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Cuentos infantiles por kirie chan

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Notas del capitulo:

hola~~~ se que halloween ya paso pero me quedaron varios pedidos pendientes

¿deberia cambiar el nombre del fic? yo creo~~~

bueno, en fin ¡¡¡aqui un nuevo cuento mas pervertido que el anterior!!!!!!!

este capitulo esta dedicado a Jessikita que sin ella no habria terminado para hoy XD

y a mis lectores de "Hermanos Mayores" esto es lo que Marco le hace a Sabo muajajajaja

Advertencia: este capítulo contiene lemon y del hard!!!

Había una vez un niño llamado Sabo que era querido por todos los que lo conocían, pero sobre todo, por su abuelo quien le consentía en todo lo que quería con las esperanzas de que siguiera el futuro que quería para él. Una vez le regaló una caperuza azul que le quedaba tan bien que nunca quería usar otra cosa, por lo que le apodaron caperucito azul. Un día, su madre Dadán le dijo:

 

-          Oye caperuzo, llévale en la canasta esta botella de vino y unas galletas de arroz al viejo, antes que venga por ellas él mismo y te lleve de paso a la marina –

-          ¡Sí! – dijo asustado tomando la canasta con prisa – más vale apurarse con lo impulsivo que es –

-          Si, ahora lárgate y no te desvíes del camino – le advirtió la vieja, digo, la madre – ¡y cuidado con tomarte el vino o romper la botella! – le gritó mientras el muchacho se marchaba.

-          ¡sí! – dijo sin prestar atención.

 

El abuelo vivía en el bosque, como a un kilómetro de distancia. En cuanto entró en el sendero de la arboleda, apareció un lobo con cabeza de piña. Sin temor, caperucito azul lo ignoró y siguió su camino.

 

-          ¿no te enseñaron a saludar? – le dijo el robo rubio.

-          Valla… pero si sabes hablar – le respondió con burla – con tu raro peinado pareces mas una planta que un animal –

-          Valla, que malcriado – dijo sin perder la paciencia – y ¿Dónde vas tan temprano? –

-          Pues donde mi abuelo, que seguro haría un buen abrigo con tu piel si te ve – comentó arrogante.

-          Valla – dijo divertido por su arrogancia – y ¿Qué llevas en la canasta? –

-          Vino y galletas de arroz –

-          Mira que bien – dijo con simpatía – y ¿Dónde vive tu abuelo? –

-          En Narnia – comentó burlón.

-          *¡que chico más arrogante!* – pensó para sí mismo el lobo – *ya  aprenderá cuando me lo coma* –

 

Ambos caminaron gran parte del camino mientras hablaban, hasta que llegaron a una parte cubierta de flores.

 

-          Mira caperuzo – le dijo el lobo-piña – ¿Por qué no recoges algunas flores? –

-          ¿me viste cara de Heidi? – le respondió arrogante – anda tú lobo desnutrido –

-          Tranquilo chiquillo – dijo con una pequeña vena en su frente – primero, yo solo te lo decía para sacarles algo de miel y segundo, no estoy desnutrido, solo estoy cuidando la línea –

-          Claro… ahora me dirás que eres vegetariano – dijo con una gota en la nuca – ¡¿se puede sacar miel de las flores?! – preguntó olvidándose de lo anterior.

-          Claro… solo debes juntar unas flores bien especiales y podrás sacar miel de ellas –

 

Caperucito azul miró la cantidad de flores que había y se dispuso a buscar montones de ellas, pensando en cuanto le gustarían a su abuelo.

 

-          Jajaja, ahora le llevaré miel natural de estas flores y así el vino me lo tomo yo – pensó mientras las recogía – abuelito dime tú, ¿Qué sonidos son los que oigo yo? Abuelito dime tú… - cantaba mientras recogía las flores.

-          *Bueno, mientras este sigue buscando flores por el bosque yo me adelanto donde el viejo ese* – luego miró detenidamente al muchacho mientras cantaba – *espero que no se fume una seta por ahí* –

 

Y mientras caperucito azul se adentraba en el bosque, el lobo corría a casa del abuelo y tocó la puerta.

 

-          ¿Quién es? – se escuchó la voz del abuelo desde el interior.

-          Caperucito azul – contestó el lobo – traigo vino y galletas de arroz ¿puedes abrir la puerta? –

-          Sabes que estoy enfermo – gritó con más fuerza – ¡abre la puerta y entra tú! –

 

El lobo abrió la puerta y se deslizó dentro de la casita, viendo al viejo tendido en la cama. Al verlo, trató de levantarse para matarlo pero como estaba enfermo, su espalda crujió y este cayó al piso.

