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En el amor no se manda por MidNightFlower

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Notas del capitulo:

Hola pequeños, finalmente, despues de una larga pausa con esta historia, finalmente me descido  terminarla! +w+ Lo haré en 2 capis - 1 epilogo (sip! a mid le gustan los epilogos xD)

Les pido un perdon y espero que este capi pueda aminorar su molestia por la larga espera!

Mil gracias por sus preciados comentarios: Rene, Adhara Altair, Anonimo, Maggie, Louise08, x3, Fudanshi_kun, A.A.A.M, Alexandra, Tess Malfoy y Megasikent!"

A leer se ha dicho!

Aun en sus deliciosas vacaciones, Draco apretaba los labios de vez en cuando para que no se escapara esa amplia sonrisa que estaba bailando en su boca al pensar como descaradamente había perdido la virginidad a manos de sus parejas destinadas. Su lado veela y su herencia licana finalmente estaban en paz pues sentían seguros a esos hombres más ardientes que el sol, que estaban recostados descansando de lo lindo apenas y cubiertos por las sabanas, no dejado nada a la imaginación. “Aunque me duele el trasero como los mil demonios, estúpido Bill ¿Por qué esta tan grande? Y el tonto de Charlie no se queda atrás…” se dijo con un puchero.


Charlie tarareaba una melodía moviendo su cabeza sobre sus brazos cruzados, mientras Bill leía uno de sus clásicos libros de viaje. Regresó a ver la sortija en su dedo y sonrió. Sí que había sido uno de sus mejor cumpleaños y al recordad “esto” y “aquello” de la tarde anterior sus mejillas pálidas ganaban color.


-¿Y dónde nos casaremos? Porque no quiero algo simple y común- dijo rompiendo el silencio. Los mayores se regresaron a ver tratando de contener las risillas que les daba la fiereza de su dragón que estaba parado con los brazos en jarra justo como había llegado al mundo. Si se veía imponente, pero era curioso que toda la pena que le daba de encontrarse desnudo se le resbalara cual mantequilla.


El domador de dragones se acercó travieso tirando de su brazo para volverle a recostar en la cama. Sintió su ligero temblor y sonrió triunfal al notar lo dócil que se había vuelto.


-Donde tú quieras dragón…-murmuró repartiendo húmedos besos en la base de su cuello –si quieres que sea en Tahití, Venezuela, Croacia o en la cima del mundo ahí será-


-Aunque espero que sea algo pequeño e íntimo…- dijo Bill tomándolo del rostro para besarle lentamente.


-Pero yo no lo voy a planear solo ¿eh? Más les vale que pongan de su parte-amenazó intentado sonar mucho más firme de lo que se sentía pues su cuerpo comenzaba a reaccionar a los dulces besos repartidos por su cuerpo.


-Claro que sí, tenlo por seguro- asintió el ojiazul acomodando un mecho rubio tras la arrebolada oreja.


-Aparte, tenemos tiempo para pensar en ello dragón y más aún para que sea realidad pues aunque pedimos tu mano, no es para que nos casemos mañana- Draco frunció el ceño –es una promesa que hacemos para que seas nuestro cuando cumplas dieciocho y también es una señal de que estas apartado- chasqueó la lengua divertido.


-Tonto…- dijo en un siseo colocándose a horcajadas de Charlie acechando sus labios con brio. Los amaba demasiado, tanto que realmente deseaba poder ser así de feliz todos los días a su lado. Quería creer en esa promesa y se aferraría a ella con uñas y dientes pues la felicidad que tenía era algo que merecía ser protegido. –aunque solo me preocupan mis padres… mi papi Remus sabe de mis sentimientos por ustedes, pero padre…- Bill le acarició con cariño la cabeza haciendo que lo regresara a ver.


-Descuida Dray, aunque suena a algo difícil y titánico, ten por seguro que nosotros nos encargamos- eso lo esperaba y en verdad lo deseaba.


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Con pesaroso semblante, Ron suspiraba. Sirius estaba contando una de sus entretenidas historias de su época en Hogwarts y aunque en otro momento hubiese estado destornillándose de risas, esta no era la ocasión.


No comprendía porque le afectaba tanto una escena que no debió ver, pero que no tenía que significar nada para él. No es como si sintiera algo por ellos ¿o sí?


