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Amor en tiempos de guerra por Saya Christopher

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Naruto no me pertenece, es una obra de Kishimoto Masashi.

“Un joven doncel que guardaba en su corazón grandes heridas y el más grande secreto jamás antes contado. Un varón que ha heredado el trono de Asgard recientemente buscando esposo. La gran codicia de un hombre los unirá en matrimonio ¿Podrá el joven doncel y Rey de Camelot conquistar a su esposo o será una más de las batallas que tendrá que pelear en el nombre de su reino?”

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II

Campamento del ejército aliado…

Había pasado un día de aquella batalla que había hecho que los reinos aliados tuvieran una esperanza. Sorprendentemente, esa misma madrugada Orochimaru enviaba un emisario para pedir una tregua hasta tiempo indefinido. Esto había causado la molestia de los monarcas y hasta ese momento no habían podido decidir nada, otorgarle un tiempo para reagrupar un ejército significaba la muerte súbita.

El rey de Ávalon estaba preocupado, caminando de un lado al otro dentro de su carpa, esperando la llegada de su primogénito Itachi porque hoy, después de muchos años, necesitaba un consejo. Cuando escuchó la intromisión de alguien, paró el paso y miró hacia la entrada, era el joven al que estaba esperando. El joven guerrero entró despacio, como si se estuviera cuidando de no caer en alguna trampa. Cuando se vio de frente a su padre se relajó un poco y avanzó con más firmeza hacia él, notando que este se encontraba extremadamente ansioso.

¿Qué piensas hacer? — se apresuró a preguntar el joven, aún de pie frente a su padre.

El rey pareció pensarlo un momento hasta que un fuerte suspiró salió de sus labios al tiempo en que él se dejaba caer en la silla más cercana.

— Por primera vez creo que es mejor dejar las cosas como están, podemos perseguir a Orochimaru pero no hay que engañarse, nosotros no estamos mejor que él; también hemos tenido muchas bajas.

— Padre… llama a Sasuke, él… —el joven calló cuando escuchó el fuerte golpe que su padre dio a la mesa que se encontraba junto a él con su espada.

— No voy a pedir consejos de un maldito niño que no sabe hacer nada. Así que olvídate de eso.

Itachi simplemente calló, sabía que era inútil tratar de razonar con su padre y hacerle ver que aunque lo odiara con toda su alma, el joven doncel y rey de Camelot era tal vez la persona más lista de esos campos. Ya muchos problemas habían enfrentado los dos, padre e hijo, como para echar más leña al fuego. Simplemente resopló y tomó asiento junto a su progenitor.

— El señor Namikaze… espero que tu hermano sepa complacerlo y que le dé un heredero pronto porque en el futuro será un aliado importante ¿Le has hablado de él?

— Sabe que tiene un prometido pero no sabe quién es… dejemos que se conozcan solos.

— Itachi… no quiero que Sasuke vuelva a pensar en ese hombre, hay que hacer que se case con Namikaze pronto… tu hermano es capaz de…

— No lo hará, ese hombre tocó su orgullo. No creo que sea tan fácil para él perdonar algo así. Además, ese hombre está casado. — Itachi se levantó y dirigiéndose hacia afuera volvió la mirada hacia su padre— Sasuke… él es demasiado listo como para caer dos veces en las mismas manos —dijo para luego desaparecer detrás de la carpa.

— Eso espero…

Campamento de los reinos aliados.

Día siguiente a la batalla…

Desde muy temprano se escuchaba el acero chocar y a los soldados gritar y reír ¿Por qué reían? Se preguntaba mientras se levantaba de la cama y se acercaba al pequeño lavado que tenía a su disposición. Llevaba una noche ahí y ya se le hacía insoportable estar rodeado de tantos hombres que se creían unas bestias, riendo cuando en realidad querían llorar, cuando en realidad estaban aterrados.

