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Domesticando tu corazón. por Penumbra

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Notas del capitulo:

Hi! Pues aquí les traigo, el ahora si, primer capítulo o mejor dicho mitad del primer capítulo.

Gracias por leer y gracias por los comentarios, enserio me animan a seguir con la historia. :D

Nuevamente lamento si hay faltas de ortografía o redacción.

Aquí se los dejo:

Capítulo 1. El zorro y el estudiante.

1ª parte.

 

Vaya que era tarde. Zoro extendió los brazos sobre su cabeza para estirarlos y después tronó su cabeza a ambos lados para acomodar su cuello, bostezó y se recargo en la ventanilla del auto rojo por el lado del copiloto.

         –Gracias Ace, ahora solamente déjame bajar mis cosas.

         –No es nada, ya sabes que no es problema. Además yo te obligue a ir a la fiesta después de que pasamos por tus cosas, y eso sabiendo que estabas ocupado desempacando. –dijo un chico pecoso saliendo del auto y abriendo una de las portezuelas traseras, mientras que el peliverde habría la otra, para bajar cada quien una caja.

         –Sí, todavía no sé cómo deje que me arrastraras hasta ahí.

          –¡Oh vamos!..., era fiesta de Nami, sabes perfectamente que se molestaría si no asistías. Así que tómatelo por el lado amable. –comentó Ace mientras seguía a su compañero hasta la puerta y dejaba la caja a la entrada. –Además estas ya son las últimas cajas ¿verdad? Así que no te preocupes.

          –Sí, por lo menos eso ya está hecho. –Contestó con una sonrisa y luego prosiguió hablando mientras esta desaparecía. –Traer mis cosas ha sido todo un problema. Aunque creo, lo peor es tener que desempacar y acomodar todo. –Explicó restregando la palma de la mano izquierda por su rostro, en notoria señal de desagrado, mientras que con la diestra sacaba las llaves de su bolsillo y abría la puerta; luego miró al pelinegro. –¿No pasas?

          –No gracias…, mejor invítame una vez termines de instalarte. –rio un poco, y luego sonrió con burla –Además tengo que regresar con Luffy. Capaz que no se ha dormido por esperarme y mañana tiene clases particulares.

          –Eso, y también el hecho de que, al parecer, no tienes intenciones de ayudarme a sacar y acomodar nada, ¿Verdad?

          –Me atrapaste. –dijo el chico riendo de forma ruidosa, mientras palmeaba la espalda del peliverde. –Bueno, nos vemos el lunes Zoro, y no llegues tarde a clases. –chocó puños con su amigo y se alejó rumbo a su auto.

          –Sí, sí… nos vemos el lunes. Y salúdame a Luffy.

          Zoro tomó las cajas del suelo mientras Ace subía al coche. Hicieron un gesto de manos como despedida, y el pecoso arrancó para luego perderse por la calle. El peliverde abrió en su totalidad la puerta de la casa con la ayuda de su pie derecho, entró, y de la misma manera la cerró. Se sacó los zapatos y caminó hasta el pasillo donde encendió la luz con ayuda de su codo para después depositar las cajas en el suelo. Al terminar se acomodó la espalda mientras inhalaba y exhalaba con alivio. Esta hecho. Pensó mientras descansaba los parpados.

         Cuando abrió los ojos, notó unas pequeñas manchas rojas en el suelo, que contempló extrañado –pues no recordaba que antes estuvieran ahí–, por lo que se acercó con curiosidad a estas para inspeccionarlas mejor. Se agachó y pasó el dedo por encima de una, notando que estaba húmedo. Observó el suelo en lo que parecía querer corroborar la textura del líquido, frotando su pulgar con el dedo que lo contenía; comprobando así que se sentía un poco viscoso. Después Lo acercó a su nariz; casi no se percibía ningún olor, así que probó un poco con la punta de la lengua; tenía un gusto metálico. ¡¿Sangre?!  Buscó rápidamente con la mirada su procedencia.

         Las manchas atravesaban el pasillo en dirección a su habitación. Se incorporó y siguió el rastro hasta su escritorio; desaparecían debajo de este. Se puso en cuclillas, y se asombró al ver un pequeño bulto de pelo dorado. Lo observó con detenimiento mientras se acercaba un poco más. Al principio pensó que se trataba de un gato, pero al fijarse mejor... ¿Un zorro?  ¿Qué hacia un zorro en su habitación?, no podía evitar preguntárselo. Acercó su mano para tocarlo, sintiendo como el pequeño cuerpo se tensaba y temblaba un poco ante aquel leve rose.

