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El Gemelo de Misaki 2: Nueva Generación por Ariadna HoshiSora

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Notas del capitulo:

Aquí el segundo capítulo, disfrútenlo :3

 

PD: El primer capítulo fue reescrito así que recomiendo leerlo. Para más información pueden pasarse por mi página de Facebook (la encontrarán en mi perfil).

 Capítulo 2- Corazones...

 “El impostor y el inocente” 1 -parte 1-

 

Takano Hotaru soltó un suspiro. Sus ojos verdes, como siempre escondidos por ese flequillo demasiado largo, que actuaba como una cortina color castaño claro, estaban todo el rato fijos en el suelo. No le gustaba esa situación. Hacía casi un mes que había comenzado el curso escolar... y él, inocentemente, se había enamorado de una chica de su clase.

 

-Hotaru, baja de las nubes.

 

Hotaru miró a su hermano. Daisuke tenía dos años más que él, 17. Ya hacía primero de bachillerato, en cambio él sigue en la secundaria. Esperó a que le dijera lo que tuviera que decirle, a la vez que se daba cuenta de que ya habían llegado a Mitsuhashi.

 

-Si sigues estando tan distraído, cuando tengas que venir solo te vas a perder.

-Perdón... -el menor se disculpa automáticamente, bajando la cabeza algo afligido.

-¡Hotaru-san!

 

Una chica fue corriendo hacia ellos. Iba a la clase de Hotaru. Daisuke observó de reojo como la cara del chico se iluminaba y suspiró. Ya le extrañaba que no le pasara, pero... ¿tenía que enamorarse justamente a principio de curso? Y los primeros amores siempre son los más duros...

 

-Buenos días, Sano-san. -la saludó el menor, con una sonrisa brillante y a la vez tímido. Ella le sonrió y luego miró a Daisuke con una expresión parecida a la de Hotaru.

-Buenos días, Takano-kun.

-Buenas... -respondió el mayor, distraídamente. Nunca le interesaban los demás, por lo que se despidió con un gesto de su hermano y de la chica y se dirigió hacia su propio edificio, pasando al lado de una persona con cabello largo, negro y brillante. Fue en lo único en que se fijó, nunca había visto un cabello como ese y menos en esa escuela. Bostezó distraídamente y se fue andando.

 

La persona de cabello largo y negro observaba con una sonrisa traviesa a Hotaru y a la chica. Se había dado cuenta de lo que ocurría con una sola mirada, aparte de que llevaba días siguiendo al chico. Era divertido, el tener una presa tan apetecible como él en aquél lugar. Tan inocente. Sonrió.

 

-Ah, lo olvidaba, quería decirte algo importante hoy. -dice de pronto Hotaru, con los ojos llenos de ilusión- ¿Podrías venir a la azotea hoy después de clases?

 

Su amiga le sonrió y aceptó, asintiendo con la cabeza. No tenía idea de lo que el chico quería decirle, a ella sólo le interesaba ir con él... por una razón.

 

Las horas pasaban lentamente. Durante el descanso, mientras comía, a Hotaru le pareció ver a su hermano hablando con otro chico de su edad, cosa que le sorprendió. Se apuntó mentalmente el preguntarle luego sobre eso y casi iba a ir a hablar con él cuando vio que Daisuke se estaba riendo. Se quedó paralizado, él NUNCA reía cuando estaba fuera de casa. Incluso estando en casa. Su hermano era alguien muy taciturno. En cambio, el chico que hablaba con él, no parecía reírse. Casi podía oírle gritar que dejara de reírse como un idiota y algo de que se había confundido y había cogido la comida de su hermano por error. Hotaru dejó de distraerse al ver a Inari, un chico que va a su misma clase, acercarse a él. Le sonrió.

 

-¿Qué clase tenemos ahora? -le preguntó, mientras se ponía un mechón de cabello detrás de la oreja. Su cabello negro y sus ojos marrones lo hacían parecer adorable. Era un poco más alto que Hotaru, por lo que a veces bromeaba con que actuaría como su hermano mayor mientras Daisuke no estuviera cerca.

