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Amor en tiempos de guerra por Saya Christopher

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Naruto no me pertenece, es obra de Kishimoto.

     

“Un joven doncel que guardaba en su corazón grandes heridas y el más grande secreto jamás antes contado. Un varón que ha heredado el trono de Asgard recientemente buscando esposo. La gran codicia de un hombre los unirá en matrimonio ¿Podrá el joven doncel y Rey de Camelot conquistar a su esposo o será una más de las batallas que tendrá que pelear en el nombre de su reino?”

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IV

Estaba aún acostado en aquella cálida cama, con los edredones tapando gustosamente su cuerpo y su almohada manteniendo la cabeza en una posición de ensueño, sin embargo, no podía volver a conciliar el sueño. Eran las 6 de la mañana aproximadamente, lo sabía por los débiles rayos de luz que pasaban entre las cortinas, alumbrando tenuemente su cuarto, casi sin llegar a su cama.

Se dio la vuelta sobre su espalda, con la mirada fija en la ventana, sin ganas de levantarse aún. Si bien habían llegado a un acuerdo… no sabía si se estaba equivocando, tal vez ese hombre había formado una imagen errada de él por su flexible comportamiento anterior, tal vez pensó que sería fácil llevarlo a su cama y hacerle un montón de promesas que no cumpliría. Entonces… ¿Por qué no se levantaba de la maldita cama e iba a decirle que había cambiado de opinión y que quería continuar siendo un alma libre?

Una vez más se pasó las manos con desespero por el rostro y una vez más mantuvo su mirada cansina sobre las viejas cortinas de seda. Cierto… debía casarse si no quería volver a vivir como un don nadie, perder todo por lo que había luchado. Es cierto que había actuado descaradamente, pero era necesario de lo contrario tal vez aquel joven hombre no le hubiera dado el sí. Que bajo había caído Sasuke Uchiha, se había ofrecido a un hombre al que apenas conocía, incluso se mostró pronto a firmar un contrato que los uniera, no en matrimonio, sino en una secreta sociedad que buscaría el bien de ambos.

Escuchó la puerta de la habitación rechinar suavemente, mientras volvía a cerrarse casi en un imperceptible golpecito. Sintió el acercamiento de la persona, minutos después la vio al lado de las cortinas, corriéndolas y haciendo que el sol lo golpeara de lleno en la cara. Una suave risita se escuchó mientras él, desesperadamente, se fregaba los ojos buscando acostumbrarse a esa tortuosa luz.

— Sasuke, ya es hora de que te levantes… Además sé que estás despierto desde hace ya un buen rato. —dijo Izuna sentándose en la cama, justo al lado del cuerpo de su sobrino.

— ¿Cómo lo sabes? —dejó de moverse y miró atento a su tío.

— Sasuke, no soy tonto… también soy doncel, sé que él estuvo aquí. Sé también que tu acercamiento a él no ha sido en vano ¿Has aceptado el compromiso?

Sasuke no contestó, miró atentamente hacia la ventana, como buscando una respuesta a tan intrincada pregunta. Se deslizó entre las sábanas y con ayuda de sus antebrazos logró sentarse a medias en ella. Una vez más se fregó la cara y miró a Izuna.

— Lo he aceptado. —sentenció.

Izuna resopló y se puso de pie muy pensativo. Camino dos pasos y se puso frente a su sobrino, tomándose de los pilares de caoba de la cama del doncel. Lo miró con una ternura con la que solo le hubiera mirado su madre.

— Espero de verdad que sea un buen hombre… y que no te estés casando por las razones equivocadas.

Sasuke sonrió sarcásticamente y caminó hacia el vestidor. Rápidamente tomó una prenda y trató de perderse en el baño, lo que más necesitaba era una tina caliente. Se detuvo en umbral de la puerta y se giró de nuevo.

— ¿Cuál sería la razón correcta, tío? No es un matrimonio por amor.

— Sí, pero no deseo tampoco que solo lo hicieran por interés. Desearía, y te dije sobre el compromiso por esa razón, que se conocieran más antes de llegar a cualquier decisión… si no es él será otro.

— …l y yo ya nos conocemos lo suficiente como para casarnos. —dijo con una sonrisa irónica en los labios, cosa que hizo que Izuna se alarmara.

