Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

FUYU NO KAZE por desire nemesis

[Reviews - 66]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

9-Alguien en quien confiar.

 

 

 

Despertó con un dolor sordo en la nuca y al abrir los ojos mientras se la frotaba pudo ver al castaño y sus ojos se achicaron mientras recordaba lo sucedido.

 

¡Vos!—dijo el ojos mieles.

 

Os entiendo—dijo serio Seto sin mirarlo. Jouno se sorprendió un poco y el otro agregó—En vuestro lugar haría lo mismo pero es necesario que entendáis que hay cosas que no sabéis—

 

¡Pues decídmelas!—exigió el rubio.

 

No me corresponde a mi el deciros lo que pasa—le contestó el otro.

 

Con que justo ahora os volvéis reservado--recriminó Katsuya.

 

El castaño le miró dolido y contestó—Debo mucho a Kinomoto senpai así que no os equivoquéis al juzgarme. Tal vez vuestro error cabe en nuestras pequeñas peleas pero cuando se trata de cosas importantes debéis mediros. Vuestros amigos son tan importante para vos como Kinomoto para mi y para él Yukito sama es una persona importante, lo que lo hace alguien importante para mí—

 

Veo que tenéis varias cosas importantes pero mis amigos y Moubai san eran todo lo que me quedaba—dijo el ojos mieles con una mirada opaca como la que Kaiba le viera al mirar los rostros de su familia muerta, lo que también a él le dio pesar.

 

¿Y los aldeanos? Ellos de seguro os esperan—le dijo el samurai.

 

Con ellos no teníamos más relación que la necesaria. Era un convenio. Ellos se dedicaban a las tareas domésticas, nosotros a la protección y el dinero. No había más relación que esa—le contestó el ninja.

 

¿Entonces vuestra esposa e hijo no pertenecían a la aldea?—preguntó algo sorprendido el ojos azules.

 

No—respondió el otro—Nosotros éramos un círculo a parte, se introduce sangre nueva desde fuera—dijo el melado.

 

¿Sangre nueva? ¿Te refieres a que vos tampoco…?—preguntó el castaño.

 

El ojos mieles sonrió con algo de tristeza—No, yo tampoco provengo de la aldea, ni del clan. Moubai san me encontró un día y me llevó con ellos—

 

¿Os encontró?—preguntó receloso el otro.

 

Sé como suena y lo que pensáis de los ninjas pero no fue así. El clan atrae a los jóvenes que vagan en la calle, los huérfanos, los desamparados, los pilluelos—aún sonreía triste al hablar de eso y el otro entendió de lo que hablaba.

 

Así que os recogió, os enseñó y vos os enamorasteis de su hija—determinó Seto.

 

Se nota que sois un samurai. Se os sale la veta poética. No. No funciona así aunque si, nosotros nos elegimos pero fue por motivos distintos. Cuando ciertos individuos muestran habilidades de alta categoría se promueve su conjunción para con ellos lograr mejorar las próximas generaciones. Por eso Ayako y yo…--le contestó Jounichi.

 

Suena más bien a un trato—dijo Kaiba.

 

No podéis decir que es muy distinto a la manera en que vosotros los nobles elegís pareja. Vuestros padres de seguro ya han arreglado un matrimonio conveniente para vos con alguna dama de abolengo para que provea de honor y bienes a vuestra casa—le retrucó el rubio.

 

¡Tenéis razón!—respondió el castaño al ninja que miraba con disgusto al suelo--¡Probablemente lo hubiesen hecho!—agregó.

 

Katsuya se arrepintió de lo dicho—Siento si os traje malos recuerdos no sabía que…--

 

¡Os equivocáis! ¡Por lo que sé gozan de buena salud así que no debéis disculparos! Solo pensaba en que somos más parecidos de lo que creí—dijo el ojos azules para desconcierto de Jouno.

 

¿A que os referís?—preguntó el melado.

 

Os contaré si vos hacéis lo propio de porqué habéis dejado vuestro hogar—le incitó el castaño y viendo que el otro asentía pasó a relatar.

 

“Mi familia tenía una casa en las afueras de Kyoto donde pasé la mayor parte de mi vida, mi padre ahí cuidaba el dojo familiar. Durante mi infancia hice pocos amigos. No era muy sociable quizás porque los demás me veían como un medio a acceder a otro estrato social y yo me di cuenta pronto que todo su cariño era impuesto.

 

Pero no era así con todos.

 

A veces escapaba a un lago cercano en el que en ocasiones pescaba con mi padre. Allí la conocí. Se llamaba Hayako y era muy entretenida y ocurrente. No me trataba con condescendencia y eso me gustó de ella. Nos conocimos a los siete años y por 8 años fuimos los mejores amigos. Ella al principio no supo quien era yo y para cuando lo supo ya éramos amigos así que no importó.

 

Ella era muy pobre. Se llevaba los peces del lago para ayudar a su familia y yo me quedaba con ella mientras pescaba porque si la atrapaban la acusarían de robo pues el lago pertenecía a mi familia.

 

Entonces un día no vino más y yo fui a buscarla pues conocía la ubicación de su casa. Hayako ya no estaba me dijeron. La habían vendido a un comprador de jóvenes para llevarlas a Tokyo a convertirse en geishas.