“No me importan… claro que no…” rezongó irritado pese a la insinuación que hizo Sirius sobre los sentimientos de los gemelos con respecto a él “como si aquello pudiera ser cierto. Para ellos solo soy un objeto para pasar el tiempo y divertirlos…”


Eso se veía aún más triste y con un suspiro, recargó su rostro sobre su mano apoyada sobre su codo. Escuchó un chasquido cerca que captó no solo su atención, sino la del mayor quien se puso al instante de pie.


Tal  y como lo dejaron en la mañana, Regulus Black aun lucia su cabello generalmente acomodado pulcramente en rizos, totalmente alborotado y vistiendo ropa tan muggle que seguro y su madre lloraría sangre de verle.


-Ven Sirius, tenemos que ir a casa de los Riddle-Potter- dijo Regulus con el ceño fruncido extendiéndole la mano. Ron los miró a uno y luego al otro. “¿Qué está pasando?” se preguntó curioso. Conocía a ese par y las largas peleas que solían tener pues el menor tardaba mucho en perdonar al de ojos como la tormenta.


-Mi vida. ¿Eso quiere decir que me perdonas?- Sirius lucía ojos brillantes y aunque no tenía su forma animaga, pudo casi notar como movía el rabo.


-No- dijo secamente apretando los labios -Sin embargo esto es importante y entre más gente venga mejor- a Sirius aquello le dio mala espina. Pero si su adorado Regulus estaba haciendo de lado su berrinche, quería decir que era algo trascendental y que no era broma que necesitaba su ayuda.


Por Reg era capaz de lo que fuera y si podía estar cerca de él después de hacerlo enfadar, tal vez serviría para que le perdonara con mayor facilidad.


-Lo siento Ron, pero no puedes venir… esto es algo… delicado- dijo enmarcando con precaución esa última palabra. El pelirrojo asintió. De todas manera, no esperaba acompañarles sintiéndose de esa manera tan extraña.


-No se preocupen por mí, por allá esta Hermione y Zabinni, así que iré con ellos, descuiden- contestó con la mejor expresión que pudo. Sirius rascó nervioso su prematura barba y juntando las manos pidió perdón.


-Prometo compensarte pronto cachorro- aseguró algo preocupado por dejarle. Sin nada más que agregar, los adultos realizando una aparición, se desvanecieron frente a sus ojos.


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La situación tensa, las miradas que iban de un lado a otro. Parecía una eternidad pese a que solo equivalía a un par de segundos  de terror que se cimbraba en el pecho del mayor de los Potter-Riddle. Severus instintivamente se puso delante de él para que no cometiera una tontería y los rayos comenzaron a volar de un lado a otro en la siguiente fracción de segundo.


-¡Ya basta padre!- lloriqueó  Harry molesto por no poder emplear magia fuera de la escuela –¡Por favor papá!-  pidió, pero ninguno de los dos parecía querer escucharlo.


-¡Mi dios Prongs! ¡No deberías hacer magia en tu condición!- dijo Sirius llegando justo a tiempo evitando que un crucio alcanzará a Severus; ya suficiente tenía con evadir los conjuros a diestra y siniestra que lanzaba el ministro furibundo.


Agradecía infinitamente a la pequeña Merope quien ni tarda ni perezosa, se comunicó mediante la red Flu con Regulus pidiéndole ayuda entre hipidos. Sirius se hizo desde hacía tiempo la firme promesa de ayudar a su querido ahijado en lo que pudiese y si eso implicaba proteger al murciélago grasiento que escogió como pareja, eso haría; incluso si tenía que pelear con James.


-¡Maldito traidor! ¡Tú lo sabias y no me dijiste nada!- gritó James encolerizado ahora apuntando su varita a su mejor amigo.


-¡Vamos Prongs no te pongas así! Eso no le hace nada bien al bebe- pidió lo más calmado posible –sé que cuando éramos niños muchas veces intentamos matar a Snivellus e incluso una vez casi lo logramos, pero piensa en Harry y lo triste que se pondría- trató de razonar, pero James era oídos sordos.


-¡Estoy pensando en Harry y lo mucho que le beneficiaria que ESE no estuviera aquí!- chilló molesto. No podía permitir que un rabo verde como Snape contaminara a su bebe; por Merlín que Harry en su opinión, merecía a alguien mejor.


