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I’ll be your friend, bro… Forever and Always. por Kristy

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- ¿Cómo te llamas, chaval?

- Shin Dongwoo.

- Mira, Shin. Pertenezco a una empresa llamada WM Entertaiment. Estamos empezando pero queremos crear un grupo de cinco chicos para introducirlos en el Kpop. Acabo de ver tu actuación ahí arriba y creo que serías perfecto para el grupo. ¿Qué te parece?

- Pero… ¿por qué yo?

- Creo que no eres consciente de que tu sonrisa vale millones. Mira, háblalo con tu familia. Te doy la tarjeta. Si te interesa, llámame y hablamos.

- ¿Y mi compañero?

- ¿El que ha hecho el dueto contigo? No es mal cantante, pero no da el perfil que estamos buscando. El que me interesa eres tú. Llámame.

 

Lo vio marchar, precipitado, todavía con la tarjeta en la mano. El tipo que le había hablado mientras Jooyoung había ido un momento al servicio era joven y, la verdad, es que le temblaban las manos tras la charla. Por fin, después de tres años haciendo de todo con tal de llamar la atención de alguna empresa que se dedicase a la música en Seúl, de participar en festivales y concursos de música tanto al lado de su mejor amigo como con su grupo, alguien se fijaba en él. Pero no estaba bien. Se suponía que tenía que estar emocionado, eufórico, tras el largo camino de fines de semana de nervios, de desilusiones, de viajes por el país… y resultaba que le habían escogido porque “tu sonrisa vale millones”. ¡Qué frustración! Se sentía vendido. Nunca había pensado en su físico como algo importante. Estaba en cierto modo decepcionado. Luego estaba el otro problema: Jooyoung. Su amigo y él habían estado participando juntos en los festivales desde hacía dos años. De vez en cuando también participaban sus compañeros del grupo, pero eso eran en los festivales de rock. Pero durante el último año, el penúltimo antes de terminar el instituto, sus compañeros empezaron a disolverse debido a sus propios intereses. Salvo en actuar para ganar dinero extra, preferían participar de por libre en los festivales, con la esperanza de poder entrar como novatos en compañías como la YG, SM, Cube… De hecho, él mismo se había grabado a sí mismo un video, animado por Joo, y lo había enviado a algunas compañías, sin resultado. Sin embargo, desde aquella noche de su primera actuación en público y en la que volvieron a “ser amigos”, Jooyoung no le había dejado solo. De hecho, consideraba que él tenía más talento que el propio Dongwoo, pero siempre se negaba a participar solo en los festivales o concursos musicales. Siempre iba con él. Siempre participaban en dúo. Y nunca, bajo ningún concepto, le permitía flaquear cuando todo quedaba en nada. No se lo había dicho, pero se había puesto un objetivo. Si para los 18 no conseguía nada, se iba a limitar a terminar el instituto y buscarse la vida. Estudiar era caro (y sus padres ya estaban gastando parte de sus escasos ahorros solo pagando la carrera de su hermana y no pensaba arruinarles del todo), él no valía para estudiar (ya lo tenía claro) y tampoco quería quedarse ni un año más en su casa. Solo quería volar, ser independiente y salir de Cheongju. Justo cuando iba a tirar la toalla, aparecía este individuo diciéndole que “le interesaba por su sonrisa”. No por su forma de cantar, no por su actuación… sino por la maldita sonrisa.

- ¿Y esa cara de idiota?

Reaccionó al ver a Jooyoung escrutándole, a su lado. Instintivamente ocultó la tarjeta en su bolsillo, incapaz de explicarle a su amigo lo que acababa de pasar. Se sentía fatal.

- No me encuentro bien.

- ¡Oh, vamos, Dong! Ha estado genial. Ya verás como en la próxima lo conseguimos.

¿Por qué decía el señor ese que él tenía una sonrisa que valía millones? No estaba de acuerdo. La sonrisa que valía millones estaba frente a él, en ese mismo instante. La sonrisa por la que había aguantado y sobrevivido a parte de su adolescencia. La sonrisa que amaba, pero que jamás podría confesarlo en voz alta. No sin perder la dignidad y a la única persona por la que realmente encontraba el valor de levantarse todos los días. Si esa sonrisa se apagase un día, si esa sonrisa desapareciese para siempre… Dongwoo no se veía capaz de seguir adelante.