 

Recuerdo que me puse furioso y reclamé a mi padre ayuda para encontrarla y comprarla para devolverla a su casa. Era mi amiga y no toleraba que le hicieran eso. Confieso que ella me gustaba y estaba muy preocupado por su bien.

 

Mi padre me dijo que lo que yo decía era indignante y que debía recuperar la cabeza. Que debía aprender que así era la vida. Que así les tocaba a las personas menos favorecidas que nosotros y que debíamos por ello agradecer lo que teníamos.

 

Yo le dije que era indigno de ser un samurai y el me dijo que si quería fuera tras ella pero que no volviera a pisar nuestra casa ni a usar su apellido. Que si me iba estaba muerto para él.

 

Creo que debió pensar que no lo haría, pero se equivocó”.

 

El relato sedujo al rubio que quedó impactado por los hechos. En realidad aún antes de reunirse con los meijis el castaño encarnaba la conmiseración que este tenía por las injusticias de la población normal. Debía aceptar que se había dejado engañar por el duro trato del otro. No era ni con mucho como lo había imaginado. En verdad era un samurai muy propio aunque demasiado impulsivo y dado a rabietas.

 

Conociéndoos no hubiera caído en ese error—dijo sonriente el rubio y el otro le miró sorprendido.

 

Seto volvió a sonreír, antes lo había hecho con ternura al recordar su amistad de la infancia y los días en el lago, ahora lo hacía con algo de tristeza.

 

Tal vez no valió la pena el sacrificio—dijo el samurai.

 

El ninja temió un final triste para la historia--¿Por qué lo dices?—

 

Fui a por ella y la encontré dos años más tarde pues no estaba en Tokyo sino en Sapporo. Para cuando la hallé después de pasar muchas peripecias Hayako había sido seducida por las finos tratos y los lujos de su profesión. Estaba distinta y rechazó de plano el volver a su casa a la vida de antes—le contó el castaño—Destruido por mi  fracaso vagué sin rumbo por un tiempo pensando en lo que había perdido por mi osadía y entonces conocí a Kinomoto senpai. Él me ayudó mucho a superar mis errores de juventud y me trató como a un hermano. Nunca pierde la paciencia. Cuando se unió al ejército meiji no dudé en seguirlo. Él me apoyaría y yo igual—

 

¡Mirad vos a quien me vengo a encontrar! Acepto que vuestra vida refleja más virtud de la que pensé y difiero en que seamos parecidos pero eso vos lo ratificaréis cuando pase a, como estuve de acuerdo, contaros mi historia que es sencilla pero más lúgubre que la vuestra. Según creo la verdadera naturaleza de las personas se define muy temprano y vuestra historia me dice que estoy en lo cierto. Vos nacisteis para ser un samurai y yo para ser un ninja—le dijo con más sentimiento de lo que hubiera pensado el ojos mieles calando hondo en la curiosidad de su oyente.

 

“Desde que tuve uso de razón mi padre volvía de su trabajo borracho y golpeaba a mi madre. Teníamos una vida modesta y creo que eso le causaba frustración. El caso es que eso se repitió hasta que tuve 7 años. Hubo un día en que hizo algo diferente. Estaba preso de su mal humor y le pegó en la cabeza con su botella de sake.

 

Supe por sus ojos que estaba muerta y mi padre con la poca lucidez que tenía también se dio cuenta”.

 

Seto sintió todo el peso de esa horripilante historia. Nunca podría haber imaginado un drama semejante. El conocía de horrores pero nunca en sus veintiún años había conocido de uno familiar tan apabullante. Solo había oído de suicidios y de muertes por hambrunas pero no de asesinatos entre padres. Para él eso era inconcebible--¡Entonces huisteis!—le dijo.

 

Si, algo así—le dijo el rubio recordando la última mirada de su padre, la que no olvidaría—Recuerdo su mirada estupefacta y ese olor que difundía lo que empapaba mis manos. Somos muy distintos. Desde pequeño fui signado por la venganza. El ser un simple espectador no es para mí—

 

¿Qué decís?—preguntó el otro temeroso de su respuesta.

 

Clavé la cuchilla de cocina de mi madre en el vientre de mi padre antes de que se diera cuenta su mente aturdida de lo que pretendía hacerle, le miré a los ojos mientras moría y nunca me arrepentiré de ello. ¡Os equivocasteis Kaiba! Somos muy distintos—dijo con resignación y cierto pesar por si mismo el ninja.

 

Seto estaba más conturbado si cabía esperar. Eso le hizo ver cual era la verdadera naturaleza del otro y lo que más le impresionó es que aún con la diferencia tácita que entre ellos había no podía odiarle o criticarle. Pensó que el mundo del otro le era totalmente ajeno y por eso no podía decirle nada pues en su mundo él se veía más como un pretencioso idiota que como alguien digno de admiración.

 

No pudo evitar decir al rubio—Pero aún así no estáis solo. Tenéis aliados en los cuales confiar aunque no te digan algunas cosas—

 

Por un momento Jounichi pensó que le hablaba de los aldeanos y entonces reflexionó y se dio cuenta de que le hablaba de él, Kinomoto y Yukito.

 

 

Notas finales:

^^?

Y?

les va gustando como se acercan las parejas

aunque la touxyu ya casi esta consolidada

nos vemos

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).