-Creo que Japonés... -respondió con voz tímida, como siempre, Hotaru. No se le daba bien hablar mucho rato con los demás, y en ese momento su mente se acababa de fijar en la chica que le gustaba, Sano, que acababa de soltar una carcajada por algún chiste que habrían contado sus amigas.

-Oh, ya veo. -dijo Inari, mientras se sentaba al lado de Hotaru y seguía su mirada- Qué, ¿cuándo se lo vas a decir?

-¿De-decir qué? -se sobresaltó el castaño, mirando la pequeña sonrisa de Inari sin entender.

-Que te gusta. -susurró Inari, sonriendo- Se ve a la legua, Hotaru.

-T-te he dicho que no me llames por mi nombre... -susurró el chico, sonrojándose- Y-y n-no es t-tan evidente...

-Lo es. -Inari inclinó un poco su silla hacia atrás y se balanceó- Suerte con eso... por cierto, ¿te lo dije? Mis padres quieren buscarme un profesor particular. Según ellos no trabajo lo suficiente... -suspira- Ojalá fueran como los tuyos y no me presionaran...

 

Hotaru bajó la cabeza. Si... sus padres se pasaban el día en el trabajo. Esa era una de las razones por las que Daisuke se encerraba en sí mismo. No había manera de que fuera feliz si cuando llegaban a casa esta estaba vacía y fría.

 

-Oh, perdón, lo dije sin delicadeza alguna. -se apresuró a disculparse el pelinegro, mientras le ponía una mano en el hombro a Hotaru- Pero ya sabes, debe ser duro ser editor de una revista de manga. Los míos son un médico y un profesor de universidad, por lo que tienen un horario más o menos normal. Además, mi hermana viene también aquí por lo que no estoy solo en ningún momento. -le sonríe- No me dejan escabullirme, ¡en cambio tú puedes jugar a videojuegos en cuanto llegas a casa!

 

Hotaru no pudo evitar reírse. Inari era realmente un buen amigo.

 

No muy lejos de allí, la persona de cabello negro y largo seguía observando a Hotaru. Había notado que, sin duda, era frágil. Qué inocente corazón, se dijo, mientras suspiraba. Cuando más tarde subió a la azotea y se escondió, no sabía lo que iba a ver.

 

Al terminar las clases, Hotaru subió a la azotea. Llegó él primero, y estaba muy nervioso. Ni siquiera miró entre los trastos que había allí en un rincón por si acaso había alguien, ni tampoco se preguntó si habría nadie dentro del trastero. Miró fijamente la puerta, hasta que esta se abrió y la chica llamada Sano lo miró con ojos de duda. Ella se preguntaba qué era lo que él quería. Dio unos pasos, pero se detuvo cuando Hotaru cogió aire y con todo el valor que tenía en ese momento, soltó:

 

-Me gustas... ¿q-q-quieres... sa-salir conmigo...?

 

Tanto la persona de cabello negro como la chica estaban sorprendidas. La chica soltó un suspiro, y para sorpresa de Hotaru y la persona oculta, miró a Hotaru enfadada.

 

-¿Enserio? -dijo Sano, con voz que parecía hecha de veneno- ¿Te has enamorado de mí? ¡Qué idiotez! Un debilucho como tú, ¿con alguien como yo?

 

Hotaru la miró como si cada palabra que ella dijera le estuviera haciendo un terrible daño. A ella no le importó en lo más mínimo y siguió hablando.

 

-A mí sólo me interesa tu hermano. ¿Qué te has creído? ¡No eres ni la mitad de guapo que él!

-Pe-pero qu...

-¡Acercarme a ti para poder acercarme a él ha sido una pérdida de tiempo! ¡Estúpido!

 

Tras decir eso, Sano se fue de la azotea, cerrando la puerta tras ella mientras soltaba una risa cruel. Hotaru se quedó ahí, en shock.