— Sasuke, tú… no me digas que tú…

— No pienses tonterías, yo no necesito hacer eso para tener la atención de un hombre y lo sabes. Mira, si tanto te preocupa, trataré más con él pero aún así nos casaremos, tal vez más rápido de lo que piensas. —dijo para luego desaparecer.

Castillos de los Campos Elíseos.

Esas tierras, esos salones… no los había sentido tan solitarios desde la noche de la muerte de su joven esposo. Caminaba sin rumbo fijo por ese gran castillo, que ahora le parecía tan asfixiante como si una víbora estuviera tomando su cuello con una fuerza descomunal. Lo sentía así hace tiempo, desde que él había muerto, pero hace un año esa horrible sensación de abandono y melancolía lo perseguían. Los largos pasillos parecían no terminarse y él los recorría todos sin la menor prisa, con las manos detrás de la espalda y un paso firme, con la mirada posada en los cuadros que adornaban esas paredes y que lo seguían durante todo su recorrido… se detuvo ante una en particular, el Ángel de la muerte estaba ahí, tomando de la mano a Itachi con una gran sonrisa y con una mano sobre su pequeño vientre abultado, uno propio de los tres o cuatro meses de embarazo. Se le veía feliz, aunque ya cansado.

— ¿Cariño?

Y esa voz interrumpía de nuevo sus pensamientos, como desde que se casaron. No había podido llenar el vacío de su alma, solo había sembrado dolor y rabia. Se volvió con la cara tan seria como de costumbre, la habilidad de sonreír la había perdido desde hace tiempo.

— Te dije que no entraras aquí.

Mikoto tembló levemente con el bebé aún en brazos, mientras esperaba que aquella mirada ablandara la dura alma de su esposo. Miró lo que anteriormente este estuviera anhelando con tanto fervor y enrojeció de la cólera. Cómo es que con tantos años de casados no había visto una expresión así, dirigida a ella, ni aún a su hijo pequeño.

— Vine a ver si querías salir conmigo y él bebé, ya sabes, a pasar un rato. …l casi no te ha visto.

Miró a su esposa y luego a su joven hijo para luego volverse hacia el cuadro nuevamente. Mikoto entendió entonces que debía retirarse. Siguió pues él con el curso de sus pensamientos. Sentía tal vez que estaba traicionando a su Hashirama, que al tener un hijo otra vez estuviera cometiendo adulterio, después de todo el hijo que tanto habían esperado, al que el doncel Senjü acariciaba con tanto fervor, se había convertido en la razón de su muerte. Qué pensaría su hermoso esposo con lo que había sucedido en aquellos años, todas las heridas que se habían abierto y que no se habían cerrado.

Siguió su recorrido por los largos pasillos, tomando como guía el camino de cuadros de sus ancestros. Tantos habían reinado ese castillo que ya ni sabía a qué generación de los Uchiha pertenecía. Algún día, esperaba que Itachi sentara cabeza y reinara aquel reino con maestría. Al abrir las pesadas puertas volvió al recibidor, en donde encontró a su primogénito. Rápidamente caminó hacia él y lo estrechó en un fuerte abrazo, es así, ese cuarto lo ponía sensible, le daba una sensación de pérdida de la que no se recuperaba en un buen tiempo.

— Padre… —dijo aún correspondiendo al gesto de cariño— debemos llamar a una junta. Hay una cosa… Sasuke aceptó el compromiso y quiere hablarlo contigo y su futuro marido.

Madara no pudo evitar sorprenderse ante la noticia, no esperaba que su hijo aceptara tan rápido, es más, pensó que lo rechazaría. De todas formas, resultaba satisfactorio que no haya desacatado una orden suya.

— Llama a todos los reyes, nos encontraremos en el salón grande. No olvides a tu hermano. —dijo al terminar.

Horas después…

Todos los monarcas se encontraban ya sentados en sus asientos, hablando entre ellos de trivialidades ocurridas la noche pasada. Naruto, por su parte, solo miraba a Gaara sin tomar atención en la conversación.

— ¿Lo has pensado bien? —susurró Gaara.

— ¿Qué cosa?

