Harry comenzó a desesperarse, pensaba esperar a que Draco regresara a la biblioteca, pero Madame Prince ya estaba furibunda porque las serpientes no hacían nada más que escándalo y cada quien estaba ensimismado con sus cosas “de seguir así ¿Por qué no se van a sus sala común?” se preguntaba la mujer irritada.
-Oye Ron ¿de que tratan tus puntos?- con la pregunta terminada, pudo ver claramente como los ojos azules se iluminaron con brillitos resplandecientes que Harry no pudo evitar sonreír.
-¿Realmente quieres saber, hermano? Mira, deja te explico- dijo al momento que desenrollaba su pergamino sobre la mesa. El azabache observó que había al menos 10 pasos a seguir, si no es que más, pero todo lucia inteligible con su acelerada escritura, peor que patas de araña (pero no podría decírselo porque lo asustaría…)
<…-Primero es la aproximación verbal, tratar de entablar una conversación para encontrar intereses comunes, el paso numero dos es frecuentarla, así podrá sentirse cómoda cerca de mí y podremos conocernos mejor, el paso numero tres seria impresionarla con palabras tiernas para que vea la intención pero sin afán de asustarla-
Harry asintió, tenía mucho sentido y su amigo se veía seguro de lo que decía, aunque tenía sus dudas de donde había sacado dicha información.
-¿Y qué pasa si no se impresiona con las palabras tiernas? ¿O si no lo capta o algo así?- preguntó Zabinni muy interesado sin dejar de ver al ensimismado pelirrojo.
-¡Pues pasas a la parte de las indirectas directas! Insinuaciones, un: tú, yo, grr-
Los dos chicos comenzaron a carcajearse con la expresión “tentadora” de Ron, provocándole que se pusiera más rojo que su cabello y comenzara a darles empujoncitos para que lo dejaran en paz. Aunque para Harry esa no era una mala idea, aparte ya había hecho los primeros tres puntos y no habían funcionado al cien por ciento.
-¡Ron eres un genio!- el pelirrojo abrió mas los ojos y claramente se podía ver como su nariz crecía ante la satisfacción que le provocaban las palabras de su amigo.
-Yo mejor me voy de aquí perdedores, dudo que esas maniobras en sus manos, funcionen- dijo Theo levantándose mientras se estiraba cuando largo es como un felino y recogió sus cosas- me voy con mi novio-
-¡¿Tienes novio?!- gritaron al mismo tiempo Harry, Blaise y Ron ganándose una reprimenda por madame Prince. El chico asintió – y no voy a decirles- dijo comenzando a alejarse muy campante con una sonrisa socarrona pintada en sus labios por dejar a sus amigos con el duda de quién era el susodicho.
-¡Tzk que envidia! ¡Yo también quiero un novio o mínimo una novia!- chilló Zabinni dejándose caer en la mesa haciendo puchero.
-Y yo…- dijo desanimado Harry, pensando cómo era posible que su amigo Theo se tuviera tan guardado aquello y porque él podía ser feliz y radiante, mientras él se desvivía por su adorado pocionista y no recibía nada a cambio.
-¡Descuiden camaradas, que nuestro tiempo llegará y podremos burlarnos de ese Nott cuando vean las hermosuras que nos conseguiremos!- dijo Ron ardiendo con el fuego de la victoria antes de tiempo.
-¿Hermosuras? ¿Estas hablando de nosotros Ronny?- preguntaron los gemelos recargando todo su peso en la cabeza de su hermano, quien comenzó a dar manotazos al aire para que se quitaran.
-¿Quién en su sano juicio los llamaría así?-
-¿Qué es esto?- preguntó Fred ignorando rotundamente a su hermano mientras tomaba el pergamino con ambas manos. El menor de los Weasley inocentemente intentó recuperarlo que es suyo, cayendo (como siempre) en la trampa y comenzaron el juego del gato y el ratón, aventándoselo como si de una quaffle se tratara.
Harry se vio tentado a intervenir pero era tan gracioso verlo tan atento en su afrenta en lugar de ignorarlos para que dejaran de molestarlo.
-¡Devuélvanmelo!- gritó mostrando su varita. Madame Prince encolerizada los echó a todos a patadas de la biblioteca por alborotadores sacándole sonoras risas a los gemelos mientras le lanzaban besos a la bibliotecaria por su poder de “manejar el orden”.
-¿Qué dices Freddy, se lo regresamos?- preguntó el gemelo menor con su sonrisa juguetona en los labios.
