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Herida por maxi anime

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo…esperen un momento

(T_T no se vale, maldita musa que no ayudas nada, yo quería publicar el capítulo ayer por el cumpleaños de Milo T_T WAAAAA NO ES JUSTO, y lo termine recién) Disculpen la interrupción ahora sí, gracias por los reviews me han animado mucho para escribir este cap, el último T_T no quería que el fic terminara pero todo tiene que llegar a ese momento.

Un agradecimiento especial a Milo y Camus, los administradores de página Camus de Acuario, que se las recomiendo, que me pidieron incluir a la pequeña Camila en este fic para el final, pero no por eso va a desplazar a Henri, a mi guapo Henri nadie lo desplaza XD, espero les guste.

Las olas del mar chocaban intensamente contra la costa, levantado una blanca espuma mientras el agua retrocedía y volvía a golpear, un golpe tras otro, mientras el sol a lo lejanía comenzaba a ocultarse, invitando a cualquier a sentarse en la arena. Milo había decidido cumplir el deseo de Camus, en realidad una parte del mismo, verían juntos en atardecer hasta que el galo se quedara dormido,  a su  pensar Camus estaba demasiado débil para cualquier esfuerzo más allá de cualquier actividad aparte del comer y descansar, el alta médica iba a ser dada en un par de días según los médicos pero Camus aún no estaba recuperado.


En teoría Milo había secuestrado a Camus del hospital, aunque al anochecer fueran a regresar, en realidad solo quería pasar un tiempo a solas con Camus, tiempo que no había tenido y con el deseo del galo podría llegar a tener un momento de pareja. No era que le molestara ver toda la atención que Camus tenia, normalmente el de Acuario siempre seria visto como un santo solitario, serio y ajeno a expresar las emociones, pero desde que despertó esa imagen parecía querer ser corrompida. Por un lado estaba la señora Camille, a quien Milo le agradecía inmensamente su presencia, pero otro lado quería que lo dejara cinco minutos a solas con Camus, cosa que esta no hacía, ya fuera porque no comprendía las palabras de Milo o simplemente porque Camus no se atrevía a pedirle que se fuera del cuarto. Del otro lado de la contienda estaban Hyoga e Isaac, o como los llama Milo, molesto número uno y molesto número dos,  el de escorpio los quería, eran los alumnos de su amado Camus, pero quería estar un momento a solas con el galo, cinco minutos ¿era mucho pedir? Y el par de discípulos se negaban a dejar a solas a su maestro ¿Por qué seria? Nadie lo sabía, solo no querían alejarse de él.


Milo no tardo en reconocer que necesitaba un lugar para estar a solas con Camus, no podía pedir a quienes el estimaba mucho que se alejaran de el por un momento, que le dieran privacidad, no podía ser dentro del hospital donde lo buscarían seguramente, por ello opto por salir de aquel lugar y fue directo a la playa más cercana, cumpliendo así con el pedido de Camus, aunque esperaba no llegar a revolcarse con él en la arena.


El de acuario estaba aferrado a los brazos de Milo, se sentía débil para poder caminar por sus propios medios y también contaba que Milo no le quiso sacar el pijama de hospital,  su falta de fuerza se la adjudicaba a la comida del hospital, en las semanas que llevaba despierto solo podía opinar una cosa de lo que le daba, su aspecto era malo y sabor no tenia, y lo que más odiaba era la sopa que debía tomar antes de cada comida, uniendo también las medicinas que para el nada de malo tenían, odiaba la sopa que era más que agua con un color amarillento,  y se juró que lo primero que haría fuera del hospital seria comer algo en un restáurate, lo más alejado del hospital.  Se alegraba que Milo cumpliera con su pedido, en parte ya se sentía que en el hospital lo asfixiaban con atenciones, primero su madre, luego sus discípulos  y finalmente su padre y medios-hermanos, queriendo hablar con él y el mismo negándose a recibirlos.


Camus aseguraba no tener nada contra sus medios hermanos, más que estos habían remplazado su lugar, pero no tenían culpa de ello, pero en todo momento acompañaban a su padre y no se despegaban de él,  y era a Albert a quien Camus se negaba a recibir.  Su odio hacia Albert estaba bien justificado, a pesar de los años él nunca lo perdono, no solo por el hecho de pensar que había asesinado a su madre, también sumaba la diferencia de edad entre él y su medio-hermano, ambos se llevaban poco más de un año, dando a suponer que tan pronto como Camus y su madre desaparecieron de la vida de Albert, este había rehecho su vida sin ningún problema y eso no se lo perdonara, que tan fácilmente olvidara a quienes el supuestamente amaba y los remplazara con otra familia.


Saga había intentado ser mediador en ese asunto, para poder solucionar el conflicto familia, recordando el pasado con sus propios conflicto con Kanon y a lo que llegaron, por algo aquel hombre había ido en búsqueda de Camus al leer en un diario sobre que se buscaba a la madre de este con datos muy específicos que solo Albert Y Camille, como padres de Camus, sabrían. En su mediación para saber una de las partes Saga supo un par de cosas, que Camus aún se negaba a escuchar, Albert tenía cáncer de pulmón por sus años de fumador y también su hígado gravemente comprometido por la cirrosis, su esposa llevaba fallecida desde hacía un tiempo y ante su inminente partida al otro mundo no quería dejar a sus hijos solos, con su hijo mayor de diecinueve años y su hija de dieciséis, aun con la escolaridad sin terminar ambos necesitaban un tutor legal, y el único que podía llegar a hacer eso era Camus, por ello habían viajado tan lejos .  Saga asintió a las palabras del hombre y quiso informarle a Camus de todo ello.