— Ya sabes… casarte con ese doncel y todo lo que te dijo esa noche. Naruto, sé que te gusta pero no tomes una decisión como esa solo porque quieres satisfacerte, por más de que él diga que te dará el divorcio luego, sabes bien que no es fácil y si lo desposas, él no podrá casarse con nadie más ¿Por qué un doncel aceptaría semejante trato? No lo creo y menos de alguien como él, que parece odiar a todos los hombres por igual.

— Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas, Gaara.

— ¿Hablas por ti o por él? —susurró de nuevo enarcando las cejas.

— De los dos.

En ese momento callaron, vieron que las puertas habían sido abiertas de nuevo y otra vez Naruto se vio presa de ese cuerpo y de su hipnótico movimiento. Lo siguió con la mirada y sin que siquiera se haya dado cuento lo vio sentado a su lado.

— Cierra la boca que se te cae la baba, Namikaze. —espetó Sasuke en voz baja mirando hacia otra dirección.

— ¿Ya me tuteas? Muy bien, cariño. Eso hace más fáciles las cosas.

Naruto se dio cuenta con solo verlo de reojo que Sasuke estaba tan rojo como si estuviera por explotar. Sonrió una vez más ante ese gesto salvaje del doncel. Quiso molestarlo, pero era cierto que ser tuteado le gustaba.

— No me llames cariño, dobe.

— Vamos Sasuke-teme. Debería empezar a llamarte así, después de todo hay que aparentar frente a las otras personas.

— Tú, maldito dobe…

— Ya basta ustedes dos. —sentenció Itachi tomando asiento al frente.

Sasuke simplemente esquivó su mirada y la de los demás reyes que sonrieron ante la escena. Rápidamente escuchó que las puertas se abrieron, aunque por última vez. Vio entrar a su padre con paso calmo y tomar asiento en la punta de la mesa.

— Los he reunido aquí, mis queridos amigos, porque hemos tomado una decisión. Volveremos al campo de batalla en un mes, con todas las municiones para hacer frente a esta guerra. Es por eso que necesito que vayan a sus reinos y por el bien de todos nosotros, donen municiones. Cada reino así lo hará y yo lo haré doblemente gustoso, por ver a esa serpiente aplastada.

Los murmullos no se hicieron esperar, incluso algunos improperios dichos entre dientes, después de todo nadie podía entender el por qué de esa decisión. Primero retirarse del campo de batalla y ahora esto, nadie lograba conciliar la idea, excepto Sasuke que se mantuvo con los ojos cerrados y los brazos cruzados sobre el pecho. …l no era un pelele, ni mucho menos un novato en el arte de las armas, siempre había preparado sus escenarios él solo y había aprendido de los fracasos, una de las grandes enseñanzas en su haber había sido la de retirarse cuando había ganado poco para volver con más fuerza para reclamar más. La victoria no le sonreía a los fuertes, sino a los audaces.

— ¿Qué opina, señorito Sasuke? —preguntó Tobirama, sabiendo que Sasuke tenía un temperamento colérico, haciendo que Naruto también se volviera.

— Es necesario contestó sin decir nada más y escuchar de nuevo.

— Sabemos que estamos perdiendo tiempo, —calmó Itachi— pero piénsenlo bien, estamos ganando vidas. Un mes nos da tiempo para que nuestros heridos se recuperen y para juntar municiones, pero ese tiempo no será suficiente para que Orochimaru se reagrupe. Por favor, piénsenlo bien, es la mejor decisión que se puede tomar. Por favor no actúen precipitadamente.

Todos se calmaron y simplemente asintieron como autómatas. Lentamente los susurros cesaron y los reyes empezaron a entender que era solo una estrategia para ganas fuerzas, después de todo esto era como un juego de ajedrez.

— Perdonen por favor todo esto, pero somos compañeros y debemos buscar el bien común.

— Está en cierto, si debemos esperar para ganar que así sea. Si nos disculpa, deberíamos ir a empacar y preparar a los enfermos, será un largo viaje. —dijo Hatake Kakashi que casi nunca hablaba pero era un hombre increíblemente justo.

— Los enfermos pueden quedarse, les daremos todas las comodidades. —ofreció Madara.