Tomó la toalla que su joven amigo le daba. Con mucho cuidado secó su rostro y luego su pelo. Simplemente pasó los brazos por su ropa, al tiempo en que pasaba las piernas por los pantalones. Deidara prendió los botones de su camisa desde atrás, mientras Sai le cepillaba el pelo, más jugueteando con él que arreglándolo.

— Ya les dije que no es necesario que me vistan. No me gusta que lo hagan. Además, deberían estarse alistando para el nuevo día —dijo el joven rey tomando su espada y saliendo seguido por sus dos amigos a los que los demás llamaban guardianes.

— No debería molestarse, su majestad. —rió Deidara al ver la fiera mirada que le lanzaba el azabache. — Es divertido molestarte, Sasuke. Por cierto, dicen que pactaron la paz con Orochimaru, aunque creo que es provisoria.

El joven azabache se detuvo en seco haciendo que los dos donceles chocaran con él. Ambos lo observaron detenidamente, tenía las manos cerrados con tal fuerza que los nudillos se le quedaron blancos.

- Sasuke... -dijo Deidara al ver que el joven miraba fijamente al suelo.

Eso... Había venido, había olvidado que su padre no quería verlo solo por matar a Orochimaru de una vez por todas, entonces ¿Todo su esfuerzo había sido por nada? Debían estar de broma...

El joven doncel avanzó con furiosos pasos empujando a todo aquel que estuviera delante de él, su fiera mirada hacía que los hombre instintivamente se apartaron, por el temor de ser arrasados por el fuego que esos ojos expedían, una mirada llena de odio, capaz de abrasar al más fuero guerrero.

—Sasuke... —dijo con miedo Sai corriendo detrás de él.

El joven doncel avanzó a pasos agigantados hasta llegar a un grupo de hombre reunidos alrededor de una gran fogata. "Malditos reyes" pensó, ahí estaban tomando y fumando, riendo como si con cada minuto que pasaba no se perdiera una vida en el mundo a manos de la maldita serpiente, por eso los odiaba, porque no pensaban en nadie más que en ellos. Vio a Itachi entre ellos y sus latidos empezaron a ser más frenéticos, se mordió la lengua porque por primera vez quiso matar a su hermano, verlo ahí... riendo con aquellos hombres ¿Se había convertido en alguien tan vacio como ellos?

Al verlo llegar muchos se levantaron pero al ver que no miraba a nadie más que a su hermano y al notar que estaba furioso simplemente se hicieron a un lado. Llegó a su hermano y lo tomó del cuello de la camisa, lo hizo tan fuerte que pudo hacer que se pusiera de pie en un instante y su rostro estaba tan cerca que Itachi claramente podía escuchar el crispar de sus dientes.

— ¿Lo dejarán escapar? Dime Itachi ¿Vine para ver cómo esa serpiente ponzoñosa se me escapa de las manos nuevamente?-- soltó a su hermano haciendo que este perdiera el equilibrio y se volvió a mirar a los demás reyes que lo observaban sorprendidos. Entonces nuevamente chocó con los inquisidores ojos del día anterior. Esta vez esos ojos... Mostraban un brillo especial.

— ¡¿De qué se ríen?! ¿Hay una razón para hacerlo? ¿Han ganado la guerra? ¿Han protegido a su pueblo? No lo han hecho porque ustedes no piensan en nadie más que ustedes mismos. Por eso están tan contentos de que se llegara al absurdo acuerdo de dejar escapar a esa rata. Eso... no los hace a ustedes tan diferentes a él.

Los reyes no se mostraron tan calmados, lo miraban con rabia, después de todo era la primera vez que un doncel les alzaba la voz y probablemente eso en sus países mereciera un castigo severo. Lastimosamente para ellos, en Camelot las cosas eran muy distintas.

— Fue tu padre, mocoso, quien dio la orden. De todas formas, no tenemos por qué escucharte.

Ahí estaba de nuevo Danzo haciendo que perdiera el control. Quiso responderle pero calló al verse nuevamente en esos ojos del color del cielo. Maldito rubio mirón, estaba realmente enfurecido y quería golpear a quien sea, especialmente a aquel joven que parecía tan ajeno a la situación como todos aquellos viejos.