De parte de Camille se supo parte del pasado que el propio Camus ignoraba,  esta se había separado tan pronto pudo de su esposo solo para buscar a Camus y no se detuvo nunca a pesar de los obstáculos. Si bien había hecho la denuncia de la desaparición de su hijo a la policía, esta no dudo en  acusarla de hacerlo desaparecer,  nunca hubo pruebas pero siempre fue vista como sospechosa  de haber asesinado a su hijo,  por el simple hecho que no había indicios en su hogar de que alguien hubiese entrado y llevarse a un niño de tres años, sin que este gritara.  Entre su búsqueda y cuando la situación se enfrió comenzó a trabajar como modista y luego diseñadora, por el momento se encontraba trabajando como diseñadora de modas para ropa de gala dirigida a hombres. Camille aseguro a todos que nunca dejo de buscar a su hijo, a pesar que este desapareció como si la tierra se lo hubiese tragado. Nunca perdono a su esposo por abandonarla cuando más le necesitaba, Albert al parecer tenía otros planes en mente, cuando tuvo el divorcio no dudo en alejarse lo más posible de él, nunca más supo de su vida y no le intereso saber, solo le importaba encontrar a Camus.


Milo también se había convertido en mediador de la situación tensa que se generaba entre su amado cubito y su padre, Camus a él lo escuchaba sin lugar a dudas y si Milo quería algo este a veces asentía a ello, pero ese tema Camus se negaba a dar por hablar. Milo se informó lo más que pudo de la situación, de ese modo podría hablarle a Camus en algún momento, pero las negativas del onceavo guardián por escuchar algo referido a Albert eran muchas, estaba reacio a todo, pensó entonces que la mejor forma de hablar era primero distrayendo a Camus, por lo que aprovecharía su pequeña escapada del hospital para hablar con su amado copero.


-Amor, ya llegamos- exclamo bajándolo a la arena.


-Gracias Milo…no sé si podría caminar.


-Claro que podrías, aunque admito, estás muy ligero.


Camus toco los finos granos de arena clara con sus pies, miro a Milo, el cual le sonrió- gracias Milo.


-De nada, mi amor- sonrió y lo bajo lentamente recostándolo en la arena para luego acercarse y besarlo.


-Milo- exclamo un poco nervioso, tomando su rostro. Nunca antes en su vida había imaginado tener al escorpión en un lugar como ese, sentir sus besos y esperar el atardecer mientras se fundirían en uno, si bien ese había sido un antojo algo extraño en él, pero al despertar quiso cumplirlo, por mero capricho, cerró los ojos mientras disfrutaba de las caricias de su amante.


-¿Veamos el atardecer?- pregunto separando sus labios y se sentó a su lado, acobijándolo en sus brazos- querías eso.


-Un poco- sonrió abrazándolo- Milo ¿Qué hiciste mientras estaba ausente?


-Pensaba en ti cada minuto del día.


-Me refiero a cuando estaba en plena misión, no cuando regrese  y estaba inconsciente.


-Pensé en ti cada segundo del día, estaba muy preocupado, te dije que no fueras, que tenía un mal presentimiento, pero no me escuchaste, claro que no, Milo es un exagerado- lo miro haciendo un puchero, cuan niño pequeño cuando sus padres no le compraban aquello que quería y sus padres le decían un no rotundo- Milo es un mal pensando, Milo exagera todo, el clima no dice nada Milo, Milo está loco ¿Quién tenía razón? Milo tenía razón, Milo sabía que era mala idea que fueras, Milo sabía que ibas a volver mal herido, Milo sabía pero claro, Camus no escucha, Camus tiene deber que  cumplir, deber ¿no te lo dije? Si te lo dije, te lo dije, casi te grite.


-Cállate- miro con enfado- tenía que hacerlo.


-Quiero escucharte ¿Quién tenía razón?


-Tú no.


-¿Qué?- exclamo alterado- Camus, yo te dije que no fueras, que era peligroso, que tenía un mal presentimiento.


-Aunque tuviste razón con tu mal presentimiento, tenía que ir, era mi deber y por algo el patriarca me encomendó esa misión junto a Shura y Saga.


-Sí, pero, Shura y Saga no terminaron tan mal heridos como tú, te espere tres meses condenado francés- culmino la discusión besándolo apasionadamente hasta dejarlo sin aire- y ahora te tengo que compartir con tu madre, con tus discípulos y para colmo con tus hermanos.


-No son mis hermanos.


-Quieras o no los dos son tus hermanos, son hijos del mismo padre, Camus, debes hablar con tu padre, es importante que lo hagas.


-¿Qué hablare con él?- pregunto molesto- lo escuchare decir lo mucha falta que le hicimos mi madre y yo, ja, claro que no, rehízo la familia en cuento pudo, tenía siete años Milo cuando vi todo eso, mi medio-hermanó me lleva un año cuanto mucho o menos.