-No lo sé Georgy, creo que se ve que va a explotar de un momento a otro- Ron se cruzo de brazos y Harry agradeció que lo hiciera.
-Rony ¿ya te enojaste, primor? Toma a ver si lo alcanzas- y de un salto lo consiguió sorprendiendo a los gemelos que se regresaron a ver. Ron chilló victorioso y les enseñó la lengua frunciendo el entrecejo muy aireado con ambos, mientras jalaba a sus amigos para que mejor se fueran a la cama.
-¿Leíste lo que decía? Preguntó George mirando malicioso a su hermano.
-Por supuesto que si… nuestro pequeño poodle no sabe lo que le espera-
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Cuando regresaron, Draco se encontraba frente a la chimenea encendida observando las saltarinas llamas danzando en una animada letanía, como si se tratará de algo de suma importancia.
Todos se regresaron a ver Ron empujó a Harry para que preguntara, ya que sabía que cualquier problemilla que tuviera el rubio, al primero al que acudiría esa al azabache. Harry suspiró y buscando una frazada, cubrió a su amigo que se sorprendió por la calidez de la prenda; hasta ese momento caía en la cuenta que el frio lo calaba hasta la medula.
-¿Algo que quiera decir Draki?- preguntó mirándolo fijamente a los ojos para que no se fuera por las ramas como si todos los santos en el cielo le hablaran.El rubio negó suavemente; como odiaba que Harry lo conociera demasiado bien y prefirió evadir su mirada-¡Manoseare tu bello cuerpo, de cara a culo hasta que hables, sabes que lo hare!- no pudo evitar sonreír.
-¿Tanto te gusta mis nalgas que no puedes evitar tocarlas?-
-Claaro, no tienes ni idea- dijo en un bufido -Ya enserio, ¿qué pasa? ¿Por qué te estás perdiendo tu sueño de belleza y toda esa metrosexualidad tuya?- el rubio arrugó el entrecejo queriéndole reprochar que no era metro, ya que el hecho que su amigo tuviera cero sentido de la moda y cuidado personal no era su culpa.
Como que no quiere la cosa, le contó lo que pasó hacia solo unos instantes sin omitir detalle alguno, si podía ser sincero con alguien, esa persona era él.
-¿Y eso te tiene así? No inventes Drake, si era bastante obvio…-
-Cállate, que eso no es cierto, es un jodido Weasley y burlarse está en su sangre… y por ello aun no me lo trago, es imposible, digo, tío, estoy buenísimo y estos putos genes de semidiós no ayudan, realmente la perfección enloquece a la gente…- Harry le dio un empujón para que cerrara el pico.
-Ya, ya, ya señor soy demasiado para ustedes pobres mortales, que tu verborrea me da más sueño del que tengo- el rubio hizo un puchero realmente molesto- ¿entonces que harás?- el rubio tomó con ambas manos la frazada cubriendose hasta el cuello –Claro, escóndete ahí…- Suspiró desanimado recargando su cabeza en el hombro ajeno.
-No lo sé… creo que nada….- el azabache quería reprocharle esa respuesta, era absurda- y antes de que digas algo con tu amor al prójimo que aburre, no haré nada porque no estoy seguro de lo que siento, ni por este idiota ni por el otro… nada tiene sentido en mi cabeza más que mis instintos y eso no es bueno, no es lo que yo quiero para mi, ¿lo entiendes?-
Harry no estaba seguro de a qué se refería. Vencido por su brillantez le dio un golpe en su nariz con la punta de sus dedos- olvídalo, tu enfócate en ganar el corazón de Sev y yo me encargaré de mis cavilaciones personales- declaró el rubio levantándose de un salto indicándole que ya era hora de dormir.
*<%*<%<*dos semanas después*<%<*%<*
"Este chiquillo quiere volverme loco" es lo que pensaba Severus Sape mientras observaba de reojo a Harry por encima de su libro favorito de pociones, solo cinco clases y ya no podía mantener la calma. Por más que leía la misma línea de las cualidades que tiene la coloración en una poción, no lograba comprenderla en absoluto, esos orbes esmeraldas atentos al caldero frente a sí, lo mantenían cautivo.
En un principio todo había sido tan calmado, el manteniéndose al margen dándole rápidas generalidades con respecto a la poción que le tocaba realizar y dejarlo con el preciso orden y reglas sin la necesidad de tocarlo más de la cuenta o verlo fijamente.
