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Vuelve por Azuraki

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Notas del capitulo:

Hi, hi!


Antes que nada quiero darles las gracias a aquellas personitas que han comentado, sus palabras me alegraron bastante y me incentivaron más para poder seguir esta hermosa historia. Muchas gracias, Azuraki les está completamente agradecida.


En fin, he aquí el segundo capítulo, esta vez algo largo. Solo espero que sea de su agrado.


Los personajes de Death Note no me pertenecen.


Advertencias: Posible OoC alrededor de toda la historia. Pero no se preocupen, todo eso tiene una explicación lógica. Lo sabrán a medida que vaya actualizando los capítulos.


Enjoy it!

Capítulo 2

La sonrisa de Near no dejaba de aparecer por la mente del rubio.

“Es bastante serio”.

Recordó las palabras de Matt cuando le preguntó sobre el menor. En partes, si era algo serio. Pero no del todo, tal vez en su forma de hablar. Pero lo cierto era que no resultaba ser como decían. Mello lo pudo ver con sus propios ojos, ver una pequeña sonrisa en la persona que resultaba ser solitaria y seria.

“Gracias, Mello”.

 Esa pequeña frase hizo sentir bien a Mello. Lo habrá hecho sentir superior, o quizás aliviado. Pero lo hizo sentir bien consigo mismo de todas formas. Y más aun, cuando vio la sonrisa del menor. Aumentó su ego.

Le extraño bastante el hecho de que este le haya regalado una sonrisa. Pero decidió ignorarlo por completo. Su mente volvía a los rumores que hablaban de Near. No entendía porque estaba tan solo, después de todo no le caía tan mal. Entonces, ¿Por qué nadie se le acercaba? Tal vez por su aspecto de muerto andante.

“Crueles” fue lo único que pensó. “Las personas son crueles con los que no lo merecen”.

 

Por otra parte, estaba Near sentado en su gran cama. Él tenía horarios para salir a jugar y otros para quedarse en su habitación. Normalmente lo único que hacia cuando estaba en su cuarto era quedarse sentado observando el enorme ventanal que alumbraba toda la habitación con los rayos de sol. Mirar eso, jugar o simplemente esperar a que pase el día.

Pero esta vez no estaba del todo aburrido. Tenía a manos el robot reparado que le había entregado el rubio. No supo cómo fue que lo arregló, pero apreció el hecho de que por lo menos lo haya arreglado para él. Near se dio cuenta de que el rubio no era tan malo como solían decir de él. Se notaba que tenía sentimientos, y que en el fondo era blando. Nada más que lo ocultaba con su ira.

El albino se quedó jugando con el pequeño robot toda la tarde. Manipulándolo de cualquier forma. Estaba totalmente agradecido con Mello ya que después de todo, ese robot era su juguete favorito.

 

La tarde transcurrió rápido. Mello se encontraba sentado en su cama viendo como su compañero competía con la consola en un juego de lucha. Era algo que le interesaba ver, podría aprender movimientos nuevos con esos juegos, es por eso que siempre lo observaba detenidamente. De vez en cuando lo alentaba para que el pelirrojo pudiese ganar. Lo motivaba.

Pero al rubio no le gustaba estar todo el día sentado sin hacer nada más que mirar. Tampoco quería jugar con Matt porque le era imposible ganarle, eso lo sabía bien. Por eso prefería prevenir la humillación de perder ante él. No quería admitirlo, pero era la realidad. Obviamente nunca le diría que es un as con los comandos. Primero su orgullo.

Así pasaría la tarde. No le gustaba salir en ese horario porque generalmente el sol estaba hasta por las narices. Por eso solo se quedaba leyendo algún libro o recostado en la cama. Muy pocas veces salía para tomar aire, dar un breve paseo por los pasillos y volver a su habitación.

Pero lo que si le gustaba era escabullirse a cierta hora de la noche e ir al enorme patio, recostarse en el césped y observar el cielo rodeado de estrellas, bajo la luz radiante de la luna. Era bastante relajante para él. Nadie lo molestaría, ni siquiera las voces de los demás niños. Todos dormían a esa hora a excepción de él.

