Derek no era idiota, ¿está bien? Independiente de su falta de aptitudes sociales en algunas situaciones, no era idiota y mucho menos ciego.
Recordaba perfectamente que Allison y Parrish iban junto a él por el pasillo la primera vez que lo vio. El chico había hecho movimientos tan extraños que les había arrancado una risa a sus dos amigos, pero Derek solo había fruncido el ceño en primera instancia.
La segunda fue aún peor, porque al parecer este chico realmente subestimaba su inteligencia y eso no le agradaba en lo absoluto. Derek era un año mayor de lo que debería una persona de último año, pero él tenía sus razones. Sin embargo, allí estaba ese niño, oculto tras un libro que ni siquiera estaba leyendo, creyendo que Derek no estaba al tanto de su existencia.
Sin embargo, fue la tercera vez y tercer día consecutivo que lo encontraba espiando, ahora durante un periodo libre, que decidió hacerse cargo del problema de alguna forma. Así que fue con Boyd, un chico de la escuela que pertenecía al equipo de básquetbol del gimnasio en el que Derek entrenaba, quien lo llevó con Erica Reyes, y preguntó por el pequeño acosador. No fue difícil describirlo: delgado, cabello corto, rostro moteado con lunares, ojos grandes y expresivos, brazos y piernas largos. Erica Reyes movió su cabello rubio hacia un costado y enarcó una de sus cejas perfectas, sonriendo de costado con el labial rojo brillante, como si hubiese descubierto algún secreto que Derek guardaba.
—Stiles Stilinski —le dijo la chica. —y, por lo que sé, está libre —agregó y se fue taconeando por el pasillo, dejando a un Derek mudo y confundido. ¿Se supone que debía preocuparle de alguna forma que el chico estuviese soltero? No, no le importaba y no le importaría. La chica estaba malinterpretando las cosas, eso debía ser. Las chicas siempre están viendo romances donde los hay.
El fin de semana llegó con rapidez, y Derek admitía que el viernes, cuando iba de regreso a casa, había mirado sobre su hombro un par de veces para estar seguro que nadie lo seguía. Una vez allí, Cora, su hermana, lo tuvo sentado por horas en el sofá de la sala de estar, mirando una película tan ridícula que ni siquiera logró entender la trama.
Más tarde, esa noche, cuando estaba en mitad de uno de los libros que había decidido darse el lujo de leer durante un fin de semana excepcionalmente libre de quehaceres, su teléfono vibró con la alerta de un mensaje. Era de Allison.
>Lydia Martin está organizando una fiesta el próximo fin de semana, deberíamos ir
<Deberíamos me suena a muchas personas
>Derek, este es nuestro último año, relájate un poco. Tu promedio perfecto no cambiará por solo una fiesta, lo merecemos
<¿Qué opina Parrish de todo esto?
>Fue el primero en aceptar, Lydia en persona se encargó de invitarnos a los tres… Por favor, Derek!! :’(
Derek se tomó un tiempo para respirar, observando en silencio su habitación, decorada con algunos afiches encuadrados y muchos trofeos de ligas infantiles, mientras meditaba el asunto. Apenas podía escucharlos, pero sabía que sus padres mantenían la misma conversación de siempre respecto a sus respectivos días en el trabajo. En la habitación contigua, Cora escuchaba esa música moderna que finalmente eran solo ruidos incoherentes, igual que cada tarde. Una habitación más a la derecha, de seguro estaba Laura ejercitando, igual que cada tarde. Y él mismo estaba ahí, encerrado en su habitación, igual que cada tarde. Dio un suspiro largo y pesado.
<Muy bien, cuenten conmigo
>ERES EL MEJOR <3
Sonrió apenas un segundo con el último mensaje de Allison y volvió a su lectura, sin dejar de pensar en la fiesta. Una noche fuera de casa no le haría mal, ¿verdad? Además, estaba seguro de que Lydia Martin no se relacionaba con personas como Stiles Stilinski, así que no habría problemas por falta de privacidad. Tal vez, y si ponía esfuerzo en obviar a los adolescentes borrachos y chicas cabeza hueca, podría pasarlo bien después de todo.