— No todos, mi Señor, estaban de acuerdo en dejarlo ir pero como usted seguramente comprenderá, las personas de aquí no escuchan a nadie que no tenga más de cien años.

Ese rubio... ¿De verdad dijo eso en frente de todos esos reyes? Esa fue la osadía más grande que había presenciado en su vida, se había ganado la mirada de odio de todos los ahí presentes, especialmente de Danzo.

— Naruto... —Gaara trataba de calmar a su amigo pero sabía que no funcionaría, había encontrado justo lo que necesitaba, un espíritu tan libre y problemático como el suyo.

— Aunque no me guste, deberemos dejarlo aquí, así lo han dicho ellos aunque no me convenza ni tampoco a ellos mismos las causas por las cuales lo están haciendo.

Sasuke se quedó en silencio. Esa explicación había hecho que enfriara un poco la cabeza, no por las razones que le había dado, sino por la voz con la que le había contestado aquel hombre… no había sido desafiante ni falta de delicadeza, después de todo y aunque hubiera peleado mil batallas él seguía siendo un doncel.

— Sasuke, sé que estás molesto pero no hay nada que podamos hacer… incluso padre ha estado muy molesto. Todos sabemos que darle tiempo a Orochimaru es algo grave pero no hay nada que podamos hacer; hay demasiados heridos y tal vez si no hubieras llegado hubiéramos perdido a más hombres. Sé que tienes tus razones para estar molesto pero no puedo hacer nada más… ninguno puede.

El azabache se quedó mirando a las carpas en donde los heridos fueron enviados, constantemente se escuchaban llantos, altos ayes que partían el alma. Tal vez tantas batallas le habían robado su lado humano y ahora solo pensaba en matar.

Se quedó ensimismado y caminó a paso lento, alejándose de los reyes que habían quedado en silencio observando intercaladamente a ambos hermanos.

— Sasuke… —llamó Itachi viendo cómo se paraba a escucharlo— volveremos a Ávalon todos nosotros, ahí se armará un campamento y nos reabasteceremos pero hay un problema, no hay suficientes barcos y si pedimos que sean enviados hasta aquí perderemos más tiempo ¿Entiendes lo que estoy tratando de decir?

Volver a casa… ¿Esa era su casa? ¿Cómo podía serlo si no recordaba de ella más que el olor del moho y del hierro oxidado de las rejas que lo mantenían recluso, si solamente recordaba la oscuridad que envolvía sus ojos como si tuviera una tela atada al rostro… Su casa… su casa… esa no era su casa.

— La embarcación está al otro lado del río Achlys así que tardarán hasta el medio día en llegar. Yo me encargaré… Izuna… ¿…l estará ahí? —preguntó al fin en un susurro.

Itachi lo comprendió, comprendió que su pequeño hermano no quería ni podía llamar a Ávalon su pueblo y que la casa que él recordaba no era la misma casa que recordaba Sasuke. Comprendía perfectamente por qué preguntaba por Izuna.

— Sí Sasuke… Izuna estará ahí y tú te quedarás con él y conmigo… el gran castillo de Ávalon… no lo volverás a pisar.

Se giró a ver al hombre que era el célebre dueño de tan varonil voz, su tío Tobirama. Claro que no lo dejaría solo en un lugar al que solo en sus peores pesadillas soñó volver. Simplemente esbozó una pequeña sonrisa y volvió a sus carpas.

Horas después…

Todos estaban a bordo al fin de las embarcaciones y en menos de dos horas estaban tan cerca de Ávalon que casi podían oler las hierbas de sus extensos campos. Naruto así lo pensaba, sentado a babor y con el viento azotándole la cara pero había algo en lo que no podía dejar de pensar… en ese doncel  y en la última sonrisa que había mostrado antes de desaparecer detrás de las carpas de nuevo, había agitado ligeramente a su corazón. Dejó escapar de nuevo un suspiro y se acarició las hebras doradas una vez más.