-¡Pero él le quiere!-


-¡Él no sabe que es lo que quiere, es un niño!-


-Por favor Prongs que también te diste cuenta de su preferencia desde que era más pequeño- exclamó Sirius la más grande obviedad que siempre se negó a aceptar James. Apretó os ojos luchando con su ira.


-¡SILENCIO LOS DOS!- gritó Tom haciéndolos callar al instante y deteniendo cualquier chispa que saliera de las varitas alzadas –Harry, hazte a un lado- siseó de manera peligrosa sin apartar su varita del pecho del pocionista.


-No padre, yo lo amo…- dijo abrazándose a Severus, en la idea de actuar como una especie de escudo humano, por más que su adorado le dijera que no se expusiera de esa forma.


-Tienes 5 segundos para soltar a ese traidor, Harry-


-Ya dejen de pelear…- pidió la pequeña Merope bajando las escaleras con las mejillas bañadas en lágrimas  -¿Por qué padre le está apuntando a Sevy? ¿Por qué le quieres hacer daño?-


-Vuelve a tu habitación pequeña- pidió James de manera tensa.


-¡No! ¡No le hagan daño a Sev!- dijo corriendo también a abrazarlo.


-Maldito murciélago grasiento…- sollozó James maldiciendo a las hormonas que lo aquejaban –¿Qué les hizo a mis dos hijos?- Tom se relajó un poco al sentir la cabeza de James sobre su hombro. Resoplando, acarició los cabellos de su esposo y sintió su frágil cuerpo temblar. Estaba harto de lo que pasaba, pero con sus dos hijos en plan de protección, no podía mantener la varita alzada.


Tanto Sirius como Regulus se regresaron a ver ante esa señal de pausa; podían tan siquiera darse un respiro para relajar sus agarrotados cuerpos. Severus como pudo, devolvió el abrazo a Harry y la pequeña Merope y Tom, aun con sus ojos enrojecidos, le apuntó con su índice.


-¡Tu! Comienza a explicar, ahora-


Tragó con dificultad y regresó a ver los ojos verde brillante que buscaban los suyos. Su querido niño en ese arranque de valentía dijo cuanto lo quería y era el momento de regresarle el sentimiento; lo merecía.


-Ministro… yo amo a Harry con toda mi alma y quiero hacerle feliz- dijo con su voz de la manera más cálida que pudo. Aunque externar su sentir no era su punto fuerte, por y para Harry haría un esfuerzo.


El niño se le quedó viendo con ilusión al escucharle de esa manera tan correcta, tan franca y sin un ápice de duda decirle que lo amaba.


-Severus…-


-Te amo Harry- dijo sintiendo sus mejillas arder.


El menor tan pronto escuchó eso, de un salto se colgó de su cuello para besarle.


-¡No es justo, yo también quiero besitos!- chilló Merope dando brinquitos.


A James casi se le sale el alma por la boca y Tom solo podía rechinar los dientes ante tal exhibición.


-¡Suelta a mi hijo en este instante!- chilló James aproximándose a quitarle a Harry de encima, pero el menor se negó rotundamente a soltar.


-Severus, tu y yo, tenemos que hablar  y me explicaras tus intensiones y lo que planeas hacer- dijo con tono frio y distante. Parecía que le costaba mucho mantener los estribos, pero estaba haciendo un descomunal esfuerzo. James hizo puchero.


-¡No padre! ¡Promete que no le harás nada a Severus! ¡Promételo! Si no, no irá contigo- dijo Harry retándole con la mirada tan roja como la suya.


Tom ya había visto esa determinación antes; esa fiereza ante las cosas amadas era un rasgo tan característico en James que era increíble como Harry sin más lo heredó.


-No tengo porque prometer nada- dijo con molestia Tom –sin embargo por esta vez, le dejaré hablar y ya después juzgaré que es lo prudente por hacer- fue la mejor negociación que Harry esperaba tener y asintió.


-¡Tom! ¿Vas a dejar las cosas así?-


-James, deja de contrariarme y ve a la habitación a dormir-


-No. No me moveré de aquí hasta que el murciélago pague por corromper a mi Harry- dijo cruzado de brazos. Incluso el mismo comprendía si incapacidad para poder siquiera vengarse un poco debido a su pronunciada etapa de gestación, sin embargo su vena guerrera se negaba a dar las cosas por sentadas así de fácil. Pensó que Tom por su fiera manera de amar, defendería con uñas y dientes a su tesoro, pero tal pareciera que prefería irse por la manera diplomática. Bufó exasperado.


