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Cuentos infantiles por kirie chan

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Notas del capitulo:

holaaaaa aqui el segundo capitulo, la compañia de teatro "One Piece" les viene a traer el segundo cuento esperamos sea de su agrado

Hace muchos años vivían un rey de bellos ojos dorados y una reina de cabellera roja, quienes cada día pedían tener un hijo.

 

-          ¡ah, sí al menos tuviéramos un hijo! – se lamentó la reina Shanks.

 

Pero el hijo no llegaba. Sin embargo, mientras la reina tomaba un baño, una rana con cara de payaso saltó del agua a la tierra y le dijo:

 

-          Tu deseo será realizado y antes de un año tendrás una hija – dijo con su roja nariz.

-          ¡kyaaa! Una rana – gritó asustada mientras corría a palacio.

 

Lo que dijo la rana se hiso realidad y la reina tuvo una niña tan preciosa que el rey no podía ocultar su gran dicha y ordenó hacer una fiesta. Invitó a todo el reino y también a tres hadas madrinas para que le dieran la bendición a su hija. Pero olvidó a una de ellas.

 

-          ¡somos los hados madrinos! – dijeron las tres hadas al llegar.

-          Soy Luffy – dijo el del vestido rojo.

-          Soy Ace – dijo el de vestido naranja.

-          Y yo soy Sabo – dijo el último con vestido celeste.

 

Cuando el primero y el segundo habían dado sus obsequios, entró la última de las hadas, quien quería vengarse por no ser invitada. Tenía el cabello negro y rizado, su nariz era tan larga como la de pinocho y sus piernas largas listas para escapar en cualquier momento. Sin ningún aviso y sin mirar a nadie, el malvado hado exclamó:

 

-          La hija del rey, cuando cumpla sus quince años, se punzará el dedo con una rueca – dijo con su voz malvada alzando las manos – ¡y entonces morirá! ¡jajaja! – y se marchó tan rápido como llegó.

 

Todos quedaron atónitos, pero el último hado, que aun no le había dado su obsequio, se puso al frente.

 

-          ¡aun no le he dado mi regalo! – dijo Sabo – no puedo quitar la maldición pero puedo cambiarla – dijo para reconfortarlos a todos – ¡ella no morirá, pero entrará en un profundo sueño por cien años! –

 

Después de aquello, el rey trato de evitar el destino de su hija. Dio órdenes para que todas las ruecas del reino fueran destruidas mientras los obsequios de sus hados se cumplían.

 

Pasaron unos largos quince años…

 

-          Madre, padre – la voz de la joven princesa resonaba por el castillo – tsk, es mi cumpleaños y esos dos desaparecen.

 

La princesa tenía un hermoso cabello dorado y corto, su rostro fino era adornado por unas peculiares cejas y sus ojos eran de un profundo azul.

 

-          Ahora que lo pienso… ¿Por qué soy rubio si mis padres son pelinegro y pelirrojo? – comentó al aire – y además ¡¿Por qué debo vestir como princesa si soy hombre?! –

 

Sucedió que el mismo día en que la princesa cumplía sus quince años, el rey y la reina no se encontraban en palacio, dejando a la doncella sola. Así que para matar el tiempo, la princesa fue recorriendo todo sitio que pudo, mirando las habitaciones y los dormitorios como ella quiso y al final subió hasta la vieja torre. Subió por las angostas escaleras de caracol hasta llegar a una pequeña puerta con cerradura.

 

-          No dejare que esta puerta me estorbe – dijo de mal humor mientras le daba una patada no muy refinada.

 

Una vez abierta, la joven entró en la pequeña habitación donde se encontraba una anciana de nariz larga hilando en una rueca.

 

-          Buenos días, señora – dijo nervioso esperando que no se hubiera dado cuenta de su forma de abrir puertas, pero luego interesándose en lo que la vieja hacia – ¿Qué haces con eso? –

-          Estoy hilando – dijo sin dejar su labor – ¿quieres intentarlo? –

-          No, esas cosas no me gustan – dijo perdiendo el interés.

-          Vamos, solo será un momento – dijo la anciana acercándose a la princesa.

-          He dicho que no – dijo en ademan de irse.

-          ¡toca la maldita rueca de una vez! – dijo la vieja enojada empujando a la princesa.

 

Nada más tocar la rueca cuando el mágico hechizo se cumplió y ella se punzó el dedo. Mientras el rey y la reina corrían a palacio.

 

-          ¿Cómo pudiste olvidar la maldición? – le regañaba el rey molesto.

-          Perdón – se lamentaba la reina – pero quería un vestido nuevo –

-          ¡¿por eso me hiciste acompañarte?! –

-          Es que necesitaba tu opinión – dijo con un puchero mientras sentía la penetrante mirada a su espalda.

-          Si algo le pasa te mataré y haré que todo parezca un accidente – le amenazó.

-          ¡kyaaa! – dijo mientras corría mas rápido dejando al furioso rey atrás.

 

En cuanto la princesa sintió el pinchazo, cayó sobre la cama que estaba a su lado y entró en un profundo sueño que se extendió a todo el territorio de palacio. El rey y la reina, que acababan de entrar al gran salón, quedaron dormidos y toda la corte con ellos. Todos en el reino quedaron profundamente dormidos.