— Qué te pasa, Romeo. —dijo Gaara apareciendo detrás de él — ¿Pensando en el doncel de nuevo? Yo tendría cuidado con él, no parece cualquier doncel.

— Eso es exactamente lo que lo hace especial. Hay algo en lo que no he dejado de pensar. …l parecía muy interesado en atrapar a Orochimaru ¿No crees?

— Sí, cada vez que habla de él tengo la impresión de que quiere agarrarlo del cuello.

En esos momentos vio como Sasuke salía de la cabina del barco dejando que sus cabellos danzaran con el viento. No pudo evitar que sus ojos se pasearan por su esbelta figura y que sus ojos terminaran en sus labios.

— Naruto…

Al no recibir contestación, Gaara siguió la dirección de la mirada de su amigo encontrándose con aquel doncel que parecía no haber notado aún su presencia. Simplemente resopló y fue hacía otro lado, dejando a su amigo a merced de las fieras.

Sasuke vio a Gaara alejarse, desvió la mirada hacia donde originalmente este estaba y se encontró con el rubio de antes, que lo asechaba con la mirada.

— ¿Qué es lo que tanto ves, dobe? —dijo acercándose lenta y sensualmente.

Eso bastó para que Naruto despertara. No sabía qué hacer, se paró y se tomó de las pequeñas escaleras que estaban cercanas a él, qué tan poderosa podía ser la belleza de un doncel… al parecer tan grande como para hacer que se le doblaran las rodillas.

— Yo… —balbuceó.

— ¿No puedes hablar, dobe? —dijo Sasuke tan cerca de su cara que casi podía sentir como sus alientos chocaban.

Naruto lo miró fijamente a los ojos para luego bajar a su perfecta nariz y terminar en sus rojos labios, casi podía jurar que se estaba acercando ligeramente a ellos.

— No vuelvas a decirme dobe, teme. —dijo al fin aún con los ojos clavados en los labios del doncel.

— Creí que te gustaba que te dijera así, después de todo no has cambiado de expresión desde que empezaste a mirarme la boca. —dijo para luego reír y alejarse.

Naruto esperó que se alejara del todo y se maldijo a viva voz por como cinco minutos mesándose los cabellos.

Reino de Ávalon. Castillo de los campos Elíseos.

Habían llegado esa mañana y habían desembarcado enseguida. Sasuke no esperó y fue directo a casa de su tío Izuna. No quería ocupar más su mente en cosas innecesarios y por sobre todo no quería ver ese castillo más. Cuando encontró a su tío Izuna simplemente se lanzó a sus brazos y se dejó llevar por el sentimiento de haber recuperado algo tan grande y precioso como su propio corazón. Tobirama había llegado minutos después pero al verlos charlar decidió dejarlos solos e ir a asearse. Así pasaron toda la tarde, hablando de cosas sin importancia, después de todo, Sasuke aún esquivaba aquellas conversaciones del pasado, un pasado que no quería recordar.

— Sasuke, elige tu mejor vestido. —dijo al fin Izuna.

— ¿Por qué? —Dijo sin entender.

Izuna se levantó de la cama y fue hasta un pequeño cofre que abrió con mucha delicadeza. Tomó un sobre y se lo dio a su sobrino, quien paseaba los ojos del sobre a su tío y de su tío al sobre.

— Sé que te han dicho que ya eres rey pero… Sasuke eso no es del todo así.

— ¿C-Cómo? —dijo poniéndose rígido y sentándose bien en la cama con el sobre en manos.

— No está concretado aún y podrían alegarse cosas en tu contra si no haces lo que voy a decirte. Sé que has cumplido los 19 años y que tu madre estipuló que a esta edad serías coronado y que debías ser capaz de llevar adelante a todo un reino.

— ¡Y lo he cumplido! —espetó Sasuke con algo de desesperación.