Bajó cuidadosamente las escaleras (como Mello casi siempre vestía de negro, se podía camuflar bastante bien en las sombras) por si es que alguien aparecía pero estaba completamente seguro de que nadie estaría por allí.

Llegó al enorme portón que conducía al patio, abrió ambas puertas y sintió la fresca brisa del viento. Algunas veces, por las noches, hacia demasiado frio y por eso el rubio llevaba consigo una gran chaqueta roja a mano, para así después colocársela e ir tranquilo al césped.

Se recostó en el suelo y observó cada estrella que se posaba en el cielo. Sus brazos estaban debajo de su cuello, usándolas como almohada. Cerró sus ojos y permaneció en un silencio profundo. Paz.

Pensaba en diversas cosas como en su futuro, en las preguntas sobre los misterios de la vida que eran imposibles de responder, entre otras cosas más; hasta que un sonido de pequeños pasos lo despertó de sus más profundos pensamientos. Se levantó rápidamente para ver quién era el que estaba haciendo ese sonido. Si era Roger probablemente este le echase un gran sermón. Pero sus ojos se posaron con los risos níveos de Near. ¿Qué demonios hacia ese niño despierto a esas horas? Le sorprendió mucho verlo cruzar el pasillo.

Mello creyó que pasaría de largo pero le aterró pensar que era sonámbulo, hasta que se percató que el albino se dirigía hacia el patio. ¿Pretendía ir con Mello?

El rubio solo miraba cada paso que hacia el menor. Su mirada era incrédula, no tenía idea de que estaba por hacer pero de todas formas no se apartó del suelo. El albino se dirigió hacia una canilla de agua que estaba en el patio. Tenía una taza a mano, la cargó de agua y comenzó a beber de ella.

Por otra parte, Mello no dejaba de pensar qué clase de estupidez estaba haciendo el menor. Es decir, podía haber ido a la cocina, pero no. Ante eso no pudo evitar preguntar.

— ¡Oye tu! — Gritó el rubio para llamar la atención del menor. Lo cual fue todo un éxito. Near dio la vuelta y miró al mayor por un momento, esperando respuesta por parte de él. — ¿Qué haces allí?

Near solo levantó un poco la taza como respuesta. No iba a responder nada mas, estaba algo lejos del rubio y él no era de gritar.

—Ven— Dijo Mello con una señal de manos para que el menor vaya mientras él volvía a recostarse en el césped.

El albino caminó hacia el rubio hacia él y se quedó parado al lado de Mello. Esperó a que este dijera algo.

— ¿Qué haces aquí? — Cuestionó el mayor. No es que le importase que estaba haciendo allí el menor, solo que le parecía extraño verlo. Además de que era demasiado tarde para que un niño de nueve años este deambulando a oscuras por el orfanato. Eso le daba escalofríos. La apariencia extraña de Near, más eso de andar caminando solo por las noches, rayos.

—Vine a beber un poco de agua fresca.

— ¿Por qué no fuiste a la cocina? — Preguntó curioso. La cocina no estaba tan lejos de los dormitorios. El agua era fresca allí también. ¿Por qué tenía que encontrarse con él una vez más?

—Me gusta tomar el camino largo durante las noches— Hizo una breve pausa y bebió un poco de agua, al terminar, continuó —. Yo no duermo.

Near no era sonámbulo. Pero si caminaba por todo el orfanato por las noches. Le costaba conseguir el sueño y como pasatiempo paseaba sin nadie que lo viera. Así se despreocupaba de todo, pero al parecer no era el único que se quedaba despierto fuera del cuarto. Mello también era uno, y a diferencia de Near, este sólo se quedaba sentado en el césped por un tiempo y luego volvería a su habitación.

Mello volteó la mirada y volvió a cerrar los ojos. Dio por terminada la conversación pero Near seguía parado en frente de él y eso sí que lo incomodaba demasiado. Al parecer el niño no se daba cuenta de las cosas si no le decían, o tal vez lo hacía a propósito…

— ¿Puedo sentarme? — El albino preguntó inocentemente. En su voz se notaba la timidez de Near al preguntar lo cual sorprendió a Mello. Una nueva característica estaba aprendiendo sobre el menor: era serio, de vez en cuando sonreía y ahora era tímido.