Tomando la receta Harry comenzaba a agregar los ingredientes al pie de la letra sumido en ello con un anhelante ahínco que a Snape le resultaba fascinante la expresión del menor, tan diferente a la de Draco o incluso la suya que era una emoción silenciosa de la absoluta perfección que era el realizar una poción, empero la sublime faz del ojiesmeralda era todo un bello poema para poder asimilar.
Su rostro cambiaba dependiendo de cada paso que cursaba, comenzando con un nerviosismo inocente ante la desconocida de la receta, el ligero temblor de sus manos y de su labio al callar las palabras que quería decir. La dedicación que empleaba para preparar los ingredientes, la paz que asomaba a través de sus ojos al revolver tan lentamente la mezcla y la sonrisilla triunfal que escapaba de boca al lograr que quedara perfecto.
Sin embargo las dos últimas clases fueron terribles para su pobre corazón, ya que el muchacho cada que podía le hacía insinuaciones demasiado obvias pero parecía no ser consientes de ellas (¿o tal vez si?)
-Profesor, donde guarda la Coclearia?-preguntó acercándose peligrosamente haciéndole retroceder y señalándole el anaquel próximo a la puerta, en el cajón de hasta abajo.
Mostrando su clásica mirada fría e indiferente para demostrar su superioridad a sus bajos instintos primitivos, pensó haberse quitado la tentación de su cercanía, pero el muchachito como no podía agacharse como dios manda, prácticamente su trasero quedó justo en frente de su campo visual, que tuvo que morderse el interior de su boca para contener las ansias de acercarse y amasar esa superficie.
"¿Qué clase de pervertido soy?" Se preguntaba avergonzado de sí mismo, debía de frenar su imaginación que corría libremente.Con todo su auto control pudo agarrar la correa de los salvajes caballos del libido que ansiaban tocar esa seguramente tersa superficie.
Snape estaba encolerizado con el panorama que tenía por delante y sin poder hacer nada y queriendo ponerle fin a aquello se aproximó sutilmente con la gracia de un felino situándose a escasos centímetros del muchacho con la finalidad de ayudarlo a encontrar más rápido el jodido frasco, pero no contaba con que ya lo tenía en mano y cuando sintió la cercana virilidad del mayor le hizo soltar el frasco al instante que se rompió en mil pedazos contra el suelo.
Harry se sintió mal con sigo mismo, ¿cómo había pasado aquello? Y automáticamente se puso en cuclillas para recoger el contenido desparramó.
-Harry detente, te vas a...- exclamó el pocionista tratando de tomar la mano que trataba de recuperar las hojas de Coclearia pero al instante ocurrió lo que quería evitar- maldición - profirió al sentir el corte en su mano y pudo observar las gruesas gotas que manaban sin intención de detenerse.
El menor se sintió desfallecer por lo acontecido por un descuido suyo y sin saber exactamente qué hacer, hizo lo primero que se le ocurrió agradeciendo que es planta no fuera tóxica. Jalando ligeramente la mano adulta metió sin miramientos el delgado dedo a su boca.
Severus tragó duro, no se esperaba aquella reacción del menor ni mucho menos lo que le está ocasionando. Esas facciones angelicales con los ojos cerrados y sus carnosos labios sonrojados succionando su herida tan lentamente que comenzó a sentir una incomodidad en su entrepierna que lo regresó a la realidad alejándose un poco de él.
-¿Que fue eso?- preguntó tratando de mantener su tono ecuánime.
-Mi papi dice que es la mejor forma de parar un sangrado- dijo con las mejillas ruborizadas, aquello debería de ser una broma. "jodido James tú y tus estupidas ideas…"
-Perdona Severus, por mi culpa ocurrió esto, debes de pensar lo torpe que soy...-
-No Harry, fue mi culpa por no prevenir mi acercamiento...- el dolor reflejado en esos hermosos ojos verdes se disipó haciendo que brillaran cambiando el ambiente con su tan familiar sonrisa.
Una corriente recorrió súbitamente su espalda al notar aquello, lo prohibido lo intocable como amar a un santo se apoderó de él. Harry sintiendo el cambio en los maravillosos ojos oscuros, contuvo larespiración.
Sus ojos se mantuvieron estáticos, uno pegado al otro quede ser posible se quedarían así por toda la eternidad, uno contemplando al otro, pero, aceptémoslo, el pequeño no podía estarsatisfecho exclusivamente con ello y ansiaba mas y lo conseguiría acomo diera lugar.