 

-          Eso fue fácil – dijo el lobo-piña mientras se acercaba a su víctima – ahora te dejaré en algún lado para que no estorbes –

 

Y mientras cantaba “pluma, pluma gay” amarró al abuelo y le tapó la boca con un calcetín que encontró en la habitación y lo tiró al sótano. Se colocó un camisón rosa macho y un gorrito para ocultar su cabello, se acomodó en la cama y colocó un peluche que decía Sengoku a su lado cuidadosamente. Se aseguró que la puerta fuera la única salida y colocó música muy macha del osito gominola desde su tablet para que nadie escuchara nada.

Mientras, Sabo aun recolectaba flores y al darse cuenta que el lobo se había ido, se acordó de la amenaza de su madre Dadán y corrió a casa de su abuelo.

 

-          Que no me mande a la marina, que no me mande… – dijo corriendo a toda velocidad.

 

Cuando divisó la casa escuchó la música del oso gominola y corrió rápido.

 

-          ¡viejo! – gritó preocupado – ¿te estás muriendo? –

-          Claro que no… solo estaba aburrido – dijo el lobo preocupado de ser descubierto.

-          Bueno… – dijo con cierta duda – bien, aquí te traigo vino y esas galletas de arroz que te gustan –

-          Bien, déjamelas en la cocina –

-          Bien – dijo obedeciendo – oye… ¿Por qué tienes las orejas tan grande? – dijo mientras dejaba la cesta.

-          Son para escucharte mejor –

-          Y que ojos tan grandes tienes – dijo acercándose a la cama.

-          Son para verte mejor –

-          Y tus brazos se ven más fuertes – dijo a pocos centímetros del lobo.

-          Para abrazarte mejor – dijo tomando disimuladamente una de las muñecas del chico.

-          Y que boca tan grande tienes –

-          Es para devorarte mejor –

 

Entonces, el lobo lo tomó de la muñeca y lo tiró a la cama con él, dejándolo atrapado bajo su cuerpo.

 

-          Ya no eres tan arrogante ¿verdad? – susurró el lobo-piña feroz.

-          Suéltame maldito lobo – dijo tratando de zafarse – ¡¿Qué hiciste con el viejo?! –

-          Digamos que lo dejé varios metros bajo tierra – contestó con malicia.

-          No… – dijo conmocionado – él… era un buen abuelo… ¿ahora quién me dará mi mesada? ¿a quién le robaré el vino? ¿Quién me dirá lo que debo hacer? – dijo melodramáticamente – bueno, tuvo una buena vida – dijo reponiéndose rápidamente.

-          Bueno – dijo el lobo-piña – será mejor que te preocupes por ti – dijo colocando su rodilla en la entrepierna del menor.

-          Ngh – gimió este – déjame… ir –

-          Mmm… – pareció pensarlo – no – dijo con una sonrisa burlona.

-          ¡¿Qué?! – exclamó asustado – ¿Por qué? –

-          Porque esta parte lo dice – dijo palpando la erección del menor.

-          Ahhh – gimió este tratando de retenerlo – no… toques ahí –

-          ¿Por qué? Parece que se siente bien –

-          ¡no…! – gimió.

-          Veamos que mas ahí aquí –


El lobo coló su mano entre las prendas inferiores del menor, mientras con su rodilla seguía haciendo presión en aquella sensible zona de su cuerpo. Buscó entre su camisa los pezones del menor para pellizcarlos ligeramente, luego quitó aquella prenda para poder mirar su blanco pecho con mas deseo. Acercó su boca a los rosados pezones y los lamió lentamente, pare luego morderlos delicadamente. El menor se retorcía de placer bajo el cuerpo del lobo y soltaba ligeros gemidos de placer. Una vez aburrido de aquella zona, el lobo bajó lentamente hasta el pantalón de su víctima, quien al presentir lo que se avecinaba, cerró lo mas que pudo sus piernecillas, lo cual fue inútil: la rodilla del lobo aun presionaba su entrepierna, obligándole a tenerlas abiertas.

Entonces, el lobo bajó sus manos y rodeo suavemente la cintura del menor, asegurándose que la prenda que aun le cubría estuviera suelta para quitársela. Una vez comprobado aquello, el lobo quitó los pantalones al caperucito azul y se dedicó a devorar aquella última parte que le quedaba por saborear.