El día transcurrió tranquilo. Aprovecharon la excursión para ir a dar una vuelta, comer “porquerías” (pizza y hamburguesa), cotillearon en una tienda de discos de vinilo y cogieron el autobús de vuelta justo a tiempo, ya que tenían que estar pronto en sus casas, porque al día siguiente había clase. Se despidieron como siempre y se fue a casa. Se quitó la cazadora y la ropa  y se metió en la ducha. Tal vez el agua le despejaba la cabeza y le ayudaba a pensar mejor. Sin embargo, cuando salió, se topó con su hermana a punto de perder el raciocinio y con la tarjeta en su mano, gritando por la casa. Y toda su decisión de no llamar desapareció, porque cualquier opción de “dejar pasar el tiempo” y “hablar con Jooyoung primero” se esfumó. Ninguna de las dos mujeres le dio opción a explicarse, a expresarse, demasiado emocionadas como para escuchar. Para cuando se quiso dar cuenta, su madre ya estaba llamando al número de la tarjeta intentando averiguar quiénes eran y qué querían de él, mientras su hermana se le pegaba, emocionada, abrazándole.

Ya de noche, no podía dormir. Tras llamar su madre al representante que le había abordado en el festival musical de la juventud, le habían dicho que tenía que ir el viernes a Seúl, a hacer una prueba. Debería estar asustado por la prueba en cuestión, sin embargo no lo estaba. Su única preocupación en ese momento era cómo decirle a Jooyoung que había estado toda una tarde con él y no le había dicho nada, absolutamente nada, sobre lo que había pasado mientras él estaba en el lavabo. Estaba asustado porque era la primera vez que le ocultaba algo (Mentira, llevaba mintiendo demasiado tiempo, mientras jugaba a ser su mejor amigo), relativo a sus sueños conjuntos. Jooyoung había sido la única persona, aparte de su hermana, que le había apoyado de verdad en su sueño de ser cantante. Se sentía como un cobarde aceptando la llamada de la empresa esa, que nadie conocía. Se sentía amputado porque, si le cogían finalmente, Jooyoung estaría fuera. Su Joo no estaría con él nunca más. Sus caminos, hasta ahora paralelos, irían por bifurcaciones diferentes. Y no estaría cantando ni rapeando a su lado más. No en un escenario.

Luego estaba la cuestión de que, si le cogían, lo más seguro es que tendría que pasar por un período de entrenamiento previo. Eso significaba pasarse su tiempo libre a camino entre Cheongju y Seúl. Es decir, que apenas lo vería. Y no sabía cómo iba a ser capaz de manejarlo, porque, desde que Jooyoung dejó a Sunhee (y no había vuelto a salir con más chicas) se habían vuelto inseparables. Sabía que había gente malintencionada que hablaba a sus espaldas, pero había aprendido a ignorarles (a Jooyoung se “la soplaba”, así que a él también). Pero para el resto, solo eran dos personas totalmente opuestas que, por alguna razón surrealista del destino, eran como dos entes separados de un mismo organismo.

Le gustaba fantasear que eran almas gemelas. Al principio, cuando se dio cuenta de su triste realidad (de que se había enamorado de su mejor amigo), fue el periodo más oscuro que podía recordar de su existencia: oscuridad, angustia, depresión. Todo su mundo era gris, no había sol. Afortunadamente, Jooyoung, durante aquel triste tiempo, había estado demasiado ocupado con su novia y no se dio cuenta de nada. Aunque fuera contradictorio, agradecía profundamente que las cosas se hubieran dado así. Eso le permitió aprender a autocontrolar sus emociones y a manejar esa máscara que ocultaba su realidad. Cuando Jooyoung dejó a su novia (seguía sin saber los motivos exactos, Jooyoung siempre evadía el asunto), aquel día fue el segundo más horrible de su vida. Borracho como estaba, pensó que podría estar a salvo en el extremo del cuarto. Pero no, tuvo que levantarse, pegarse a él y agarrarle como si fuera a desaparecer. No quería haber llorado y mucho menos “confesado” aquella noche (aunque sabía que Jooyoung había malinterpretado totalmente sus sentimientos y mucho más sus palabras), pero era débil y todo lo que había soportado durante aquellos meses salió de golpe, sin control.

