces y luego de cara contra el suelo.

Su cuerpo se quedó inmóvil y sus parpados comenzaron a cerrarse contra su voluntad.

-Lo tenemos –Escucho decir a uno de los tipos.

-Nuestro hermano ha vuelto, llevémoslo ante él –Propuso el otro. Sanji iba a insultarles nuevamente, pero solo pudo proferir bufidos bajos.

-Bien agárralo –El rubio vio cómo su cuerpo se levantaba del suelo y era cargado en los costados de Johnny y Yosaku directamente a la salida. Sanji aun mantuvo un poco de fuerza sobre sus parpados y supuso que lo llevaban a la mansión, ya que para él, solo estando un día allí recordaba las rutas.

-Nuestro hermano se alegrara al ver de qué hemos vencido a alguien.

-De seguro estará orgulloso de nosotros.

Sanji mantuvo su vista agacha, observando como el suelo pasaba por su contorno, su cuerpo no respondía, estaba seguro de que cuando su cuerpo dejara a un lado ese trance, molería a patadas a esos bastardos. Como supuso, entraron a la mansión, ya que el suelo verde era reemplazado por baldosas blancas y pasillos luminosos.

Noto como de momento ambos hombres se detenían frente a algo, a lo que reconoció como una puerta.

Escucho un golpeteo sobre ella y luego silencio.

-Pasen –Escucho una voz gruesa que le espanto. Deseaba correr de allí, no sabía de quien se tratase ¿Y sí era alguien nuevo? ¡No! ¡No lo reconocería y de seguro lo mandarían a torturar muy enserio!

Las puertas se abrieron ante él e intento con todas sus fuerzas soltarse del agarre de los hombres, pero todo era en vano, hasta ahora podía mover su cabeza de un lado a otro.

-Hermano mayor, hemos encontrado a este tipo en la habitación del señor Dracule –El piso cambio de la baldosa a un tapete alfombrado oscuro marrón, y para el colmo la puerta se había cerrado tras su espalda.

-¿Quién es ese? –Pregunto la voz gruesa.

-Pues… el intruso.

-¿Y Mihawk?

-No lo encontramos, solo le vimos a él –La habitación quedo en silencio; se puso nervioso ante tanta incertidumbre, pero luego su cuerpo fue llevado hasta un asiento donde le sentaron aun con la mirada agacha.

-¿Quién diablos eres? –Escucho el retumbo de un arma al cargarse, “¡MIERDA! ¡MIERDA!” quería gritar, pero aun sentía sus cuerdas vocales inmóviles junto con su cuerpo -¿No puede hablar o qué diablos? –Escucho pasos acercándose a él.

-Debe ser por el choque eléctrico que le dimos.

-¿Lo electrocutaron?

-Es que se resistió mucho… además que nos golpeó…

-¿Los golpeo? –La voz sonaba incrédula.

-Sí, fue demasiado rápido ¡Y con sus piernas!

-¿Tienes espadas y los vence un tipo, con sus piernas? –De nuevo la habitación se quedó en silencio y Sanji se burló internamente. Pero luego lo olvido, a él era a quien estaban juzgando allí –Bueno no tenemos de otra –Observo un par de zapatos frente a él y trago saliva, bueno ni podía. Gruño en el momento en que le agarraban con fuerza su cabello y lo jalaban lentamente, aquello le dolía demasiado, ya que Sanji poseía una raíz un tanto delicada.

Y luego fue brusco, su cabeza fue jalada hasta chocar contra el respaldar de la silla y profirió un bufido. Abrió sus ojos mirando mal al atacante y su garganta se secó.

Parpadeo varias veces y no se lo podía creer. Cabello verde, ojos color miel, tez morena, y por un demonio. Sanji deseo alejar su mirada pero gracias a la fuerza que le propinaba ese tipo, no lo lograba, además que se encontraba observando aquel color de ojos.

-¿Tu eres…? –Hablo él; sorprendido y de la misma manera lo observaba fijamente.

-¿Hermano?...

La puerta de la habitación se abrió de golpe, dejando perplejos a los dos jóvenes.

-¡Señor Mihawk!

Notas finales:

¡Espero os haya agradado! Infinitas gracias nuevamente por vosotras ya que sin uds no seguiria esta historia. No olviden comentar y seguir leyendo las dos historias las cuales me encuentro bastante enfocada (Es una orden, bueno la verdad no).

Besos y chao chao.


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