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El Lobo de los Bosques de Palermo por Jormundgander

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Notas del capitulo:

Tercer capítulo. Excursión escolar y otras cosas más. ¿Será o no será? Esa es la cuestión.

    Dos semanas después, ese viernes, bien temprano, a eso de las cuatro y media. Me levanté pensando en todo lo que haríamos con Nacho durante el fin de semana, pero también sabía que no podría evitar ver a Julián, ver... esos ojos...

    Buf....Mejor sigo. Cuando llegué a la puerta de la escuela, los micros de la excursión estaban siendo abordados por todos los chicos de 3ro, 4to y 5to año. Entre ellos estaba él. Justo lo vi cuando se subía a uno. Pensé que era el de nuestro curso, pero el maldito destino quiso que todos los demás vehículos estén llenos. Para mejorar las cosas, me dijeron que debía subirme al mismo micro al que había visto a Julián subirse minutos antes. Y el colmo de los colmos fue sentarme en el único asiento desocupado, al lado de él, bien en el fondo. Todo mi elaborado plan para evitarlo durante todo el fin de semana, se había ido por el caño.

-Ah, hola... Matías... -me dijo Julián, entrecortado. Se lo veía un poco nervioso.

-Hola, Julián. ¿Todo bien? -le dije con una sonrisa. Para ser amable, ¿no?

-Sí, todo bien. Pensé que no sabías mi nombre.

-Ah, sí... Nacho me lo dijo.

- ¿Ignacio? ¿Y qué más te dijo?

-Nada más, solo eso.

-Oh... –suspiró. Se veía su decepción en el rostro.

-Me… me habló sobre tu mudanza, desde Tigre; y que te sentías algo culpable por lo que me pasó ese día en el salón. –me apresuré a decir. No quería que pensara que yo era un idiota con las personas.

-Sí, es verdad. Me sentí muy mal, por eso no te hablé durante este tiempo. Creí que te volvería a pasar.

-No, no pasa nada. No fue tu culpa. Seguro Nacho ya te contó lo que me pasó, ¿no?

-No, no me contó. ¿Qué pasó?

    Además de contarle mi inexplicable experiencia, estuvimos hablando de varias cosas que teníamos en común, hasta que llegamos al campamento escolar en Tigre. Bajamos del micro como si nos conociéramos de toda la vida. Luego nos encontramos con Nacho.

-¡Ey, chicos! ¡Por acá! –nos gritó desde lejos. - ¿Qué pasó que tardaron tanto? Parece que vinieron juntos, eh… Vamos, vengan. El lugar les va a fascinar.

    El predio era enorme. Y creo que “enorme” le quedaba chico. Había cientos de cabañas repartidas por todo el lugar. Incluso, parte del predio estaba ubicada en una isla vecina, a la que se llegaba mediante una lancha.

     Después de tanto caminar, llegamos a nuestra cabaña.

-Bueno, ¿qué les parece? ¿Les gusta? -nos preguntó Ignacio.

-Si, a mí me gusta. -dijo Julián.

-A mí también. -contesté.

    Era una habitación con cuatro camas individuales y un ropero para guardar nuestras cosas. Como habíamos llegado a eso de las 8, era hora de desayunar. Fuimos al comedor del predio, que estaba muy cerca de nuestra cabaña-habitación.

    Nos sentamos en una mesa cerca de la cocina, para servirnos primero, jeje… Nacho se sentó a mi izquierda y Julián a mi derecha. Nos servimos diferentes cosas. Yo comí un bol de cereales y yogur. Luego de eso, vimos que teníamos toda la tarde libre.

-Bueno, no sé qué harán ustedes, pero yo voy a bañarme. ­-dije.

-Sí, ¿no? Buena idea. Vamos ahora, porque si no las duchas se llenan rápido.

    Ojalá Dios te hubiera escuchado, Nacho. Pareciera que todos tuvieron la misma idea. Los baños estaban en un lugar aparte de las cabañas; como todo camping, ¿no? Había pibitos de 3ro corriendo de un lado al otro, tirándose agua, jugando como unos tremendos idiotas.

