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Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Parecía tan cliché... por ayaoi

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Notas del capitulo:

Llevo bastante sin escribir un fanfic así que estoy un poco oxidada. Espero que les guste. 

Capítulo 1:

Aquella mañana había empezado como otra cualquiera. Clases aburridas, chicas con faldas cortas acercándose a mi grupo de amigos en los descansos y miradas de envidia de parte del resto de compañeros de clase. El pan de cada día, tan normal, aburrido y corriente como siempre. O eso pensaba, realmente, nada en aquellas pocas horas de la mañana podrían haberme hecho imaginar que, tras el recreo, mi monótona vida en el instituto cambiaría para siempre.

El elemento, suceso o más concretamente muchacho, que produciría este giro de ciento ochenta grados en mi pacífica existencia apareció mientras estábamos dando una soporífera clase de economía. La profesora nos estaba explicando algo sobre el coste de oportunidad y la capacidad productiva cuando la puerta de la clase se abrió dejando paso al jefe de estudios. Tras él entró un muchacho. Era bajo y delgado, de apariencia bastante delicada. Tenía el pelo rizado y negro, unos bucles desordenados enmarcaban su rostro levemente aniñado dándole un toque de muñeca de porcelana. Unas gafas amplias de pasta finalizaban el conjunto. 

Sí señor, aquel chico era la auténtica imagen del nerd abusable que no puede faltar en una escuela, con estudiantes como yo, que se precie.

El jefe de estudios habló unos segundos con la profesora y tras darle una palmadita de ánimo en la espalda al chico, salió de la clase.

-Chicos, atended un momento.-la profesora se dirigió a nosotros mientras ojeaba las mesas buscando un pupitre libre.- Este es Marcos Guisasola, acaba de mudarse a la ciudad. Espero que le den una buena bienvenida.

La profesora le señaló al chico un sitio libre y le indicó que se sentase allí. Marcos avanzó despacio arrastrando los pies hasta su sitio en el que se dejó caer descuidadamente. Lo miré detenidamente. Había algo en él que llamaba mi atención, como si algo no cuadrase del todo en su imagen, como si algún elemento se escapase del prototipo que conformaba. Agité la cabeza apartando aquellos pensamientos. Era obvio que aquello eran absurdo, además, ¿qué me importaba a mí aquel muchacho? Yo estaba situado en lo alto de la cadena alimenticia de nuestro instituto y aquel chico era claramente parte de los últimos eslabones. O al menos eso es lo que mí, en aquel momento, prejuiciosa mente pensó. Ciertamente estaba un poco equivocado.

La campana que anunciaba el final de clases sonó finalmente permitiendo que todos los estudiantes suspirásemos con alivio. Todos nos fuimos levantando y dejando la clase lentamente, aunque todos teníamos ganas de salir, aquella última clase nos había adormecido en exceso. Lydia, una chica de mi clase se acercó a mi mesa y se sentó en ella mientras yo metía mis libros en la mochila.

-Andrés. ¿Te apetece salir a dar una vuelta esta noche?

La miré con una media sonrisa. Ciertamente no me apetecía nada, era miércoles y al día siguiente teníamos clases, pero ese tipo de respuestas no ayudaba nada a mantener mi papel de chico malo/deportista/womanizer.

-Por supuesto, ¿te paso a recoger?

Tras unas cuantas indicaciones más salimos juntos de la clase. En el pasillo una marabunta de estudiantes se dirigía hacia la salida. Entre todas esas cabezas pude distinguir una mata de pelo rizado negro en el que, desde luego, no había pensado nada durante las clases. Pasamos justo a su lado y cuando estuve a su altura, le golpeé el hombro con el mío haciéndolo retroceder y chocarse con las taquillas. Me giré para ver su reacción, pero Marcos ni siquiera se dignó a dirigir la mirada hacia mí. Bufé por lo bajo haciendo que Lydia se volviese a mirarme. ¿Con que se hacía el fuerte? Veríamos cuanto le duraba.

Antes de continuar con los relatos de mí, hasta el momento, simple vida, sería conveniente dar algún dato sobre mi persona. Me llamo Andrés y tengo 17 años, voy a segundo de bachillerato a una escuela privada, por lo que como se puede suponer, nos juntamos “de lo mejorcito” en el lugar. Ciertamente hay gente que va por el buen nivel académico y la más que vanagloriada educación que nos prestan, pero siendo realistas, en ese tipo de colegios nos acabábamos juntando gente de papá y mamá de mente cerrada y principios inamovibles. El vivir en una ciudad pequeña no ayudaba mucho a cambiar la situación. Dentro de la jerarquía escolar podríamos decir que me encontraba en lo que por aquel entonces me gustaba denominar la cúspide. Era el típico chico que estaba en el equipo de balonmano, no era especialmente bueno académicamente (lo suficiente para ir a curso por año), al que los estudiantes normales miraban con envidia y admiración, y por el que las chicas suspiraban. La situación perfecta para un chico que se lo tenía tan creído como yo. 

Esto sería lo que se podía ver de mí en el exterior y tras hacer un pequeño análisis no muy profundo. Pero en el interior era completamente distinto. Demasiado distinto como para compartirlo con el resto de la gente y esperar que mi puesto social siguiese intacto. En primer lugar era más listo de lo que aparentaba, pero mi lista de “eventos sociales” no me permitía explotar mis capacidades al máximo. En segundo lugar, y aunque no lo pareciese, me ponía enormemente nervioso conocer gente nueva y relacionarme con desconocidos, podríamos decir que era el tímido mejor encubierto del mundo. Afortunadamente, el salir generalmente con un amplio grupo de gente ayudaba a que la conversación fluyera con más facilidad a que si hubiese tenido que enfrentar una conversación en solitario. Finalmente y en tercer lugar, se encontraba el aspecto de mi personalidad y aficiones que más escondida tenía al resto de la gente, me encantaba leer fanfics yaoi. Antes de que nadie me pueda cuestionar, tendría que hacer algunas aclaraciones al respecto. El hecho de que me gustase leer ese tipo de cosas no significaba que fuese gay, para nada, yo era un auténtico macho orgulloso de su masculinidad y con un leve toque homófobo reducido a algunas bromas para pasar el rato. Mi afición por el género había surgido cuando, estando aburrido en internet buscando información sobre una película, me había topado con una página sobre el tema. Como se suele decir, la curiosidad mató al gato, y en mi caso concreto, me aficionó a la temática e hizo que una parte de mi subconsciente crease situaciones similares a las que leía en la realidad cotidiana que me rodeaba. Este, evidentemente, sería un rasgo de mi personalidad que jamás permitiría que saliese a la luz, el que leyese fanfics ya era bastante vergonzoso, pero el que fuesen de temática gay… Mancharía definitivamente mi expediente. 

Notas finales:

^^Espero que les haya gustado.  ♥


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