Lo primero que fallaron fueron las piernas. Estaba solo, por lo que no tenía que reprimirse... se cayó sentado al suelo, seguía mirando la puerta cerrada de la azotea. Luego, sus labios temblaron. Con manos temblorosas dejó su bolsa en el suelo a la vez que cerraba los ojos y bajaba la cabeza. Finalmente, comenzó a llorar.

 

No habían pasado ni cinco segundos desde aquello cuando unas manos desconocidas le acariciaron la cabeza, y una voz desconocida le susurró al oído:

 

-No llores... yo estoy aquí... Hotaru...

 

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 “El Perro y el Domador” 1

 

Unas horas antes de que Hotaru subiera a la azotea, en la primera clase...

 

-Kirishima, Takano, ambos no tenéis pareja para el trabajo por lo que iréis juntos. -sentenció el profesor, a lo que ambos soltaron un suspiro. Uno no tenía interés en trabajar. El otro no tenía interés en trabajar con ESA persona.

 

Daisuke miró de reojo al tal Kirishima. Siempre tenía cara de mal humor, por lo que pensaba que era una persona irritante. El hijo mayor de los Kirishima, Shûichi, miró a escondidas a Daisuke. Sus miradas se cruzaron y rápidamente se apresuró a mirar a la ventana. Daisuke alzó las cejas con sorpresa. ¿Se había sonrojado sólo porque lo miraba? Tal vez esa actitud era un escudo. Tampoco le interesaba... sólo le preocupaba el tener que hacer un trabajo con el chico más conflictivo de la clase. Había oído que el hermano menor de Shûichi se metía en peleas continuamente, por lo que su conclusión era que ambos hermanos debían tener un carácter arisco.

Por su parte, Shûichi se maldecía a sí mismo por haberle mirado. ¿Por qué le iba tan rápido el corazón cuando sus miradas se cruzaban? Tal vez por esa expresión que siempre tenía Daisuke. Como si el mundo fuera realmente aburrido a sus ojos.

 

Cuando llegó la hora del descanso, sacó su comida, la cual estaba envuelta con un pañuelo, y se dirigió a la puerta del aula.

 

-Eh, Kirishima.

 

Shûichi se detuvo y miró de reojo al que lo había llamado. Su corazón volvió a acelerarse.

 

-¿Qué? -respondió en tono irritado, casi como un gruñido.

-Tenemos que hablar del trabajo, no quiero estar corriendo para hacerlo a última hora. Ven conmigo. -tras soltar eso, Takano Daisuke lo agarró del brazo y lo obligó a bajar con él al patio, para luego sentarse en un banco a la sombra de un árbol. Shûichi lo miró como si fuera un perro y estuviera apunto de lanzarse a morderlo, incluso tenía ganas de gruñirle.

 

En cambio, Takano se mantuvo impasible, abrió su comida y comenzó a comer. Kirishima lo miró con irritación e hizo lo mismo, arrepintiéndose al acto.

 

-¿Cómo le pones esas decoraciones a la comida? -preguntó Daisuke, riéndose, del diseño aniñado de la comida de Shûichi. Parecía hecho para un niño de doce años y tenía pequeñas coronas dibujadas con salsa y otras decoraciones.

-¡No fui yo! -exclama Kirishima, mientras se revuelve su pelo negro y mira con insistencia a Takano- ¡Seguro que mi hermana confundió las comidas!

-Venga, no es para tanto, ¿por qué te pones tan nervioso? -decía Daisuke, sin parar de reírse, en ese momento no lo pensó, pero a Shûichi le pareció que esa era una risa maravillosa.

-¡Sí que es para tanto! -gruñe Kirishima, molesto- ¡Mi hermano menor tiene mi comida, la cual lleva lo que a mí me gusta, y esto lleva lo que a él le gusta!

-Si tanto te molesta, puedes comer del mío. -le ofreció Takano, con desinterés- Después de todo, lo cocina la vecina y ha hecho demasiado.

 

Shûichi miró unos segundos a Daisuke, con desconfianza, pero finalmente comió de lo que le ofrecía su compañero. No parecía nada fuera de lo normal...