El rubio lo miro detenidamente a los ojos y vio una expresión total de inocencia. Llevó su mano a la boca y desvió la mirada. Ese mocoso se veía tierno con su cara de niño inocente, pero la realidad era otra, detrás de esa mirada había un niño presumido, serio y muy molesto (Características que por un momento se había olvidado de ellas) Eso lo había confirmado la primera vez que hablaron.

—Como quieras— Respondió Mello mientras volvía a dirigir su mirada al cielo. No era que no quisiese que se quedara allí pero le resultaba bastante incomodo que ese niño se quede con él. Pocas veces hablaron y ahora estaban juntos, bajo la luz de la luna, solos en el patio. Pero tampoco era que el quisiese que se quedara. Probablemente era mejor para el rubio evitar contacto con él. No vaya a ser que empiece de nuevo con las preguntas, sarcasmo, entre otras cosas que hizo cuando hablaron porque si lo hacía, no dudaría en golpearlo, volvería a enojarse y eso arruinaría toda la paz que estaba teniendo en ese momento.

Near se sentó a su lado, miró hacia el cielo a ver las relucientes estrellas que se posaban allí. A él también le gustaba verlas, normalmente lo hacía desde su ventana. Él no era de salir al patio para quedarse largo rato, mucho menos por las noches. Pero esta había sido la excepción. Sentía la curiosidad de saber sobre Mello.

“Tiene demasiadas emociones. A veces se lo ve enojado, otras feliz y luego serio. Después vuelve a reír y otras esta triste. Es impulsivo. Se deja llevar por las emociones. Luego oculta sus sentimientos con ira o indiferencia. Que ser más complicado… pero eso me intriga.”

 Eso era lo que Near pensaba sobre Mello. Sabía todas esas cosas del rubio por las lenguas chismosas que hablaban sobre él por el pasillo. También porque Near era gran observador y un buen juez de carácter. Se dio cuenta de todo eso cuando habló con él.

Hubo un incomodo silencio entre ambos jóvenes. El viento comenzaba a aumentar, el frio también. Pero ninguno se inmutó ante ello.

— ¿Por qué eres así? — Mellorompió el hielo. — Eres raro.

— ¿Raro? — El menor cuestionó incrédulo

—Claro, me refiero a que…— Analizó bien sus palabras. Tal vez no debía hablar sobre ello. Pero por alguna razón tenía curiosidad de saber más sobre ese niño. —…siempre estás solo ¿o no?

Era cierto. Near siempre estuvo solo. Desde que llegó al orfanato estuvo solo.

—No es culpa mía— Dijo mientras agachaba la mirada. Después de todo, no era un tema muy agradable para él. No era algo que le gustase recordar, ni hablar. —. Son ellos los que me juzgan sin conocerme.

Esas palabras eran las mismas que Mello pensó con anterioridad.

Lástima. Mello comenzó a sentir lástima por el albino. No era mala persona, solo era un mocoso que no sabía cuando debía cerrar la boca. Pero aparte de ello, hasta parecía indefenso. “Ese niño debió de estar solo por un largo tiempo”, pensó Mello mientras sus ojos se cruzaban con la imagen de un niño totalmente deprimido con la mirada agachas.

—Tú eres el primer chico de aquí que me ha hablado— Susurró Near.

Mello estaba sorprendido de las palabras del menor. No podía dejar de sorprenderse cuando se trataba del albino. Entonces analizó la situación…

“Debe de ser así a simple vista. Probablemente una vez que lo conozca ya no sea tan… amargado y tal vez no me moleste tanto”

No podía creer lo que estaba por decir. Su voz estaba por actuar por sí sola. Mello no estaba del todo seguro de que iba a hacer.

—Yo puedo…— Suspiró, y antes de volver a abrir la boca, volteó la mirada para no ver la reacción del albino en cuanto terminase de hablar. —No sé, ser como un compañero.