-Yo los acompañaré para cerciorarme que nada malo suceda- dijo Sirius de manera inocente interponiéndose entre los dos hombres. Estaba seguro que Regulus lo vería como un héroe y tal vez lo dejaría dormir en la misma cama esa noche. Sonrió antes de tiempo.


Esperaron largo tiempo en la sala. James de tanto en tanto sollozaba abrazando con fuerza a Harry. Todos en la habitación comprendían que eran las hormonas las que lo traían así de voluble y Harry suspiró. Realmente esperaba que su padre fuera prudente y no dañara a su Sev.


Mi Sev… que lindo suena” se dijo con júbilo.


Regulus entre dudas, decidió que lo prudente ahora era darles su espacio. Dudaba que pasara a mayores como presagiaba cuando llegaron, por tanto, decidió regresar a su casa. Ya no estaba tan molesto con Sirius pues contrario a su dispersa naturaleza y burbujeante personalidad, actuó de la mejor manera posible y lo sorprendió. Ya después hablaría con él sobre su propio asunto entre manos.


Con James y Merope dormidos en el sillón, solo Harry permanecía inamovible en su lugar, esperando, anhelando que todo se resolviera. Para él no era nada del otro mundo amar a Severus, era tan sencillo como respirar; por tanto no comprendía ¿Por qué la sorpresa y alarma en sus padres?


-Es lo mejor que conseguimos cachorro- exclamó Sirius con una sonrisa triunfal bajando las escaleras –por tanto, les dejaré un rato a sola que seguro y Regui ya se fue a casa- dijo buscándolo con la mirada.


-¿Padre no le hizo daño a Sev?-


-Claro que no, yo soy el fiel guardián- dijo golpeando su pecho con el puño como si fuera un fiero guerrero –nada malo jamás sucederá en mi guardia –le guiñó el ojo –ahora si me disculpas me voy. Ya después hablaré con Prongs detenidamente- dijo con un bostezo. Sabía que sería la plática más larga que hubiese tenido con su amigo del alma –buena suerte Harry-


-Gracias por venir Sirius- dijo el menor agradeciéndole de todo corazón.


Su padre Tom fue el siguiente en bajar las escaleras y solo le dedicó una férrea mirada. Quería a su cachorro, pero no comprendía con exactitud qué fue lo que vio en Severus para desarrollar algo tan fuerte como el lazo que les unía. Si bien el pocionista era alguien fiel y obediente, alguien en quien confiar, pero ¿algo así como pareja? No lo veía así de ese material; sin embargo si lo pensaba fríamente, el mismo no era quien para juzgar. Él también era muy parco y distante la mayor parte del tiempo y si no hubiese sido por la terquedad y amor infinito de James, probablemente jamás hubiese descubierto que tan siquiera pudiera albergar sentimientos tan diferentes a los hambre por el poder y destrucción.


-Entonces… ¿si puedo salir con Sev?-preguntó detenidamente.


-Si- dijo tronando sus dedos con cara de desagrado. Por Circe que era difícil aceptar que su pequeño pensara siquiera en el amor a tan corta edad.


-¿Y podemos salir y besarnos con libertad?- el ministro Riddle gruñó exasperado.


-No tientes a tu suerte- “entonces eso es un no…” se dijo Harry bufando por la nariz, antes de responder de la peor manera que se le ocurrió recordando la infindad de historias que escuchó de sus padres en la escuela pues cuando comenzaron a ser novios, su padre Tom fue maestro de Defensa contra las Artes oscuras de su papi James y solo eran mayores que el por 3 años.


-Entiendo padre, entonces será como cuando tú y papi estaban en la escuela, yo solo deseo emularlos- su sonrisa socarrona lo exasperó. Esa extraña mezcla de Gryffindor y Slytherin en su interior sí que era de cuidado.


-Pequeño mocoso- gruñó Tom, viendo a Harry correr entre risas, en dirección de Severus.


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Aun con Zabinni, Pansy y Hermione, Ron suspiraba de tanto en tanto. Al parecer habían ido al centro debido a otra apuesta entre Blaise y Pansy, quien no se rendía en doblegar al moreno, sintiéndose aun humillada al haber perdido y con ello tener que hacer los deberes del italiano por todo un mes. Eso se lo pagaría.