 

 

No muy lejos de allí, unos estudiantes de cursos inferiores vieron la situación. Los gritos de Shûichi, y la calma de Daisuke. Entre ellos, comenzaron a susurrar: “¡El perro está siendo domado!”

 

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 “Modelo y Pintor” 2 -parte 1-

 

-Yo... tal vez debería dejar de dibujar.

-¿¡Ren!? ¿Qué ocurrió? ¿Por qué dices algo como eso?

 

Todos en el salón de arte miraron al chico con gran sorpresa. Tenía mucho talento, y en ese mes había pintado mucho, tanto que incluso habían ido a comprar nuevas pinturas y de mayor calidad sólo para que él las usara. El Presidente lo miraba consternado, intentando entender lo que ocurría.

 

-Porque... ya no puedo. -los ojos marrón rojizo de Ren se fijaron una vez más en el lienzo en blanco. En él, intentaba olvidar a ese chico que apareció el primer día. Kaoru. Yukina Kaoru. No se lo podía sacar de la cabeza. Hicieron algunas locuras, y se habían visto cada día... hasta hacía una semana. Ren se sentía hundido e inútil- Tal vez sólo soy un idiota. -susurró, con sarcasmo.

-Pero si últimamente estabas muy animado. -se quejó el Presidente, y luego señaló uno de los cuadros de Ren, justamente uno donde salía Kaoru- ¡Tú has pintado esto! ¡Tienes talento, Ren...!

-¡Déjame, por favor! -el chico se levantó de la silla y salió del salón de arte, apresurado.

 

-¡Eh, Ren!

 

Al oír una voz familiar, se detuvo y vio a Natsuki junto a Yoshiaki. Ambos parecían comportarse extraño últimamente. Cualquier movimiento que hiciera el amigo de su hermano, y Natsuki se tensaba o alejaba. Como si hubiera pasado algo realmente vergonzoso.

 

-Natsuki... -Ren se acercó a su hermano con tono abatido, y Natsuki supo al acto qué debía hacer.

-¡Ve a buscarle!

-¿Eh?

-Estoy seguro que estás triste porque hiciste un nuevo amigo y él no ha venido en toda la semana, ¿verdad? -Natsuki sonrió orgulloso de poder ayudar a su hermano- Va a la clase de Yoshiaki.

-¿Enserio...? -Ren miró con los ojos bien abiertos a Yoshiaki.

-Sí, Yukina no ha venido a clase en toda la semana, una compañera preguntó y dijeron que su hermano ha notificado que está enfermo. Alguien tiene que traerle los apuntes para que pueda ponerse al día... -muestra una bolsa llena de hojas encuadernadas- Pero yo tengo planes y estoy seguro de que quieres ir, ¿verdad?

 

Ren miró a Yoshiaki con ojos brillantes. Un poco más y se hubiera lanzado a abrazarle. No era tan cercano a él como Natsuki, pero igualmente eran amigos. Ren agarró la bolsa y el papel con la dirección de Kaoru y salió corriendo. ¡Por fin iba a poder verle!

 

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 “El Impostor y el Inocente” 1 -parte 2-

 

-¿Te sientes mejor?

 

Al oír de nuevo la voz de la persona desconocida que ahora lo abrazaba y que lo había consolado por un buen rato, Hotaru asintió con la cabeza y miró a los ojos de la persona desconocida. Le pareció una mujer hermosa. De unos 18 años, cabello negro largo hasta los hombros y ojos marrón oscuro. Su sonrisa era brillante, toda ella era brillante.

 

-Me alegro. -dijo, mientras sonreía- Me llamo Noriko, Yukina Noriko. Oí lo que dijo esa chica...

-Oh... -Hotaru no sabía qué decir. ¡Otra persona había oído cómo lo rechazaban! Sintió vergüenza.

-No te preocupes, harpías como esas hay millones. -soltó de pronto Noriko, mientras le revolvía el cabello y le agarraba la mano, ayudándolo a levantarse- Bueno... ¿te apetece venir conmigo a tomar algo? No sé cómo deben ser tus padres, pero estoy seguro de que tu hermano se preocuparía si te viera con los ojos rojos de tanto llorar. Puedes mandarle un mensaje si quieres, te espero.