          No pudo evitar sentir lastima por el animal, ya que si este ni siquiera intentaba escapar significaba que se encontraba en pésimo estado. Decidió sentarse en el suelo y acariciarlo hasta que se calmara, tal vez de esa manera le permitiría dejar que lo sacara de su escondite. Pasaron unos segundos y pudo percibir como el zorro se relajaba, intentó mover su cuerpo un poco, lográndolo sin problema. Aparentemente el mamífero se había dormido o desmallado.

          Se puso de pie y buscó con rapidez una manta, luego saco las cosas de una caja mediana para que el animal la usara de cama, y por último buscó el botiquín de primeros auxilios en otra caja que había dejado en el baño.

          Retornó a su habitación y volvió a sentarse en el suelo junto al escritorio. Acomodó la manta dentro de la caja, y prosiguió a sacar al zorro de debajo del mueble, colocándolo primero sobre sus piernas cruzadas en posición de loto. Abrió el botiquín y busco la herida de dónde provenía el sangrado. Cuando la encontró comenzó a curarlo con extremo cuidado para no lastimarlo más de lo que ya estaba. Terminó vendándole la pata y lo dejo dentro de la caja.

          –Ya está. –dijo con tranquilidad y luego acarició con cariño la cabeza del animal.

          Era probable que eso no bastara, pero era todo lo que podía hacer con lo que tenía; probablemente necesitaría unos puntos. La herida era un poco profunda, pero Zoro no era doctor, ni veterinario. Ya vería mañana o mejor dicho: dentro de un rato, si lo llevaba a la clínica o le llamaba a Law para preguntarle qué hacer. Law era una persona confiable y él sí estudiaba medicina. No debía de ser tan distinto atender un animal ¿no?

          Se levantó, tomó la caja donde reposaba el cánido y lo llevo hasta el baño que conectaba con su habitación. Depositó la caja en el suelo y se retiró, para volver minutos después llevando un plato con agua y otro con un poco de jamón desmenuzado. Realmente no tenía mucha comida, ni sabía exactamente que comían los zorros. Carne y probablemente lo mismo que los perros. Indagó mientras dejaba los platos en el suelo, y luego salió definitivamente del baño, cerrando bien la puerta tras de sí. Se estiró y miró su reloj mientras bostezaba. Las 4:15 a.m.

          –Ha de haber sido un largo día también para ti, ¿verdad? –dijo echando una mirada en dirección al baño, en lo que se desvestía y se ponía los pantalones del pijama para luego acostarse en el futón y dormirse con rapidez.

 

*

 

La luz iluminó el cuarto de baño. Pasaron unas horas para que comenzara a despertar. Sus parpados se abrieron con lentitud, mientras que gesticulaba un bostezo que logró que sus orejas se replegaran para atrás. Se sentía un poco mejor, aunque aún continuaba débil.

         Aun adormilado observo su alrededor; aparentemente ya no estaba en la habitación donde se había escondido.

         Volvió a bostezar con parsimonia y cerró sus parpados nuevamente.

         Pasaron unos segundos, y repentinamente cayó en cuenta de ese detalle, ¿qué era ese nuevo lugar?, recordó que había sido descubierto y por un momento temió lo peor.  Se sobresaltó y se incorporó con rapidez, percatándose de algo extraño en su articulación posterior; volteó a mirarla, dándose cuenta de que su pata estaba vendada a la altura del muslo.

         No pudo evitar recordar la calidez de unas manos acariciándolo y nuevamente la nostalgia lo invadió. Negó con la cabeza. No era momento para eso.

         Salió de la caja y observó el amplio cuarto detenidamente, las baldosas gris oscuro en el suelo; paredes blancas; un retrete; un gabinete de madera café claro de dos puertas a juego con el mueble del lavabo con espejo y la tina rectangular (también de madera) al mero estilo tradicional japonés; en la contra esquina de la habitación, una ducha con cabina de acrílico transparente, y por último: una ventana de tamaño medio con vidrio esmerilado y mosquitero incluido. Que no sirve de salida­. No pudo evitar comentar muy para su pesar, mientras continuaba mirándola.