Lo dijo en voz tan baja que ni siquiera supo si Near lo había escuchado. Pero no le importó. No iba a repetir algo así nuevamente. Se estaba empalagando así mismo diciendo ese tipo de cosas. Mihael Keehl, ofreciéndose como “compañero” ante un niño de nueve años. Mihael Keehl, sintiendo lastima por alguien. Vaya sorpresa. Aun así, sus intenciones eran distintas.

—Apreció tu oferta. Pero no lo aceptaré— Sus ojos grises se enfrentaron con los orbes zafiros del rubio. —. De lo contrario, te arrepentirás y terminaras alejándote de mí.

Near se veía muy seguro de sí mismo. ¿Cómo podía estar tan seguro de lo que decía? Simplemente quería prevenir las cosas. No quería tener un amigo, encariñarse con él y luego tener que ver como este se aleja. No iba a permitirlo, es por eso que se negó. Debía seguir con su protocolo, por su bien.

Pero Mello no pensaba igual. Y tampoco era como los demás, él no era un descarado. Además, el rubio era honesto, siempre lo fue.

— ¿Por quién me tomas? ¿Acaso me ves tan mal?

—Prométemelo entonces—  Near no tardo en responder.

— ¿Eh? —  Era increíble. Lo infantil que era ese niño y también lo desconfiado. Pero no se iba a echar para atrás. Una vez que proponía algo no se retractaba.

Mello chasqueó la lengua y extendió su mano cerca de la de Near para poder hacer el trato. Pero el albino solo alzó el meñique. Esperando a que el rubio lo haga también para unir los dos meñiques.

“Debe ser una broma”, pensó el mayor. Aun así, extendió su meñique y la juntó con la de Near. Ambas se enroscaron. La piel de Near era sumamente suave. Aparte de ser blanca como la nieve, era suave. Con ese pequeño rose se había dado cuenta de ello.

Mello se sintió completamente idiota y no tardó en apartar los dedos. Volvió a recostarse en el césped. El trato estaba hecho, no había marcha atrás.

—Gracias, Mello— Y como lo hizo con anterioridad, Near sonrió. Pero esta vez Mello no lo había visto, su vista estaba concentrada en el cielo.

—Ni hablar.

Y así quedaron por unos cuantos minutos. A partir de ese momento, Mello y Near eran “amigos”.

Por dentro, Near estaba más feliz que nunca. Confió en las palabras del rubio y aceptó que sea su amigo. Por fuera, se lo veía tranquilo, pero la realidad era otra. Estaba más alegre que nunca. Fue la primera persona que le habló y la primera en ser su amigo. Después de todo, Near consiguió lo que quería, conocer al rubio.

Mello no dejaba de pensar en la promesa que acababa de hacer. Estaba seguro que la cumpliría pero temía arrepentirse de todas formas. Apenas hablaba con ese niño y ya eran amigos. No pudo creer lo bajo que había caído ante un niño. Creía que su reputación estaba cayendo pero algo muy en el fondo le decía que era lo correcto. Algo de él le decía que debía estar con ese niño. Sentía que si no era él, no sería nadie más. Y no quería volver a sentir lástima o culpa por Near.

Solo era cuestión de tiempo para acostumbrarse. Después de todo, solo tenía un amigo, no le vendría mal uno más… ¿O sí? Eso no lo sabría con exactitud hasta que pase más tiempo. Mientras tanto, solo debía dejar pasar el rato.

Comenzaba a hacer más frio que antes. Apenas eran las dos de la madrugada.  Near solo estaba con su camisa blanca, pantalón blanco y sin calzados. Pero Mello no sentía frio, el estaba bien abrigado. Pero comenzaba a irritarse al escuchar temblar al menor. Tenía frio y no había dicho ni una sola palabra. Seguía allí sentado como siempre mirando al cielo mientras se congelaba.

“Idiota, morirás de hipotermia” Pensaba mientras se sacaba la enorme campera que llevaba puesta. Dejándose solo con la blusa negra que estaba debajo. Era cálida y abrigada, asique no tendría mucho frio… Pues, Mello aun no quería ir a su habitación. Le entregó su campera al albino para que este se abrigase y dejase de temblar del frio. Todavía no entendía que hacia allí, y porque no se fue, es decir, tenia frio y aun estaba sentado en el frio césped.

