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Deseos ocultos por Salem Michaelis

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Notas del capitulo:

Sebastian quiere jugar con su amo, ¿se negará?

*Editado, corregido y con más detalles.

Una noche ajetreada por una lluvia torrencial, fue la que pasó el joven mayordomo de la casa Phantomhive, entre las labores ordinarias para el mantenimiento de la gran mansión, arreglar los desastres que los sirvientes dejaron olvidados y cosas similares es lo que Sebastian hace por las noches en que su sueño no existe, por el hecho de ser un demonio, una criatura que trata de mantenerse en el aspecto mitológico de la humanidad, pero fuera de todo él ahí estaba, ordenando libros, fregando pisos hasta dejarlos pulcros, mezclando ingredientes para el mejor platillo de la mañana, entre muchos más quehaceres hogareños, sí, ahí estaba haciendo su papel de mayordomo perfecto para que un joven amo (mocoso, en ocasiones) se despertará sin la menor incertidumbre, bueno tal vez sólo una pequeña que por su nueva etapa de crecimiento le traería sin dudas problemitas al joven señorito.

 

En la mañana.

 

-Bocchan, Bocchan es hora de que despierte. - Un saludo para temprano en la mañana con media sonrisa tallada en el rostro, es lo que siempre recibe el Conde, ese mayordomo que es capaz de tragar mil almas si quisiera, estaba ahí para servirle sólo a él, es de admitirse que eso incrementaría el ego de cualquiera, pero para un joven de cabellos grisáceos, esa sonrisa era sólo una línea más dibujada en el rostro de aquel que le sirve, porque no hay sentimientos de lealtad sólo un contrato y como buen negociante que es el Perro guardián de la Reina, el sentimentalismo en los negocios es estúpido y por demás innecesario.

-¿Qué hay para hoy? - La misma respuesta de todos los días, la misma rutina, pero hoy en particular hay algo que podría hacer de ese día algo divertido, eso era lo que mentalizaba el mayor de los dos en la gran habitación del joven ojiazul, pero claro ¿qué juego es divertido si no hay sufrimiento de por medio?
Una sonrisa interna verdadera comenzaba a nacer en el interior de Sebastian, por que los "Juegos" son la adoración de los niños y a él le encantaba ser entretenido.


-Bocchan hoy es su día libre, en realidad no hay trabajo por hacer sólo queda el firmar unos documentos que ya le he dejado en su estudio. - Remarcando un poco divertido la última palabra el mayordomo se le colocó la mirada "observadora" a Ciel y él al escuchar eso, con ese tono, se ruborizó un poco y volteó a otro lado haciendo caso omiso de lo que posiblemente era un plan para molestarlo, *los demonios tienen mucho tiempo libre*, bufó internamente el menor porque ya sabía que Sebastian había limpiado el accidente que tuvo la noche anterior y quizás pensó que usaría eso para divertirse un poco, conociendo a Sebastian es capaz de hacerlo.

-Eso me molesta. - Susurró por casi inaudiblemente el ojiazul que por estar en su monologo interno no se percató que lo decía en viva voz.

-¿Dijo algo, Bocchan? - Inaudible sí, para un humano ¿verdad?- No pude escucharlo. *Esto es curioso*  solo pequeños pensamientos eran los que el mayordomo demoniaco tenía para sí mismo.

- No, nada.- Llevando la taza de té a su boca Ciel se limitó sólo a degustarlo, el mayordomo sabía que el té por la mañana acompañado de un ligero postre dulce animaba al menor, pero también era su trabajo, los nuevos productos de la dulcería Phantom estarían por salir al mercado y el ojiazul se encargaba de los últimos detalles en cuanto al sabor.-

El desayuno pasaba con calma, Sebastian sólo se dedicaba a estar de pie en espera de que su amo terminará, pensando en que los humanos eran criaturas muy curiosas, la gran mayoría sólo son mermas de la sociedad, clásicos para seguir y ser seguidos, pero pocas veces aparecían humanos como aquel chico que sabían qué es lo que querían hacer, saber eso, según Sebastian para un ser inferior, le llevaba toda su vida sólo el decidirlo y la gran mayoría moría mediocremente por intentar alcanzarlo, pero Ciel era diferente, trazó su destino, decidió por su cuenta, no se rindió, negó de la fe del mismo Dios y convocó a un Demonio de semejante nivel. Ese joven amo le ha dado un giro de entretenimiento a la vida monótona que había estado llevando al mayor al hastío por las almas de esos mundanos-. *Es sin duda un ser bastante curioso Bocchan, por favor muéstreme más*. Para el mayordomo una criatura que fuera tan intrigante que pisara la tierra, era para él un deleite el poder observar como tal es el ejemplo de su fascinación por los gatos de las que por sus cualidades eran semejantes a su amo-. *Tal vez fue un gato en alguna de sus anteriores vidas*. Al pensar en eso a Sebastian se le figuró una pequeña sonrisa en el rostro-.

