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Un comienzo para dos por Yang

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Notas del capitulo:

Como para mí, las vacaciones ya se me están acabando, he pensado que debería daros mi regalo de navidad, por lo que aquí os traigo un nuevo capítulo, y mañana, subiré otro capítulo más, debido a que este me parece muy corto y creo que os debo el siguiente capítulo, ya que vendrá el verdadero caos. 

Me levanto a las 10 de la mañana sin muchas ganas por ir al trabajo, pero como me decían de pequeño, la conciencia es una voz muy persistente. Hice levantar mi cansado y pesado cuerpo, y conseguí llevarlo hasta la bañera, donde conseguí meter mi cuerpo y llenarla de agua caliente:

-Honestamente, hoy me importa una real mierda eso de llegar tarde a trabajar-suspiró.

El agua rodeó sus rodillas, las cuales, apretó contra su pecho y comentó de nuevo para sí mismo, escuchando su propio eco en todo el baño:

-Sigo teniendo la maldita manía de hablar en voz alta, cuando vivo solo y el único que me va a escuchar, soy yo mismo-se da un cabezazo contra la pared, con cuidado-¿Acaso soy idiota?

Y no volvió a contestar, ya era casi una regla, el preguntarse todas las mañanas la misma pregunta, la de que si era un idiota…

Gracias al agua, su cuerpo pareció aflojar sus músculos y esto eliminó un poco de la tensión que llevaba alojada en él desde la pasada semana. De repente, a su cabeza, llegaron las imágenes de lo que había pasado con anterioridad en su vida.

 Y su reacción fue la de sonrojarse y ocultar su cara en el agua, hasta la altura de su nariz, mientras las imágenes de aquella noche, pasaban por su cabeza como siendo movidas por un precioso vals, hasta que el estruendo de los violonchelos empezó a llevarle hasta la maldita discusión que habían tenido y entonces, el miedo llego a invadir cada centímetro de su cuerpo, volviendo a la música a un vals oscuro, que imitaba el sonido de los rayos, dentro de su cuerpo, esta melodía que nacía de él, daba pánico y era capaz de meterse en tu interior, y no salir de él nunca más, quedándose agazapada en algún rincón frío de tu cuerpo, esperando el momento justo, para hacerte temblar de pavor.

Se levantó con rapidez de la bañera y tomando una toalla que envolvió con prisas alrededor de su cintura, y dejó escapar el agua; que más que una buena amiga se estaba convirtiendo poco a poco en una vil traidora, por lo que la dejó escapar por el desagüe. Se vistió con rapidez y sin desayunar echó su suerte a la calle, para determinar cómo acabaría su día. El cuál no tardó en demostrar que iba a ser uno de esos días malos. Porque tan pronto como cruzó el primer paso de cebras, un coche frenó demasiado rápido y gracias a la localización de un gran charco de barro creado por la tormenta de la noche pasada, se manchó los zapatos. Maldiciendo su mala suerte, echó a andar, olvidando el perdón de aquel hombre y llegó hasta su trabajo, por fin.

Y fue entonces, cuando una llamada de su hermana le arregló el día y la vida. Tomó la llamada y recibió un:

-¡BUENOS DÍAS VIEJA DE LOS GATOS!-le gritó, destrozándole el oído.

Casi ni le dio tiempo a contestar, cuando su hermana le dijo con rapidez, sabiendo que la noticia iba a ser mala para Ellis:

-Antes de que me digas algo, te llamo porque Kyora me ha llamado, contándome qué pasó la anterior noche y rogándome tu número de teléfono y claro pues yo…-fue interrumpida.

Casi no salgo de mi asombro, cuando le grité:

-¡Elise! ¿No se lo habrás dado, verdad?-quería asesinarla.

Y ella contestó, asustada por la reprimenda:

-Pues la verdad es que al principio, cuando me contaste que lo habías pasado muy mal con él, pensé que no volvería a hablarle, y de hecho, cuando me llamó, le mandé a la mierda, pero me empezó a contar todo lo que había pasado y bueno, yo pensé que lo mejor sería que hablaseis y se lo dijeras todo, pero claro, después de dárselo, me arrepentí, porque debería habértelo dicho, así que por eso te llamo, porque quería informarte-y antes de que dijese algo, ella se despidió y colgó, huyendo como alma que lleva el diablo.

Y yo también colgué y metí el puto móvil en el bolsillo de mi gabardina, para marchar hasta mi despacho, donde me encerré y empecé, enfurecido, a componer música, mientras oscuros pensamientos nacían en mi cabeza, con el fin de acabar con mi hermana. Cuando un compañero mío entró en mi despacho, se asustó al instante, porque una montaña de bolas de papel estaba comenzando a nacer sobre mi papelera y un aura oscura flotaba a mí alrededor, por lo que me dejó los documentos y echó a correr, muy lejos. Yo seguí trabajando, sin darme cuenta de casi nada, hasta que un mensaje llegó a mi teléfono, lo tomé y vi que era un whatsapp. Un número desconocido, con la imagen de un tatuaje en el que aparecía un reno, dentro de un rombo, en sombras y con pequeños puntos.

El mensaje, decía:

<<Soy Kyora, Ellis, supongo que no querrás hablar conmigo, y mucho menos, espero que leas este mensaje, pero quería avisarte, antes de que te enfades más con tu hermana, pero estoy llegando a la compañía donde trabajas, porque como no sé si vas a leer esto, voy a presentarme en persona, para hablar contigo>>

Y el pánico hizo que mis dedos, le enviaran un mensaje:

<<¿QUÉ? ¡¡NO VENGAS!!>>

Salí de mi despacho, con rapidez y bajé a toda prisa por las escaleras, ya que el ascensor estaba ocupado, cuando recibí otro mensaje de Kyora:

<<Ups, demasiado tarde>>

Llegué a la planta baja y miré por todas partes, pero no había rastro de él por ninguna parte, por lo que subí de nuevo, temiéndome lo peor. Para cuando llegué, Beatrice, me asaltó, diciendo:
-Ellis, un tal Kyora ha venido a verte, decía que quería hablar contigo de un asunto personal, así que le he dicho que espere en tu despacho-al darse cuenta de que estaba sonrojado y muy enfadado, se dio cuenta de que a lo mejor, lo había empeorado-¿hice mal?

Ellis no pudo evitarlo, por lo que le gritó, rompiendo su compostura y echó a correr hasta su despacho, llamando la atención de todos y dejando a una patidifusa Beatrice, en mitad de todo el pasillo minimalista. Abrió la puerta de su despacho y se encontró con él.

 Ahí estaba, apoyado contra la mesa de su despacho, con unos pantalones rojos granates, una camiseta en la que una mujer, sin sombras, sólo con unos tonos amarillos, azules y rojos claros, cubrían su cabeza, aparecía con los ojos cerrados y la cabeza un poco levantada. Añadiendo a esto, las aperturas desde sus axilas, hasta la mitad de su costado, que permitía ver las flores de su espalda. Levantó la cabeza, mirándome atentamente, y muy serio, me dijo:

-Hola, Ellis, tanto tiempo sin verte-me mostró una preciosa media sonrisa y el alma se me cayó a los pies, porque la imagen de este hombre tan guapo, mirándome y sonriendo de esa forma, acaba de hacer que toda la mala ostia y la última mala semana que he pasado, desaparezca.

Notas finales:

Y hasta aquí por hoy, sé que os debo algo más, y que encima fue cortito, pero mañana subiré un capítulo bien largo y bien cargado de caos, vamos, muy movidito. Esperadlo con ansias.


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