-Está bien, no hace falta. Daisuke sabe que si no estoy en la puerta ni veinte minutos después del fin de las clases, es que no voy con él. -responde Hotaru, frotándose las mejillas secando las últimas lágrimas- Y... perdón por haber tenido que soportarme ahora...

 

Contra todo pronóstico, Noriko rió un poco y luego agarró el mentón de Hotaru para que alzara la cabeza, y así le besó la frente. Hotaru se sonrojó al acto.

 

-No me importa cuidar de niños adorables como tú.

-¡N-no soy un niño...! -se quejó Hotaru- Tengo quince años...

-Pero eres adorable. -remarcó Noriko, sonriendo, mientras andaba con él hacia la puerta de la azotea, agarrando también la bolsa del chico- ¿Vamos?

-Esto es vergonzoso... -volvió a quejarse Hotaru, en un susurro, pero asintió con la cabeza. Iba a olvidarse de Sano. Sin duda.

 

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 “Demonio y Diva” 2 -Parte 1-

 

Shiori miró una vez más a Yukihime. Ambas estaban una sentada delante de la otra, mirándose con muy mal humor. ¿Cómo habían llegado a esta situación? ¡Comiendo en la misma mesa!

 

-¿Y bien, Inari? ¿Cómo le fue a tu amigo? -preguntó Nowaki, con interés, mientras comía.

-No lo sé... no lo vi después de que subiera a la azotea, sólo espero que Hotaru esté bien. -Inari suspiró mientras apartaba las verduras hacia una esquina del plato. Sentado delante de él, Orion hacía lo mismo. El menor de los Usami miraba con un leve puchero el plato, según él habían demasiadas verduras en esos macarrones con verduras.

 

-Orion, las verduras. -dijo Zar, mirándolo de reojo, mientras comía su propio plato sin problema alguno, viendo divertido las miradas de mal humor de Shiori y Yukihime. Exacto... los Kusama y los Usami estaban comiendo juntos. Lo hacían de vez en cuando, al menos una vez al mes.

-¡No me gustan...! -se quejó Orion, mientras seguía apartándolas a la esquina del plato.

-Tienes que comerlas para hacerte alto y fuerte. -dijo Misaki, sentado a su lado, sonriendo- Porque quieres hacerte alto y fuerte, ¿verdad?

-¡Claro que sí...! -esta vez Orion sí que comió verduras junto a los macarrones.

Zar miró de reojo a su papá. Orion siempre caía ante sus palabras, era demasiado dócil... y su papá demasiado dulce. En cambio, su otro padre... giró la cabeza evitando mirarlo. Siempre con sus libros y casi nunca con ellos.

-¿Y qué hay de ti, Zar? -le preguntó Orion, mirando a su hermano mayor con interés- ¡Oí que andas con el “Príncipe”!

-¿El Príncipe? -se interesó Hiroki, el cual acababa de volver a la mesa, llevando más pan.

-Sí, es un chico de la clase de Zar, siempre se está peleando y dicen que es muy fuerte. -explicó Inari, mientras rápidamente también comía verduras ante la mirada de mal humor de Hiroki al ver que su hijo las dejaba en el rincón del plato.

-No es tan malo como se rumorea. -dijo Zar, totalmente relajado, parecía incluso más hablador que de costumbre- Prince simplemente es orgulloso... y es gracioso cómo reacciona. Hoy iba escondiendo su comida por alguna razón... Quise ver qué ocurría, pero me esquiva cuando me acerco a él.

-¿Te esquiva? ¿Por qué?

 

Ante la pregunta de Shiori, Zar rió y se encogió de hombros, fingiendo que no sabía por qué. En realidad, era porque Prince recordaba perfectamente que lo besó y que podría volver a hacerlo si quisiera. Por eso, en cuanto estaba a un par de metros de él, Prince le gritaba que no se acercara ni un paso más o le iba a pegar y Zar lo seguía, divertido. Era un estira y afloja constante.