 

-Bien comencemos, vísteme y encárgate de la mansión. –Espeto el menor que ya había terminado su desayuno, sacando al demonio de sus pensamientos internos para proseguir con lo que estaba diciendo.- Después de que el estúpido Hindú se llevara a los sirvientes de excursión a su país, este lugar necesita mantenimiento y orden,  ese es tu trabajo como mi mayordomo, el mayordomo de la casa Phantomhive, ¿es que acaso no podre tener sirvientes normales? - Esto saco irremediablemente a Sebastian de su pensar aunque le pareció divertido la parte de “normales” y es que ¿cómo se le puede llamar normal a aquellos sirvientes? Una pelirroja con vista de águila, imposible para un humano cualquiera, un estratega con capacidad formidable para el manejo de armas, un joven que fue sujeto de experimentos para la fuerza sobrehumana y un ex mayordomo con excelentes dotes para las artes marciales aunque con pinta de anciano-chibi la mayoría de las veces.

Sebastian sólo se limito a responder como siempre lo hacía.


- Como usted diga amo, yo limpiare todas las "manchas" no deseadas, algunas recientemente dejadas. - Bueno casi como siempre, la risa que se formó en su cara sacó de sus casillas al menor por unos breves milisegundos-.

- *Maldición este idiota, debo calmarme no le daré gusto en divertirse conmigo*. -Maquilaba el conde con un leve desconcierto pero notorio para el demonio-. Bien pues encárgate de esas manchas y encárgate de que salgan completamente ¡es una orden!

- Yes, my lord.

El mayordomo se dispuso a retirar el carrito del desayuno para dejar a su amo leyendo el periódico un rato antes de empezar las ligeras labores de su día.
Estando ya cambiado con un traje azul índigo  de pantaloncillos cortos, chaleco sin mangas y saco acompañado de una camisa blanca, el joven amo se dirigió a su estudio donde estaba el único trabajo que le esperaba, después de haber salido por un poco de aire fresco, pensando en que Sebastian ya había limpiado todo  lo que se quedo en el sillón después de haber dejado los documentos para firmar, comenzó a observar a detalle aquel mueble de piel genuina y negra. Sí, como era de esperarse el mayordomo dejó impecable el sillón tal como antes y cómo no lo haría si él también había dejado unas manchas junto a las de su amo, pero claro que esto no lo sospecha el menor.

- Ese perro, - La frase favorita para referirse a su sirviente de dejó escuchar por el estudio vacío del conde-. Se nota que lo hizo bien aunque yo tratara ayer de limpiarlo no lo logre. Rayos ¿por qué me pasó eso? –El menor empezaba a recapitular el episodio de la noche pasada y es que esa era su primera vez en muchos sentidos-. De pronto estaba solo y no se escuchaba nada, me entró una especie de incomodidad en esa parte, que decidí tocar lentamente pero entonces su imagen apareció y comencé a sentirme aun más extraño, maldita sea que un Phantomhive tenga esa clase de sentimientos es imperdonable, ¡humillante! - Enojado por la razón de lo que le sucedió Ciel alzó un poco la voz por eso- “Aunque se sintió realmente bien, es la primera vez que lo hago, pero ¿por qué pensar en él? - Ésta última pregunta la susurro ya más calmado aunque no se percató de cierto espectador-.

- Bocchan ¿qué es humillante? -¡Bingo! Diversión asegurada, sin sirvientes que molesten, sin trabajo para la Reinita a donde pueda huir, Ciel estaba justo en un plano que para el demonio empezara su "entretenimiento"-.

- S-Sebastian ¿qué haces aquí y por qué no tocas la puerta? Espera, ¿desde a cuando estás ahí?

Como era de esperarse de un demonio como Sebastian capaz de ser tan silencioso como una brisa muerta pero sobre todo con un deseo de querer molestar a su amo, más que disfrutar molestar, disfrutaba que el joven le mostrara todas esas expresiones que lo hacían parecer un gatito arrinconado.

- Bocchan no le importa cuánto tiempo estuve sino ¿qué fue lo que escuche verdad?

- Tú... maldito... ¡sal de aquí!

Acercándose poco a poco el demonio ignoró para su conveniencia la ultima orden de su amo y comenzó a acorralarlo lentamente contra el sillón que estaba detrás de él, todas esas emociones de desconcierto y ¿vergüenza? le daban una imagen completamente distinta del original y malcriado, mimado, maldito mocoso al que estaba acostumbrado a servir haciendo tareas casi imposibles, enfrentándose a no sé qué humano solo para entretenerlo a él, pero ahora sería su turno, para Sebastian la curiosidad era un placer propio de demonios.