— Lo sé, pero hay algo más que no ha sido estipulado por tu madre, sino por tu abuelo… Debes casarte. —dijo al fin.

— C-Casarme… eso no es necesario. Yo no necesito a un hombre para…

— Ya lo sé, Sasuke. Lastimosamente esto no fue un requisito puesto por Hashirama sino por el señor Senju. Hemos tratado de arreglarlo Tobirama y yo pero es imposible. Lo hemos estado escondiendo de Madara, no lo sabe aún pero debes casarte lo antes posible. Entonces le dijimos que queríamos reforzar relaciones con Asgard.

— ¿Asgard? —preguntó aún confundido.

— Sí, tu prometido es el rey de Asgard. Sasuke, él no es un mal muchacho y es hijo de una amiga mía. Sé que no quieres pero debes hablar con él. Naruto también tiene que casarse, su padre le ha puesto un ultimátum ¿Lo entiendes? Debes ser fuerte porque ahora mismo te presentarán a tu prometido.

Sasuke no respondió. Se levantó de la cama y fue al cuarto de baño cerrando la puerta tras su espalda. Ahí se quedó un rato, mirando al suelo detenidamente. Luego de un momento tomó un vestido y se lavó cuidadosamente. …l no dejaría que su padre nuevamente le quitara todas las oportunidades de las manos, qué tanto podía perder… seguramente se trataba de algún vejete, simplemente se casaría y después de algunos años sería libre de nuevo cuando este muriera. Aún así… el estómago le daba vueltas.

Se miró al espejo completamente vestido. Llevaba un vestido que resaltaba su piel blanca y hacía una perfecta combinación con su pelo negro.

— ¿No podías elegir otro color que no fuera negro? No es un funeral, Sasuke —dijo Izuna apoyado al marco de la puerta.

— No. —espetó Sasuke saliendo del cuarto.

Jardines Elíseos.

Simplemente llegó y se mezcló con los demás en ese jardín. Todo olía a jazmines y al más fino vino, era una sorpresa que eso solamente aumentara sus ganas de vomitar. Caminó un poco más hasta encontrarse con Itachi. Nuevamente estaba con un grupo de hombres que él no conocía y a quienes no quería conocer. Este al verlo se disculpó y caminó rápidamente hacia él.

— ¿Te lo dijeron? —preguntó alcanzando a Sasuke que se acercaba a una de las mesas para servirse bastante vino en una copa.

— Sí. —dijo con rabia vaciando el contenido en su boca en solo unos segundos.

— Un doncel no toma así. —reprendió Itachi viendo a su hermano azotar la copa en la mesa con vehemencia.

— Un doncel no hace muchas cosas según los hombres, Itachi. No me hagas empezar. —dijo para mirar hacia otro lado.

— …l es un buen hombre. —trató de reconfortarlo. —Oh, mira, allá está. Lo llamaré y los presentaré de una vez por todas.

Sasuke miró sin mucho interés pero casi se atraganta cuando sus ojos chocan de nuevo con ese azul que venía viendo desde hace dos días. Su futuro esposo… era ese dobe o el viejo regordete que le estaba tocando el trasero a cada doncel que pasaba a su lado y que venía con el rubio.

— Dime que es el rubio. —susurró con los ojos cerrados con fuerza.

— ¿Cómo? —preguntó Itachi sin entender una sola palabra de lo que dijo su hermano.

— Nada —dijo tratando de tranquilizarse.

Simplemente se paró tan erguido y gallardo como pudo. Sabía que tenía una elegancia muy natural y que los hombres por lo general lo miraban embobados cada vez que así lo quería pero ahora mismo no se sentía tan seguro, podía jurar que le estaba dando un infarto.

— Naruto. —Saludó Itachi mientras estrechaba la mano del recién llegado.

— ¿Han sanado tus heridas? —preguntó el rubio con una sonrisa.

Poco a poco se apartó de Itachi y fijó sus ojos en ese doncel, el pequeño doncel que le había llamado dobe por lo menos doscientas veces en esos dos días. Iba a decirle “Teme” pero se perdió en su angelical rostro y en sus devastadoras curvas resaltadas sutilmente con ese vestido negro.