-Camus, deberías escuchar a tu padre, es tu padre después de todo y no se ve muy bien.


-Si tan enfermo esta no debió haber venido, Milo, todo en esta vida se paga, mi padre está pagando sus culpas por el daño que nos causó a mi madre y a mí en el pasado, yo creo en la justicia…


-Tu padre está muy enfermo, tiene cáncer- le interrumpió- esta solo con tus hermanos, y en un momento él se va a ir ¿lo sabes verdad?


-¿Hablaste con el?- pregunto sin mirarlo, mientras enterraba sus pies en la arena.


-Saga me hablo de lo que el hablo con tu padre- le contesto- tu padre se va a morir ¿dejaras desamparado a tus hermanos?


-No son mi problema, tienen a su madre.


-No la tienen- le interrumpió y volvió a preguntarle, clavándole su mirada acongojada ante lo que escuchaba, jamás pensó en que Camus pudiera llegar a decir esas palabras, era verdad el santo dorado de Acuario era el santo más frívolo de todos, que se evadía de mostrar cualquiera sentimiento o emoción solo para no mostrar debilidad, pero ante quienes amaba el demostraba un abanico de sentimientos, Milo los conocía a todos, Hyoga e Isaac también, y los hermanos de Camus eran en parte su familia por lo que pensó que no podía ser posible que su amado copero hablara de esa manera de ello, que realmente los odiara o los viera como sus enemigos, mucho más importante que el los fuera a dejar solos cuando estos lo necesitaban- ¿vas a abandonarlos?


-¿soy su única familia?- se preguntó abrazándose a sus rodillas- no, no los abandonaría, sería hacer lo mismo que mi padre me hizo a mí.


-Ese es mi noble acuario-sonrió Milo tranquilo, abrazándolo, esas sencillas palabras lo tranquilizaron, Camus era dueño de un corazón enorme y de una bondad casi infinita, y esa era  la muestra, el odio y el resentimiento no eran algo típico de él, salvo el caso de Zeros de Rana, a ese espectro Camus lo odiaba y quería verlo  sufrir los mil y un tormentos por el daño que sufrió cuando estaba moribundo,  le beso en la mejilla más tranquilo, viendo el pensativo santo de largos cabellos turquesas fijar su mirada en el mar- ¿te sientes mejor?


-Un poco.


Milo miro sonriente a su amado santo de Acuario, su postura seria, inamovible, su rostro frívolo y carente de alguna emoción miraba el horizonte mientras el sol se ocultaba lentamente. Se levantó súbitamente y dejo a Camus recostado, el cual no dejo de mirar el mar, bello ante sus ojos. Poco después Milo regreso con una gran toalla que acababa de comprar y una botella de agua, la toalla tenía un dibujo excéntrico de una playa con una sombrilla y castillos de arena,  la estiro lo más que pudo, era bastante larga y luego ayudo a Camus a colocarlo sobre ella.


-Ya casi se oculta el sol- exclamo sereno- siempre me gustó el atardecer, y el amanecer.


-Yo lo disfruto estando a tu lado- acoto abrazándolo por la cintura y lo beso dulcemente en los labios, saco de su bolsillo un pequeño frasco de pastillas y separo una- ¿listo?-Camus asintió, tomo la pastillas y se la trago sin nada más, Milo le acerco la botella de agua para que liberara su garganta. La pastilla no era cualquier cosa, eran pastillas para dormir que logro robar de la farmacia del hospital, Camus pensaría que eran algún calmante para el dolor de los que le daban mientras estaba internado o alguna pastilla que lo ayudaría a mantener la relación hasta que Milo terminara dentro de él.


El heleno se colocó lentamente rodeando sus pies en la cintura del de Acuario, el cual se sonrojo- ¿tienes miedo?


-Es algo…extraño…nunca imagine hacerlo en una playa…


-Podemos seguir viendo el mar si quieres, no tenemos por qué hacerlo, estamos solos, muy apartados…disfrutemos el momento.


-No, me imagino las ganas que debes tener, tantos meses solo.


-Tengo como consolarme con fotos tuyas- sonrió abrazándolo, saco su celular del bolsillo y las busco, eran fotos que saco en momentos donde Camus no estaba atento, bañándose en la tina del templo, durmiendo en la cama que compartían, incluso una donde estaba en el coliseo mirando a todos entrenar, eran muchas y cada una con diferentes poses del francés- mi favorita es esta- señalo marcando una foto que Camus recordaba bien, en ella estaban los dos en una feria en la rueda de la fortuna, ambos se estaban besando y detrás de ellos se apreciaba una luna llena con todo su esplendor, Milo había sacado esa fotografía con la intención de que estuvieran solo los dos, ignorando al astro detrás de ambos.


-Milo- exclamo son seguridad y lo beso dulcemente.


-vamos a ver, ¿Qué tan viril estas? Hace mucho que no calientas motores- exclamo mirándole con una sonrisa picaresca, a lo que Camus asintió- solo no grites fuerte y deja que Milo haga todo, disfruta.