Jugándoselas todas se impulsó hacia delantedescolocando al mayor al sentir ese ligero roce tan delicado yexquisito que no podía rechazarlo.
-Te amo, Severus...- dijo en murmullo el muchacho que Snape no comprendió lo que dijo, sintiéndose presa de esos inexpertos labios que solamente se posaban dulcemente sobre los suyos. Se sentía tan reconfortante, tan embriagante, tan malditamente bien.
Con las últimas fuerzas de su raciocino se apartó del chiquillo “esto está mal” dijo dogma personal dedicándole su gélida mirada que sería de capaz de congelar el mismísimo sol de solo desearlo, dejando Harry petrificado.
-Vete…- dijo en una voz baja pero firme levantándose al momento abriendo la puerta.
-Severus… yo… lo siento es solo que…-
-Dije fuera-
-Pero…-
-¡¡Largo!!- gritó levantando al muchachito por su túnica sin miramiento alguno dejándolo en el umbral de su puerta azotándola contra su nariz.
El torrente de emociones que embargó a Harry no se vio menguado durante todo su recorrido a su casa, sentía esa característica opresión en su pecho que lo abatía de tal manera que no podía aguantarlo y comenzó a moquear. “no me daré por vencido… yo…” ya no pudo continuar su pensamiento ante las inminentes lagrimas que nublaban su visión.
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Por su parte Draco no la estaba pasando nada mal, es mas agradecía que las cosas entre él y Bill no haya cambiado la gran cosa, claro, seguía igual de empalagoso, pegostioso y encajoso de siempre tentándolo con sus claras debilidades por los libros y la música, pero ya no volvió a mencionar los dichosos sentimientos y daba gracias a Merlín por ello.
Podían pasar horas juntos en el cuarto del mayor leyendo alguno de los tantos libros muggle que tenía en su amplia estantería o escuchando música sin la necesidad de pronunciar palabra alguna, no había nada que se comparara a ello y con la presencia del pelirrojo en su día a día con una dosis mínima calmaba su lado veela que ronroneaba ante las constantes atenciones del mayor.
“Estúpido corazón que late acelerado con ese idiota…” se dijo mientras caminaba campante con el libro que le había prestado “grandes esperanzas...” pensó con una sonrisa en los labios, aunque hacia muchísimo que lo había leído era una de las mejores obras jamás escritas. Sin embargo al llegar al gran comedor a la hora de la merienda, notó que los ánimos de sus amigos andaban por los suelos y sintió como la felicidad abandonó su cuerpo. “será para después Dickens…”
-Draco!- chilló Harry abalanzándose a su cuello casi tumbándolo al suelo.
-¿¡Pero qué demonios!?- rugió atónito el rubio sin agregar nada al ver la gran nube de miasma sobre sus cabezas como una lluvia individual y sintió pena. Con sumo cuidado se sentó y los persuadió de que le contaran que rayos les sucedía, aunque claro, era más que obvio que no era porque no podían realizar alguna encantamiento o pócima de alguna materia.
“Ay Sev, ¿porque no te das cuenta de cómo lo tienes?” se dijo sin dejar de acariciar los rebeldes cabellos oscuros.
Para Ron tampoco era un paseo veraniego en el callejón Diagon quitado de la pena ya que la supuesta fase 1 de su plan no había funcionado precisamente como esperaba ya que al cerebro andante no le había dado mucho gusto el repentino interés del pelirrojo y se notaba que le ocasionaba hilaridad la torpeza al poner dos palabras juntas y cuando menos se lo imaginó, Draco ya estaba consolando a ambos.
-Ya, ya, ya… papi Draco está aquí…- dijo palmeando sus cabezas. Como ansiaba tener un tercer brazo para poder comer, su estomago rugía molesto porque lo ignoraba olímpicamente.
-¿Ya tan pronto están abatidos? ¿Qué pasó con lo de conseguir linduras?- preguntó Zabinni tratando de motivar a los chicos que solo lo regresaron a ver con cara de pocos amigos- Uyy perdónenme, pero ese humor de perros no los lleva a ninguna parte-
-Por dios, Blaise tiene razón, Cuatro ojos creí que querías a Severus de verdad y que nada te detendría y tú, cara de huevo de guajolote, ¿no que la dientes de conejo te chiflaba? ¿Fue a caso solo tu bocaza?- los dos chicos aireados por las ofensas se separaron del agarre del rubio.