         Momentos después reparó en los dos cuencos en el suelo, se acercó todavía cojeando un poco y los observó. Uno de los platos contenía agua, la cual no dudo en tomar y en el otro, pedazos de algo que no reconocía del todo –aunque no olía nada mal– aparentemente era carne. Se disponía a investigarla un poco mejor, cuando fue sacado rápidamente de su estado de curiosidad, debido a que escuchó la puerta del baño abrirse.

 

*

 

Zoro se despertó con dificultad a pesar de que ya habían pasado unas cuatro horas desde el amanecer. Miró su reloj de muñeca, notando que prácticamente eran las diez de la mañana, y aunque quería seguir durmiendo, se veía obligado a levantarse.

          Para holgazanear tendría que esperar al siguiente fin de semana. Puesto que “este” día y el que le proseguía, tendría bastantes cosas por hacer; debido a que desafortunadamente entre semana no tendría tiempo por sus clases. Clases en las que forzosamente tendría que aplicarse. Si no fuera por ese maldito trato. Recriminó mentalmente.

          Zoro definitivamente no era alguien al que se le pudiera llamar “un estudiante ejemplar” y debido a esta circunstancia, le habían dado un ultimátum; por lo que no podía seguir descuidando sus estudios, y como motivación, se le dio la opción de poder vivir por su cuenta. Esto claro está, si se graduaba de la preparatoria; entraba a la universidad y mantenía sus notas de forma aprobatoria.

          Con bastante dificultad consiguió entrar a la universidad (donde ahora cursaba su tercer semestre) y con esto, su boleto a la independencia. Aunque el problema ahora era mantenerla, y con la reciente mudanza, todo se complicaba un poco pero, era eso o seguir soportando al pesado de su tío quejicas. Todo se reducía a esas dos opciones: flojear y tener que regresar a aguantar a ese sujeto o estudiar y conservar su libertad. Lógico optó por la segunda opción.

         Pero por ahora, tenía que tratar de que todo quedara listo e instalado antes del viernes de la próxima semana, y luego continuar con sus estudios sin descuidar ninguna materia, como lamentablemente había estado haciendo los pasados días; ya que el semestre tenía dos semanas de haber empezado. Maldijo en sus adentros ser estudiante.

         Bostezó sonoramente. Se desperezó y frotó los ojos para después ponerse de pie, se rascó la cabeza con desidia y se dirigió a la cocina para prepararse un café instantáneo.

         Sirvió agua en una tetera y la puso a calentar en la estufa. –Puesto que se le hizo más fácil que desempacar el microondas­–, aunque esto solo le hizo remarcarle, todo lo que tenía por hacer, y una de esas cosas incluía ahora a su no invitado pero lastimado huésped.

         –¿Me pregunto que tendré que hacer contigo? –se dijo recordando el suave pelaje dorado del zorro y luego la fea herida de su pata. –De seguro que por ser un animal salvaje, si te llevo al veterinario ellos se harían cargo de “eso” (refiriéndose a la lesión) e incluso de liberarte después. –realizó una breve pausa y continuó. –Supongo ya no volveré a verte y todo será normal de nuevo. El mismo ajetreo de siempre...

         Se quedó pensativo hasta que escuchó el silbido de la tetera. Buscó una taza en el estante, y luego prosiguió a buscar una cuchara en un cajón.

         Las cosas de la cocina eran unas de las pocas que ya había comenzado a desempacar, aparte de que no tenía tantas, puesto que la cocina no era lo suyo.

         Con cuidado agarrando un trapo, tomó el asa del recipiente y lo sirvió. Agarró el bote de café soluble para echarse una cucharada y finalmente busco el azúcar sirviéndose otra de esta; mezclando todo y escuchando el tintineo del cubierto contra la taza de loza.

         Bebió un sorbo de su recién preparada bebida y tomó su decisión. Fue por su teléfono celular (pues todavía tenía que contratar el particular), escudriñó la agenda y marcó.

         Se escuchó por un momento el tono de llamado y posteriormente un poco de traqueteo.

         –Hola Roronoa-ya, que sorpresa que me llames.

         –Hola Law, ¿podrías… hacerme un favor?

