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El Lobo de los Bosques de Palermo por Jormundgander

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Notas del capitulo:

Segundo capítulo. ¿Qué habrá pasado después...?

    El lunes que volví a clases, todo el mundo me invadió de preguntas, además de comentarme sus teorías más disparatadas. Que inventé todo, que estaba borracho, que estaba corriendo y me golpeé la cabeza con una rama baja de algún árbol, que alguien más me había drogado y me había violado... En fin, toda una serie de locuras imaginadas por mis compañeros. Incluso habían comparado la situación con la película "¿Qué pasó ayer?".

    El único que medianamente me creyó fue Nacho (que también le dicen Juani), que aunque tuvo sus dudas, notó la veracidad con la que yo relataba la historia. Su cara de asombro, que era algo graciosa para mí, hacía que me riera mientras le contaba.

-Te estás riendo. Eso significa que es mentira. -dijo Nacho.

-No, en serio, ¡me pasó de verdad! -dije conteniendo la risa.

- ¿Ves? Te reís porque sabés que estás mintiendo.

- ¡Tu cara me hace reír! -terminé de decir, para luego terminar a las carcajadas.

-Si, claro, mi cara...

-Bueno, te sigo contando. El lobo éste, lo tuve a centímetros de la cara, bien cerca. Lo suficiente para poder ver sus ojos. Eran...

    No pude terminar de contarle, la profesora había llegado al salón y me interrumpió. Preguntó qué me había pasado y me comentó que se alegraba de que volviera a clases, cosa que yo no.

    Luego de que todos nos acomodáramos, yo sentado con Juani en el fondo por supuesto, la profesora se dispuso a presentarnos a un nuevo compañero.

-Hola, mi nombre es Julián Maldonado y tengo dieciséis años. -dijo el chico, después de haber entrado.

    Era de complexión muy delgada, piel blanca como la leche y el pelo negro, opaco y sin mucho lustre, que caía sobre su cara del lado derecho. Eso fue lo que pude notar cuando el chico se sentó en un escritorio delante mío con cierto apuro.

    Conforme pasaba la clase, la profesora hablaba de lo del pizarrón, algunos se tiraban avioncitos de papel, la típica parejita estaba supermelosa sin hacer nada, las chicas del fondo cuchicheando sobre el chico nuevo y, Nacho y yo empapándonos en nuestros asuntos.

- ¿Vas a ir hoy? -me preguntó él.

- ¿A dónde?

- ¡A entrenar! ¿A dónde más?

-No sé, mucha paja de ir. Además, el doctor me dijo que tratara de relajarme y distenderme un poco, que no me someta a tanto estrés, que descansara una semana más para estar seguro. -le expliqué.

-Bueno, si vos decís...

    Después de eso, el chico nuevo, Julián, se dio vuelta para pedirnos una lapicera. Con una mirada algo insegura, vio a Nacho primero y después a mí.

    De repente, me levanté de mi lugar, hiperventilando, tirando todas mis cosas al suelo y tropezándome con las mesas y las sillas de mis compañeros. Llegué al baño, seguido de mi profesora y la directora, algo inquietadas por mi condición. Aproveché para mojarme la cara y dar una gran bocanada de aire.

-Llamen...llamen a mis padres...- les dije como pude.

    Esa misma mañana, mi mamá fue a buscarme. Estuve todo el camino a casa en silencio y algo aterrado, hasta que mi mamá me oyó susurrar.

-Esos ojos...

-¿Cómo hijo?

Pensando qué decirle, le dije lo primero que se me vino a la cabeza. -Ma, si te cuento algo, ¿prometés mantenerlo en secreto?

- ¿Tiene algo que ver con este ataque de ansiedad?

-S...si. -dije algo nervioso.

-Hoy llegó un chico nuevo al curso, viste...

-Mmm...si...

-Y, bueno, este... se dio vuelta para pedirme algo y me miró a los ojos.

- ¿Y qué pasó? -me preguntó ella, antes de frenar en un semáforo en rojo.

-Me di cuenta que... -hice una larga pausa. -De que... Me seguís creyendo lo del lobo, ¿no?

-Si.

-Bueno, noté que tiene los mismos ojos que el lobo de esa noche.

- ¿Y vos creés en eso?

-Todo puede ser. Papá sólo dice que deje de leer esa porquería de libros porque me van a dejar la mente como un huevo revuelto.

-Vos tenés que hacer lo que te dicte tu corazón, hijo. -dijo, y luego avanzó cuando la luz se puso en verde. -No tenés que guiarte por lo que digan los demás, incluso tu padre. Vos tenés que hacer lo que mejor te parezca. Eso sí, sin dejar de obedecernos. Somos tus padres y queremos lo mejor para vos. Sos un buen chico y merecés la libertad que tenés.

    Después de unos pocos minutos llegamos a casa.

-Andá a tu cuarto y tratá de dormir un poco. -me dijo.

-Bueno, está bien...

-Y...en cuanto a ese chico... Sólo fue una coincidencia y ya, ¿ok?

-Ajam, ok...Gracias ma...

   Esa media mañana me desplomé en mi cama, logré conciliar el sueño, pero no fue tan agradable como esperaba.

