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YERROS E INDULGENCIA por karenka sutcliff

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Notas del capitulo:

Bien, bien, lamento la demora, me faltaba inspiración, escribí esto unas tres veces XD, ahora sí, nos saltamos unos meses, meto algo de relleno y llegamos a “La Muerte Más Bella Del Mundo”, yo amo ese musical.

FELIZ LECTURA.

 

 

 

La noche era fría, era sábado y no había ya nada más por hacer en su agenda, Spears se retiró temprano a su departamento.

William llegó hasta su hogar, al abrir la puerta se encontró con la no muy grata sorpresa de tener a Grell Sutcliff sentado en la estancia esperándolo, se notaba fatiga en el rostro del pelirrojo.

–¿Cómo demonios entraste? – William se quedó firme en la puerta.

–Bueno, si no querías que entrara a tu casa creo que debiste cambiar la cerradura de tu apartamento– respondió Grell con una picara sonrisa y tenía razón, su superior pudo cambiar la chapa, pero no lo hizo, quizá tenía el deseo de que el pelirrojo regresara.

–No vi la necesidad de hacer eso, no tengo porqué modificar mi estilo de vida sólo por ti– Grell se encogió de hombros restando importancia a las palabras de William.

–¿Me extrañaste? – preguntó curiosa la muerte carmesí.

–¿La amabas? – William respondió con una pregunta, la cuestión salió en automático, William ni siquiera estaba pensando, su boca se desconecto de su cerebro dando paso a que hablara su corazón resentido. Grell abrió muchos los ojos, la pregunta fue totalmente nueva para él y su respuesta sería decisiva.

–Vamos Will cariño, ha pasado tanto desde aquel fatídico día, por favor, ¿no puedes simplemente olvidarlo? – Grell cuestionó como un adolescente cansado de los regaños de su madre.

–¡Responde! – exigió William ahora molesto por las evasivas de Grell.

–Bueno… sabes que me gusta el rojo– fueron las palabras del carmín que no miró a los ojos a Spears.

–¿La amabas? – William repitió su pregunta, a pesar de ser un hombre juicioso y de pocos o casi nulos sentimientos, necesitaba saber de lo que el pelirrojo era capaz de hacer por aquello a lo que llaman “amor”; Grell ignoró la pregunta nuevamente y se dispuso a salir de aquel lugar, dándole la espalda a William.

–No te marchaste por falta de amor, te largaste por tu sed de sangre, pensé que quizá habías amado a esa mujer, pero lo que veo en tus ojos me dice que simplemente querías matar– el gran temor de William es que Grell reflejaba todo lo que él detestaba, una novia infiel y los malditos demonios sanguinarios, no podía darse el lujo de entregar su corazón a aquello que bien sabía terminaría matándolo de nueva cuenta.

Grell se detuvo de golpe, aquellas palabras fueron como un balde de agua congelada sobre su cabeza, ¿podía William tener razón?, tal parece que era la hora de las preguntas indiscretas.

–En todo caso…– prosiguió el carmín.

– ¿Porqué influiste ante el jurado?

– ¿En verdad crees que es tan fácil? –habló la parca mayor.

–Bueno, si no fue así entonces dime ¿porqué estoy aún con vida?–

–No puedo creer que no lo entiendas aún, pasamos por esto juntos, más de una vez, hombro con hombro, día con día desde hace casi 100 años y tú lo echaste todo por la borda por una simple aventura de unos días–William estaba muy exaltado, Grell le observaba estupefacto, este era un lado de William que no conocía, William no solía recordar sus años de juventud con tanta nostalgia.

–Yo no te amo, no te ilusiones, simplemente conozco el valor de la vida y es por eso que porto estas gafas, pensé que tú también lo comprendías, odio tener que admitirlo, pero tú me salvaste, desde entonces has permanecido a mi lado por sobre todas las cosas y un día como si nada te marchas, desapareces sin ninguna justificación abandonaste tu trabajo y todo ¿para qué?– Spears se quedo sin aire.