         –¿Roronoa-ya? ¿Tú? ¿Pidiendo un favor?, Vaya, eso sí que es extraño, creo el mundo se acabara –dijo con sorna, mientras comenzaba a reír, pero se detuvo y continuó hablando al escuchar al peliverde bufar al otro lado de la línea. –Pero adelante, ¿Qué necesitas?, pudiste habérmelo pedido ayer.

         –Tan gracioso como siempre Trafalgar. –comentó con sarcasmo y aun molesto. – además solo te hablo por un imprevisto.

         –Ya, Zoro-ya, no te enfades, en serio ¿qué necesitas?

         –Bueno…, es que tú estudias medicina y me preguntaba si… ¿podrías revisar a alguien?

         –¿Revisar a alguien?... ¿Se puede saber de quién se trata?

         Zoro tardo un momento en contestar –…Es un zorro. –hubo silencio y luego se escucharon risas al otro lado de la línea. El peliverde tuvo que apartar un poco su oído del auricular.

         –No, en serio, ¿de quién se trata? –preguntó el pelinegro, incrédulo ante la idea.

         El peliverde se sobó la sien y exhaló para tranquilizarse, esperando con eso no refundir a su amigo en insultos.

         –Ya te lo dije, se trata de un zorro. Ayer en la madrugada lo encontré en mi habitación, al parecer entro por la ventana del pasillo, pero el problema es que estaba herido. Tiene una especie de cortada en la pata, la limpie y la vende, pero me gustaría tener tú opinión y que le revises.

         –Roronoa-ya. –habló cambiando su tono a uno más serio. –Cómo has dicho estoy estudiando medicina, pero es para ser médico de “personas”, no para animales, ¿por qué no lo llevas a un veterinario y te quitas de problemas?

         Zoro reparó en eso, el mismo se lo preguntaba. Ya lo había contemplado momentos antes de llamar. ¿Por qué no llevarlo a un veterinario y ya?, todo era tan fácil y simple como eso, se quitaría el problema de enzima y sin más complicaciones podría seguir con lo suyo, pero por más que cavilada en ello, por alguna razón, algo le hacía sentir renuente a abandonar al zorro. Simplemente no quería dejarlo a su suerte, no podía. Por algo llego hasta él ¿no? Dio un largo suspiro.

         –Solo es un chequeo Law, si es algo que no puedas manejar lo llevare de inmediato al veterinario. –concluyó con firmeza.

         Escuchó al ojeroso suspirar también. Zoro era en extremo obstinado y el futuro medico sabía que no lograría hacerlo cambiar de opinión.

         –Está bien… iré, solo dame tu dirección y estaré ahí en… ¿Qué te parece… media hora?, hoy no estoy muy ocupado así que tengo tiempo.

         –Sí, está bien, gracias Law. –el peliverde respondió complacido y le dio su dirección.

         –Sí, y no me las des. Ahora me deberás un favor, te veo allá en un rato.

         Zoro finalizó la llamada y se permitió sonreír triunfal. Terminó de tomar su café, y volvió a su habitación para cambiarse de ropa. Buscó entre las cajas de mudanza ya abiertas sus prendas; optando por unos jeans, gris obscuro deslavados; una camiseta con cuello en “v” de manga corta color negro (aunque se veía un poco decolorada por el uso) con la leyenda “FULL METAL JACKET” en letras blancas más un casco militar en el que se podía leer la frase “BORN TO KILL” en letras negras junto a un símbolo de amor y paz, todo estampado a la altura del pecho; y por último sacó una caja con unas botas estilo militar también negras, para ponérselas cuando fuera a salir.

         Cuando terminó de atar sus agujetas, levantó la cabeza y por inercia su mirada pasó a la puerta del baño. No pudo evitar pensar en si el zorro ya habría despertado, así que se acercó con bastante cuidado para no alarmarlo y abrió la puerta con lentitud.

.

.

.

Continuará…

Notas finales:

Espero les esté gustando, y que me comenten que les parece. Si les gusta o no, etc…

Aunque sé que por el momento está un poco lenta la historia, pronto se irá agilizando así que no desesperen.

También ya no falta tanto para que Sanji cobre su forma humana yeii!. Y la actualización del fic. Creo la hare semanal, porque soy un poquito lenta escribiendo -_-U y también me gusta tener adelantado algo para no atrasarme con las actualizaciones.

Por cierto, la camiseta de Zoro es en honor de una de mis directores favoritos: Stanley Kubrick. :P


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