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Possessīvus por AyatoSakamaki

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Y fue ahí, en medio de esa oscuridad, entre esos cuerpos sudorosos que bailaban acorde a la melodía que resonaba en los parlantes, que su mirada finalmente se topó con aquella delgada figura. Shinji Ikari, aquel muchacho que había capturado completamente su atención, aquel individuo que significaba su completa existencia.

Le parecía increíble, que después de 15 años, hubiera conseguido dar con su ubicación. Le había buscado incansablemente por los últimos ocho meses, se había asegurado de investigar personalmente a aquellos individuos que llevaban el mismo nombre. Desgraciadamente, en aquel universo, la población japonesa no era minúscula, como lo fue en su otra vida, cuando su cuerpo no era más que un contenedor. Ahora el país tenía incluso a más de un Shinji Ikari entre sus registros.

Por simple intuición, luego de convencer a sus padres de viajar específicamente a japón para cumplir su tan anhelado capricho, decidió iniciar su año escolar en esa escuela perdida entre el bosque, cercana a un pueblo sin importancia, donde precisamente se encontraba un estudiante llamado Shinji Ikari.

La satisfacción de encontrarse nuevamente con aquella mirada azulada, no tenía equivalencia en palabras. Aún podía saborear la excitación en su paladar.

Sin embargo, nada sería fácil. No podía simplemente acercarse al castaño y anunciarle que compartieron una historia en otra vida. Lo catalogaría de enfermo mental e incluso acosador. Debía calcular sus movimientos. Al menos, había logrado captar su atención, pues en más de una ocasión, el jovencito había reaccionado y correspondido a sus miradas.

Kaworu suspiró, enfocándose en la punta de sus zapatillas, mientras intentaba permanecer escondido entre esas dos columnas que decoraban las paredes del local.

Sólo había planeado distraerse, relajarse un poco y enfriar su cabeza, antes de comenzar a planear su siguiente movimiento, para lograr acercarse al moreno. No obstante, nunca imaginó que se lo encontraría ahí. Inocentemente, pensó que Shinji Ikari seguiría siendo aquel tímido joven que se rehusaba a tener contacto con las personas. Pero ahí estaba, el pequeño se encontraba completamente pegado al cuerpo de una jovencita, frotándose con una clara insinuación.

Por primera vez, experimentó aquel ardiente sentimiento. Celos.

Imaginó que a esas alturas, el muchachito ya debió haber experimentado su primera relación sexual, la forma con la cual se apegaba a la fémina, no parecía de un joven inexperto, podía percibir incluso las ansias de llegar a algo más lo antes posible.

Sin poderlo evitar, su mirada se endureció, y probablemente, debido a la intensidad de la misma, Shinji logró percatarse de su presencia.

Cuando la mirada del castaño cayó sobre su propia figura, cambió inmediatamente la expresión que vestía su rostro, intentando aparentar tranquilidad, obsequiándole una dulce sonrisa. Fue entonces que la dicha lo dominó, cuando Shinji dejó de prestar atención a su compañera, y simplemente se enfocó en él.

Inmediatamente, lo llamó. Esperando y deseando que respondiera de forma afirmativa y se acercara hasta su posición.

Pasaron sólo un par de minutos, hasta que la canción que tocaban finalizó, dando partida a una nueva tonada, un poco más tranquila que la anterior. Entonces, aprovechando el lapsus, Shinji susurró algo en el oído de la joven, para después apartarse de ella y caminar directamente hasta su ubicación.

Su corazón dio un vuelvo, y no pudo evitar arrepentirse al haberlo llamado sin planear una razón previamente.

— Hola. —Saludó el castaño, sin sonreír, mostrándose pequeño e intimidado, intentando ocultar esa imagen con una mascara de absoluta indiferencia. No pudo evitar enternecerse ante tal actuar. Estaba frente a un Shinji Ikari que no había conocido jamás, este jovencito no había pasado por una serie de rechazos ni malos momentos, era un adolescente común y corriente. La duda lo embargó, ¿Seguiría poseyendo aquella esencia que caracterizó al primero?

— Hola, ¿Shinji Ikari? —Preguntó, aparentando ignorancia. El castaño se ruborizó mientras asentía, sin embargo, su expresión no cambió, se tornó mucho más seria, incluso cuando en medio de la oscuridad, se podía percibir aquel oscuro tinte carmín decorando sus bronceadas mejillas.

— Sí, y tú eres Kaworu Nagisa, creí... Que me habías llamado. —Anunció, titubeante.

Kaworu asintió, y maquinó una excusa rápidamente.

—Sí, no creí encontrarme con alguien del salón por aquí. ¿Vienes a menudo?

—Oh, no, no mucho. Y no deberías extrañarte, es el único lugar en el pueblo. — Inmediatamente, se arrepintió por su comentario casual, había olvidado que ahora estaba en un pueblo, era obvio que no abundaran esa clase de locales en una comunidad tan pequeña. Sin poderlo evitar, soltó una ligera carcajada, la cual llevó al castaño a ponerse a la defensiva. — ¿Qué es tan gracioso?

Nuevamente rió, y una vez que el sonido cesó, le otorgó al más bajo una amplia sonrisa, la cual exponía su pálida y perfecta dentadura. Negó un par de veces, antes de retomar la palabra.— Nada, olvidé que sólo existía este lugar. Espero no haber parecido un tonto por comentarlo.

Automáticamente, Shinji se relajó y devolvió la sonrisa a Kaworu. De esta manera y sin previo aviso, iniciaron una conversación amena. Gracias a la suave melodía, pudieron compartir más de un comentario trivial, intercambiando información del otro, acercándose cada vez más al cuerpo ajeno, para que el intercambio de palabras no se viera interrumpido por los repentinos gritos que emitían los demás jóvenes presentes.

En medio de aquel cálido y cómodo ambiente, Kaworu invitó a Shinji a beber un trago, logrando encontrar a la joven morena, observándolos desde el otro extremo del espacio, atenta a cualquier movimiento que ellos efectuaran. Ensanchó la sonrisa, al verla bajar su mirada, notablemente desilucionada, cuando Shinji no la miró de vuelta y simplemente avanzó junto a él hasta la barra.

— ¿Qué es tan divertido? —Preguntó el moreno, mientras acomodaba su pequeño cuerpo sobre el banquillo. Kaworu optó por permanecer de pie, utilizando su postura como excusa, para mantenerse cerca del castaño.

— Bueno... Acabo de ver algo patético.— Respondió, sin deshacer la curva en sus labios, mientras levantaba un brazo, para llamar la atención de la joven rubia que atendía el lugar.

 

Notas finales:

Muchas, muchas, muchas gracias por los comentariosb25;

En serio no creí que fueran tan buenos. Releí la historia y encontré un sin fin de errores, pero por no conocer bien la página, no supe cómo corregirlos(?)

Espero que este capítulo esté mucho mejor escrito, quizás es algo más corto, pero necesitaba publicar algo, antes de que lo olvidaran(?)b25;

 


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