–Para asesinar a diestra y siniestra, cruelmente a aquellos humanos…–

–Honestamente, no sé cómo es que logras salirte con la tuya.

–Yo sólo puedo darte las gracias Will mi amor, no te arrepentirás de tu decisión– Grell dijo esto como si nada hubiese pasado, se acercó a William rodeándolo con sus brazos en un suave abrazo para después marcharse dejando a William sólo con el recuerdo de su perfume.

 

Después de la tormenta viene la calma, o ¿a caso están en el ojo del huracán?... Grell se presentó en la oficina de William como todos los días desde que fue suspendido, él carmín se mostraba muy feliz como siempre, aún guardaba la esperanza de que todo volviese a la normalidad, como en aquellos tiempos cuando eran unos recién graduados, antes de que William se convirtiera en gerente y tuviese tantas obligaciones, oh, sí que eran bellos recuerdos, aunque William nunca fue un hombre que mostrara sus sentimientos, al menos, eran más cercanos, pero Spears se mostraba aún renuente a ceder ante los afectos del pelirrojo, tal parece William no podía superar la traición de su pelirrojo.

La tensión había aumentado en el despacho desde hacía unos pocos meses, todo empezó desde la última crisis de Alan Humphries, la muerte de un shinigami no era nada fácil de tomar, se supone que ellos son los dioses de la muerte, la muerte les rodea a diario, eso no debe ser algo que les preocupe, pero debemos recordar que ellos son hasta cierto punto “eternos, más no inmortales”, las parcas también envejecen, con siglos de diferencia a los humanos, pero su existencia también expira. Lo importante aquí es la calidad y dignidad con la que abandonan este mundo y lo más importante… ¿Qué pasa con los segadores una vez que mueren?, ¿Qué es lo que viene después de la muerte?, sus cinematic record también son juzgados y almacenados en la biblioteca, ¿pero qué pasa con sus almas?

Desde la oficina del gerente se escuchaban gritos y algunas frases inentendibles, casi como gruñidos.

–¡Yo no lo hice maldita sea! – exclamó la parca roja azotando sus manos sobre el escritorio de William con mucha rabia.

–Honestamente– suspiró William mientras leía una carta de sus superiores, nuevas muertes se estaban presentando en Londres y se sospechaba de la parca roja.

– ¿Qué esperabas?, te ganaste la fama de carnicero– se burló Eric Slingby ganándose así miradas molestas por parte de William y Grell.

–Bueno, siendo honestos, este no es el estilo de Sutcliff senpai– Ronald comentó con la intención de que William no se desquitará con su rojo senpai.

–En verdad, no puedo creer que piensen que fuiste tú–William se apretó el puente de la nariz.

–Bueno, tú te harás cargo del caso– sentenció William.

–¡¿Qué?! – gritaron Ronald y Grell, Eric se mostró indiferente y simplemente salió de la oficina.

–Demostraremos que tú no tienes nada que ver Grell Sutcliff, así que hazte cargo del caso, al pelirrojo no le quedó más que obedecer, después de todo, bien podría toparse con su amado Sebastian.

 

El pelirrojo miraba hacia la ventana, por instantes extrañaba la libertad, pero había sido su decisión permanecer en esa jaula de amor no correspondido por la eternidad; la puerta de la oficina se abrió interrumpiendo su melancolía.

–¿Qué haces en mi oficina? – cuestionó el gerente con el ceño fruncido

–¡Will! – respondió la parca roja con nostálgica alegría.

–Comamos juntos cariño, te extraño tanto~– Grell tomó del brazo a su jefe mientras se arremolinaba contra su cuerpo.