Milo comenzó a besarlo dulcemente, esperando el efecto de la medicación, Camus pronto se dormiría y así el no cometería ninguna imprudencia, Camus culparía a su estado de debilidad y cuando una vez se recuperara totalmente volverían a intentar juntarse, pero aprovecharía cada momento. Junto sus labios con el de Acuario, quitándole el aire, el beso era desesperado había esperado demasiado tiempo para volver a sentir esos labios uniéndose a los suyos, disfrutarlos nuevamente después de tantos meses, por un momento en su mente espero que las pastillas no cumplieran su cometido, pero también quería que su efecto comenzara pronto para no lastimar a su amado copero. Paso las manos por debajo de la camisa del pijama mientras lo besaba, explorando aquella piel que solo se dedicó a limpiar esperando un pronto despertar.


Camus se deleitaba ante el toque místico de las manos de Milo, expertas como ninguna otra, por años de experiencia y por un mero instante pensó en la posibilidad de engendrar un hijo de Milo, eso era imposible, no podía por ser hombre, pero soñar en ese momento que con su unión una vida se crearía no costaba nada.


Milo se regocijo al ver el rostro extasiado de Camus, le encantaba ver aquellos ojos cerrados, los jadeos del galo, sonrojado a mas no poder, con sus manos apretado la toalla disfrutando a lo máximo. Abandono los labios y coloco a cada lado de la cintura del francés sus rodillas, miro seductoramente mientras lentamente le bajo el pantalón pijama, dejando una erección al descubierto, comenzó su tarea recorriendo el miembro del galo entre besos y luego saboreándolo con la lengua, pasándola desde la base a la punta, Camus arque la espada ante el placer y casi por inercia introdujo todo el pedazo a la boca, comenzando a succionarlo.


-Milo…ha…- Camus se sentía extraño, como si su cuerpo estuviera pesado, a pesar que Milo se ocupaba de hacer todo, se sentía cansado, giro la cabeza mientras gemía, no quería que el cansancio lo dominara antes de tener a Milo adentro- Milo…Milo.


-¿Qué pasa?- exclamo sereno, abandonado su tarea, se acercó a besarlo en los labios.


-Por favor…por favor…voy a…


-¿Te vas a venir?- pregunto seductoramente y lo beso en los labios- eso no podemos permitirlo, con su mano comenzó a mastúrbalo- vamos, intente venirte.


-Ha…Milo…


-Me encanta que gimas mi nombre, pero es pronto, no te he preparado.


-Entonces…hazlo- pidió luchando contra la pesadez, abrió los ojos y se encontró con los de Milo- terminemos juntos.


-Camus- exclamo sorprendido- ¿Qué te pasa? Estas exaltado-


-Solo hazlo maldito bicho- exclamo molesto- por favor…por favor Milo.


Milo miro preocupado, esa parte del francés jamás la había visto, Camus no era del tipo que le gustaba acelerar las cosas, más bien gustaba de disfrutar cada segundo antes de unirse en el acto, disfrutaba del contacto mutuo. El de escorpio obedeció entonces  y comenzó a preparar a  galo, metió un dedo a su boca y luego lo llevo a la entrada, que si bien no era virgen pero estaba bastante estrecha por meses de inactividad, comenzó a dilatar lentamente, mientras escuchaba los pedidos desesperados del guardián de acuario por terminar con aquello para tenerlo dentro, fue rápido con el segundo y tercer dedo, quizás por el hecho de la pastilla para dormir que era en parte un especie de relajante muscular y cuando creyó oportuno se introdujo por completo.


-Milo- gimió casi dando un grito mientras sentía aquel palpitante parte del escorpión abriéndose paso.


El heleno comenzó lentamente con las estocadas, guiándose por los gemidos placenteros del francés, quien parecía disfrutar con gran goce, apresuro un poco cuando Camus se lo pidió mientras en su mente esperaba que las pastillas no hicieran efecto en ese momento.


Entre gemidos y casi gritos de los dos, con sus cuerpos bañados por el sudor y alumbrados por la luz de las estrellas ambos llegaron a ese momento cumbre, al éxtasis. Milo dentro de Camus y el galo en la mano del heleno, agitados en un punto donde cada bocanada de aire pareciera la última, Milo quería mas y Camus, después de todo se había quedado dormido, sin Milo darse cuenta.


Cuando Milo logro recuperarse miro a su amado dormir apaciblemente, no se preocupó, sabía que despertaría en un par de horas como siempre, y así seria. Abrazo al galo posesivamente mientras acariciaba el brazo desnudo, le beso la mejilla, sonrió de dicha, sabía que pronto dormirían juntos en la misma cama de nuevo, se besarían, en el santuario tomaría revancha de esos meses sin su francés, si era necesario atarlo a la cama para hacerlo suyo mañana, tarde y noche lo iba a hacer, sabiendo que Camus no opondría resistencia.


Volvió al hospital horas después, alumbrado por la luna llena, caminando a paso lento y sin detenerse, sin importarle quienes lo veían pasar,  y cobijando al de Acuario con aquella toalla bastante colorida. En el hospital medio mundo lo recibió, enojados con él por si actuar, Saga, Hyoga e Isaac le reprendió acusándolo de imprudente, la madre de Camus no paraba de hablar en francés, quizás insultándole por llevarse a Camus sin decir nada, Athena, ella sonrió, no le dijo más nada, al parecer presentía que tarde o temprano eso pasaría por los largos meses que estuvieron separados, no físicamente, pero sus almas se necesitaban juntas de nuevo.