Te quiero, Joo. Fue lo más suave que supo decir, sin delatarse del todo. Pero “te quiero” no se acercaba ni un poco a los sentimientos que guardaba con cadenas y más cadenas de seguridad, en su interior. Un sentimiento que crecía cada día y se hacía más penoso de ocultar. No era la primera vez que se sorprendía mirándole fijamente, como si él fuese un sol espléndido que contemplar. En clase de mitología universal descubrió el mito griego de Helios y su carro solar. Tal vez era un poco fuerte, pero para él Jooyoung se acercaba a la descripción de ese dios: brillante, espléndido, majestuoso, magnético, carismático… Por su culpa, su mundo era heliocentrista en lugar de geocentrista. No le importaba si Jooyoung un día se casaba, tenía hijos, dado que eso sería lo correcto. Siempre y cuando no le dejase atrás, no le apartase de su vida y le permitiese andar a su lado. Sabía que no eran sanos esos sentimientos que sentía por él, por eso intentaba desterrarlos desesperadamente. Sin embargo, pese a que eso significase casi su sentencia de muerte, y porque lo amaba, su único objetivo que tenía en esta vida era verle feliz.

Minho le había dicho, tiempo atrás, que intentara no cogerle como modelo, que no era el mejor. Minho seguía siendo su colega, pero a veces se sentía aplastado por la dinámica de ambos, según le decía. Sospechaba que Minho intuía qué pasaba realmente, pero era un chaval que no le gustaba demasiado meterse en vidas ajenas (bastante tenía con ocuparse de su egocentrismo e inventar historias épicas alrededor de su persona). Le agradecía que le frenase cuando a veces perdía el control, en silencio, sin preguntar demasiado. Minho era bastante irritante con otras personas, incluido Jooyoung (al que detestaba en realidad, no sabía si por celos o por qué), sin embargo con él era amable, atento y respetuoso. Era su otro amigo, el secundario que no reclama demasiado, pero está ahí para las urgencias. Gracias a él había evitado muchas meteduras de pata para con Jooyoung.

Sin dormir, se presentó en clase, muerto de miedo y angustiado. Apenas fue capaz de centrarse en clase, ganándose la bronca de los profesores del día. En el tiempo de descanso, decidió ir a un rincón de uno de los pasillos y sentarse a dormir un poco. Sin embargo, apareció la persona que desestabilizaba sus pensamientos y que se sentó a su lado.

- ¿Por qué estás tan deprimido, tío? -Preguntó pasándole un bollo de leche, intrigado.

Precisamente se escondía ahí para no ser interrogado, pero sonrió. Mientras aún siguiera ahí, Jooyoung seguiría siendo su guardaespaldas particular y alguien a quién le era imposible guardar secretos.

- Toma.

Decidió que, si iba a joder su amistad en este momento, tomaría la responsabilidad en directo. Así que le pasó la tarjeta, sin ganas. Vio a Jooyoung cogerla mientras daba un mordisco generoso a su bollito.

- ¿Qué empresa es esta? No me suena -Arrugó su nariz, como mosqueado -. ¿Vas a enviar otro vídeo aquí?

- Joo… Mientras ayer estabas en el baño, se me acercó un tío. Dijo que está creando un grupo de música pop de cinco integrantes.

- ¡¿Qué?! -Parte de las migas del pan salieron disparadas, mientras Jooyoung se levantaba de un salto. Sin soltar el bollito ni la tarjeta, se puso delante de él, con una expresión que rallaba lo cómico.

- La cuestión es que dijo que “yo daba el perfil” y que le gustaba mi sonrisa y que le llamase. Y me dio la tarjeta.

- ¡¿Y?! -Siguió gritando, moviendo los brazos de forma enérgica.

Dongwoo alzó los hombros, indiferente. Solo esperaba el momento en que Jooyoung se volviese loco de rabia y le acusara de ser un mal amigo.

- ¡JODER, DONG! -Soltó el bollito y le agarró por la solapa de la chaqueta del uniforme - ¡Más idiota y no naces! ¡Dime que has llamado! ¡Maldita sea, tarao!