— Naruto, te presento a Sasuke. Sasuke… él es Naruto, tu futuro esposo.

Sasuke no dijo nada, simplemente se quedó observándolo y sin saber por qué su mano se lanzó delicadamente al encuentro de las de aquel hombre que la tomó y besó sin apartar los ojos de él.

— Sasuke… —escuchó de pronto detrás de él.

Se giró aún siendo tomado de la mano por Naruto y se encontró con alguien con quien no creía encontrarse nunca más. Su corazón empezó a bombear más fuerte y no pudo evitar retroceder hasta chocar con el pecho del joven Namikaze. En ese momento se paró pero siguió mirando hacia el recién llegado y hacia su acompañante.

— M-Menma. —dijo al fin pero notó que la respiración del rey de Asgard se aceleró también y que por alguna razón tomó su mano con más fuerza.

— Sakura-chan. —dijo al fin.

Todo en la cabeza de Sasuke daba vueltas. Sakura… era cierto… Menma, el que había roto su corazón… ese Menma se había casado hace un mes y se había casado con una Sakura, esa Sakura. Pero… ¿Naruto la conocía? Podía sentir las palpitaciones de su corazón en su espalda. Levantó la mirada y la dirigió a los ojos de Naruto que estaban tan abiertos y estaban tan brillantes… ¿Estaba tan sorprendido como él? Podía jurar que se veía de la misma forma.

Hizo todo el esfuerzo del mundo por retomar la compostura y se irguió como nunca. Tomó todo su orgullo y se construyó la coraza más fuerte que pudo.

— Es una sorpresa verte. —dijo al fin con un tono tan seco y carente de sentimientos que hizo que Naruto despertara de su ensimismamiento— escuché que te has casado. Debo suponer que es tu esposa… Un gusto conocerla— dijo estirando la mano y tomando la de la mujer haciendo una pequeña reverencia.

No pudo evitar sonreír porque veía a Menma con una mirada tan débil que casi le causa ganas de matarlo a golpes. Quería herirlo y quería que viera que ya no le importaba nada, que no le afectaba verle casado. Se volvió levemente hacia Naruto y le habló despacio, mientras Itachi saludaba.

— Creo que tú y yo tenemos más en común de lo que creíamos… —vio que Naruto le miraba fijamente a los ojos y asentía con la cabeza aún con ese brillo en los ojos— por primera vez le seguiré la corriente a un hombre… así que piensa bien en lo que harás porque te respaldaré porque así me conviene.

Naruto dejó de mirarlo y tomó su mano con más fuerza a la vez que se acercaba a la pareja, arrastrando a Sasuke con él. Sasuke simplemente lo observó sin entender qué hacía pero al ver a Menma observarlos tan atento sonrió y siguió adelante.

— Sakura-chan, ha pasado tiempo. No los he visto desde su boda. Les doy mis más sinceras felicitaciones. Quiero presentarte a Sasuke, mi prometido. —dijo con una gallarda sonrisa, tomándolo con mucha delicadeza de la cintura.

Continuará…

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**Saya Christopher**

Notas finales:

Sé que me he tardado con la actualización pero ahora que tengo un poco más de tiempo trataré de actualizara más seguido. En este capítulo hemos visto a Naruto y Sasuke muy cerca y hemos conocido a otros personajes. Sé que hay cosas del pasado aún flotando pero todo se aclarará con el tiempo. Muchas personas me han hecho llegar su inquietud acerca de los lugares en que se desarrollan los hechos y de que no todos conocen la mitología griega o nórdica pero eso no importa. Utilizo los nombres solo para darle al relato un tinte más histórico y darle más misticismo pero no es importante y no tiene relevancia en los hechos así que no se preocupen. De todas formas, si quieren lo aclaro a partir del sgte capítulo. Gracias a todas las personas que leen y que dejan comentarios :D


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