Cuando Camus se recuperó por completo de sus heridas se le dio el alta en el hospital, quedaron en ir a Francia y visitar a la madre del galo, el cual estaba feliz de verla de nuevo y quería pasar un poco de tiempo con ella antes de volver a sus deberes como santo dorado, quedaron entonces que después de pasar por el santuario por algo de ropa partirían al país, una analogía algo extraña porque siempre la usaban en su búsqueda para tener un hijo.


 Mientras subían las doce casas la mayoría miraba como si de un fantasma se tratase el francés, estaban enterados de todo y de cómo despertó y les parecía irreal verle gozante de salud, todos elogiaron a Milo por su persistencia ante aquel momento difícil, muchos habrían abandonado la contienda muy rápidamente, pero el de escorpio no lo hizo, se quedó firme esperando el despertar de quien tanto amaba. Antes de ir por sus cosas en sus templos se vieron con el patriarca, el cual no solo los recibió con alegría ante la noticia de ver al santo de Acuario recuperado sino también de verlos juntos al fin a pesar de todo aquello que separo a ambos santos, los meses de intensa angustia en los que Milo demostró amar a Camus más allá de todo. Con la autorización del patriarca para ir a Francia los dos santos se dispusieron a bajar y preparar sus cosas, primero en el templo de Acuario y luego en el templo de escorpio, tenían varias horas para hacerlo, nada los apresuraba para hacer las maletas, tardaron un día entero en terminar de empacar entre sus distracciones y Milo que no quería dejar ir a Camus lejos de él en ambos lechos que compartían.


Partieron a Francia una mañana calurosa en Grecia, según Milo era un buen augurio de los dioses, cosas buenas pasarían de ahora en más hasta la siguiente lluvia, Camus creyó cada palabra, Milo tenía ese extraño modo de presentir cosas, que uno incluso lo llamaría brujo, pero no tenía por qué dudar de él. Y al llegar a parís ambos fueron a un edificio de apartamentos donde vivía Camille, quien les abrió las puertas con una sonrisa.


Después de varios días Milo al fin se había acostumbrado al clima francés, era menos caluroso que Grecia y con un toque más calmo, pensó que de no ser santos parís sería un hermoso lugar donde echar raíces, pasar sus días en paz sin tener que pensar en dioses queriendo acabar con la humanidad, cosa imposible. En ese momento ambos estaban tomando el té en la terraza del departamento de Camille, que también en parte era de Camus, mientras la dueña de la suite trabaja, a pesar de estar Camus pasando tiempo con ella no debía de dejar de trabajar, eso a Camus en parte entristecía por el poco tiempo que la veía, pero también le alegraba, su madre hacia lo que ella amaba y no podía sentirse más feliz por ese hecho, aunque deseaba verla más.


-Camus ¿en parís se puede adoptar?- pregunto Milo mirando incrédulo- ¿Es decir nosotros dos podríamos hacerlo?


-No lo sé, he estado lejos muchos años, no conozco las leyes actuales- respondió tomando un sorbo de su té- Milo, lo siento.


-¿Por qué?- pregunto asombrado.


-No puedo darte un hijo, que tanto quieres.


-Hay formas amor, podemos adoptar, buscar a una madre para nuestro hijo, alquilar un vientre, aunque esa opción no me agrada,  incluso podríamos preguntarle a tu hermana si quiere ayudarnos.


-No hables estupideces,  que ni se te ocurra comentarle eso- exclamo molesto, como si lo hubieran insultado con aquella mención- ella es pequeña, primero tiene que terminar sus estudios, la universidad y todo eso, hoy mi media-hermana tiene dieciséis años y no tiene derecho a tener novio.


-Oye, podrías juntarla con Hyoga, tienen casi la misma edad- dijo sonriendo, le sonaba buena idea.


-No.


-¿Por qué no? Serian una linda pareja.


-Porque no, novio hasta los veinte no va a tener- dijo fríamente volviendo a tomar un sorbo de su té.


-A los catorce ya andabas conmigo, no vengas con eso del hermano sobreprotector, novio debe tener por allí seguramente, además aun no te haces cargo de tus dos hermanos, quien sabe, quizás tu padre viva muchos años más.


-No lo creo Milo, mi medio-hermano me dijo que el cáncer está muy avanzado, que le queda poco más de un par de meses con ayuda de dios.


-¿Y si le das de beber agua milagrosa? Quizás se cure.


-Mi padre no cree en Athena- refuto-que el siga con sus creencias y yo con las mías, darle de beber el agua milagrosa seria que el fuera un hereje para su dios.


-Ustedes los francés son duros con las creencias- acoto Milo mirándolo con seriedad- se puede curar bebiendo agua milagrosa pero por creencias va a rechazar la cura, es como rechazar la eutanasia por razones terapéuticas.


-Yo la rechazo- le interrumpió-  hasta cierto punto, los dioses nos dan la vida ¿Por qué quitarnos ese don divino? El suicidio puede ser evitado con contención, la vida es para vivirla junto a los que amas y que te aman.


-¿Si tu padre quisiera morir por su enfermedad que le dirías?