-A veces te detesto…- dijo Ron ofendido mientras se llenaba la boca con una rebanada de tarta de calabaza- ¡pero tienes razón, no me importa que me vea como si fuera un mal chiste, hare que ame el glorioso piso que camino!-
-Ese es el espíritu Weasley- dijo Draco orgulloso- aunque ningún piso es más glorioso y fascinante como por el que yo paso- el pelirrojo torció los ojos sin dejar de comer.
-Siempre tan arrogante Draco…- dijo Harry mordiendo el interior de su labio.
-Deja de hacer eso que es de mal gusto, suelta tus idioteces y come- Harry quería reprocharle, pero prefirió guardar silencio y cerró los ojos.
Tenía que idear una nueva estrategia para pedirle perdón a Severus, aunque realmente no sentía que debía de disculparse ya que su corazón le decía que aunque sea por unos breves instantes el mayor correspondió su beso con la misma intensidad que él.
“Se sintió tan bien…” pensó pasando sus dedos sobre sus labios como si aun pudiera sentir el suave contacto tan cálido y ansioso del frio pocionista que desde que tenía memoria había amado con todo su corazón.
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Observando el deleitable cielo despejado desde la torre de astronomía, consideraba que era uno del mas grandes privilegios que ofrecía Howgarts ya que dicha vista muy pocos lugares la tenían; esa completa oscuridad tan aparentemente quieta sin una sola nube que opacara el resplandor estelar que parecía titilar como débiles velas revelando las incontables historias que habían presenciado desde tiempos ancestrales.
Agradeció que no hubiera clases y que no tuviera nada que hacer, ya que todo el absurdo papeleo de rutina ya lo había hecho desde mediados de semana, así que podía estar ahí y fumar uno de sus cigarrillos favoritos recobrando un poco el calor que le hacía sentir esa noche fría.
Al contemplar la refulgente luna apenas subiendo, tan lentamente que su resplandor la hacía lucir eterna, tan frágil pero a la vez tan imponente que le recordó con cierta añoranza al hermoso dragón platinado y aquella vez, que parecía tan lejana y tan borrosa que a veces pensaba que había sido solamente un sueño.
-Draco…-
*<%<*%<*%*Flash Back*<%<*%<*
Era principios de enero y había una densa capa de nieve blanca cubriendo todo el paisaje dándole una apariencia quieta, inamovible, perfecta; tan única como jamás la había visto en sus 3 años en Rumania y todos los fines de semana por allá, nada se comparaba aesa visión. Los copos caían tan parsimoniosos y silenciosos que incluso pensaba que era producto de su imaginación.
Sin siquiera pensarlo sus pies lo condujeron a través de amplios jardines nevados con las imponentes casonas de gente elegante y petulante, no tenía ni idea de que hacía por esos rumbos, pero para su sorpresa llego hasta la reja de la gran mansión de los Malfoy y aunque no tenia porque estar ahí, puesto que sus padres aseguraron que estos se iban a ir de viaje, el sentía la necesidad de estar presente, a esos escasos treinta metros de la entrada principal, como si algo en su interior le llamara.
Estaba seguro que era por el dragón divino que conoció esa vez hacia solo dos años, que al instante supo que jamás en su vida había visto algo más bello y fue lo único en muchísimo tiempo que logró desbancar del primer lugara los dragones de su corazón.
Jamás pensó encontrárselo nuevamente frente a frente, pero quién lo diría que para su sorpresa y el regreso de su fe en los milagros, ahí estaba el, de pie con la cabeza mirando al cielo y los brazos extendidos en la espera de poder capturar las lágrimas congeladas de las nubes.
Tanto su grueso abrigo verde pálido como su gorrito gris, estaba ya cubierto con esa fina escarcha, que a él no le importaba más que su felicidad frente a él. “que belleza” fue lo primero que surcó su mente y realizó el primer movimiento de aproximación.
El chico oteó el viento y captando su presencia de repente, se quedó estático. Sus mejillas y la punta de la nariz ardían en profundo carmesí por la baja temperatura, pero sus ojos brillaban por las reflexiones que generaba la nieve, haciendo que notara las suaves vetas doradas alrededor de sus ojos.
Sin poder siquiera recordar su entrenamiento para el sigilo, comenzó a dar grandes zancadas hasta el niño que ante tal proximidad comenzó a temblar ligeramente, fuera de asombro o vergüenza de verlo inocentemente atrapando copos de nieve, pero a Charlie no le importaba, tenía que cerciorarse que no era producto de su imaginación.
