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FUYU NO KAZE por desire nemesis

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Notas del capitulo:

 

 

(Kage es sombra que es el mayor rango entre los ninjas, viene a ser el gran jefe)

(Entre alumnos o colegas senpai viene a ser el mayor y kouhai el menor)

3-La aldea

 

Despertó sintiéndose desorientado y por ello de mal humor. Tenía cierta idea de que estaba molesto con el rubio pero en su mente confusa la idea no estaba clara hasta que recordó las últimas palabras del embustero.

 

“Lo siento. Pero no podemos continuar aquí ya que es bastante obvio que el enemigo sabe donde estamos”.

 

El idiota los había drogado.

 

Miró en derredor buscando su katana sin encontrarla. Le había desarmado. ¡Muy lógico! Era un idiota no un sonzo. Sabía que en su estado lo menos que haría sería tratarlo con buenas maneras.

 

De pronto una de las puertas de papel de arroz se deslizó dejando ver al susodicho cargando con unos cuencos.

 

¡Con que habéis desper…!—No pudo terminar su frase porque el otro aún sin su arma arremetió contra él. Sin tirar los cuencos el ojos mieles le esquivó y prosiguió--¡Esa no es manera de tratar a tan gentil anf…!—pero el otro no lo oía, cegado por la ira como estaba trató de golpearlo nuevamente esta vez con más destreza pero sin lograr conseguirlo—¡Si derramo uno de los cuencos tendréis p…!—amenazó ahora sin éxito el ninja cuando por esquivarlo ladeó un poco una de sus manos al rotarla y volcó una pequeña porción de líquido espeso y caliente en su mano.

 

No era que Jounichi Katsuya no pudiera con eso. Era un ninja entrenado después de todo. Es que…

 

…a él no le gustaba desperdiciar comida.

 

¡Oye idiota!—dijo ya enojado mientras con su pie golpeaba hábilmente el brazo de su persistente atacante--¿Por qué diablos vos…?—

 

¡Que no tenga mi arma no significa que no pueda atacaros!—gritó el enfurecido castaño lanzándose de nuevo a la carga pero esta vez el otro lo dejó pasar de largo como venía y al chocar con la puerta de papel de arroz salió volando hacia fuera.

 

Se levantó dispuesto a seguir mirando para adentro cuando se dio cuenta de que muchos ojos le observaban.

 

Giró la cabeza y vio a quizás una docena de transeúntes que le miraban azorados y no es que fuera algo nuevo para él, sino que el lugar le era desconocido y por fin se dio cuenta de que el otro lo había llevado a un lugar que no conocía.

 

¿Dónde rayos…?—preguntó con una mezcla de furia y desconcierto Kaiba.

 

¿Os gusta? Esta es mi aldea—dijo el otro saliendo por el agujero de la casa.

 

¿Qué hicisteis con Kinomoto senpai?—preguntó el ojos azules.

 

¿Con él?—preguntó pasmado el rubio—No le he hecho nada. Se levantó hace un rato y salió a caminar—

 

¿Y vos pretendéis que os crea tan fácil?—preguntó el castaño.

 

¿Por qué no? Es la verdad—contestó Katsuya.

 

Porque es la palabra de un ninja y un ninja no conoce el honor—respondió altanero Kaiba. Tal vez perdiera la vida pero no la arrogancia.

 

¡Y vos no conocéis la pastafrola pero aún así digo la verdad!—retrucó el otro mientras el samurai se aprestaba a atacarle de nuevo y el otro le miraba hastiado de eso.

 

¡Kaiba san! ¡Dice la verdad! Ahora al menos—dijo una voz desde un costado y Seto pudo ver a Touya llegando.

 

¿Y nuestras armas?—preguntó el castaño.

 

¿A poco creéis que os dejaran portar armas en una casa de familia? ¡Están en la habitación destinada para ello, sopenco! Si me hubieras dejado te lo hubiera dicho. Él fue por la suya hace rato—le contestó el ojos mieles.

 

Entonces el ojos azules se dio cuenta de que el otro samurai la portaba. Todo estaba de cabeza. Intentaba brindar sentido a todo cuando el sacerdote que venía caminando con Kinomoto habló--¿Por qué no nos sentamos a hablar?—dijo el joven sacerdote, tenía una voz sorprendentemente suave y amable y sus ojos también lucían esas características.

 

¡No me sentaré a hablar con él!—dijeron al unísono el rubio y el ojos azules.

 

Él derramó el miso y lo dejó enfriar cuando yo se lo había traído pacíficamente—se quejó Jouno.

 

¡Él nos secuestró quien sabe con qué propósitos!—dijo Seto.

 

De ninguna manera pudieron ser malos si con ellos nos trajo a salvo. Además Yukito sama me ha referido todo lo que pasó mientras tanto—le respondió el ojos negros.

 

Kaiba no quería dar su brazo a torcer pero estaba en desventaja. Se sentaron en la semi-derruida casa y el rubio les sirvió con talento una recalentada sopa de miso.