-Pero joven amo, ¿es que acaso se quedó satisfecho con solo usar su mano? Déjeme mostrarle la agonía de hundirse en placer...

Se acerco al chico diciendo esto en modo de susurro a su oído, lo que provoco que Ciel se pusiera rojo y se quedara inmóvil ante semejantes palabras que por alguna razón hicieron que su cuerpo obedeciera quedándose quieto, aunque no fueron solo las palabras si no también que quién las había dicho era la persona que le provocó un orgasmo la noche anterior, su primer masturbación y su primer fantasía sexual, el participe protagonista de ellas era el demonio que tenía por mayordomo y que ahora parecía hambriento de él.

- Bocchan... dígame... ¿En quién pensaba mientras lo hacía?

Lentamente fue haciendo que Ciel se sentara en el sillón para deslizar su mano por las piernas del chico poniéndose de rodillas y bajando la cremallera con los dientes que pertenecía al traje del menor. Ciel, aún estando inmóvil, intentaba pensar qué carajos estaba haciendo y cómo castigar a aquel mediocre sirviente, pero todo pensamiento se desvaneció cuando vio la escena de Sebastian bajando completamente la cremallera con su boca, sentía como su mente se iba quedando en blanco, los toques de las manos de Sebastian eran suaves y muy sutiles, esto sólo tensaba los sentidos del menor colocándolos al cien por ciento para captar cualquier movimiento en su cuerpo, cualquier caricia en éste caso.

-S-ebastian deten... - Entre ligeros cortes de voz Ciel intentaba razonar, pero no podía, tenía a Sebastian, a aquel demonio entre sus partes, viendo lo que sólo él había visto, su parte íntima ya empezaba a reaccionar con tenues golpeteos de la sangre bombeando a esa zona, Ciel se sentía morir de vergüenza, nadie jamás creyó que estaría haciendo eso con el mayordomo de su mansión mucho menos él mismo, si alguien le hubiera dicho, hipotéticamente que eso pudiera pasar le volaría el cerebro con su lindo revólver, al parecer ahora podría dispararse porque ahí estaba justo en esa situación-.

-Vaya, vaya usted sí que es sensible, pensar que ya está así aunque ni siquiera he hecho nada... aún.  - Al demonio de ojos rojos le gustaba ver a su amo así, comenzando a ser sometido por el placer, la vergüenza de la lujuria, todo estaba listo, el pelinegro no quería esperar más, ese trozo de carne viva palpitando por sus toques lo estaban seduciendo, al grado de activar sus papilas gustativas haciéndolas estremecerse y humedecerse por querer probar ya aquel miembro de tono rosado, virgen y perteneciente a su amo-.

- Ahh... Deten... Ah!. -Leves gemidos de placer comenzaban a arremolinarse en la boca se Ciel, su mayordomo, su sirviente, su mascota, su demonio, estaba comiéndoselo literalmente, el joven no conocía que aquello se pudiera sentir así, esas acciones eran propias de cualquier prostituta de los barrios bajos, según el pensar de la época las damas no hacían semejante acto vulgar, pero es de un demonio del que se habla y Ciel comenzaba a notar la diferencia, la humedad de la boca de Sebastian, los dientes levemente usados, el apretar de sus labios, la atención estaba concentrada en la punta de su pene, todo lo estaba sintiendo y todo le estaba gustando, a la mierda la sociedad, aquello se sentía entrañablemente bien, mucho mejor que la noche anterior con su mano, el demonio tenía razón una mano no es para estar satisfecho y empezaba a sumergirse en el placer carnal, lo estaban hundiendo con su consentimiento-.

Sebastian no podía controlarse esos ojos estaban enrojecidos al ver el rostro de su amo caer poco a poco en las tentaciones que él mismo le provocaba, los demonios como él se extasiaban por el placer y es que quizás sea la única emoción verdadera en los seres provenientes de las tinieblas, de la soledad y del desastre.

- Parece que quiere jugar más, ¿no lo cree Bocchan? – El pelinegro se quito los guantes mientras se estaba entreteniendo con el miembro del menor para tocar con sus manos desnudas y sin molestias que se interpusieran entre él y la piel blanquizca de su joven amo-.

- Ahh... - Ciel sentía como la mano de Sebastian lo masturbaba para que empezará a hablar, sólo para decirle algo sobre un juego, ya no sabía qué pensar, *Muy bien, se siente bien maldición esto es bueno* -.

- Bien, eso es, así déjese llevar, ahora comencemos aumentemos un poco el nivel de dificultad.

Sebastian comenzó a dar pequeñas lamidas al miembro de Ciel quien por su parte solo estaba en blanco intentado ponerse en sí, pero el éxtasis que le estaba produciendo su demonio era aún más fuerte que su propia conciencia.