    Tuve un lúcido sueño, en el que estaba perdido en un bosque nevado y tenía que correr. La bestia estaba allí persiguiéndome, parecía querer comerme, pero a lo lejos se oía su voz. Me decía que estaba herido y necesitaba ayuda. Me llamaba por mi nombre. "Matías, Matías... Ayudame, por favor...", me decía. Era la voz del chico nuevo.

    De repente, apareció frente a mí. Me quedé petrificado. No pude hacer nada. El lobo me atacó a la cara.

    Me desperté todo transpirado y respirando agitado. Eran las tres y media de la tarde. Estaba solo. Mi mamá se había ido al Alto Palermo con sus amigas y me había dejado una nota diciendo que mi papá llegaría a eso de las cinco.

    Como estaba en bóxer, aproveche para bañarme y refrescarme un poco. Cuando terminé de cambiarme, tocaron la puerta.

- ¿Quién es? -pregunté.

-Soy yo, abrime. - Era Nacho.

-Ok, pasá. -dije, después de abrirle la puerta. - ¿Qué pasó? ¿Qué hacés acá?

-Nada, vine a buscarte para ir al club. Tu mamá me dijo que ibas a estar solo, entonces vine.

- ¡Pero te dije que no iba a ir!

-Ya sé... ¿Estás mejor de lo esta mañana?

-Si, un poco. ¿Q...qué pasó después?

-Eh...no mucho. La profesora siguió con la clase, nos dijo que el viernes 30 nos vamos de campamento a Tigre para pasar el fin de semana y que hay que llevar una autorización para la salida. Además, las chicas se enojaron un poquito porque les tiraste las cosas y...

- ¿Y qué?

-Eh, en el recreo hablé con el chico nuevo, Julián. Un poco tímido, no habla mucho. Hizo que me acordara de vos.

-Callate, boludo...

-Si, en serio. Igual, buena onda el pibe. Al final, ¿vas a ir?

- ¡Ya te dije que no! Pero que pesado, che...

-Bueno, entonces me quedo.

-Pero...

-No te preocupes. -me interrumpió- Ya le dije a mi vieja y no pasa nada.

    Esa tarde, Nacho y yo nos quedamos jugando a la Play hasta llegó mi papá.

- ¿Matías? - dijo él cuando entró.

-Acá pa, en el living.

-Ah, hola Ignacio.

-Hola.

-Pensé que estabas solo. -me dijo.

-No, vino él para hacerme algo de compañía.

-Me contó mamá que tuviste un ataque de ansiedad, y que por eso te retiraste del colegio temprano. ¿Estás mejor?

-Si pa, ya pasó.

-Bueno, Mati, te dejo. -me dijo Nacho al oído.

-Esperá... -le dije susurrando. -Papá, ¿puedo pasar la noche en casa de Nacho?

-Pero mañana tenés que ir al colegio.

-Si, me puedo llevar el uniforme y las cosas para ir de allá al colegio.

-Bueno, está bien, yo le aviso a mamá.

-Gracias pa.

   Rápido, fui a mi cuarto, preparé las cosas del colegio en la mochila y me fui con Nacho. En el camino, empezamos a hablar.

-Che, Juani...

-No me digas Juani, así me dicen las chicas, ya te dije.

-Bueno... Nacho, ¿qué hablaste con ese chico, Julián?

-No mucho. Me contó que se mudó desde Tigre y se cambió de colegio. Me dijo también que quedó algo preocupado por lo que te pasó.

-Ah, ¿si? - le dije, haciéndome el desinteresado.

-Si, me dijo que se siente algo culpable. Después, le pregunté por qué y me

cambió de tema. Creo que deberías preguntarle vos, la próxima vez que lo veas.

-Nah, seguro no es nada.

-Yo creo que es algo serio. Todo el recreo me estuvo preguntando por vos. Que cómo te llamás, que qué es lo que te gusta y cosas así. Se interesó bastante por vos.

-Bueno, cuando lo vea, le hablo.

    Apenas había llegado a la casa de Nacho, su mamá ya me estaba malcriando. Los papás de Nacho me cuidan como si fuera un hijo más de ellos, y los míos viceversa con Juan Ignacio.

    Esa noche comimos pizza y después jugamos en la compu hasta la medianoche.

    Al día siguiente, rutina normal. Me bañé, me cambié y me fui al colegio, con la diferencia que esta vez, el papá de Nacho nos llevaría al colegio camino a su trabajo.

    Era martes, así que nos tocaba tener Fisico-Química, Biología, Literatura y al final, unas 2 tediosas e infinitamente largas horas de Arte. Como siempre, salí al recreo después de Literatura. Tiempo que quise aprovechar para hablar con Julián, pero no lo encontré en el patio. Ni siquiera pude hablarle durante la clase de Arte. Tampoco podría hacerlo durante las siguientes 2 semanas.

    En ese momento, no sabía que ese chico se había vuelto parte importante de mí. Porque hasta que llegó al colegio y entró en mi salón, no se me escapaba nada de la monótona y aburrida rutina que llevaba. Él, de alguna forma, rompió ese esquema y, a esa altura, me intrigaba demasiado y me costaba entender el porqué.

Notas finales:

Qué les pareció? Este capítulo llegó antes de lo esperado, pero bueno, acá está. Pueden dejar reviews, es gratis.

Saludos, Jormundgander... o Cristian, jeje...


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