—No es necesar…

—Claro que si, idiota. Estas temblando de frio y ni siquiera te has ido todavía, ¿Qué esperas? ¿Morirte?

—Comprendo— Recogió torpemente el abrigo y se lo colocó. —. Es cálida.

—Obviamente— Dijo Mello indiferente mientras cerraba sus ojos para volver a relajarse. Esta vez esperaba que el menor no le hablara, pues, ya había perdido demasiado tiempo y solo quería descansar un momento, aprovechando del silencio y la paz que estaba a su alrededor.

Near se dio cuenta de que no debía abrir la boca. Se recostó al lado del rubio y permaneció observando la estructura del orfanato. Le gustaba ver el estilo de la misma.

Una hora había pasado. Mello comenzó a sentir más frio del que ya estaba sintiendo. Abrió sus ojos y se encontró con el mismo cielo, la misma luna y el mismo niño que tenía sus ojos cerrados y estaba a su lado. Luego de ver al último nombrado, se dio cuenta de que él mismo se durmió. En cuanto cerró los ojos había caído en sueño.

Miró detenidamente a su acompañante y notó enseguida que este estaba temblando demasiado. Ese mocoso estaba muriéndose de frio otra vez y no se atrevió a apartarse del suelo para irse a su habitación. ¿Por qué no lo había hecho? Mello creyó que Near era todo un masoquista.

No esperó ni un minuto más y picó, con su dedo índice, la  frente del menor para poder despertarlo. El pequeño abrió los ojos en el primer piquete que le había dado el mayor.

— ¡Idiota! Te duermes sabiendo que no aguantas el frio, ¿Acaso quieres enfermarte?

—Fuiste tú quien se durmió…— Near dijo con anterioridad que no dormía. Mello había creído que se durmió al igual que él, pero no era así.

—Ni hablar, vayámonos de aquí.

Dicho y hecho, ambos jóvenes se fueron del patio ya que el frio aumentaba cada vez más cuando pasaba la hora. Subieron las escaleras y llegaron al pasillo donde se encontraba uno de los sectores de las habitaciones. Al parecer Near y Mello compartían el mismo pasillo y el rubio nunca se había dado cuenta de ello. Por parte del menor, jamás le prestó atención a algo así.

La habitación de Near era la última de todas. Y la de Mello estaba a unas cuatro puertas de la del menor. Estuvieron tan cerca y jamás se habían visto antes, algo bastante extraño.

—Bueno, adiós— Dijo el rubio mientras se asomaba a su puerta.

—Adiós, Mello— Contestó el menor, entró a su habitación y luego cerró su puerta.

Mello observó la puerta de Near por unos pocos segundos y luego volvió a lo suyo. Trataba de abrir la puerta pero no importase cuando intentase, la puerta no se abría. El maldito de Matt estaba durmiendo, con sus grandes audífonos encendidos, y como siempre, la puerta llaveada. Maldijo esa costumbre de cerrar con llave la puerta. Aunque esa sea la única forma de que nadie entrase, ahora era él quien quería entrar. Pero no podía.

“Cuando entré allí, vas a morir por olvidarte de mí, Matt”.

El frio era inmenso esa noche. No recordaba que fuesen así, pero no podía quedarse a pensar en eso, tenia frio y algo de sueño. Tampoco podía recostarse en el suelo. Se enfermaría. Definitivamente no era un buen día.

Volteó por todas partes en busca de algo. Volvió a sentir una brisa helada recorrer su cuerpo, pues fuera de las habitaciones no había calefacción. Luego recordó que el abrigo, que le serviría para poder abrigarse mejor, no lo tenía. Se lo había prestado al niño que seguro estaba soñando profundamente.

Miró la puerta de la habitación del menor y meditó un momento. No quería hacer nada estúpido, pero era eso o enfermarse.