 

-Oh, vaya, se nos terminó el agua. -dijo de pronto Nowaki, con una sonrisa de disculpa- Hiro-san, iré a comprarla y...

-No, papá, ya voy yo. -dijo Shiori, levantándose- Yo ya he terminado de comer. -les sonrió a sus padres, los cuales aceptaron lo que pedía su hija mayor. Después de todo, Shiori ya no es una niña.

-Te acompaño.

 

Los chicos se congelaron. Sabían perfectamente la extraña relación de rivalidad-odio de Yukihime y Shiori, por lo que el “te acompaño” de Yukihime los dejó con la boca abierta. Los adultos no se daban cuenta, de que lo que acababa de pasar desataría una tormenta.

 

Ambas intercambiaron miradas y salieron de la casa. Shiori comenzó a caminar, sin perder de vista a Yukihime.

 

-¿Qué pretendes? -preguntó Shiori, a la defensiva- ¿Acaso has planeado empujarme a la carretera o algo por el estilo?

-Claro que no. -negó Yukihime, mirándola por sobre el hombro con tanto orgullo y ego que Shiori se irritó aún más- Sólo quiero darte la oportunidad de cumplir lo que has planeado. ¿Qué te parece si después de comprar el agua vamos a mi casa? Mis padres, Zar y Orion seguramente se van a quedar en tu casa hasta tarde ya que mañana es sábado y no hay clase.

-Tsk, como si supieras lo que he planeado. -soltó Shiori, enfurruñada, pero Yukihime sólo sonrió. Ninguna pudo añadir nada más, pues ya habían llegado a la tienda. Compraron el agua y luego andaron de camino, mientras Shiori comenzaba a ponerse nerviosa. Tenía que hacer lo planeado... ¡Iba a humillar a la princesita...!

 

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 “Modelo y Pintor” 2 -parte 2-

 

 Ren llamó con insistencia al timbre. Hacía apenas un par de segundos que había salido corriendo del ascensor, por lo que estaba jadeando. Aún así, en cuanto le abrieron la puerta, dijo, sin aire:

 

-Disculpe, ¿vive aquí Yukina Kaoru?

 

El hombre que le había abierto la puerta sonrió. Ren se quedó embobado mirándolo, dándose cuenta del parecido. Tenía el cabello castaño y era realmente guapo, casi brillaba, al igual que Kaoru.

 

-Sí, ¿eres...?

-Yanase Ren, un amigo de Kaoru-san. Me han dicho que está enfermo, vengo a traerle los apuntes de clase.

-Ah, ya veo. Pasa, adelante. -respondió el hombre, para después de dejarlo pasar ir hacia la habitación donde Ren recordaba que estuvo apunto de hacer “eso” con Kaoru y llamar a la puerta- Kaoru, vino un amigo a visitarte, ¿quieres que se quede un rato o sigues mal...?

 

Ren no oyó la respuesta, pero aún así se acercó hasta la puerta. Necesitaba verle.

 

-¿¡Ren-san!?

 

Ren no pudo evitar reír por la sorpresa del chico, mientras notaba que le venían lágrimas a los ojos. La voz de Kaoru estaba algo ronca, pero aún así estaba mejor de lo que había imaginado. Estirado en su cama, con un pijama azul con extraños dibujos, estaba totalmente despeinado y tenía la cara algo roja, seguramente porque debía tener fiebre.

 

-Os dejo solos, llamadme si necesitáis algo. -dijo el padre de Kaoru, abandonando la habitación mientras Ren se acercaba a la cama y se sentaba en el borde, agarrando la mano de Kaoru a la vez que dejaba los apuntes sobre la mesita de noche.

-Ren-san, no esperaba que vinieras... más bien esperaba a Hatori. -ríe un poco, algo débil- Es el delegado de mi clase, no pienses cosas raras. -añadió en un susurro, al notar los celos en la expresión de Ren. Ren suspiró.

-Yoshiaki es amigo de infancia de mi hermano, y también mío, por eso él me ha dado los apuntes y tu dirección. -respondió Ren, algo serio- ¿Sabes que apenas he pintado nada esta semana? Me bloqueé completamente.