 

-          Mira como estas aquí –

-          Ngh – se quejó – déjame… no sigas –

-          Pero si estas tan duro aquí – le susurró – además mira – dijo colocando la mano del menor en su propia erección – yo también estoy así –

 

El chico se quedó sin respuestas, parecía embobado mientras tocaba aquel miembro ajeno, tan duro y grueso. Ante la falta de quejas del menor, el lobo quitó sus propios pantalones dejando expuesto su miembro, caperucito azul mantenía su mano donde el lobo le había dejado, masturbándole lentamente sin pensar en nada más. Ahora que lo tenía controlado, el lobo le hiso acercar lentamente su boca a su erección para que la engullera. Caperucito lo hiso sin esperar instrucción, metió lo más posible dentro de su pequeña boca mientras el lobo acariciaba la intimidad del chico, paseando sus manos desde el glande hasta su entrada. Cada vez que el chico engullía el miembro del lobo, este metía uno de sus dedos en la entrada del chico, rozando la próstata de este. Siguieron unos momentos hasta que el lobo le hiso mirarle.

 

-          ¿Ves? – le dijo sujetándolo del mentón – Ahora voy a devorarte mejor  -

 

Diciendo esto, acercó su boca a los labios del menor para atraparle en un profundo beso mientras con sus manos jugaba con el miembro y la entrada del menor asegurándose de lubricarle bien antes de penetrarle. Manejó el cuerpo del menor sin romper el beso, dejándole sobre él y posicionando su glande cuidadosamente en la entrada del menor, quien se estremeció al presentir lo que pasaría. Lentamente, el lobo fue metiendo su erección en el cuerpo del menor, quien apretaba inconscientemente su entrada, aferrándose a la espalda de su atacante quien le distraía masturbándole rápidamente y profundizando el beso. Una vez que estuvo completamente dentro de él, el chico se corrió en su mano, esparciendo ligeramente su semilla por la cama.

 

-          Valla, parece que lo disfrutas – dijo seductoramente el lobo lamiéndose la mano cubierta por la espesa esencia – tendré que hacerte disfrutar más –

 

Y en un rápido movimiento, y sin salir de su interior, el lobo se posicionó sobre el menor, colocando las piernas de este en sus hombros para comenzar a embestirle salvajemente acompañado por los gemidos descontrolados del chico que sentía como su cuerpo volvía a reaccionar.

El lobo volvió a masturbarle a medida que profundizaba las embestidas, sabiendo que rozaba contantemente aquel punto sensible del menor al ver las expresiones de este. Bastaron unas cuantas embestidas más en aquel punto para que el menor volviera a correrse, llevándose al lobo con él.

Ambos quedaron rendidos sobre la cama y, antes de quedarse dormido, el lobo cubrió a su presa con una manta.

Justo en ese momento, el cazador del bosque pasaba por ahí, era muy amigo del abuelo por lo que iba a saludarle, pero al aproximarse a la casa, notó la puerta abierta y la canción del oso gominola resonando en el interior. Al entrar, vio al lobo durmiendo con caperucito azul en la cama del abuelo. Desconcertado, apagó el video de cuatro horas del oso ese y escuchó unos quejidos del sótano. Abrió la trampilla y encontró a Garp amarrado y amordazado con un calcetín. Mientras el cazador le desataba, el viejo trataba de hablarle hasta que al fin su boca estuvo libre.

 

-          Sengoku ¡me estuvieron torturando más de tres horas con esa música horrible! – gritó mientras trataba de volver a su cuarto – ese maldito lobo, me voy a hacer un abrigo con su piel – masculló hasta que los vio – ¡¡ese perro pulgoso!! ¡se ha atrevido a tocar a mi nieto! – dijo hecho una furia y olvidando su maltrecha cadera – ¡yo a este lo despellejo vivo! –

-          Espera Garp – dijo el cazador mientras lo retenía – eso es maltrato animal y además este lobo es una especie protegida –

-          Protegidas mis polainas – dijo furioso.

-          ¿usas polainas? – preguntó el cazador asustado.

-          ¡claro que no! – gritó ahora contra el cazador, pero tropezó con una canasta de lana.

-          ¿tejes? –

-          ¿de dónde crees que saqué la caperuza? – le devuelve la pregunta – es solo un pasatiempos –

-          Claro… - en eso cae el peluche de si mismo desde la cama.

-          Puedo explicarlo – dijo el abuelo rojo.

-          Creo que yo ya me voy – dijo el cazador mientras se encaminaba a la puerta y salía.

-          ¡Espera Sengoku! – dijo caminando tras él.

 

Mientras ambos salían de la cabaña, el lobo despierta abrazado al cuerpo del caperucito azul, sonríe para sí mismo y, al notar como el muchacho se remueve entre sus brazos, lo acobija junto a su cuerpo mientras trata de volver a conciliar el sueño, susurrándole un ligero “te amo” en su oído.

 

Fin

 

-          Espera – se escucha la voz de Garp – ¡te lo puedo explicar, Sengoku! ¡Sengoku! –

Notas finales:

bien, espero les guste este cambio en los cuentos :3

que dicen ¿cambio el nombre del fic o no?

 

bien, recuerden dejarme su review :D


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