— Creo sinceramente que no hay lugar que cure más rápido las heridas de un hombre que su casa y su familia. —dijo para luego hacer una reverencia y salir lentamente.

Así también lo hicieron los demás reyes, más calmados ahora por las palabras alentadoras que habían escuchado. Poco a poco fueron desapareciendo hasta quedar solo seis en esa sala.

— Señor Namikaze, quisiera hablar con usted en privado. —dijo Madara.

Gaara se levantó entonces, presto a abandonar la sala, al igual que Itachi y Tobirama. Sasuke suspiró y con un suave movimiento apartó la silla y se puso de pie para seguir a los demás, pero la voz de Naruto lo detuvo.

— Quédese también, Mi Señor. —dijo en tono de respeto.

Sasuke sabía perfectamente que su intención había sido darle a entender a su padre que lo respetaba tanto como para llamarlo “Mi Señor”, tanto como para convertirlo en su legítimo esposo. Madara mantuvo la mirada en ellos y poco a poco dejó escapar la tensión, qué más daba… después de todo se ahorraría la forzosa charla con el doncel.

El azabache tomo asiento de nuevo, pero sin hacer contacto visual alguno con los otros dos hombres. Naruto lo miró por un momento, sintiendo la rigidez de los hombros como si fuera propia.

— Joven Namikaze —llamó la atención Madara, haciendo que este se girara al instante. — Usted también debe volver, así que… ¿Qué va a hacer?

— Por supuesto, y si usted y el joven Sasuke me lo permiten, me lo llevaré a Asgard conmigo. —concluyó haciendo que Sasuke levantara la cabeza.

— Señor Namikaze, no permitiré un hecho tan bochornoso como dejar que mi virgen hijo doncel vaya con usted sin llevar su apellido en toda regla.

Sasuke juraba que estaba por darle una embolia o algo parecido ¿Desde cuándo su padre se mostraba tan protector? Hasta dónde era capaz de llegar con tal de ganar esa guerra y los derechos sobre esas tierras.

— Yo no he dicho que me lo llevaré sin darle mi apellido y ofrecerle la comodidad que él se merece. Quiero casarme con él. —concluyó sonriendo.

— ¿Cuándo sería eso? Digo… usted debe viajar como todos los demás y ellos se van esta misma noche.

Naruto lo pensó por unos segundos para luego mirar a Sasuke y sonreírle. Sabía que querría matarlo luego pero él había propuesto desde un principio ese matrimonio. Entonces, él pondría la fecha.

— Entonces, mientras ellos zarpan nosotros nos estaremos casando en secreto.

Era obvio, estaba sufriendo una embolia en esos momentos, ni siquiera podía hablar. Su padre dijo algo que no pudo entender, solo escuchó unas risas conciliadoras segundos después. Naruto tomó su mano y él como un autómata lo siguió sin decir palabra alguna, ni siquiera sabía en él momento se había alejado tanto como para llegar a casa de sus tíos y entrar en el mismo salón en el que se habían citado días atrás.

Naruto cerró la puerta tras de sí y miró a Sasuke que se mantenía como una estatua mirando hacia un punto indefinido de la chimenea. Lentamente se dio la vuelta y lo miró con una desesperación impropia de él.

— ¿Por qué dijiste que esta noche? Es demasiado rápido y yo no estoy preparado, además aún no tenemos el contrato que nos uniría como socios. Demonios, por qué dijiste esta noche —reclamó Sasuke casi quedándose sin oxígeno.

— Es el momento perfecto para hacerlo. Dijiste que estabas dispuesto a casarte con tal de mantenerte como Rey de Camelot. Te recuerdo que lo de juntar municiones y armar un ejército mejor te incluye, qué mejor forma que uniéndonos ahora. El contrato es lo de menos, si necesitas un papel para creer en mi palabra pues hazlo, yo no necesito uno para ver que de verdad quieres esto con toda tu alma.

Eso hizo que Sasuke asumiera de nuevo su máscara de frialdad y poco a poco fue haciéndose a la idea de que debía casarse o todo lo que había hecho y dicho los días anteriores perderían todo significado.