 

Me dijeron que no todos en esta aldea son ninjas—preguntó Touya asombrado de la extensión de la aldea.

 

Seguramente se lo ha dicho alguien que no lo es. Pues está estrictamente prohibido dar esa información a extraños—dijo de pronto serio Katsuya.

 

Yo… lo siento. Me lo han dicho al enterarse de que soy un sacerdote y…--se disculpó Yukito.

 

¡Lo entiendo! No. Somos una parte importante de la economía de este lugar pero no somos los únicos. Es una relación de mutuo beneficio. Los aldeanos se ocupan de tareas domésticas como las siembras y los animales y nosotros de traer dinero con nuestras negociaciones—aclaró el ojos mieles.

 

¡Negociaciones!—bufó el castaño.

 

No entiendo porque habláis así porque de no ser por nosotros habríais terminado muerto y vuestra misión fallida—dijo con una sonrisa sobradora el ninja.

 

¡Ya me cansé!—gritó el ojos azules mientras se levantaba de golpe. Se sentía insultado por las palabras del otro que dejaba entrever que era superior a él.

 

¡No te aconsejo que…!—empezó a decir el rubio pero se detuvo al ver que sus palabras caerían en saco roto.

 

¡Kaiba! Él es nuestro anfitrión—dijo el ojos negros mientras azorado Yukito los miraba con malos presentimientos.

 

¿Quién lo dice? ¡Él nos arrastró aquí sin nuestro consentimiento! No vinimos a visitarle—dijo el furibundo ojos azules.

 

¡Os lo desaconsejo!—le dijo con un suave siseo Jounichi, sus manos no temblaban mientras esperaba su ataque mirándolo a los ojos y en una posición alerta. Sus manos firmes.

 

Seto fue el que inició el movimiento que de parte de ambos fue fluído. El castaño dio un golpe al aire que le hubiera dado al otro si se hubiera mantenido allí un milisegundo más. Fue más rápido que la vista del “dragón”, cuando quiso acordar estaba a sus espaldas.

 

Es solo un aviso. ¡No llegó a más porque no os deseo muerto de verdad!—dijo muy serio el otro, ambos estaban espalda con espalda y el rubio tenía un kunai en su mano.

 

De pronto en la parte lateral del cuello de Kaiba se dibujó una línea roja y al sentir el escozor el samurai supo cuan cerca estuvo de la muerte.

 

Lo odió y lo admiró silenciosamente. Kinomoto estaba sorprendido por la habilidad del otro ante su kouhai, a quién el había visto pelear en distintas oportunidades y sabía de su velocidad y técnicas impecables. Era casi imposible hacer lo que el otro había logrado.

 

 Seto frunció el ceño y Touya pensó que vendría lo peor cuando alguien se apareció de pronto ante el ojos mieles, estaba vestido de negro y arrodillado con una mano en el suelo, una posición visiblemente de un rango inferior ante uno superior.

 

¡Katsuya-sama! Se le solicita en la casa del Kage—dijo el recién llegado que ni siquiera miró a los allí congregados.

 

¡Iré en un momento!—respondió el ojos mieles y luego el emisario desapareció como había aparecido. Jouno se volvió ya con semblante alegra y se disculpó—Ishutereshi masu! Debo irme—dijo el rubio.

 

¡Eres un chunin veo!—dijo el ojos negros y el otro sonrió.

 

¡Me atrapaste!—le contestó el rubio y luego se fue.

 

¿Un chunin?—preguntó entonces Yukito a Kinomoto.

 

Entre los ninjas es algo así como un capitán—respondió el otro.

 

¡Ese idiota!—bufó el “dragón” tocándose la visible pero pequeña herida.

 

¡Igualmente creo que no lo es! Un ninja no aceptaría tan facil lo que es dentro de su ambiente! Como antes dijo la información está restringida—alegó el pelinegro.

 

Entonces… ¿Qué dices…?—preguntó Kaiba atento.

 

No me atrevería a asegurarlo pero la forma y la velocidad con que te atacó lo convertirían en un junin, un guerrero de elite y un enemigo bastante peligroso—dijo el meditativo Kinomoto.

 

A su pesar Seto coincidió. Jamás había conocido a alguien tan diestro que pudiera hacerle frente y aunque eso le cabreaba también le causaba cierta adrenalina.

 

 

 

 

 

 

¿Qué sucede?—preguntó Katsuya.

 

Los equipos de Nanja, Misako y Ponji desaparecieron—le dijo el ninja que antes le pidiera que fuera.

 

¡Envía a los grupos de Katano, Misao y Karaku! ¡Que averigüen que les sucedió a los otros y completen las misiones que quedaron sin resolver!—dijo de manera perentoria el rubio.

 

¡Hai! ¡Katsuya sama!—contestó el vestido de negro y luego de terminar con él se presentó otro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero les guste

ja ne

^^


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