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Una larga espera. por ArreolaNava

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Notas del fanfic:

Mi primer fic en la página, aunque personalmente soy fan de algunos de hace mucho tiempo.

 

Gracias por leer.

Desperté en un día común y corriente, uno como cualquier otro, en que recibiría al menos una docena de cartas de amor, variadas declaraciones de amor tanto de chicas como de chicos, me perseguiría el día entero mi “club de fans”, me aburriría mortalmente en el colegio, y finalmente volvería a casa por demás harto de mi tan rutinaria vida. Total y completamente resignado a cumplir con mi “itinerario” me levanté de la cama y fui directo al baño de mi habitación para darme un baño helado que me despertara por completo; posteriormente bajé las escaleras y me preparé algo sumamente sencillo de desayunar ya que, como de costumbre, no tenía hambre a esas horas del día.

 

Finalmente luego de hora y media, y dejar la casa reluciente, me dispuse a salir a la preparatoria, caminaba solo, ya que, por si no era suficiente mi miserable existencia rodeado de gente, la odiaba a toda, por lo que prefería vivir mi miserable vida solo, que sufrir mucho más por la estupidez humana.

 

Tras mi normal trayecto de 30 minutos de casa a la preparatoria, abrí la puerta del aula, que para mi sorpresa no estaba vacía. Yo acostumbro… no, acostumbraba ser el primero en llegar, y no sólo del aula, de toda la preparatoria; sin embargo el día de hoy hubo una muy extraña excepción.

Al fondo del salón había un chico de mi edad, podría decir, sentado sin prestar atención a su alrededor, juraría que estaba dormido con los ojos abiertos. Aunque su presencia me desconcertó, intenté ignorarlo, y me dirigí a mi asiento, a un par de bancas de donde él estaba sentado.

 

Luego de observar fijamente al chico por alrededor de 10 minutos, me percaté que no era como la mayoría de la gente de esta aldea, evidentemente era un chico de provincia, cosa que no me molestaba; pero tampoco me interesaba en lo absoluto. Me dispuse pues a sacar el libro en turno, siendo que soy un ávido lector, fácilmente terminaba un libro a la semana, por mínimo; en ésta ocasión leería algo menos convencional dentro de mis parámetros, un libro de ciencia ficción, y únicamente lo leería ya que era el último libro que quedaba en casa sin que hubiese ya leído: “Alicia en el país de las maravillas”. Podrían pensar que no es, de ningún modo posible, un libro que un hombre habría de leer; pero, para mi sorpresa, los trasfondos de la historia, y sus interpretaciones psicológicas me estaban intrigando más de lo que jamás creí posible.

 

-          ¡Hey! – escuché a ese chico hablar por primera vez desde que llegué al aula - ¡jamás noté cuando entraste al salón!

 

Su voz era diferente, contrastaba con su apariencia, era notoriamente alegre e infantil, aunque su aspecto no concordaba de ningún modo con esa descripción. Opté por no prestar atención y continuar con mi lectura.

 

-          ¡Teme, te estoy hablando! – me habló con más insistencia acercándose a mí.

 

De acuerdo, eso era más, mucho más de lo que podía soportar de cualquier persona, ni siquiera me conocía y había tenido el atrevimiento de insultarme de ese modo… eso no podía quedarse así nada más.

 

-          ¿Cómo me llamaste, dobe? – respondí más que molesto.

-          ¡Oye! ¡No me insultes! Yo sólo te estaba hablando, y tú parecías muy atento a tu libro de niños.

-          No es un libro de niños torpe, aunque entiendo que por tu falta de cultura desconozcas…

-          ¿Qué? ¿la obsesión de un pedófilo, drogadicto por una pequeña niña a la cual le escribió un poema en forma de libro bajo la influencia excesiva de sustancias?

 

Poca gente conocía el psicoanálisis de dicho libro, por lo que no sólo olvidé en ese momento el insulto y que me interrumpiera, me había impresionado que no fuese tan ignorante como el resto de la gente, por no decir el planeta.

 

-          Pues ni tan dobe como te ves. – atiné a decir tratando de disimular la impresión, después de todo, un Uchiha tiene su orgullo.

-          ¡No soy dobe! Mi nombre es Naruto Uzumaki. – respondió con una sonrisa tan alegre, que iluminaba sus ojos de una forma extraña, una forma desconocida para mí.

-          Dobe. – susurré al notar que alguien más se acercaba.

 

No pensaba dejar que la gente viera que él había sido merecedor de mis palabras, me limité a volver la mirada al libro, y a ignorar a ese chico.

 

-          ¿Y cuál es tu nombre teme? – sólo pude ver de reojo cuando Uzumaki se levantó de su asiento, con toda la intención de acercarse a mí.

-          ¿Cómo llamaste a mi Sasuke? – aquel grito fue mi perdición y salvación al mismo tiempo, una pelirosa se había acercado en un abrir y cerrar de ojos a Uzumaki, y aunque por un lado me tranquilizó evitar el interrogatorio del chico nuevo, tampoco quería a ese adefesio molestando todo el día.

 

Y como por arte de magia, la presencia de esa chica alejó a Uzumaki, por lo menos, ese rato en que estábamos esperando a nuestro maestro Kakashi, que impartía Trigonometría.

 

-          Bueno… emm… ah, cierto – comenzó Kakashi-sensei como siempre – Naruto Uzumaki, ven y preséntate a tus compañeros.

-          Ha-hai - ¿tartamudeó?, de acuerdo, eso fue raro, conmigo habló fluidamente hace un rato – . Mi nombre es Naruto Uzumaki, espero poder llevarme bien con todos, antes solía tomar clases en casa, así que todo esto será nuevo para mí.