-Lo siento, Ren. -susurró Kaoru, alzando la mano para acariciarle la mejilla al castaño- Deberíamos haber intercambiado números de teléfono...

-Supongo que en este caso ambos tenemos la culpa. -rió un poco Ren, tocando la mano que Kaoru tenía en su mejilla- Oh, dios, al diablo, no me importa contagiarme. -exclama en un susurro, y tras eso, bajó la cabeza hasta besarlo, metiendo la lengua, notando como Kaoru también reaccionaba. Había deseado tanto volver a besarle...

 

-Chicos, he preparado café, ¿queréis...?

 

Yukina Kou se quedó parado en la puerta, con los ojos bien abiertos. Acababa de ver a su hijo besándose con otro chico y además en su propia casa, y no parecía ser la primera vez que lo hacían.

 

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 “Demonio y Diva” 2 -parte 2-

 

-Bien, ¡por fin llegamos! -soltó Yukihime, mientras abría la puerta. Miró de reojo a Shiori, la cual había estado callada desde que llevaron el agua a su casa y se excusaron diciendo que iban a estudiar algo que no entendieron en clase. A Yukihime le divertiría cualquier tontería que intentara Shiori, por lo que tras cerrar la puerta con llave, dio unos cuantos pasos dentro de casa dejando su chaqueta en el sofá y se giró a mirarla.

Shiori, por su parte, sólo la imitó y mantuvo la distancia. Tenía que hacerlo...

 

-Hoy vas a lamentar todas las veces que te has burlado de mí. -susurró, dando un paso hacia Yukihime, tirándose sobre ella, haciendo que ambas cayeran sobre el sofá. Su rival se quedó quieta, a la espera, mirándola a los ojos con leve sorpresa y a la vez intentando descubrir lo que pensaba.

-¿Sí? ¿Y cómo se supone que voy a lamentarlo? ¿Vas a quedarte sobre mí todo el rato hasta que me sea molesto? -preguntó Yukihime, impasible, con voz de hielo. Debía ignorar a su corazón, que se aceleraba, y sus impulsos de luchar desesperadamente por quitársela de encima. Hoy Shiori tenía algo distinto...

-Así. -respondió Shiori, a la vez que metía la mano bajo la falda de Yukihime. Tuvo satisfacción inmediata al ver la duda en los ojos de la princesita. Rozó su ropa interior con los dedos, a la espera de ver su rostro poniéndose rojo.

-No eres la única que tiene sus trucos. -susurró Yukihime, y en apenas dos segundos la situación se había invertido. Era Shiori quién estaba abajo, quién estaba siendo immobilizada contra el sofá, a quien le estaban levantando la falda.

-¡Suéltame! -exigió la castaña, mientras se sonrojaba. Yukihime la miró directamente a los ojos y, sin vacilar, la besó.

 

El beso de Yukihime fue sin piedad. Exploró con brusquedad la boca de Shiori, empujando con su lengua, recorriendo el paladar e incluso chocando su lengua con la de Shiori, notando la sorpresa y la vergüenza de la chica.

 

-¿¡P-PERO QUÉ ESTÁS HACIENDO!?

 

Con ese grito Shiori consiguió separar su boca de la de Yukihime, mientras la Usami sonreía y se lamía los labios.

 

-Te devuelvo el golpe, Shiori. Ya que insistes en hacerlas cosas de esta manera, supongo que no pasará nada por ponerte en tu lugar...

 

Tras susurrar aquellas peligrosas palabras, Yukihime desabrochó uno a uno los botones de la camisa de Shiori y luego el sostén de esta, para finalmente agarrar ambos pechos con las manos.

 

-P-para ya... -le pidió Shiori, sintiéndose bastante humillada.

-No quiero. -respondió Yukihime, mientras le abría las piernas a la fuerza y rozaba su rodilla con la entrepierna de Shiori, la cual se apresuró a cerrar los ojos con fuerza. No quería que notara lo avergonzada que estaba, y aún menos el placer que le causaba- Shiori, abre los ojos.