-Que haga de su vida lo que quiera, con sus decisiones no me entrometo, así como él no debe de las mías.


-¿Y un enfermo de cáncer no puede morir dignamente?- pregunto mirando con seriedad- tarde o temprano morirá ¿pero y el sufrimiento que atraviesa?


-Un enfermo de cáncer no está impedido de vivir su vida hasta el último día- miro pensativo- sí, el dolor debe ser grande pero en el tiempo que le queda podría hacer muchas cosas, no sé, viajar, conocer lugares.


-¿Por qué eres tan cerrado?- pregunto molesto.


-Porque viví el castigo por suicidio en carne propia, nadie merece pasar por ello,  Milo en el inframundo son despiadados con quienes se suicidan, sean personas enfermas o no, creo que los avaros tienen más suerte que los suicidas,  que Hyoga me matara fue suicidio asistido, eutanasia, porque yo permití eso, Minos y los otros jueces no dudan del castigo para quienes se quitan la vida, nadie merece ese cruel castigo  de esa manera tan despiadada, que si bien no recuerdo la mecánica…recuerdo que el dolor era terrible, me helaba la piel…el dolor me llegaba a los huesos…solo gemía de dolor y era día a día, por toda la eternidad-exclamo subiendo sus pies a la silla y no tardo en abrazarse a sus rodillas- no quiero pasar por eso de nuevo, así tampoco quiero que alguien más pase por ello.


-Camus- dijo dejando la taza sobre la mesa y corrió abrazarlo- entiendo, entiendo,  no volverás a pasar por ello ¿sí? Vamos a vivir juntos y felices hasta que nos llamen al otro lado.


-Es terrible Milo, no tienen piedad de nada ni nadie, es así en todo el inframundo, DeathMask seguramente el paso peor que Saga y yo.


-¿Estabas con Saga?- pregunto sorprendido.


-No, cada alma tiene su propio lugar de castigo- respondió- pero, podía escucharlo.


- tranquilo, volviendo a nuestro  tema, hay formas de que tengamos hijos- dijo mirando sonriendo hacia el horizonte- me gustaría volver al santuario, quiero ir con una hija y decirles a todos, les gane.


-Yo quiero un varón, tengo experiencia con varones- acoto mirando perdido en el horizonte.


Ambos santos sonriendo, quizás no tendrían a ese hijo que anhelaban en ese mismo momento, o quizás al día siguiente, si estaban seguros que en algún momento esos hijos nacerían, sin importar de ser sus hijos biológicos o no, si tendrían que buscar una madre o no, o pedir a los dioses para poder tenerlos, algún día los tendrían con total seguridad.


Pasaron un mes entero en Francia, Shion tuvo que mandarlos a llamar porque consideraba que se habían tomado demasiadas vacaciones fuera de sus trabajos como santos, su deber estaba siendo postergado y no podían de seguir de ese modo, su regreso debía ser de inmediato. Camus preparaba cada valija con sumo cuidado, Milo para preparar maletas era un desastre ya que no se decidía que poner en cada maleta, y con un mes de estancia los recuerdos no cabían en un bolso de mano, y la ropa también ocupaba más que una maleta, por lo que Camus era quien ordenaba para ocupar el menor espacio posible, finalmente quedaron con cuatro maletas.


Antes de irse rumbo al aeropuerto se despidieron abrazándose de Camille, quien se había tomado el día para despedirse apropiadamente de su hijo y Milo. Camus la abrazo fuertemente y le prometió volver cada vez que pudiera, no se separaría tan fácilmente ahora que le había encontrado, Milo hablo en griego y aun así Camille entendió que este protegería  Camus de ahora en más que no debía preocuparse.


Volvieron a pisar el santuario a mediodía de un sábado, pasaron templo por templo saludando a sus amigos y fueron a donde el patriarca, dejando en acuario las maletas para después seguir subiendo. El patriarca Shion sonrió cuando los vio entrar por la puerta principal solo para dar aviso de su regreso, les aconsejo que descansaran en acuario y luego retomaran sus deberes, cosa que ambos hicieron por el largo viaje desde Francia al santuario.


Esa noche Camus y Milo compartían cama en Acuario, no se habían levantado desde que regresaron de sus vacaciones en Francia, más que para comer algo o pasar al baño en la estancia. Camus miraba las estrellas y la luz de la luna que se filtraba por el gran ventanal que los iluminaba a ellos.


-¿No puedes dormir?- pregunto Milo mirándolo inquieto- ¿vamos a la entrada a ver las estrellas?


-No suena mala idea- miro serio mientras se levantaban.


Ambos se levantaron y pusieron los pijamas para caminar hasta la entrada de Acuario, el lugar donde podrían ver las estrellas con todo su esplendor, había un gran silencio, Milo recordó aquella noche fatídica donde a Hades se le ocurrió la invasión del santuario con santos fallecidos, era una noche como esa, pero no por ello sentía un mal presentimiento, con tener  a Camus a su lado y el cielo despejado, no podía negar la alegría de ello, que vivía dichoso al lado de quien amaba y que en un mañana podrían cumplir su deseo de formar juntos una familia.