–Honestamente– murmuró William mientras tomaba con desprecio el moño de la gabardina de Grell, no podía evitar mirar aquel trozo de tela con odio y no es que él estuviera celoso de Angelina, no, es que esa mujer le causó muchos problemas, horas extra no remuneradas, castigos de sus superiores, modificó abruptamente su rutina, su estilo de vida, le robo la paz y tranquilidad en su perfecto mundo ordenado, le robo a Grell… momento, ese pensamiento debía mantenerse oculto, enterrado en lo más profundo de su muerto corazón, porque él, él no amaba ni amaría nunca a ese pelirrojo, William no amaría a nadie otra vez nunca más.

–¿Will? – Grell volteo mirando a William con tierna preocupación, últimamente su jefe se portaba más disperso en sus pensamientos, tal parecía que divagaba entre recuerdos, malos recuerdos para ser más específicos, además de ser más distante que de costumbre, pero esta distancia era algo que el mismo Grell había causado y el recuperar la confianza de su superior sería un arduo trabajo, una labor que le costaría mucho recuperar.

–Honestamente– William negó con la cabeza.

–Aún tengo mucho trabajo que hacer, no tengo tiempo para tus tonterías. –

Grell se encontraba en su escritorio, fingiendo llenar algunos documentos, cuando repentinamente y de la nada una fuerza bruta lo sometió, para su desgracia casi era hora de retirarse así que prácticamente el edificio estaba vacío.

­–Más te vale encontentar a William– amenazó la voz con acento escoses.

–¡Eric! sé que te gusta jugar rudo, pero este no es el lugar– respondió el pelirrojo relamiéndose los labios

–Cállate idiota promiscuo– amenazó el rubio, mientras olfateaba el cuello del rojo segador, Grell no pudo evitar sonrojarse y ronronear, pero para su desgracia, Eric le abofeteo con fuerza.

–Fuiste con ese estúpido demonio.

–Eso no es de tu incumbencia– respondió Grell mientras frotaba su rostro.

–Escúchame bien mi  “querida dama” – Slingby murmuró al oído del jengibre.

–Spears está molesto, eso significa que le cargará la mano a Alan, tú sabes bien que la salud de Alan no es buena y créeme que si algo malo le llega a suceder tú serás quien pague las consecuencias– amenazó el escoses.

­–Así que, más te vale comportarte, deja de revolcarte con ese demonio y ponte algo lindo para William, no sé que tengas que hacer y la verdad no me importa, pero más te vale ser un buen amante para que tu Will afloje sus riendas con Alan–

–Que sobreprotector te has vuelto Eric, no recuerdo que fueras así conmigo…– respondió Grell rozando sus labios en el oído de Eric pero fue interrumpido, el rubio de dos tonos hizo un ademan de volver a golpearlo, pero simplemente liberó al carmín de su agarre.

–Esto es una primer advertencia, no estoy bromeando– Eric se marchó y Grell suspiró aliviado, ahora tenía que encontrar el modo de que todo volviera a la normalidad. Esa noche William recibiría una sorpresa.

William se encontraba muy concentrado revisando algunos documentos, altas de nuevos reclutas para ser exactos, realmente detestaba tener que darles el recorrido de las instalaciones a los novatos, ellos eran tan estúpidos, pero era parte de su trabajo y después de todo, necesitaba nuevo personal, últimamente la mayoría de sus empleados moría a manos de los malditos demonios, tal parece que el único capaz de lidiar con esas alimañas es Sutcliff, si esa era la respuesta al porque mantenía a Grell bajo su custodia, el pelirrojo era un gran elemento de batalla.

Su concentración se vio interrumpida pues una de sus palomas entró a su oficina, un mensaje importante seguramente, William miró con alegría a su pichón y tomó la nota, aunque el mensaje no le causó gracia.

Te espero ésta noche después del trabajo, te tengo una sorpresa~

La nota estaba escrita con tinta roja y llevaba perfume impregnado, además de un beso plasmado, William arrugó el papel y lo lanzó al cesto de la basura.

–Honestamente, utilizar los insumos de la oficina para estas banalidades, además de malgastar la energía de los agentes– refiriéndose con esto a su amada paloma.


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