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El anillo Cavallone por Ren Konae

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Notas del capitulo:

Y de nuevo otra actualización. Advierto que este capítulo tiene un poco de Daemon x Alaude, sólo para sazonar la trama.

Objetivo III: Inicio, reinicio


 


Los pasos de Alaude resonaban en los pasillos de la mansión. A distancia se oía los lloriqueos de Lampo, el guardián del trueno, que era mimado por Primo, tratando que dejara sus lloriqueos y se concentre en la reunión que estaba por empezar. Él prefería llegar tarde para evitarse todo ese alboroto.


 


Tocó tres veces la gruesa puerta de madera. La calmada voz de Primo le dio el permiso para entrar a su oficina. Era un espectáculo el interior del despacho.


 


G estaba gritando al Lampo, que lejos de tranquilizarse lloraba más, mientras Asari, a su fiel estilo, trataba que los dos deje de discutir. Primo suspiraba de vez en cuando mirando a los tres. El rubio se había acostumbrado a ese tipo de escenas cuando sus guardines se reunían, pero él, Alaude, aún le era sofocante e incomodas esas situaciones.


 


Alaude estaba por retirarse, pero recordó el por qué de su presencia. Si quería mantener las calles en paz, sin conflicto entre familias, era mejor quedarse y tratar de llegar a una solución.


 


-Alaude -Llamó Primo Vongola al verlo-, vamos a empezar con la reunión.


 


Alaude miró como Primo tomó su posición de tras de su mesa de trabajo, mientras de a poco la calma volvía.     


  


-Sólo vine porque quiero mantener la paz. No quiero que mis calles haya alboroto.


 


Daemon miraba divertido a todos, en especial al guardián de la nube, a quien le encantaba molestar y provocar, en más de un sentido, pero este lo ignoraba.


 


Alaude mantenía sus gestos de desinterés, pero Primo sabía que estaba atento a toda la información que estaba escuchando. Y los otros guardianes se mantenían callados. Al terminar Giotto esperó alguna pregunta de alguno de ellos, y no se hizo esperar por parte de Lampo, que se rascaba la cabeza y bostezaba, todo el asunto con la otra familia le parecía aburrido.


 


-¿Y cómo se llaman ellos? -preguntó.


 


G hizo un gesto de molestia.


 


-¡Estúpido, el nombre de la familia fue lo primero que dijo! -Explotó G.


 


Alaude sabía que otro escándalo estaba por empezar, ya había terminado la reunión, así que podría irse a la oficina.


 


Daemo vio que Alaude estaba empezando a retirarse. Sonrió perverso. Siguió al guardián, hasta que bloqueó su camino en uno de los pasillos de la mansión, antes que llegue a la sala principal.


 


-Quítate -La voz de Alaude era fría, pero Daemon estaba acostumbrado a ella.


 


La distancia entre ambos fue escaseando. Alaude retrocedió hasta que chocó con la pared. Daemon sonrió encantado, estaba empezando a mejorar el juego. 


 


-Me encanta cuando estás arrinconado a la pared -Le susurró al oído. La respiración de Daemon hacia cosquillas en el cuello de Alaude.


 


Alaude miró sus opciones de escapar, pero Daemon vio sus intenciones, quería divertirse más con la nube errante, pero estaba haciéndose el difícil. Daemon sonrió cuando vio uno de los cuartos de huéspedes cerca, era lo que necesitaba.


 


Alaude sintió un fuerte jalón en su brazo, a los pocos segundos la suavidad en su espalda, después un peso extra encima de él y una respiración agitada en su cuello. Al darse cuenta de lo que estaba pasando se removió inquieto en la cama, aún Daemon mantenía ese semblante divertido.


 


-Déjame -susurró Alaude, en advertencia.


    


-Prometo que lo disfrutarás mucho, es más, puede que hasta tú mismo provoques el siguiente encuentro -Daemon comenzó a besar el cuello de Alaude, dejando pequeños besitos en toda su extensión hasta llegar al inicio de la camisa de este.


 


A su parecer Alaude estaba siendo sumiso y le fascino la idea, hasta que sintió un fuerte golpe en la entrepierna. Obligándolo a soltar el agarre que había ejercido en el rubio.