- Sí, mi madre lo hizo ayer -apenas logró decírselo, entre tanto zarandeo.

- ¡Gracias, señor! -Le soltó de repente y se puso a alzar ambos brazos hacia el techo del pasillo, dejando caer su cabeza hacia atrás, en una pose tremendamente dramática.

Observó su ataque de posesión, entre aliviado y aturdido. ¿Por qué demonios no se había enfadado con él? ¿Para eso había estado mortificándose durante 24 horas? Parpadeó, confuso, mientras Jooyoung se arrodillaba frente a él, apoyando sus manos sobre sus rodillas para mantener el equilibrio.

- Cuéntamelo todo.

Cualquier otra persona que no fuese Jooyoung, hubiera pensado seriamente que algo no iba bien en su cerebro (cosa que era cierto), dado el tono desapasionado y casi pasota con el que le narró los hechos. Tras contárselo todo, contempló su confusión inicial y luego su expresión brilló. Y no le gustó que brillase así, porque se suponía que tenía que odiarle, no regalarle una sonrisa maravillosa (cuestión que no entendía cómo no lo había visto ese hombre el día anterior).

- Creo que entiendo qué ha visto en ti. Te lo llevo diciendo desde el mismo momento en que te conocí. No eres consciente del poder de tu sonrisa, Dong.

- Sinceramente, no lo entiendo, Joo.

- Con que lo entienda yo, vale. Con que lo entendamos el resto, es suficiente. Irás, ¿no? ¿Cuándo es? La prueba de acceso digo.

- El viernes.

- Tranquilo, lo harás bien. Tienes talento de sobra. -Le dio un abrazo, dolorosamente enérgico.

- ¿No estás enfadado?

- ¿Por qué debería? -Su sorpresa era mayúscula. Se separó un poco, sin soltarle del todo, sin entender.

- Es que solo me han cogido a mí. Yo…

- ¡No! ¡No empieces, Dongwoo! Te prometí que estaría a tu lado siempre y pienso cumplirlo. Te prometí que te protegería. También prometí que protegería tus sueños. Y no pienso permitir que renuncies solo porque no estoy dentro del pack. ¡Ni se te ocurra! Puede que en el futuro sea más difícil vernos, pero ahora tienes que luchar por ello. Conmigo o sin mí, has de coger ese tren. ¡Y tienes que hacerlo ya! ¡O entonces sí que me enfadaré de verdad!

Las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas, silenciosas. Pero no podía atenderlas, demasiado abstraído en la sonrisa, en ese cariño implícito que estaba viendo en el rostro contrario. Un par de dedos actuaron rápido, borrando esas pruebas incontenibles.

- Dongwoo… soy tu mejor amigo y lo único que quiero es que seas feliz. Sé que eres feliz encima de un escenario y sería una estupidez que, porque “queremos debutar juntos”, no aprovechases la oportunidad. Puede que ahora mismo no consigamos estar juntos en el mundo de la música, pero algún día estaremos juntos en el negocio. Solo espérame. ¿Me prometes que me esperarás?

- Claro que sí, idiota. Y te prometo que para entonces trabajaremos juntos. De una forma u otra.

- Es una promesa.

- Es mi promesa, Joo.

 

Amar a tu mejor amigo duele. Ver que te aprecia hasta renunciar a ti y su propio sueño para que lo alcances es todavía más doloroso.

Soy tu mejor amigo

Los amigos de verdad prometen… y cumplen. Jooyoung había cumplido sus promesas hasta el final. Y Dongwoo, pasase lo que pasase, pensaba cumplir las suyas.

Porque transcurriese el tiempo que transcurriese, él pensaba esperarle.

Porque eso es lo que hacen los mejores amigos.

Siempre.

Notas finales:

Espero que os haya gustado este capítulo. Los anteriores parece que no convencieron demasiado ^^u.

Por cierto, ahora que estoy de vacaciones ¡Al fin! Voy a cambiar la dinámica de actualización. El próximo capítulo (el séptimo) titulado Amor será publicado en lunes y el siguiente (el octavo) en viernes de la semana que viene. ¡Sí, dos actualizaciones en la misma semana! ¡Dad gracias al espíritu de la Navidad! :D

¡Hasta el lunes!


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