Dio pasos pequeños y silenciosos hacia la puerta del albino. Cuando estuvo cara a cara con la misma, no fue capaz de tocar la puerta. Él no quería entrar allí después de todo. Pero luego se percató de que la puerta estaba entreabierta. Probablemente el viento la haya abierto. Mello entró cuidadosamente, procurando no hacer nada de ruido. Parecía un ladrón de puntitas de pie.

Había una cama no tan grande en el medio de la habitación. Near no compartía su cuarto con nadie, puesto que él había pedido una habitación solo para él.

— ¿Qué haces, Mello?

El aludido dio prácticamente un salto del susto. Ese mocoso estaba despierto.

—Bueno, yo…— Pensó bien en lo que iba a decir. Pues no quería parecer un psicópata que vigilaba a niños dormir. Claro que no, sus intenciones eran recuperar su abrigo e irse—… Buscaba mi abrigo. No me lo devolviste.

—Aquí tienes— Near se levantó de la cama, aunque ni siquiera estaba acostado, y le entregó la campera. — ¿No has podido entrar a tu habitación?

— ¿Cómo mierda lo sabes? — Esta vez sí le estaba asustando. Near, un niño con aspecto extraño; que deambulaba solo por las noches, que ni siquiera dormía. Y ahora sabía lo que le pasaba.

—Lo supe porque se escuchaba el sonido de tu forcejeo para poder abrir la puerta.

Todo tenía sentido.

—Puedes dormir aquí si quieres— Agregó el menor.

— ¡Claro que no! — Respondió Mello enojado y un poco incomodo. Tenía dignidad y no iba a dormir con un niño.

—Te enfermaras, ¿Qué esperas? ¿Morirte? — Near lo estaba desafiando. Usó las mismas palabras que Mello había usado con él pero estaba vez con sarcasmo y arrogancia. Quería incitarlo para que durmiese allí.

—No me vengas con eso…— Mello analizó bien las cosas, y por mas vuelta que le daba al asunto, Near tenía razón. El rubio no quería quedarse en cama siendo atendido por alguien más, él odiaba depender de otra persona, pero si se enfermaba eso mismo iba a pasar. —…Me lleva.

Se dirigió hacia la cama de Near y sin descaro alguno, se recostó del lado izquierdo de la misma.

—No le digas a nadie de esto.

—No lo haré— Dijo Near mientras cerraba la puerta y volvía a sentarse en la cama. Luego de unos minutos, este también se recostó. Había un pequeño espacio que separaba a ambos de estar prácticamente pegados.

Luego de unos minutos…

— ¿Qué miras? — Cuestiono Mello, un tanto furioso. Near lo estaba mirando fijo a los ojos. Con la mirada encima, no podía dormir tranquilo. El rubio se dio la vuelta dándole la espalda al menor. — Si tú no duermes, ¿Por qué no vuelves a sentarte?

—Todas las personas necesitan descansar. Solo estoy esperando un poco para poder dormir.

—Bueno, trata de hacerlo sin observarme.

— ¿Te molesta?

—Ya hablamos de eso antes. Mejor cállate si no quieres que me haga para atrás con esa promesa— Chantaje.

Las palabras del mayor le habían llegado en lo más profundo de su ser. Near no pretendía molestarlo, para nada, pero al parecer lo hacía. Volteó su mirada y esta vez se quedó observando el techo. Ya no abriría la boca. Acababan de hacer una promesa, y no quería que se rompiera.

Near no pudo evitar sentirse furioso consigo mismo. ¿Por qué no podía ser como los demás? ¿Tanto le costaba? Luego analizó las cosas, desde que hablaron por primera vez, hasta la última frase agresiva del mayor.

“Mello solo hizo esa promesa por lastima. Él no quiere ser mi amigo, y supongo que jamás me vera de esa forma. Estoy seguro de que ni me soporta…”.

Ante ese pensamiento, solo quería dormirse pronto para despertar en algún mundo en donde él fuera completamente “normal”.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Quiero disculparme por el OoC, pero como dije antes: Todo tiene una razón lógica.


Espero les haya gustado. Dejen sus comentarios, ya sean positivos o negativos. Con gusto responderé a cada uno de ellos.


Nos leemos la próxima. Sayonara!


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