-Eh… Mejor volvemos más tarde, cuando esté todo desocupado. -dijo Julián, quien se veía algo incómodo.

-Sí, mejor. Sino estos pendejitos no nos van a dejar tranquilos. -agregó Ignacio.

    Hasta que volvimos a las duchas, ya eran las once y media. Esta vez, no había nadie que nos distrajera. Como había varias duchas, agarramos tres contiguas. Yo, la del medio.

- ¿Y? ¿Cómo está tu primo? -le pregunté a Nacho.

- ¿Quién? ¿Rodrigo? Bien, por suerte. Haciendo algún que otro laburo. Ahora da clases particulares el chanta, jaja…

- ¿Ah, sí? ¿Y se le da?

-Sí, me enteré que tiene un solo alumno. Es un pibe de 13 años. El otro día lo vi yendo a la casa de ese chico. ¿Y vos Julián? ¿Qué contás? -preguntó como si nada Nacho.

-Ehmn…Nada… -contestó. Se le oía nervioso.

    Después que terminamos, Nacho y yo fuimos los primeros en salir, así que tuvimos que esperar a Julián en la entrada. Apenas nos vio, se puso todo rojo como un tomate. Es que Nacho y yo estábamos sin remeras, algo muy normal entre nosotros, pero creo que en Julián no.

-“¡Qué flaquito!” diría la Su. -dijo Nacho, haciendo referencia a Susana Giménez.- Jaja, deberías considerar hacer algo de ejercicio, Julián. No te vendría mal, ¿eh?

-J-jeje… Si… - Otra vez, nervioso. ¡Hasta a mí me pone nervioso!

    En la puerta de nuestra cabaña, me sorprendió Gabriela, una compañera de curso. De cabello entre rubio y castaño enrulado, facciones muy delicadas y unos ojazos verde azules muy llamativos. En ese momento, se rumoreaba que anda en algo con Ignacio.

- ¡Hola Mati! -gritó, apareciendo de repente.

- ¡LA PUTA MADRE, GABRIELA! Vos me querés matar de un infarto, ¿no?

-Jajaja… ¿Te asustaste? Jajaja, perdón. ¿Está Juani por ahí?

-Sí, acá estoy. ¿Qué pasó? -le respondió Nacho, asomándose por la ventana.

-Venía a decirte que las chicas se fueron a las piletas y me dejaron sola. No sé, si querés, podemos ir.

-Bueno, dale. Me pongo una remera y salgo.

-No hace f… Está bien, apurate.

    Después de haberse cambiado, estaba por irse, pero antes…

-Eh, Mati. Cuidame las cosas… -me susurró.

    Apenas salió, Gabriela lo estiró del brazo y se fueron corriendo.

- ¿A dónde se fue Ignacio? -me preguntó Julián.

- ¿No es obvio? Se fue a garchar con esa chica, Gabriela. Fija que no lo vemos en toda la tarde. -dije muy naturalmente esas palabras, que hicieron que Julián se vuelva a sonrojar.- ¿Por qué te sonrojás tanto con cosas así? ¿Acaso te incomoda? Si es así, entonces… -continué.

-No, no es eso. -me interrumpió.- Es que… - Hizo una larga pausa, luego suspiró. –Sí, es eso. Debés pensar que soy un reverendo idiota por reaccionar así todo el tiempo. -dijo, con una sonrisa forzada.

-No, no pienso eso. Es sólo que me parece raro que alguien de tu edad se ponga nervioso y todo rojo cada vez que sale el tema al aire.

    Y así, seguimos hablando durante toda la tarde. Después fuimos a merendar. Más tarde, cenamos a las nueve y media,  a lo último, fuimos a pasar un poco de tiempo a las piletas. Estábamos sentados en la orilla con los pies en el agua. Yo no tenía remera, hacía algo de calor. Ambos, descalzos y teníamos un pantalón corto, aunque Julián tenía una remera gris, que le quedaba algo grande.

