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FUYU NO KAZE por desire nemesis

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11-Autoconservación

 

Tenemos que hallar una solución a esto o el Inu morirá—dijo el castaño muy preocupado.

 

¿Como puedes llamarle así en un  momento como este?—preguntó el ojos grises impactado por la aparente dureza del otro.

 

¡No os dejéis engañar por su actitud! ¡Kaiba esta tan preocupado como nosotros o más por el ninja! Esas estupideces que escupe es por fuerza de la costumbre—dijo el otro samurai--¿Tenéis idea de donde podemos encontrar un antídoto eficaz para esto? Sé que no sabemos de qué veneno se trata pero…--preguntó el ojinegro.

 

Tal vez en el templo haya pero…--trató de ser suave el monje y Touya se dio cuenta de lo que hablaba.

 

Nosotros no seremos bienvenidos después de ayudar a escapar a Yue, o así es como lo ven ellos—dijo Kinomoto.

 

No creo que sepan que yo contengo a Yue y a Jounichi le vieron tratar de matarlo. Podré convencerlos de que nos ayuden—dijo el peligris.

 

¿Estáis seguro?—preguntó algo ansioso el samurai.

 

El otro sonrió con calma—Es una de las pocas cosas que puedo hacer por vosotros. ¡Dejádmelo a mí!—

 

 

 

 

 

 

Os veis ansioso Kinomoto senpai—dijo Seto parado a su lado. El otro tenía un semblante preocupado—No os preocupéis. Nadie hará nada a vuestro noble monje—

 

Mirándolo severamente el otro replicó—¿Realmente pensáis eso?—

 

Mientras el mayor se metía dentro todo ceñudo el menor pensaba que era cierto, que todos de alguna forma estaban contra el joven sacerdote shinto. Le deseó suerte pero a parte ellos no se mantendrían muy lejos de él ni de cierto perro roñoso, pensó antes de penetrar en el granero tras su senpai.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el templo recibieron al herido con miradas ansiosas. Mientras algunos hermanos reparaban la parte destruida otros, inseguros, patrullaban esperando otro ataque.

 

Unos hombres nos atacaron y han lastimado a Jounichi con una flecha envenenada. Necesitamos un antídoto—explicó Yukito y uno de los monjes que los acompañó asintió con la cabeza para alejarse por los que poseían.

 

Pasó la noche al lado del desvanecido rubio cuidando rudimentariamente del otro con una placidez propia del que hace eso por gusto y no por obligación.

 

Al día siguiente el otro sacerdote apareció con un tazón de avena y arroz y se lo ofreció a modo de desayuno. El peligris lo aceptó y después de una inclinación se hizo a un lado para disfrutar de la comida mientras el otro le relevaba.

 

El sumo sacerdote os pide que os reunáis con él cuando acabéis con vuestro desayuno en el salón de los oficios—dijo el amable monje y respetuosamente el ojigris asintió para luego terminar y cumplir su cometido.

 

A Yukito no debían guiarle pues como todo monje conocía los lugares que todo templo debe ubicar en el mismo lugar como el salón de los oficios. Un lugar hecho para los rituales, tanto de casamiento como las reuniones oratorias y los rituales mortuorios previos a cremar a una persona.

 

Entró en el lugar que estaba oscuro y parecía vacío y dio un par de pasos antes de que sus sentidos se alertaran y saltando se impulsara en medio de la habitación. En realidad el que reaccionara fue Yue con sus hipersensibles sentidos pudo percibir el peligro y alejó el cuerpo distraído de Yukito. No podía emerger pues en ese lugar el monje tenía mayor poder pero solo por un poco podía controlarlo y además hasta el novato sacerdote pudo percibir algo raro al entrar ahí. Intentó convencerse de que eran ideas suyas por lo acontecido hasta entonces a su grupo y que el sumo sacerdote aún no había llegado a la reunión pero en su interior se alzaba la sospecha insidiosa.

 

¡Tenía razón con vos!—dijo el manda más del templo encendiendo una de varias antorchas que se fueron encendiendo en manos de varios monjes que rodeaban al joven sacerdote.

 

¡Explicaros! ¿Qué…?—trató de saber el peligris.

 

Eso deberíais decirlo vos. ¿Sois el monje o el espíritu del cazador os controla del todo?—preguntó el rapado monje.

 

Entonces el ojos grises se supo descubierto y resignado—No. El sello aún vive en mí—respondió.

 

Pero algo pasó. Sino como es posible que él hubiera atacado anoche—inquirió el sacerdote supremo.

 

Fui atacado y me debilité—dijo el sacerdote sorprendiéndose de haber mentido.

 

“¡Aprendéis rápido las reglas de supervivencia monje! Aunque ahora sois un poquito menos virtuoso” dijo en su interior el peliplateado.

 

¡Callad!—le ordenó el joven sacerdote inhabitualmente alterado, alertando a los otros que algo pasaba dentro de este.

 

¿Oís su voz?—preguntó el otro monje sorprendido.