 


 


-Cuando digo que te quites, es porque tienes que quitarse -dijo Alaude, levantándose de la cama.


 


Alaude se apresuró a salir de allí, sin importarle que tan fuerte fuera su golpe para el guardián de la niebla. En el pasillo se acomodó la ropa, y apresuró sus pasos para llevar a la puerta principal de la mansión Vongola.


 


***


 


Kyouya despertó agitado y sobresaltado. El sueño parecía tan real, al igual que las sensaciones que recibía Alaude de Daemon. El mismo asco y desprecio se instaló en él. A su costado, Dino seguía durmiendo, ignorante de su pesadilla, porque para él lo era.


 


Se tranquilizó y volvió a recostar en la cama, esta vez mirando el techo blanco. Aún estaba oscuro, miró el pequeño reloj que estaba en la mesa de noche, en su lado de la cama, este marcaba las cuatro y media de la mañana. Era demasiado temprano para levantarse.   


 


-Kyo -dijo Dino, entre sueño.


 


Kyouya sonrió. Dino había adoptado la manía de llamarlo en sueños, desde los primeros meses que iniciaron su relación. En un inicio lo llamaba como Kyouya y luego, cuando los años hicieron crecer la confianza, el Kyouya fue reemplazado a Kyo. Lo máximo que le permitió fue el diminutivo de su nombre.


 


Los primeros intentos de Dino por decirle amorcito, avecilla y un etc de apodos por demás cariños, murió de a poco con cada golpe que le daba al rubio. Dino entendió que no le gustaba, por mucho que él se muriera de llamarlo así. Y Kyouya entendió que llamarlo de esa forma era la manera que Dino expresaba su amor, por eso que él tuvo que encontrar un balance entre ambos; una forma que el rubio lo llamara, de forma especial, pero sin caer en lo meloso y una donde él, instintivamente, no quisiera golpearlo por llamarlo de esa forma.  


   


Y al poco tiempo no necesitó buscar más. Dino encontró la forma de llamarlo sin caer en lo cursi. Él no sintió la vergüenza al ser llamado solamente como Kyo. Es más, le encantó la forma tan especial que Dino lo pronunciaba.


 


Kyouya se acercó a Dino, lo suficiente para ver a detalle su rostro ya maduro. Se mordió los labios. Había escuchado hace unas semanas que los otros miembros de alto rango de la familia Cavallone, le estaban exigiendo a Dino la llegada de su primer primogénito. Dino evitaba hablar del tema, pero ambos, Dino y él, sabía que era un tema que no podrían posponer por mucho que lo desearan.


  


Dino ya no era el joven jefe de veintidós años, sino un hombre de treinta cinco años. Los años están corriendo rápido y dentro de poco Dino estaría en la cuarta década, donde las posibilidades de tener un hijo propio disminuiría aún más.


 


Kyouya entendía que era su obligación como jefe dejar un suceder al legado Cavallone, también que él, Hibari Kyouya, no podría darle ese ansiado sucesor. Sólo podría dárselo una mujer. Y el tema de la infidelidad era palpable allí, por mucho que Dino no lo deseara.   


 


Kyouya trató de no seguir pensando en ello, por mucho que estuviera al tanto de la situación, él no sería el primero en hablar del tema, sino dejaría que Dino lo hiciera.


 


Apoyó su cabeza en los fuertes brazos de Dino y este al sentir su calor lo trajo más a su cuerpo. Sentirse resguardado de esa forma evitaba que siguiera pensando en el asunto del heredero y cayera de rendido al sueño.


 


***


 


Las copas de vino eran levantadas. Los seis hombres bebían de un sorbo el contenido y Lampo bebía un jugo de frutas, mandado a traer por pedido de Vongola Primo, mientras el despacho mantenía un ambiente tranquilo.


 


-Tenemos que infiltrarnos en su mansión para saber qué están pensando hacer -dijo Giotto, jugando con la copa vacía en sus manos.


 


-La información que manejo es que harán una fiesta de disfraces este sábado -dijo Alaude, dejando la copa en la mesa.


 


-Eso es poco tiempo -dijo G-. La fiesta es ideal para que uno de los nuestros vaya a indagar.


 


Daemon sonrió. Tenía un plan.