 

Error. Nunca debió haber mencionado algo tan importante como eso, será motivo de burla… aunque ¿por qué habría de interesarme de cualquier modo?

Dado que mi asiento estaba a un lado de la ventana me limité a mirar a través de ella, ignorando a todo el mundo a mí alrededor, incluyendo al nuevo blondo; porque lo estaba ignorando, ¿cierto? No era como si voltear de reojo fuera prestarle atención, ¿verdad?

 

Cuando realmente me di cuenta que lo estaba mirando mucho a hurtadillas, preferí continuar leyendo mi libro y sacar mis propias conclusiones respecto a la relación que éste guardaba con la psicología, incluso cuando inició el receso, decidí subir a la azotea y disfrutar ahí de mi lectura; aunque no me durara mucho.

 

-          Pero si estás aquí Sasuke. – la voz del rubio me distrajo del libro apenas la escuché.

-          ¿Siempre eres así?

-          ¿Así cómo? – preguntó con honesta inocencia.

-          De irritante, por no decir que ya tienes mucha confiancita al decirme por mi nombre de pila, ¿no crees?

-          ¿Ah sí? – su expresión de confusión fue tan notoria que probablemente me habré sonrojado, o al menos eso pienso ya que sentí la sangre hervir en el rostro. – Disculpa es sólo que nunca he estado en un colegio, además de que no conozco tu apellido.

 

Era cierto, era por eso que no lo odiaba tanto, él no me acosaba como los demás, no me perseguía porque era yo un Uchiha, él no tenía ni idea de quién era yo y me hablaba por un interés total y completamente real.

 

-          Uchiha. – susurré, no podía admitir que no lo odiaba como al resto, porque ni siquiera era un buen motivo por el cual no lo odiaba.

-          ¿Qué?

-          ¡Uchiha! Mi nombre es Sasuke Uchiha.

-          Demo… ¿cómo se supone que te llame?

-          No hablo con nadie, así que no necesitas que te explique. – cerré el libro con toda la disposición de irme.

-          Pero yo quiero hablar contigo, aunque quisiera saber si puedo llamarte Uchiha, o Sasuke-kun.

 

Ahora estoy seguro que me sonrojé, nadie había dicho que quisiera hablarme con esa determinación, y mucho menos me había llamado Sasuke-kun.

 

-          Sasuke está bien. – accedí mientras me alejaba.

 

Bajé de la azotea y regresé al aula, y ahora sí me concentré en el libro e ignoré a todos, fuese quién fuere.

Al terminar el horario escolar tomé mis cosas con mucha calma y comencé a caminar hacia casa.

 

-          ¡Sasuke, espera! – gritó una voz ya familiar.

 

Eso fue demasiado, escuchar que me gritara como si fuera mi amigo, ¿quién ser creía que era? Y peor aún, lo hizo frente a todos. Segundo error del día. Justo cuando muchos quisieron molestarlo respecto a su forma de hablarme, sentí la imperiosa necesidad de acercarme a él y evitar que le hicieran algo.

 

-          Lo lamento, olvidé que iríamos juntos, vamos. – mentir se me daba bien, todos los que se habían acercado para originalmente molestar al rubio, se quedaron sorprendidos al ver mi cordial trato hacia él, y era cierto, ¿qué hacía yo siendo tan amable con él?

-          Ha-hai. - ¿eso era un sonrojo?, ¿realmente se sonrojó de que me acercara a decirle eso? Seguramente habrá entendido y le ha dado pena, seguro es eso.

 

Caminamos a la par unas dos calles, sin decir una sola palabra, aunque eso no quisiera decir que no lo mirara ocasionalmente de reojo. Así es, yo, Sasuke Uchiha, miraba a alguien de manera muy constante y a hurtadillas.

-          ¿Para dónde vas dobe?

-          ¡Que no soy dobe! – hizo un puchero que lo hacía lucir como un niño pequeño – Soy Naruto, y tengo que caminar unas calles más adelante.

-          Vale, yo voy hacia allá, por hoy te paso a dejar ya que seguimos cerca del colegio y no vaya a ser que te vengan a molestar. - ¿lo dije o lo pensé?, ¡lo dije!, ¿qué hago preocupándome por un dobe como ese?

-          ¿Molestar? – cierto, olvidaba que él no sabe lo que es el trato escolar.

-          Sí, primer error fue decirles que nunca habías asistido a un colegio, y el segundo gritarme frente a tanta gente llamándome Sasuke.

-          Pero si tú me diste permiso. – sus expresiones son tan infantiles como su voz.

-          Sí; pero nadie más lo sabe, y nadie más tiene el derecho de hacerlo.

-          ¿Qué? ¿entonces soy el único? – ese brillo en sus ojos, ese brillo de felicidad al saberlo me hizo sentir tan extraño.

-          Sí. – contesté cortante.

-          ¿Eso significa que soy alguien especial? – esa pregunta me hizo sonrojar y temblar, ¿especial? Nadie era especial para mí, no tenía porque cambiar eso; pero ¿sino por qué lo dejé llamarme por mi nombre?

 

Me negué a contestar esa pregunta con un silencio fúnebre, lo caminé las calles que le faltaban y una vez llegamos a su casa se despidió y entró deprisa. Retomé mi camino de siempre, aunque ya no era una rutina, ¿cierto? Hoy había sido diferente.

 

Una vez en casa me preparé unos fideos para comer, hice mis deberes y finalmente me recosté a continuar con el libro hasta que cayó la noche y decidí dormir, después de todo, era un día raro y tenía la impresión que era sólo el comienzo.

Notas finales:

Gracias por haber leído, espero les haya gustado.


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