Quizás me lo tire, es de mi estatura, de pelo castaño y unos ojos verdes, que me miran brillantes y profundos, es divertido y su mandíbula cuadrada con esa barba de dos días, le hace ser un hombre apuesto. Creo que me lo tiraré esta noche. Le toco los brazos, es delgado y un poco fuerte, sin decir que tiene músculos, viste con camiseta negra y vaqueros y parece estar muy interesado en mí. Así que ante la atenta mirada de mi hermana, decidido desinhibirme un poco y le sonrió dulcemente.
Dave se toma un momento para mirarme de los pies a la cabeza y eso, en cierto modo, me molesta un poco, pero decidido dejarlo pasar y me cuelgo de su brazo para reírle las gracias aunque no sean divertidas. Y es que cuando un tío tiene a alguien colgado del brazo, siguiendo sus bromas, y este quiere tirárselo, irá a por todas, porque pierden la cabeza. Suspiro, porque el juego es tan aburrido que hasta yo, en mi estado puedo hacerlo sin doblarme un dedo.
Ha dicho algo, y como estaba liado en mis pensamientos, sonrió un poco y pido otra cerveza, de repente, se acerca mucho a mí y me mordisquea la oreja, haciendo cómo si me dijera algo al oído, yo me sonrojo pero me rio, intentando disimular sus acciones, y es cuando esos ojos ambarinos, me miran haciéndome sonrojar de una forma mucho más intensa, me quedo atrapado en esos ojos que no muestran ninguna expresión y que sólo miran dentro de mí. Consigo desviar la mirada y me bebo la cerveza de un trago, pero me atraganto y no consigo terminarla, así que toso y Dave me da una fuerte palmada en la espalda, que no me ayuda en absoluto, y que sólo hace que tenga ganas de vomitar.
Dave se ríe de mí y me saca afuera, agarrándome fuerte del brazo, me hace daño y yo sólo intento revolverme para conseguir escapar de él. Consigue sacarme fuera y el frío de la noche me hace temblar más de lo normal por las ganas de vomitar y enfría mi cuerpo, excepto en el brazo, dónde Dave me está sujetando de una forma dolorosa, que está poniendo roja mi piel. Le miro y sus ojos tienen ese brillo de excitación animal tan característicos en los hombres activos, y es que para cuando quiero darme cuenta, he sido estrellado contra un mercedes negro que creo recordar, que le pertenecía a este tipo. Me asusto y vuelvo la mirada.
Antes de que consiga escapar, la boca de este tío y mucho más importante, la lengua de él, se mete en mi boca, sin venir a cuento, y sin que yo se lo permita, por lo que tiene que apretar mi mandíbula con dos dedos para que abra la boca, mientras intento arañarle, en la cara y en el cuello. Se detiene y se echa a reír, jugando conmigo:
-¿Eres de esos que les gustan que jueguen con ellos? ¿Con afiladas uñas y dientes, leoncito?-se echa a reír y yo sólo pienso en huir antes de que vuelva a cubrirme su boca.