— Bien, siempre y cuando lo jures frente al altar te creeré. Después de todo tú y yo no estaremos jurando estar casados por toda la eternidad, sino amor eterno, eso quiere decir que seré tu mejor aliado pase lo que pase.

— Estás de acuerdo entonces… —confirma Naruto.

— Sí —dice Sasuke suspirando, aún con la mirada puesta sobre la chimenea.

— Te veré esta noche, Sasuke —dijo Naruto para luego irse.

Se quedó un momento más sumido en sus pensamientos. Desde ese momento ya no pensaría solo por él, debería pensar por otra persona y contarle todo a otra persona, eso era mucho y no sabía cómo hacerlo. Solo tenía dos personas en las que realmente confiaba, Deidara y Sai. Tal vez ellos le dieran una respuesta.

Se puso de pie y tomó la perilla para salir al pasillo de la planta más baja del castillo. Subió las escaleras acariciando el pasamano y fue rumbo a su habitación. Con suerte encontró por los pasillos a Deidara que al verlo supuso que algo le estaba preocupando. Simplemente le siguió los pasos y entró tras de él a la recámara. Cerró la puerta a sus espaldas y vio a su joven señor juntando todas las prendas que había traído y cargándolas de nuevo en el baúl.

No dijo nada, había aprendido a obedecer en silencio aún si no supiera de qué se trataba. Sasuke se detuvo entonces, sentándose en la punta de la cama. Miró a Deidara juntando sus cosas y suspiró por última vez.

— Felicítame. —dijo al fin.

— ¿Por qué? —preguntó Deidara con una prenda en sus manos.

— Esta noche me caso.

— Sasuke…

— Lo hago porque quiero. — se apresuró a decir. — Sé que no lo conozco bien, pero siento que en el fondo nuestras metas no son tan diferentes y que puede convertirse en el hombre en el que pudiera confiar ¿Lo entiendes?

Deidara no dijo nada, solo asintió y siguió con su trabajo, solo se aseguró de mostrar una gran sonrisa, después de todo lo que menos necesitaba su joven amo era sentirse más preocupado.

— No se preocupe, parece buen hombre. De todas formas y si él hace hago que no debiera, sabe que nosotros iremos a rescatarlo. Es más, buscaremos la forma de escabullirnos. —sonrió nuevamente. —Puedo decirle a Sai ¿Verdad?

— La idea era decirle a los dos… Quiero que hagan algo por mí. Vayan y compren el traje de novia más espectacular que encuentren, no me importa a cuántas modistas deban ver. Este es un día importante, el día en que comienza mi nueva vida.

— Espero que no te estés equivocando, no solo con el novio, sino también con las personas encargadas de escogerte el vestido. —sonrió Izuna apoyado al marco de la puerta. Tan sumidos estaban en la charla que no se habían dado cuenta de su presencia.

— Tío…

Deidara no dijo nada más, simplemente terminó de empacar y fue en busca de Sai. Sabía lo que representaba ese día para Sasuke, así que se encargaría de que ojos humanos  no hubieran visto jamás una belleza como la suya.

Izuna, por su parte, solo caminó hasta su sobrino y una vez frente a él le miró a los ojos y le abrazó con tanta fuerza como si nunca volviera a verle o como si ese día aquel doncel ya no fuera aquel al que él conocía tan bien.

— No importa lo que pase, te voy a apoyar. Yo sé que no te equivocarás, eres demasiado listo. Puede que termines tomándole cariño, eso me haría muy feliz —sonrió ante la idea— de todas formas espero que se vuelva un pilar para ti ¿Estás listo, mi pequeño? —preguntó mirándolo a los ojos de nuevo.

— Más que nunca.

Continuará…

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**Saya Christopher**

 

 

 

Notas finales:

Holaaa, estoy aquí como lo prometí. Gracias por todos los comentarios y por su paciencia. Sé que muchos ya quieren ver a las demás parejas pero aguanten un poco más que ya veremos de ellos ¿Qué les pareció el capítulo? La historia en realidad tomará el curso que debe ahora. Perdonen si hay algún error de escritura, es que no lo pude editar.

Aprovecho para avisar que la próxima semana tal vez no actualice, tengo demasiados parciales, pero sin falta dentro de dos semanas habrá actualización.

Díganme qué les pareció :D

     

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