-No quiero...

-Shiori.

 

El hecho de que la voz de la “princesa de hielo” no fuera tan fría como habitualmente la obligó a abrir los ojos. Había sido como un susurro dulce. Al mirarla descubrió un leve sonrojo en su rival. ¿Era realmente eso lo que ella buscaba ver...? Yukihime sonrojada. Casi habría pagado para ver eso, y ahora lo estaba viendo... ¿a precio de qué...?

 

-Escúchame, Shiori. -susurró Yukihime, en su oído, bajando hasta ella chocando pechos con pechos- A partir de ahora eres mía. No se te ocurra mirar a nadie más.

-Sí... Yuki.

 

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 “El Impostor y el Inocente” 1 -parte 3-

 

Noriko y Hotaru se encontraban en una tienda de videojuegos. Hotaru miraba con ojos brillantes el escaparate, donde anunciaban que pronto saldría un nuevo videojuego de Pokémon, el cual le hacía mucha ilusión. Noriko sonreía viendo que el ánimo de Hotaru mejoraba poco a poco, por lo que, sin dudar, le susurró:

 

-Cuando salga ese juego, te lo voy a comprar.

-¿De verdad? -el chico giró la cabeza para mirarlo con ojos brillantes de ilusión.

-Sip. Es una promesa, Hotaru.

-Gracias, Noriko-san. -agradeció el menor, con un leve sonrojo porque lo llamara directamente por su nombre.

-Ah, no hace falta que uses el “san” conmigo. -le sonrió Noriko- Me haces parecer mayor. -soltó una carcajada.

-Pe-perdón, Noriko. -accedió Hotaru, ahora viéndose llevado por Noriko hacia otra tienda. Poco a poco, Hotaru sonreía más. Poco a poco, iba cayendo en lo que Noriko llevaba semanas planeando. Poco a poco... caería en algo de lo que no podría escapar.

 

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 Modelo y Pintor 2 -parte 3-

 

Los labios de Kaoru y de Ren se separaron. Ren sonrió, feliz de haber besado de nuevo a Kaoru, mientras Kaoru seguía mirándolo, casi ansioso de otro beso.

 

-Creo que en cuanto vuelva a casa me voy a poner a pintar... -susurró Ren, acariciando la mano de Kaoru- Te dibujaré una y otra vez...

-Tal vez sería mejor que lo hicieras conmigo para posar. -sugirió Kaoru- Espera a mañana y verás...

-Mañana no hay clase, no creo que nos dejen ir al salón de arte...

-Puedes venir aquí si quieres, o puedo ir a tu casa, no me importa. -insistió el chico, y entonces vio algo de reojo. Algo que no debería estar. Giró la cabeza hacia la puerta y se quedó parado, mientras Ren, sorprendido, lo imitaba- Papá... -dijo Kaoru, había sido descubierto.

 

Yukina Kou dio un paso dentro de la habitación y los miró de forma extraña, como si se preguntara si sonreír y alegrarse o si entristecerse de que no le hubieran dicho nada.

 

-¿Cuánto hace de esto, Kaoru? -pregunta, dejando el café en la mesa, primero quería enterarse de los detalles.

-Más o menos un mes. -responde el chico, sin soltar en ningún momento la mano de Ren, el cual estaba nervioso y se sonrojaba por momentos.

-¿Y cuándo pensabas darnos la noticia? -Kou parecía no habérselo tomado mal, era tan poco tiempo que seguro que no habrían hecho casi nada.

-Pronto... tal vez.

 

A Ren se le escapó una carcajada por ese “tal vez”. Le había parecido gracioso, era como si a Kaoru no le preocupara en absoluto que su padre se enfadara.

 

CONTINUARÁ

Notas finales:

Próximamente el tercer capítulo, será publicado en menos de 15 días, estén atentos a la página de Facebook :3

 

No olviden dejar review, cualquier cosa que no les haya gustado o algún error que hayan visto, siempre puedo hacer una tercera edición del fic <3

 

¡Hasta pronto!


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