Esta vez la apuesta era reunir evidencia sobre quién era el dominante y quien era el que recibía en la relación de Theo y Longbottom. Aunque para ambos era más que obvio de quien se trataba, el mero morbo por evidéncialos era lo que hacía más interesante el desafío.


Pansy por su parte, no sabía porque se sentía a gusto con la hija de muggles que era Granger, sin embargo en su nueva afrenta no pudo evitar involucrarla como su segundo al mando. Era linda y muy solicita, por tanto, la compañera perfecta; aunque por un tiempo decidió evitarla debido al peculiar incidente en el que se intoxicó con una poción mal hecha, pensó que volviendo a tratarla, las cosas volverían a la normalidad.


“Solo fue mi imaginación” se dijo muy segura mostrando una sonrisa de lado ignorando los pequeños estragos que aun hacía en su mente. Esa vez sí que la invadieron pensamientos extraños sobre Granger, sobre lo preciosa que se veía arrebolada, la sensación de sus labios y su claro deseo por ella como si quemara “pamplinas” se dijo apretando los dientes.


Ron volvió a suspirar apenas notando la tensión en el ambiente.


-Se te va la vida entre suspiros querido Ronny- dijo Zabinni echándole el brazo amistosamente.


-Estoy bien- contestó en automático sin aparta el cuerpo del italiano que se pegaba con insistencia al suyo con la excusa de camuflajearse con su escondite.


-Shh Weasley, que alertas a la presa- murmuró entre dientes la pelinegra sin apartar la vista de su objetivo. Theo y Neville estaban en su propio mundo en la banca del centro y no parecían notar su presencia. Pansy sostenía con fuerza la mano de Hermione quien rogaba a todos los santos porque no le sudara y obligara a la Slytherin a separarse por el asco que le daba la transpiración.


-Ni siquiera sé porque estoy aquí con ustedes... Debí de haberme regresado a casa- Ron contestó pausadamente.


-Si no vas a ayudar largo. Y tu Zabinni vete a otra lado a conseguir tus propias pruebas porque este ángulo nos pertenece a la ardillita y a mí- dijo con su mejor voz de mando. El italiano hizo su mejor teatro de ofendido.


-Que miedo Pans-Pans, casi temo por mi vida cuando usas ese tono-


-Largo- reiteró en un tono mas alto.


Ron arrastrando los pies comenzó a retirarse, no tenía caso pelear. En otro momento hubiese estado muy nervioso con la sola presencia de la Ravenclaw, sin embargo en ese momento solo podía pensar en sus odiosos hermanos.


-Vale, vale nos vamos como pediste, pero tú te lo pierdes Pansy y mira que nuestra compañía es muy valiosa- la chica rodó los ojos –de mejores lugares nos han corrido- dijo con burla, pero Ron no contestó.


Zabinni mirando el rostro triste de Ron sintió en su pecho una extraña necesidad de consolarlo. Era su preciado amigo sin embargo esa vez cayó en la cuenta de algo que había preferido ignorar.


Pensó por un instante que tal vez no fue algo malo que Pansy los corriera, de todas maneras ya tenía un poco de evidencia de Theo de una vez que lo cacho con las manos en la masa en los baños. Esperaba fuera suficientemente cachondo para la pelinegra, así que no tenía por perder el reto y además, lo mejor del momento era que podía estar con el pelirrojo un rato más e indagar sobre lo que le preocupaba.


-¿Y qué te sucede rojo? has estado inusualmente callado, lo cual es extraño-


-No me pasada nada-dijo apretando los labios.


-Pues no parece nada. Generalmente eres más alegre. ¿Qué te parece si vamos por un helado? la comida siempre mejora tu animo-


-Por Circe, Blaise deja de molestar. No tengo hambre. Sólo estoy pensando- estaba comenzando a hartarse realmente que todo el mundo le preguntara eso. Si quisiera decir lo que le sucedía, lo gritaría a los cuatro vientos, pero no era algo de lo que quisiera hablar y no lo haría.


-¿Piensas en la inmortalidad del elfo?-


-Tonto- dijo con media sonrisa Ron sorprendido por esa respuesta.


-Creo que me gusta más como te ves sonriendo-


-¿De que estas hablando?- preguntó deteniendo su marcha al instante. Eso no le sonó extraño.