-Qué linda noche, ¿no? Las estrellas, el cielo despejado, el agua muy cálida… -le dije, algo melancólico.

-Sí, preciosa.

-Aunque… falta la luna. Ahí, bien en lo alto del cielo. Iluminando de un blanco único e inigualable. Una luna llena, brillando como la plata. -le dije, señalando el lugar en donde estaría el astro reinante de la noche. Por Dios, qué pelotudo me pongo con estas cosas. Hasta yo mismo me sorprendo.

- ¡Qué lindo lo que dijiste, Matías! Deberías escribir poesía en verso o en prosa. –me dijo.

    Bum! Ahora yo era el sonrojado. Se notaba que lo que había dicho le salió del alma.

-Eh… Gracias. -dije, porque no supe qué más decir. Ya estaba en Modo Pelotudo.

-Me gustaría ver la luna con tus ojos… -dijo, mientras se levantaba. -…pero aunque quiera, no puedo. - Susurró esa última parte, pero pude oírla bien. No dije nada, sospechando a lo que podría estar haciendo alusión. Eso hizo que pusiera en tela de juicio aún más todo lo que pasó aquella noche.

    Durante la madrugada, tuve otro sueño. Era de noche, cielo nublado, estaba con Julián, hasta que de repente, desapareció. Luego de eso, se empezaron a dibujar sombras de un lobo por las paredes. Empecé a correr, sabiendo lo que me esperaba. Cuando había llegado a un callejón sin salida, Julián empezaba a pronunciar mi nombre. “Matías, Matías…”. Al darme vuelta, volvió a aparecer frente a mí, pero no me atacó. Me miró a los ojos con miedo. “Matías, Matías, Matías…”

- ¡Matías! ¿Estás bien? - Era Julián, me había despertado. Me di cuenta que era él porque la luz de un farol de afuera iluminaba sólo su rostro, o mejor dicho, sus ojos.

-Sí, sí, sí… Estoy bien, tuve una pesadilla nada más. Nada importante.

- ¿Querés que te traiga algo para tomar?

-No, dejá, estoy bien, en serio, gracias.

    Parecía convencido de lo que le dije, así que se dirigió a su cama. Pero se detuvo en medio del cuarto, dio media vuelta y se acostó en mi cama.

-Correte un poco…- me dijo. Yo, atónito y re póker face, le hice caso.- Espalda con espalda, así es más cómodo. Si pasa algo, voy a estar al lado tuyo. -dijo, apenas se acostó.

    ¿Por qué tanto amor, tanta preocupación y tanta protección por mí de repente? No, de repente no. Desde el minuto que entró al salón, desde que tuve ese ataque de nervios, desde el micro. Julián no dejaba de sorprenderme. Cuando había otros, se sonrojaba. Pero cuando estábamos solos, toda esa actitud conmigo le salía natural, como si estuviera respirando.

    A la mañana siguiente, me desperté de la nada y me di cuenta que estaba abrazándolo por detrás. Se veía muy tranquilo, acurrucado entre mis brazos. Quería despertarlo para zafarme, pero al mismo tiempo no quería hacerlo. Mientras que trataba de sacar mi brazo cuidadosamente de debajo de Julián, alguien entró.

    Era Nacho.

Notas finales:

Guiños, guiños everywhere.

Bueno, ya saben, dejen un review y digan que les parecen los personajes o la presentación de las situaciones, o esas cosas que dejan ustedes, que siempre me sacan una sonrisa y me dan ganas de escribir todo el día.

El siguiente capítulo se va a llamar "Una semana muy densa". Dejo un pequeño adelanto.

"-Ya te dije que tuve una pesadilla y me hizo compañía, nada más.

-Sí, claro. Con lo tímido que es, se va a acostar con vos y todo. Seguro…

    Lunes por la mañana. Me la pasé escupiendo comentarios para defenderme, pero Nacho parecía no estar convencido del todo. Algo me decía que esta iba a ser la semana más larga de mi vida."

Seguro actualizo en una o dos semanas.

Saludos, Cristian...


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