Pero alrededor del castillo comenzó a crecer una red de espinos, que cada año se hacía más y más grande, tanto, que lo rodearon y cubrieron totalmente. Pero la historia del bello durmiente se corrió por toda la región, de modo que de tiempo en tiempo, hijos de reyes llegaban y trataban de atravesar el muro de espinos, queriendo alcanzar el castillo. Pero era imposible, pues los espinos se unían tan fuertemente como si tuvieran manos, y los jóvenes eran atrapados por ellos y, sin poderse liberar, obtenían una muerte miserable.
Y pasaron cien años, otro príncipe llegó al lugar, vestía un traje verde musgo al igual que su cabello, y escuchó a un anciano hablando sobre la cortina de espinos, y decía que detrás de los espinos se escondía una bellísima princesa, quien ha estado dormida por cien años, y todos los demás del reino dormían igual. Y además aquel anciano había escuchado de su abuelo, que muchos hijos de reyes habían venido y tratado de atravesar el muro de espinos, pero que quedaban pegados en ellos y morían sin piedad. Entonces el príncipe le dijo:

 

-          Seguro esa princesa ya está vieja – le comentó al anciano.

-          ¡claro que no! – le respondió enojado – esa maldición del sueño la ha mantenido joven durante estos cien años –

-          Y ¿Cómo lo sabes? – le preguntó astutamente.

-          Bueno… yo… – titubeó nervioso el anciano – ¿es que acaso tienes miedo? – dijo persuasivo cambiando la conversación.

-          ¡yo no tengo miedo! – le gritó – voy a traer a esa vieja princesa y te lo demostraré – dijo comenzando a caminar en dirección contraria.

-          Es para el otro lado.

 

Cuando por fin llegó el príncipe al lugar, los espinos se encontraban florecidos y los tres hados aparecieron ante él.

 

-          Somos los tres hados madrinos – se presentaron – y te guiaremos hasta la princesa –

-          No necesito ayuda – dijo ignorándolos.

-          ¡es hacia el otro lado! – le gritaron.

-          Escucha príncipe verde – dijo Ace – la princesa Sanji te espera en la torre más alta del palacio –

-          Ahora que los cien años han pasado – dijo Sabo – puedes pasar sin miedo por estos espinos que se apartaran a tu camino –

-          Shishishi – rió Luffy – los espinos son del mismo color de su cabello –

-          Tsk – trató de atraparlo pero el pequeño escapó – no te muevas –

 

Y tal como dijeron los hados madrinos, los espinos florecidos se apartaron para dejarle pasar y se volvieron a juntar tras de sí. Él siguió avanzando acompañado por los hados madrinos hasta llegar a las puertas de palacio. Vio a la corte dormida y encontró al rey tratando de ahorcar a la reina con sus manos.

 

-          Ignoremos esto de momento – sugirió el hado Ace.

-          Si – concordaron todos.

 

Entonces siguieron avanzando hasta la torre más alta y abrió el pequeño cuarto donde la princesa Sanji dormía.

 

-          ¡¿esto es una princesa?! – exclamó al verlo más de cerca – ella es hombre ¡es un princeso! –

-          La reina siempre quiso una hija – dijo el hado Sabo.

-          Bueno, ahora debes besarla y terminar la maldición – dijo Luffy inocentemente.

-          ¡¿Qué?! – exclamó sonrojado – ¡yo me largo! –

-          Me temo que no – dijeron los tres hados maliciosamente antes de empujarlo sobre la princesa.

 

Tan pronto lo besó, Sanji abrió sus ojos y despertó.

 

-          ¡¿Qué crees que haces?! – dijo lanzando al príncipe verde de una patada.

-          ¡¿Qué te pasa princeso?! – le respondió enojado – tus malditas imitaciones de hadas madrinas me trajeron a este lugar de locos – dijo señalando a los tres hados.

 

Pero no pudieron seguir su discusión por el grito de la reina. Cuando bajaron a ver, el rey se encontraba ahorcando a la reina.

 

-          Te mataré por tu estupidez – dijo molesto.

-          Perdón Mihi – dijo la reina sollozando.

-          No me llames Mihi – dijo haciendo más presión.

-          ¿padre? – dijo Sanji llamando su atención.

-          ¡hija! – dice tirando a la reina por los aires – ¿estás bien? – dice abrazándolo hasta que se percata del peli verde – ¿Quién es este? –

-          Es el príncipe verde – dice Sabo.

-          Él ha despertado a la princesa – dice Ace.

-          ¡con un beso! – gritó Luffy alegremente.

-          Te mataré – dijo el rey mirándole con odio.

 

Días después se celebró la boda del príncipe verde y la princesa Sanji y vivieron juntos muy felices hasta el fin de sus días.

 

-          ¡mentira! – grita el príncipe verde – ¡este rey me quiere matar! – dice cuando una cuerda misteriosa lo atrapa y se lo lleva.

 

Notas finales:

bueno, espero le haya gustado :3

nos veremos la proxima semana los viernes a esta misma hora :D
cuidense :D


P.D estoy trabajando en "El Sirenito" a peticion de Tammy-Chan


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