-Hola precioso- dijo quitando el exceso de nieve sobre el pequeño cuerpo frente a él que comenzaba a verlo con el ceño fruncido, haciéndolo ver adorable.
-Charlie no deberías estar aquí- molesto levantó grácilmente su mentón de manera aristocrática para disfrazar ese extraño sentimiento que se aglomeraba en su pecho, que no pasó desapercibido para el domador de dragones.
-Cúbrete bien hermoso dragón, que no quiero que te enfermes…- risueño le acomodó el abrigo y el gorro bien sobre la cabeza, con cuidado deslizó sus manos hacia la bufanda que estaba torcida y llena de copos.
Sintiendo los penetrantes ojos platinados viéndolo sin parpadear, clavó su mirada castaña en esos bellos ojos invernales, escudriñó las delicadas facciones pálidas, la respingona y pequeña nariz, las mejillas encendidas, los delineados labios entre abiertos… tan cautivado y embelesado, no pudo contener las ganas de acercarse y jalarlo de la bufanda con un suave y certero movimiento atrapando esa boca que sabia a la gloria, tan inocente y temerosa que permaneció en la misma posición mientras apretaba los ojos.
No tuvo idea de cuánto duró la unión, lo único que sabía era que el tiempo se detuvo, sintiendo que su pecho explotaría en un millar de sentimientos aglomerados en su interior que no tenía idea de donde provenían, solo sabía que debía dejarlos fluir y que encontraran salía en ese beso tan perfecto que no se podía comparar con absolutamente nada de su vida pasada.
-Tonto…- fue lo único que dijo el pequeño con los labios enrojecidos por la presión mientras se separaba del joven y se fue corriendo hacia su mansión.
*<%<*%<*%*Fin del Flash Back*<%<*%<*
Escuchó la puerta abrirse y al rubio quedarse el umbral aturdido de verlo ahí, con la cabellera pelirroja arremolinándose sobre sus hombros como las llamas de una hoguera y las singulares motas del humo del cigarro que lo daban cierto aire de misterio que Draco tardó en reaccionar que debía de hacer.
-Descuida Drake, no muerdo…- dijo sonriente el pelirrojo ganándose que el rubio le mostrara la lengua con gesto molesto.
-Ja, claro, has de creer que soy idiota…- expresó recargándose en el marco de la puerta, decidió enfrentarlo, no saldría huyendo, era un Malfoy por todos los dioses, nadie podría doblegarlo ni tratarlo como un trapo.
-¿No ya te ibas?- esas palabras descolocaron al rubio que se veía desconcertado, pero luego acomodo su postura y movió su suave cabellera recién lavada y perfumada con esa elegante fragancia amaderadade su caro jabón suizo.
-Soy libre de hacer lo que me plazca Weasley, la torre de astronomía no es tuya- eso hizo sonreír mas al mayor. No entendía porque adoraba cada parte de ese chiquillo, pero sabia en su interior que por más que lo intentara no podría dejar de sentir aquello y suspiró dándole una calada a su cigarrillo.
-Eso veo, ya que el hecho de que este Filch, su gata, los cuatro prefectos y maestros patrullando, te viene cómodo…- dijo apoyándose sobre sus codos contra el amplio ventanal, haciendo que el rubio se pusiera en posición de ataque –ya te dije que no te preocupes, ya no te saltaré.
-¿Qué clase de jugarreta estas tramando pecoso?- el hombre solo bufó ante la manera en que lo llamó.
-Es solo que me di cuenta que tengo otros métodos para acercarte a ti, de no ser por Bill y su constante batalla para alejarme no lo abría entendido- el chico se tensó con el familiar calor del cuerpo ajeno tan próximo que solo atino a alejarse escasos centímetros.
-¿Y de que tanta tontería estas… hablando?- preguntó tragando con dificultad. Pensó que de un momento a otro lo besaría, pero no fue así, dejándolo pasmado e incomodo. “¿si no lo va a hacer porque no se aleja?” se preguntó molesto arrugando la frente.
-Que hare que tú des del primer paso-
-Quisieras Wealey…-
-Se que lo harás y yo estaré aquí esperándote, hermoso dragón- dijo en un quedo murmullo en su oreja erizando el vello de su cuerpo.
-Pues quédate esperando sentado porque no pasará ni en un millón de años, cabeza de zanahoria- vociferó exasperado dando la media vuelta cerrando la puerta de un azote.
“Hasta crees que haré algo tan estúpido como besarte, idiota… ni en tus mas locos sueños lo conseguirás Charlie Weasley…”