 

Siempre ha sido así. Todos la oyeron. Por eso no cualquiera califica para poseer a un espíritu—dijo el joven monje—Hay que estar seguro de que la persona es correcta o el mal puede corromperle—

 

¡Bueno! ¡Ya eso no debe preocuparos!—dijo el otro.

 

¿Qué?—preguntó el peligris mientras sentía que sus piernas perdían repentinamente las fuerzas.

 

¡Dejasteis salir a ese ser por lo que es posible que estés corrompido! ¡Yo me convertiré en su vasija ahora por el bien de todos! ¡Debéis entenderlo! Es por el bien de todos. No debéis permitir que el vuelva a salir. Sabéis lo que pasaría si un ser tan retorcida toma de nuevo forma en el mundo humano. Libre Yue es un peligro para todos. ¡Dejadnos hacer lo mejor hermano! También debe ser vuestra voluntad. Sino no hubierais elegido este camino. Puse la droga en vuestro desayuno para hacer todo más fácil por si el espíritu os controlaba. ¡Perdonadme hermano pero tiene que ser así!—le dijo el sumo sacerdote y allí de rodillas Yukito se dio cuenta de que lo que el otro decía era del todo razonable. Su deber siempre había sido mantener a Yue a raya y ya no podría del todo.

 

Cerró los ojos y se puso en pose pacífica mientras esperaba que los ritos dieran lugar, sabiendo también que el ritual pondrían fin a su vida porque solo el poder de Yue lo mantenía.

 

Mientras les escuchaba empezar a entonar cánticos que hace mucho no oía y que pretendían enlazar al espíritu dentro empezó a oír su voz.

 

“¿Vais a esperar de rodillas vuestra muerte? ¿En serio vais a hacerlo? ¡Por eso odio a los santurrones como vos! Me molestan los humanos. Los estúpidos y cobardes humanos temerosos e irrespetuosos. ¡No valéis nada! Dejándoos matar como corderos. Al menos vuestros amigos no pueden  ver este insensato espectáculo. Debo admitir que ellos son más importantes que vuestra simple persona”

 

La mente de Yukito no dejaba de bullir con las caras de Kaiba, Katsuya y sobre todo… la de Kinomoto y de pronto encontró en su corazón un deseo egoísta. Impropio de un monje. Quería verle de nuevo. Tanto que dolía. Tanto que…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De pronto una risa macabra empezó a brotar en el salón y los monjes dejaron de cantar sus cánticos mientras abrían los ojos algo sorprendidos y cautelosos.

 

¡Ridículos mortales! ¡Intentáis prenderme otra vez! ¿No sabéis que el instinto de conservación es una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza?—dijo una voz diferente a la de Yukito mientras este levantaba su cabeza hasta que pudieron ver que sus ojos habían cambiado de color--¡Sois demasiado engreídos para ser tan efímeros!—dijo levantándose mientras retomaba su ancestral forma y una de sus flechas asomaba en su mano. Sus flechas medían metro y medio y podían ser usadas como una espada debido a su prodigiosa dureza y es como una que la usó al defenderse de los monjes, más cuando intentó matar a uno descubrió que Yukito no se lo permitía. Había adquirido fuerza. Quien sabe como y dejó así las cosas mientras se defendía.

 

¡Tenía razón! El sello se ha roto—dijo el sumo sacerdote tirado en el piso como todos los demás mirando al ser alado.

 

¡No viejo! Tan solo debilitado. Si estuviera roto ya seríais historia. ¡Agradecedle al monje que vuestra vida se alargue más de lo que yo quisiera!—casi escupió el de ojos blancos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Abrió la puerta donde dormía el ojos mieles y su guardián se sobresaltó al ver al espíritu.

 

¡Ve con vuestros hermanos! ¡Curadlos y decidles que aprendan a meterse con seres a los que pueden controlar!—le dijo haciéndose a un lado y después de un momento de duda el otro corrió por los pasillos.

 

Algo era distinto había descubierto. Por alguna razón que no alcanzaba a comprender ya no temía al poder de los monjes, al menos por el momento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vigilaban el templo desde unos árboles cercanos. No se veía el interior pero era lo más cercano que podían llegar a estar sin llamar la atención de los monjes que parecían haberse reunido en el interior para orar, supuso el castaño.

 

Kinomoto dormía debajo del árbol mientras Seto espiaba y entonces sorprendido vio al pelilargo salir con el rubio en brazos caminando directo hacia ellos.

 

El ojos azules bajó de un salto y alertó a su senpai. Juntos los vieron llegar hasta ellos pues Yue les había visto.

 

¡Me debéis una! Si no fuera por mí vuestro adorado monje habría perecido a manos de esos sacerdotes—le dijo el espíritu mirando directo a los ojos negros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Shinto: religión autóctona de Japón. Politeista, de muchos dioses. En Japón también se practican otras religiones no autóctonas pero la original es la Shinto. En Japón se crema a los muertos por la tradición shinto y luego se ubica sus cenizas en la casa para orarles.

Notas finales:

^^

y?

se imaginaban esto?

ja ne

 


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