-Bocchan... usted sabe tan bien; lo ve está comenzando a mojarse cada vez más aquí. - Tocando con el índice la punta de Ciel, presionando un poco y hablar cosas así hacían más divertido el asunto para Sebastian porque su amo no sabía cómo reaccionar ante ello- Justo en la punta, si usted presiona de  ésta manera el placer incrementara. *Esto es extraño ¿por qué estoy haciendo esto?, Bocchan no puede ni moverse ¿lo está disfrutando? Yo me siento raro, quiero... ¿qué me pasa, qué es lo que quiero?*

Estaban en una escena donde nadie los vería, donde nadie sabría qué es lo que pasaría en esa habitación. Sebastian lo sabía, pero algo lo estaba incomodando desde que comenzó a jugar, los demonios que no necesitan de dormir, comer y simplemente de disfrutar algo, Sebastian se sentía un poco extraño ¿algo estaba sintiendo? Estaba disfrutando el probar a su amo, sus gustos por la comida no desprendían sabor alguno, pero tener la esencia de su amo en la boca le hacía sentir algo completamente diferente a lo acostumbrado.

- Je... esto es en verdad algo muy interesante... Bocchan déjeme probar más de esto. - El pelinegro, con sus ojos en rojo carmesí y brillando, comenzó a ignorar sus propios pensamientos y decidió poner sus sentidos a flor de piel para saber hasta dónde podría ser capaz de sentir tal mínimo cambio-.

- N-no Sebas, esp...ra...a..ahh.....amghh...aaahhh.

Sebastian se metió toda la parte de Ciel en su boca de un solo golpe y un poco duro ya que no estaba pensando mucho, mojándola con su saliva, jugándola con su lengua y dando ligeros mordiscos que hacían que Ciel diera pequeños gritos de placer, estos a su vez provocaban al mayor de una manera que ni él mismo entendía del porque, tocaba sus testículos con una de sus manos y la otra apretaba una de las piernas del menor para alzarla y colocarla sobre la orilla del sillón, esa pose era erótica para la vista de Sebastian que se detuvo un instante para ver completamente a Ciel, completamente rojo, con una tenue humedad en los ojos, se crispó al verse masturbado por el demonio y que éste le estuviera observando con sumo detalle... pero de algo estaba seguro que esto no era normal, lo que le pasaba, lo que sentía, Sebastian comenzó de nuevo su tarea de engullir el glande del chico ojiazul.

- Ahhh....ah..a.ahgh... Sebastian...me....voy... Aaahhh. - Una eyaculación más por culpa del mayor era la que repetía en esos instantes Ciel Phantomhive, un orgasmo, el primero proveniente del sexo oral-.

-Bocchan, se vinó, mi boca esta toda llena de Bocchan... esto es excelente.

Sebastian se espero un poco degustando el sabor y la esencia de Ciel hasta que lo tragó en ese momento, sintió una descarga de energía que recorría todo su cuerpo dándole ganas de más, quería más de Ciel, más de sus expresiones, más de su voz, más de su cuerpo, lo quería todo, sí todo.

- ¿Qué fue eso?... Estoy sintiéndome un poco. - El mayordomo comenzaba a recobrar su razón mientras que el ojiazul estaba con los ojos cerrados aún con los estragos del súper orgasmo que le dio su sirviente.- Bocchan ahora sé que no es sólo su alma lo que deseo sino también... todo su cuerpo. - Comprendiendo esto Sebastian llevó sus labios a los cabellos de Ciel, su aroma era exquisito, un orgasmo a flor de piel en un joven virgen eran cosas que desataban el deseo de posesión de los demonios, era su llamada al apareamiento desenfrenado y por supuesto que era la tortura para esos humanos quienes pagaban con creces aquellos actos para la culminación sexual, que en casi todas las ocasiones eran desmedidas.-

Ciel estaba perdido en blanco, lo que le hizo sentir Sebastian fue mucho más rico y placentero que lo que paso anoche. El mayor sólo se deleito con ver esa figura pequeña que experimento por vez primera el placer con otra persona, Sebastian sabía que era el primero que tocaba así a su amo y eso le enloquecía, le hacía desear más.

 

- Ahora quiero que seas completamente mío… Ciel.

Notas finales:

Hola, me alegra que les gustará el primer capítulo y gracias a las pocas personas que comentaron, ojalá el siguiente (3) tenga más lemon pero eso dependerá de ustedes que leyeron y se fueron sin dejar un review - sentada en un sillón como jefa del mundo- ajaja naaa, es broma, nos vemos en el siguiente con más acción por parte se Sebastian y a un Ciel con el cuerpo más que roto.
Por favor quiero saber qué opinan de la trama.

 


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