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FUYU NO KAZE por desire nemesis

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5-Tragedia y dolor

 

Les llamaron desde un pueblo cercano. Eran los lugartentes del ejercito de Meiji. Querían que se reunieran con uno de sus hombres más importantes en la zona. Debían ir los tres con el sacerdote.

 

Cuando llegaron al lugar los estaba esperando y les miró con cierto desdén pues ellos eran mandaderos en lo que respectaba a él.

 

¡Yunimura  sama!—dijo al sacerdote—Créame que agradezco vuestra voluntad de asistirnos. Sírvase acompañar a estos hombres—dijo el lugarteniente de Meiji señalando a dos samurais que aguardaban junto a la puerta—Son de mi entera confianza y le cuidarán bien hasta que llegue a vuestro destino. Es mejor que lo haga prontamente ya que el enemigo sabe de vuestra situación—

 

Yukito sintió sorpresa y tristeza ante la noticia mientras que Touya sorprendido también reaccionó—Pero él está a nuestro cuidado—

 

Los que vinieran con él se asombraron de su reacción pues habitualmente era tan calmo.

 

¡Eso ha terminado! Tenemos misiones más importantes para vos. Además le recuerdo que no sois vos quien decide lo que debeis hacer—le reprendió Asahi.

 

Seto y Jouno se percataron de cierta frustración en el ojos negros. Mientras el sacerdote bajaba la cabeza e iba tras los samurais.

 

¡Vosotros volved a donde estabais alojados! ¡Los contactaré cuando me sean enviados los datos necesarios para su próxima misión—les ordenó a ellos.

 

Cuando salieron de la casa aún se veía al sacerdote y sus guardias a lo lejos y Touya lo miró por un momento.

 

¡Tranquilo Kinomoto senpai! Es posible que pase esta guerra a salvo—le dijo Seto pero como él tenía un mal presentimiento de todo esto.

 

Sus órdenes eran contra todo pronóstico volver a la casa donde los asediaron días antes aunque habían presentado sus reservas que fueron desoídas.

 

¡Yo no entraré en esa casa!—dijo el rubio—Es una trampa mortal y yo no soy idiota—aludió luego.

 

Eso es discutible—exclamó Kaiba y el otro le miró feo mientras desanimado el pelinegro caminaba en silencio—Además es una orden y no podemos desobedecerla—agregó el castaño.

 

¡Vos no podréis! Lo que soy yo, elijo mi propio destino y la manera en que moriré de ser posible—dijo el ojos mieles en contestación—Me mantendré en las cercanías de la casa pero no entraré allí de ningún modo. Haced como os diga vuestra conciencia que yo me encargaré de la mía—

 

Después de recorrer gran parte del camino el de ojos negros salió de su mutismo para decir—Suena lógico lo que Katsuya ha dicho—

 

¿Intentas decir que nuestros jefes se equivocan?—preguntó el ojos azules.

 

Para ayudar a que una nueva era surja debemos estar vivos. Aunque no digo que ellos se equivoquen debemos precavernos—contestó Touya.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se quedaron fuera de la casa. En una casa vecina que se encontraba vacía de momento. Y a la noche de su llegada el que se mantenía de guardia alertó a los demás.

 

¡Tenías razón!—le dijo Kinomoto a Katsuya que era el vigilante. Varios samurais habían penetrado en la casa y salían, con sus armas envainándose nuevamente, disconformes de no haber hallado presa.

 

¡Volvamos a la aldea! Desde allí comunicaremos lo que ha pasado a tus jefes. No es seguro mantenernos aquí—le dijo a  todos el rubio y todos estuvieron de acuerdo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era un mar de ruinas humeantes y gente vagando herida o con apuro. El ninja y sus compañeros se pararon en la entrada de esa aldea que dejaran rozagante y que ahora mostraba su faz más desolada.

 

¿Qué ha pasado aquí?—preguntó antes de correr como alma que lleva el diablo hacia la casa donde se guarecía su familia.

 

En el entorno mucha gente se movía y uno de sus ninjas se puso entre él y su objetivo--¡Dejadme pasar!—le ordenó.

 

¡Es lo mejor!—solo dijo el otro con faz lúgubre y todos tuvieron un muy mal presentimiento.

 

¿Dónde están?—preguntó tratando de no desmoronarse Jounichi.

 

¡Atrás de la casa! Su esposa se defendía cuando el niño quiso intervenir tratando de defenderla—era la crónica de una muerte.

 

Seto lo miró esperando el estallido pero para su sorpresa el otro se contuvo. Solo sus ojos se pusieron opacos al oír la noticia--¡Llevadme con ellos ahora!—solo dijo.