Las luces nueve de los doce templos estaban apagadas, al parecer todos dormían salvo a quienes le tocaba hacer guardia, Piscis, Aries y virgo.  Se recostaron sobre el frio mármol desgatado por los años, miraron el cielo sonriendo, como si esperaran que las estrellas les hablaran, aunque parecían estar en silencio.


-¿Qué te dicen las estrellas?- le pregunto Milo al galo mientras lo abrazaba de la cintura.


-Antares parece que va a explotar- señalo la estrella- Sadalsuud también brilla mucho más de lo normal ¿Por qué será?


-No digas eso, ni de broma- exclamo Milo con sorpresa- Si Antares explota tendré que cambiar el nombre de mi técnica.


-¿Por qué crees que brillan tanto? Eres el perceptivo, crees en estas cosas, en el destino, que el clima nos dice cosas.


-Que nos amamos- respondió mirando al cielo- que nos queremos, que las estrellas están felices por nosotros, que vamos a hacer felices comiendo perdices.


-¿Dicen algo si tendremos hijos?- pregunto el francés mirando las estrellas.


-Dicen que…muy pronto llegaran a nuestras vidas- sonrió imaginándose a dos niños jugando por los templos, corriendo desaforados.


-Milo, no bromees con eso- pidió el de Acuario y se levantó- arruinaste la noche.


-¿Qué? eso dicen, Camus, vuelve aquí- exclamo sonriendo en burla.


La puerta de la habitación principal estaba abierta de par en par cuando entrar a la estancia, en un principio no les pareció algo extraño verla así hasta que sintieron un cosmos cálido saliendo de ella, se apresuraron hasta a entrar para averiguar de qué se tratara ¿acaso algún dios acababa de entrar al templo de Acuario?  Y si era así ¿Cómo había hecho para pasar los otros diez templos sin ser sentido? Pero tan pronto cuando se acercaron el cosmos cálido desapareció, por lo que corrieron a entrar a la estancia.


La luz que entraba por el ventanal de la luna alumbraba la cama de dos plazas y media  con un tono blanquecino, casi celestial, no había viento, las cortinas de las ventanas del cuarto permanecían inmóviles, y  sobre las mantas revueltas había un enorme bulto de color gris, muy bien colocados entre las matas. Los dos santos  cerraron la puerta tras de sí, Milo comenzó a buscar por los alrededores del cosmos cálido, el baño estaba vacío, la puerta del balcón cerrada por dentro, se acercó a Camus, el cual miraba con una incógnita en su rostro de lo que podría haber en aquel enorme bulto sobre la cama. Se acercaron con cautela hacia aquello, Milo le dijo a Camus que retrocediera, el acababa de recuperarse de una batalla que lo dejo varios meses inconsciente.  El galo negó con la cabeza, sentía el cosmos cálido que emanaban del enorme bulto, el heleno parecía no sentirlo, a paso lento se encamino, ignorando las advertencias de Milo de que podría ser peligroso.


-Camus no- lo intento detener- no te perderé de nuevo, ve a dar aviso a Athena.


-No- dijo serio.


-Escúchame bien, no te perderé de nuevo, quédate aquí.


-Milo, cálmate- exclamo sonriendo- no hay ningún peligro.


-¿Cómo lo sabes?


-Solo, lo sé- se acercó con cautela- 


-Camus no.


Antes de que Camus llegara a la cama para abrir el bulto de mantas este se movió, como si envolviera algo vivo dentro, se acercó con sigilo, evitando hacer el mayor ruido posible pero al parecer una simple pisada basto para perturbar el silencio. Tan pronto cuando dio un paso lento el sonido retumbo y el gran bulto se movió de nuevo y de esto comenzaron a salir dos llantos muy audibles, el llanto de un par de bebés. Camus rápidamente se acercó hasta la cama y abrió el gran bulto, dejando ver a un par de recién nacidos que lloraban a todo pulmón, como pudo el tomo a ambos en brazos, y se acostó en la cama para mecerlos con suavidad.


-Ya, ya, tranquilos, perdonen por despertarles, siguán durmiendo- exclamo sereno, en un tono que tranquilizo ambos pequeños, quienes se durmieron nuevamente.


-¿Cómo lo sabias?- pregunto Milo acercándose con sigilo para no despertar a los pequeños.


-No lo sé, cuando vi el bulto tuve uno de tus presentimientos o lo que dices tú que te sugiere el clima.


Milo se sentó en la cama del lado derecho de Camus, abrió acomodo las frazadas cuando noto una nota pequeña que cayó al suelo, fue a tomarla y se recostó al lado de Camus, quintándole a la pequeña para mecerla con suavidad.


-¿Qué dice la nota?- pregunto mirando al pequeño dormir- tiene mi cabello.


-Ella también- sonrió Milo y tomo la tarjeta- disculpen la demora en responder la llamada, no especificaron que querían, firma la cigüeña, posdata por decisión de los dioses el papel a desempeñar como la madre es Camus de Acuario, Milo de escorpio tu prontuario es demasiado extenso para darte esa tarea.


-¿Por qué la madre?- pregunto mirando al menor sonriendo, acerco su mano derecha y el pequeño se aferró fuertemente a su dedo índice.


-Aquí dice papel de madre-pensó Milo- un momento ¿Cómo que prontuario? Solo por divertirme en mi juventud.


