Luhan era un chico no tan alto como el resto de sus compañeros, su cabello era algo largo y color rojizo de la parte de enfrente y algo corto y color castaño obscuro de los lados y de la parte de atrás, un chico de piel clara y un cuerpo delgado, totalmente perfecto. Su vida era normal tan solo en apariencia, su familia nunca estaba en casa, desde que aprendió a hablar sus padres se alejaron de él ya que constante mente hacia cosas que otros niños no, Luhan podía escuchar los pensamientos de sus padres y como era muy pequeño algunas veces lo decía en voz alta sin pensar, por lo cual sus padres comenzaban a pelear hasta que su relación se terminó. La madre de Luhan se había quedado con él, pero cuando este cumplió los 10 años su poder era más fuerte, a causa de eso sus supuestos amigos se alejaron de él, lo trataban peor que a un fenómeno, poco a poco su madre se alejaba más de él, entre ellos nunca había peleas puesto que Luhan sabía perfectamente lo que su madre pensaba de él, pero el día que él cumplió 19 años…
-ya deja de meterte en mi cabeza Luhan-grito su madre desesperada
-ya te dije que no puedo controlarlo-dijo él realmente molesto
-no me interesa-dijo restándole importancia-si sabes perfectamente que te odio ¿Por qué te sorprendes?-dijo ella retándolo
Luhan no se podía controlar estaba molesto y sin darse cuenta las cosas que estaban en casa comenzaban a elevarse, incluyendo su madre, él estaba realmente molesto ya no soportaba más, las constantes burlas, los constantes pensamientos tan más estúpidos que la gente tenía, las constantes críticas hacia su persona se hicieron presentes su madre flotaba en medio de un gran remolino de cosas que Luhan había creado.
-¡TE ODIO!-grito con todas sus fuerzas
-Luhan vamos cariño suéltame, sabes que no lo decía enserio-dijo aquella mujer realmente aterrada al darse cuenta que aquellos objetos se acercaban más y más a su cuerpo
Luhan no la escucho, estaba cegado por el odio y el rencor, pronto más cosas se unieron a ese remolino, su madre sabía que era su fin y en cierto modo ella pensaba que se lo merecía por no haber cuidado de su hijo, por no haber intentado recuperar a su familia. La vida de aquella mujer termino cuando un cable se enredó a su cuello haciendo que esta muriera asfixiada.
Luhan después de calmarse se dio cuenta de lo que había hecho, había matado a la única persona, que aunque lo ignorara, se había quedado a su lado, no pasaron más de tres horas para que policías y ambulancias repletas de doctores llegaran a su casa.
Todo quedo como un suicidio, el muchacho con 19 años de edad se quedó en esa casa, solo. Los días pasaban, estos se convertían en semanas y poco a poco en meses. La casa no había sido recogida desde aquel día que todo había pasado, montones de basura arrumbados en un rincón, montones y montones de ropa sucia revuelta con la limpia, los tapices de las paredes totalmente desgarrados, los cuales dejaban ver la terrible estructura en la que se encontraba la casa por las innumerables veces que Luhan había arrojado cosas con fuerza a las paredes, todas las noches se oían gritos en esa casa. Un día los vecinos consumidos por el miedo decidieron llamar a por ayuda.
Ese día unas cuantas semanas antes de su cumpleaños número 20 tres hombres irrumpieron en su casa…
-¡Personal de hospital psiquiátrico! ¡Vamos a entrar!-grito con una voz gruesa y demandante abriendo la puerta con fuerza para poder adentrarse dentro de la muy descuidada casa. Aquellos hombres estaban completamente asombrados al ver el estado en el que se encontraba el departamento, aún no comprendían como es que algunos electrodomésticos relativamente pesados habían sido arrojados tan lejos y con tanta fuerza, mientras más caminaban más se asombraban, todo el lugar estaba sumido en completa obscuridad, las ventanas mal tapizadas con periódicos viejos, hojas de libretas y de algunos libros de texto, basura por todos lados, algunos trastes completamente rotos, otros cuantos sucios de meses. Los tres hombres vagaban por el departamento en busca de ese muchacho, pero sin importar que, este no apareciera por ningún lado.
-¿Dónde estará ese mocoso?-dijo molesto un hombre alto y fuerte de cabello negro
-eishh… maldito mocoso… ¿no se habrá escapado antes de que llegáramos?-pregunto molesto un hombre más bajo que el anterior, de cabello rubio
-no lo creo, yo sé que está aquí… y ya se en donde-dijo en un susurro el otro hombre igual de alto que el primero. Este se acercó a el único mueble que no estaba tan maltratado, abrió las pequeñas puertas que se encontraban -¡te encontré!-exclamo aquel hombre mientras sacaba al menor a rastras del mueble.
-¡suélteme!-grito el menor mientras forcejeaba para soltarse. Luhan estaba molesto y no faltaba mucho para que llegara a su límite y comenzara a usar sus poderes, pero para su mala suerte aquellos hombres sabían que era peligroso y lo ataron rápidamente con una camisa de fuerza evitando que siguiera moviéndose, pero eso no evitaba que Luhan usara su mente para mover las cosas, pero antes de que este pudiera pensar en mover algo el hombre pelirrubio le inyecto una anestesia, y pronto todo se volvió negro.
Cuando despertó se encontraba en un cuarto casi vacío, solo contaba con una cama, en este no entraba ningún rayo de luz. Pronto, llego su cumpleaños, y este estaba más delgado de lo que era ya que aunque le llevaran de comer siempre terminaba aventando la charola de comida fuera de su habitación de la cual no podía salir, su piel era más blanca ya que la luz del sol no lo tocaba desde el día que su madre murió.
Una noche después de varias semanas sentía que su alrededor era diferente, escucho algunos pasos acercarse a la puerta e inexplicablemente sintió temor, se levantó rápidamente de la cama cuando la puerta se comenzaba a abrir…
-hola Luhan-dijo un hombre que se encontraba recargado en la pared frente a su habitación
-¿Quién es usted?-dijo confundido Luhan
-todas tus dudas serán resueltas una vez que lleguemos a nuestro destino
A Luhan ya no le importaba nada y sin más siguió a ese hombre fuera del gran edificio. La noche estaba en su plenitud, frente a la entrada del gran edificio había un auto negro y recargado en la puerta trasera se encontraba un chico más alto que él, cabello rubio tirándole al blanco, corto de los lados y algo largo de enfrente, su piel era clara, sus ojos eran algo pequeños que parecía que no había dormido en un buen rato. Los tres se adentraron en el auto y viajaron hasta quedar frente a otro imponente edificio, donde había un gran letrero que decía SM Entertainment, Luhan confundido del porque se encontraba en una de las más importantes compañías de entretenimiento se adentró junto con ese chico alto al edificio y pronto a una sala bastante amplia, donde en ella se encontraban otros cuatro chicos sentados en el suelo esperando la llegada de aquel hombre. Ambos se sentaron y en tan solo unos minutos apareció ese imponente hombre y comenzó a hablar.