 

¡Hai!—respondió el otro y todos lo siguieron.

 

Las miradas de los pocos aldeanos que transitaban se fijaron en los extraños y Touya entendió lo que pensaban. La tragedia les había seguido a ellos a ese lugar que hasta entonces había demostrado ser seguro.

 

Estaban sobre dos camillas de madera, envueltos por lienzos medio chamuscados. Jounichi se arrodilló entre ambos y uno después del otro despojó sus rostros de la tela.

 

Se veían rasguños en ambos. Consecuencia de todo eso. Ayako no se los había hecho facil seguramente pero ver la muerte de su hijo en su infantil intento de protección debió hacerle bajar la guardia.

 

Quemaron cuanto pudieron cuando vieron que no podrían con todos—le anunció el ninja.

 

El ojos mieles tapó los rostros y antes de levantarse dijo--¡Reunámonos en la casa del Kage!—

 

¡No podemos! Está quemada—anunció el otro.

 

Entonces elige una y reunámonos allí—le contestó Jouno con voz calma pero visiblemente estaba conteniéndose. Cualquier hombre que pasara por lo mismo lo estaría haciendo.

 

La casa de Moubai senpai entonces—le contestó el otro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Invitados por el rubio, ambos samurais estaban presentes. La cara del viejo suegro no denotaba dolor por su hija y nieto pero eso era común en los ninjas. Un brazo en cabestrillo, varias vendas en la cara y una mirada impávida era todo lo que mostraba. Para los samurais eso no era algo fuera de lo común o malo. En la guerra el guerrero debe aprender a enfrentar ciertas pérdidas.

 

A mi entender ambas trampas tienen relación pues el que envió a esa gente contra nosotros envió a otra aquí. Dicha coincidencia es más que clara y solo un grupo de personas sabían de los dos lugares—dijo con acierto el ojos mieles—Debemos lanzar una contraofensiva de inmediato o nuestros enemigos enterándose de nuestra desgracia y falta de reacción intentarán hacer leña del árbol caído—

 

¿Pretendes ordenar en ausencia de tu Kage? ¿No temes a su reacción? ¿Está muerto?—preguntó el impulsivo Kaiba que no podía ver al otro tan centrado después de la muerte de sus seres queridos.

 

¡Kaiba!—le llamó Kinomoto--¿No te has dado cuenta?—le preguntó a su Kouhai mientras el otro los miraba de costado, estaba parado en una especie de tarima en medio de la sala--¡Katsuya san siempre ha sido el Kage de la aldea!—

 

¿A dónde irán?—preguntó Seto.

 

¿No es evidente? Tengo muchas preguntas para Asahi san—le contestó el rubio y sus ojos, pudo jurar el castaño, brillaron en la penumbra del ocaso.

 

Una cosa pesaba en la cabeza de Touya san. Yukito estaba custodiado por esa gente de la que ellos sospechaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A unos varios kilómetros de distancia a Yukito le decían--¡Corra! ¡Los detendré cuanto pueda!—dijo uno de los samurais que estaba custodiando al sacerdote mientras le daban la espalda para recibir el embate de sus perseguidores. El otro había muerto ya atravesado por una flecha.

 

El peligris corrió pero no escapó a sus perseguidores que le esperaban a la vuelta de la esquina. Este sonrió y le atravesó el pecho con una lanza.

 

Asombrado cayó hacia atrás contra la pared de una casa y mientras resbalaba hacia el suelo pensó un momento en cierto samurai en el momento en que casi se dieron un beso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Asahi había recibido el reporte de un satisfecho subordinado.

 

¿Y de que forma le mataron?—preguntó el samurai.

 

Le atravesamos el corazón—dijo muy feliz el hombre por lo que había logrado.

 

¿Cómo? ¡Os dí órdenes concretas de cortar su cabeza y traérmela!—reclamó Asahi.

 

¡A mí nada me dijeron!—se asombró el otro sintiéndose en falta pero después de todo el resultado era el mismo--¡Si preferís enviaré a mis hombres a…!—

 

¡No! El daño ya está hecho—dijo el samurai con el ceño fruncido. De pronto aparecieron en la puerta ciertos tres hombres que ya habían estado ahí.

 

¿Estás asombrado? ¿No pensabas vernos de nuevo no?—preguntó Jounichi. Antes de que el que estaba con el samurai reaccionase ya el ninja estaba al lado de Asahi con un kunai contra su garganta--¡Tened cuidado con vuestros movimientos! Vuestro jefe podría lamentarlo—le amenazó y el otro bajó su espada.