-Aun lo haces-le replico Camus-


-Aun soy joven- sonrió en burla- estos dioses ¿Quién crees que allá sido?


-Me da igual-


Milo sonrió al ver el rostro apacible del santo de acuario, pareciera que el niño lo tenía posesionado, miro a la pequeña que tenía en brazos, idéntica a su hermano, con mechones turquesa, sus ojitos estaban cerrados pero el podía dar por seguro que ella tenía ojos azules, como él- Camila.


-He- miro el santo de acuario sin comprender.


-Mi hija se llamara Camila- sonrió explicando- y el será Camilo, los hijos de Camus y Milo.


Camus lo miro molesto, como si lo que hubiera dicho fuera una broma de muy mal gusto, aunque en algo estaba de acuerdo, los nombres eran perfectos hasta cierto punto. Vio los ojos del escorpión, como si la decisión de los nombres de sus hijos fuera una cosa definitiva y no podía decir que no, a la mañana siguiente eso se arreglaría, después de todo, los dioses decidieron los papeles y una decisión delos dioses no podía ser tomada la ligera, debía ser respetada, ya habían vivido el castigo por retar el designio divino y con ello Camus tenía una ventaja.


Al día siguiente la noticia en todo el santuario se difundió como pan caliente, dos niños habían aparecido bajo la luz de la luna en casa de Acuario, era imposible que alguien hubiera traspasado las doce casas para dejarlos. Camus decidió por los nombres, Henri para el niño y Camila para la pequeña.


Milo tan pronto como llegaron los niños cambio su rutina, cambio los fines de semana en los bares por pasar las tardes de la semana en los parques infantiles, cambio la noche de la hora feliz por las visitas mensuales al pediatra, se vio obligado a cambiar sus  tardes de películas con Camus por tardes de películas infantiles y las noches con su amado galo en la cama por noches sin dormir o durmiendo con dos pequeños en medio.  Camus en cambio un poco su rutina, de estar solitario en el templo de Acuario a pasar todas las tardes con uno de sus hijos en brazos, paso de leer alguna novela de su vasta colección de libros en la biblioteca a leer cuentos infantiles casi todo el día, cambio en parte sus visitas a sus camaradas por organizar reuniones de juegos para sus mellizos.


Milo miraba al cielo a diario, no lo veía como siempre, ni las más fuerte tormenta parecía ser un mal augurio, ni el calor más extenuante parecía  una advertencia divina, con una sonrisa veía el porvenir, aunque claramente el clima le advertía a los mellizos de sus días de vacuna, visitas al médico, mientras que los días de sol con un clima agradable sus padres los llevaban de paseo a algún parque infantil cercano o recibían algún juguete nuevo.


Fin

Notas finales:

Gracias por leer, ahora el momento que todos esperaban, saber cuál será el siguiente fic que publicare, la competencia se mantuvo reñida (>_> desgraciadamente solo hubo cinco votos de entre todos los que me dejaron review) y el gran ganador fue (resueno de tambores) Por tres votos contra dos, y el tercer voto fue de un anónimo (alguien que en su Nick dejo anónimo)

Cuidando de Un bebe: Votaron Aurora, mixi love 2 y Anónimo.

Regulus es un bebé de 11 meses, hijo de Aioria y Marin, Sus padres se van a una misión donde tardaran buen tiempo y dejan a cuidado de los caballeros dorados al pequeño, pero dará muchos problemas y los caballeros dorados solo se preguntan una cosa ¿Cuánto más van a tardar Aioria y Marín en su misión de la que nadie sabe nada?

Gracias a todos los que votaron,  próximamente este fic saldrá a la luz  y las gran pregunta de todas ¿Qué tan terrible es Regulus? se responderá la próxima semana

Algo que se me ocurrio para que sonrían antes de terminar:

Mu: ¿Quién será m pareja? ¿O soy soltero?

Saga: Quiero con la oveja.

Aioros: soy el hermano de Aioria, ¿Por qué los doce tenemos que cuidar del Bebé? Conmigo basta.

Shura: Aioros será tonto en tu fic?

Aioros: Cabrira!

Shura: que sea un poquitín tonto, por llamarme cabra y den la razón de porque él no lo cuida.

Seiya, Shiryu, Hyoga y Shun: ¿Nosotros vamos a aparecer?

Milo: =) Camus y yo estaremos juntos? Di que sí, no seas mala.

Camus: he, por favor dile que no.

Aioria: quiero conocer a mi terrible demonio de Tasmania.

Dohko: cuando nacieron los dorados, cuando nacieron los dorados lost canvas, ahí aparece, recuérdalo leo.

Shion: ¿para cuándo Dohko y yo tendremos un hijo?

Dohko: En Dones tuvimos.

Shion: No, en Dones se nombra que tendríamos hijos, las almas serian enviadas y el bla bla bla, pero nada de cómo se llaman, o quien los va a tener,  como los vamos a criar ò_ó quiero un hijo ya.

Aldebaran: vas a hacer un fic donde mandes lejos a los personajes de Omega? Sería bueno descargar tus frustraciones con ellos,

Maxi: la la la la la no oigo soy de palo, no oigo soy de palo tengo orejas de pescado, no oigo soy de palo tengo orejas de pescado la la la la la la.

=) Hasta la próxima.


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