 


-Creo que deberían ir dos -dijo Daemon-. Podríamos ir Alaude y yo -El gesto de desagrado de la nube no pasó desapercibido para el resto-. Mi especialidad son las ilusiones, puedo usarlas si tenemos complicaciones al salir, y Alaude es un espía, podrá encontrar la información que deseamos en el tiempo que dura la fiesta.


 


Giotto reconocía que era cierto. Los más indicados para ir eran ellos, pero al ver el rostro pálido de Alaude intuyó que él no deseaba ir.


 


-Alaude, esto lo hacemos para mantener la paz entre las familias y así evitar complicaciones y que siga estando todo tranquilo -dijo Giotto.


 


Alaude escuchó a Giotto. Él no deseaba más trabajo con las rencillas entre familias. A su pesar Alaude movió la cabeza en afirmación. No tendría más remedio que ir con Daemon.


 


-Excelente. Propongo que el vestido lo use Alaude, eres más pequeño y menudo -comenzó a decir g.


 


Alaude alzó la ceja sin entender. ¿Un vestido? ¿Para él?


 


-¿Estás proponiendo que los dos vayan como pareja? -Preguntó Asari.


 


-Sería más cómodo para Alaude. La mafia respeta a las mujeres. Si Alaude  va vestido de mujer puede fingir que se perdió, si lo encuentras husmeando el despacho del jefe; si va como hombre comenzarán a sospechar de él y estarán atentos a sus movimientos, incluso pueden desencadenar una batalla. A pesar que va Daemon, siempre es bueno prevenir -dijo G, mirando con desconfianza a Daemon.


 


Alaude se arrepentía de haber aceptado la propuesta. El no deseaba vestirse así, su mal humor iba en aumento mientras escuchaba al resto de los guardianes discutir qué vestido sería el indicado para esa noche.


 


Daemon sonreía encantado. Se divertiría de lo grande en esa fiesta.


 


***


 


Dino removió a Kyoya para despertarlo. Desde hace unos minutos se había puesto pálido y sólo decía no. Los ojos azules oscuros de Kyoya le miraron sobresaltados a Dino, la respiración todavía era pesada y agitada, al igual que sus latidos.


 


-¿Un mal sueño? -preguntó Dino, mientras le entregaba un vaso con agua.


 


-Pesadilla -corrigió Kyouya.


 


Dino miró que bebía el contenido de un solo golpe, quería preguntar sobre esa pesadilla, pero los tres sutiles golpes en la puerta de su alcoba interrumpieron su labor.


 


-Jefe, tenemos reunión con los demás miembros de la Familia -dijo Romario, desde la puerta.


 


-Ya salgo -contestó Dino.


 


Kyouya había desarrollado una incomodidad hacía los demás miembros de alto rango de la familia Cavallone, era consciente que ellos no veían su relación con buenos ojos.


 


-Ve. Es tu obligación como jefe -dijo Kyouya.


 


Dino sabía que Kyouya sentía inquietud cada vez que le recordaban  a los otros miembros. No dijo nada, beso a Kyouya en la frente y se retiró de la alcoba.  

Notas finales:

Chicos, los que leen ambos fanfic de KHR, saben que actualizo ambos fanfic el mismo día, pero esta vez no será así. El otro fanfic, todavía está en espera y ese será el que demore más en actualizar, tengo que ver una partes del anime y manga para recordar y seguir escribiendo, actualmente no me es posible hasta fines de Diciembre, que habré terminado el ciclo universitario y tendré tiempo para poder hacerlo, si encuentro tiempo tal vez la espera no sea tan larga.


Regresando a este fanfic, el siguiente capítulo ya tiene algunas líneas escritas, no pondré fecha exacta porque no sé cuando esté, depende que tanto mi universidad me dé tiempo de escribir. A alguien, no me acuerdo si fue en este fanfic o en el otro, preguntó que tanto demoraré en actulizar el fanfic, si es en este se puede decir que es un adelanto de milagro de navidad (?), si es en el otro, pues, no hay ese milagro xD. 


Y espero que disfruten este capítulo, aunque traté de hacerlo largo al parecer no tengo esa suerte. Comentarios son bien recibidos, disculpen si tardo en contestar, pero tengalo por seguro que contestaré sus mensajitos.


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