 

Touya no sabía que pensar y Seto menos. ¿Sería verdad que el otro los estaba traicionando o estaban atacando a un superior por sospechas infundadas? Eso era una alta traición en el Bushido.

 

¡Ahora decidme! ¿Fuisteis vos quién envió el ataque contra mi aldea, no es cierto?—preguntó el rubio.

 

¿Venís a insultarme? ¿De que ataque os estáis refiriendo?—sonaba tan convincentemente alterado que los samurais sospecharon de nuevo de estar equivocados.

 

¡Estáis negando la verdad! Algo poco decente para un samurai también. Si vais a morir al menos admitid vuestro pecado—le recriminó Katsuya.

 

¡Un momento! ¡No convinimos esto! ¡Dijisteis que únicamente si probabas que él…--dijo Touya.

 

Soy un ninja. ¡Yo no convino con vosotros!—dijo apretando un poco sobre la garganta del otro que se quejó y del que la garganta manó un poco de sangre.

 

El otro aprovechó la evidente distracción de Jouno para sacárselo de encima y herirlo, al desenvainar su katana, en el abdomen.

 

Una vez en pie y armado los ojos de Asahi refulgieron--¡Tened razón! No es apropiado para un samurai negar sus acciones. Si, yo envié un contingente contra vosotros y vuestra aldea y lamento muchísimo que esos inútiles no se hayan llevado vuestras vidas—

 

Eso tan solo quería oír—dijo el ojos mieles con su mirada brillante de odio y la duda disipada en los otros.

 

Lo de la distracción fue una trampa para que lo admitiera. ¿No es cierto? He visto vuestra velocidad de reacción y él no hubiera logrado desenvainar la espada de vos no haberlo querido—preguntó Touya.

 

¡Quería estar seguro!—contestó el ninja.

 

¡Os dejaste herir para conseguirlo!—se admiró el ojos azules.

 

¡Esto solo es un rasguño! ¡Él no vivirá lo suficiente!—dijo Katsuya.

 

¡Me opongo!—dijo una voz desde la puerta. Era el suegro de Jounichi—Esta bestia arrebató de este mundo a mi bella Ayazo. ¡Esta venganza también es mía! Y yo no dejaré que ese hombre muera sin sentir todos los dolores de este mundo—dijo el viejo lanzando sus casi invisibles tanzas hacia su presa que no pudo esquivarlas con la suficiente rapidez ni cortarlas con su espada que quedó atrapada por ellas—Ninguna espada en este mundo puede cortar mis ainis pero ellas pueden cortar cualquier cosa—añadió antes de que sus lanzos ante las pasmadas miradas de los samurais se quebraran justo donde las ainis estaban enredadas.

 

¡Maestro!—dijo el otro samurai también atrapado por las tanzas mientras trataba de deshacerse del enredo para salvar al otro samurai.

 

Asahi vio que su final pronto llegaría y justo antes de darse por vencido un viento helado penetró en la casa y apagando las velas que iluminaban el lugar.

 

Muchos gritos se oyeron entonces y Jounichi sabiendo que sus hombres estaban afuera abrió la puerta para encontrar una penumbra donde muchos gritaban.

 

Yo moriré hoy pero ustedes irán conmigo. ¡El está aquí!—dijo el samurai.

 

¿A quien te refieres?—preguntó el ojos mieles mientras su suegro apretaba las ainis.

 

¡Hay cosas que no deben ser despertadas! ¡Él fue nuestro error pero me alegro porque también será su perdición!—fueron las enigmáticas palabras de Asahi.

 

¡No sé de quien hablas pero antes de que algo nos pase irás al otro mundo!—dijo el anciano y entonces se quedó estático. Después de estar unos segundos con los ojos muy abiertos cayó hacia delante y una figura pudo verse tras él. Era una figura esbelta, de larga cabellera plateada y ropajes blancos, su cara no se veía pues estaba fuera del alcance de la luz lunar que entraba por la ventana.

 

Levantó la mano con que atravesara la espalda del otro y lamió la sangre que la envolvía como para probar su sabor antes de decir--¡Viejo entrometido! ¡Aquí el único que va a tomar vidas hoy soy yo!—

 

 

 

 

 

 

 

 

Bushido: literalmente “camino del guerrero” es el código de conducta samurai.

 

Ainis: nombre ficticio con que nombre las tanzas que usa el viejo.

Notas finales:

para los que no conozcan mucho a la pareja de Yukito y touya

les recomiendo un fic corto que hice que es muy fiel a los personajes reales que sienten igual en card captor sakura

osea que originalmente se aman

el fic se llama te perderia y es el mas romantico que hice

gracias por leer mi fic

ja ne


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