-A que eres lindo y...- algo tiró de su brazo, interrumpiendo al instante a Blaise. Ron sintió que casi tropezaba por el súbito cambio de posición y juntó las cejas molesto.


-Yo que tu tendría mucho cuidado con lo que dices pequeño Blaise Zabinni- una voz inconfundible para Ron que lo erizó de pies a cabeza. Antes de poder reaccionar, su cuerpo fue apresado por un brazo y sus ojos azules buscaron el rostro de quien era. "Fred" pensó con su corazón golpeteando con fuerza en su lecho.


-No debes de jugar con las presas de los demás. Eso podría costarte muy caro- la voz de George sonaba peligrosa, pero aún Ron no se sentía con ánimos de verlos.


-¿Que se creen con eso de presa? No soy su juguete- gruñó molesto pese a que sus mejillas delataban su bochorno.


-Tenemos que hablar Ronny- dijo Fred tomándolo por su barbilla para que entornara sus ojos a ellos y solo a ellos.


-Has estado huyendo desde hace mucho y ya nos estamos cansando de jugar al gato y el ratón- la voz felina de George le hizo temblar las rodillas y apretó los ojos.


-¡Sueltenme! yo no quiero hablar con ustedes par de... Tontos trolls- comenzó a forcejear para que lo soltaran, no quería ir con ellos. No quería escucharles decir cuánto se divirtieron con él y nada más; no creía poder soportarlo.


-Pues es una lástima Won-Won, porque no tienes opción-


-Y por si lo olvidas, aún nos debes unos favores- Ron tragó duro. Casi había olvidado su varita maltrecha y se sintió más herido al recordar esos favores como le llamaban a los humillantes actos que lo obligaron a pasar.


-¿Entonces sólo soy eso para ustedes? ¿Un juego?-


-¿Porque no te das cuentas, conejito?- George dijo tan cerca de su oreja que lo estremeció. “¿Darme cuenta de que?” se preguntó con el corazón acelerado. Y como si le hubiese leído la mente Fred se paró delante de él con una cínica sonrisa.


-Nos perteneces, Ron y no dejaremos que nadie más te tenga-


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Solo  un segundo bastó para que su corazón cayera pesado en su estómago. “No está” dijo Bill con el alma pendiendo de un hilo.


La mañana empezó tan bien con ellos acurrucados después de hacer el amor, para que en un descuido, puff… se desvaneciera sin saber con exactitud su paradero.


-¿Ya lo encontrase Bill?- preguntó Charlie tan pálido como él. “¿Qué fue lo que pasó?” se preguntó al borde del deliro. Su dragón, su querido Draco dijo que iba a cerciorarse de no olvidar nada en la habitación de hotel para poder seguir su recorrido, sin embargo tras esperar por su regreso una larga media hora, notaron que no solo no lo encontraban, sino que ya no estaba su deleitante presencia mágica.


-No…- exclamó con una nota de pánico sin dejar de buscar algún indicio de magia que le ayudara a encontrar su paradero.


Charlie confiaba en las habilidades de Bill pues no por nada era maestro de DCAO, sin embargo aquello no le olía bien; si Draco pensaba en huir, se hubiese llevado sus cosas, pero no. Estaban intactas junto al umbral de la habitación del hotel. Además ¿Por qué huiría? Si estaba tan feliz en la mañana, tan radiante planeando de antemano una unión de ellos tres, una vida en conjunto. “Es imposible” se dijo mordiendo el interior de su mejilla.


-Maldición Charles…- exclamó Bill a encontrar un rastro de magia junto al balcón. El haz de luz blanca del localizador se tornó azul lo cual significaba trazas de aparición –esto no es nada bueno…-


-¿De que estas hablando? ¿Qué encontraste?- se sentía ansioso e inquieto, necesitaba un cigarrillo para calmar sus nervios. La espera lo estaba matando y más el misticismo de Bill.


-Este haz de magia ya la había visto antes…


-¿De quién es?- pregunto listo para atacar a quien se tratara.


-Lucius Malfoy…-


 

Notas finales:

Realmente me estoy esforzando por terminar todas mis historias ongoing, por tanto en este momento, este fic y "La fuerza de nuestra atracción" son mis fics prioridad por terminar! +w+

nos leemos en el siguiente capi ya cerca de la final! :O

Les mando muchos besitos y que esten muy bien!~ <3


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