Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I’ll be your friend, bro… Forever and Always. por Kristy

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Tras la resaca navideña, os dejo con el penúltimo capítulo del fic. Como la semana que viene será liosa, he decidido que lo publicaré el jueves 1 de enero. Para empezar el año, con el último capítulo del fic. ¿Os parece bien?

Ahora... ¡a leer!

- ¿No vas a ir?

- No.

- ¿Estás seguro? Va a ser la última oportunidad de visitar tranquilo a tu familia y amigos antes de debutar. Yo que tú me lo pensaría, Shinnie.

Sus otros compañeros de banda, ahora renombrados como Baro, Sandeul y Gongchan, se habían marchado a primera hora de la tarde a sus casas. Jinyoung se había quedado a firmar unos papeles con el CEO y él se había quedado en la sala de prácticas, haciendo que hacía, indeciso. El último bus hacia su pueblo salía en hora y media y estaba ahí, con el macuto en mano, incapaz de decidirse si ir el fin de semana a casa o quedarse en Seúl.

Los últimos cuatro meses habían sido un infierno para él. Por supuesto que pensó en lo que le había dicho Jooyoung. Lo había pensado hasta volverse loco. No sabía cómo solucionar el problema. Ahora se maldecía por haber sido tan cobarde y haberle dejado ahí, solo, con la palabra en la boca, incapaz de entender que su mejor amigo, su amor imposible, se le había declarado ahí, en medio de la calle, en Seúl. Intentaba justificarse diciéndose que lo hacía por el bien común, por el de los dos. Pero era mentira. Era su maldita cobardía, el miedo a que si lo intentaban de verdad y sus familias lo descubrieran lo que realmente lo mataba.

- ¿No sabes nada de él?

- No.

- ¿Has intentado ponerte en contacto con Jooyoung?

- Sí, pero no me devuelve las llamadas ni los mensajes.

- Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña.

- ¿Qué quieres decir, Jinnie?

- ¡Que es la hora que muevas ya el culo! Pelea por él.

Ahí el otro motivo por el cual no había hecho nada en esos meses, salvo morirse de angustia, dolor y desesperación. Tal como le advirtió Jooyoung, Jinyoung fue con él a Japón con más de un motivo en mente. No había pasado ni una semana de lo de Jooyoung, cuando Jinyoung se le declaró. Fue una de las experiencias más dolorosas de su corta existencia. No había mentido a Jooyoung cuando afirmó que quería a Jinyoung, pero no de la forma que él malinterpretó y que fue incapaz de convencerle de lo contrario. Tal vez parte de lo que salió mal, de lo que le asustó, fue que jamás había visto a Jooyoung así: colérico, intolerante, celoso, incapaz de escuchar cualquier razón… Y jamás, nunca, le había agarrado y le había hecho daño físicamente, de la forma en que lo hizo aquel día. Huyó porque no quería enfrentarse a alguien que no conocía. Con Jinyoung no pudo huir a ninguna parte. Solo maldecir y lamentarse sobre por qué no podía corresponderle. Pero a diferencia de Jooyoung, Jin sospechó lo que pasaba y le escuchó. Entonces fue cuando, en aquel país lejano, extraño a su cultura, en la que estaba atrapado con una sola persona, fue capaz de liberarse, de ser él mismo por primera vez en su vida. Fue capaz de confesar (y aceptar en voz alta) lo que llevaba años callándose, enterrando en lo más hondo de su ser. Jinyoung le sorprendió, gratamente. De hecho, en la dolorosa ausencia de Jooyoung, Jinyoung era quién le apoyaba, quién le animaba, quién le aconsejaba… Y desde aquel día había intentado ponerse en contacto con Jooyoung. En casa no estaba y el móvil en Seúl nunca estaba operativo.

- Ve, Dongwoo. Inténtalo. Coge el maldito bus.

La voz de Jinyoung aún le martilleaba en la cabeza. Por supuesto que había cogido el bus y había pasado las tres horas más angustiosas de su vida (si es que aún no había pasado suficiente angustia), encogido en el asiento, nervioso, por la decisión que acababa de tomar.

Tras saludar y cenar con su familia, dijo que había quedado con unos amigos y salió hacia el centro. Una vez ahí, torció en dirección a casa de Jooyoung. Cuando llegó a la esquina de la calle, desde la que se podía ver el precioso jardín que la señora Kim cuidaba aún con mimo, como lo había hecho todos estos años, sintió la necesidad frenética de haberse traído el paquete de cigarros con él. Pero no lo había traído porque llevaba cuatro meses sin fumar. La compañía le había pedido que dejase ese vicio si quería tener una larga carrera con su principal instrumento de trabajo: su propia voz. Además, los demás compañeros le habían echado una mano y los que sabían del tema (Sandeul, que parecía su compañero de desgracias en todo lo que tenía que “cambiar” antes de debutar, y el propio Jinyoung lo había dejado ya hacía un año atrás), se habían esforzado en ayudarle completamente.

Miró sus manos, temblando, pero no de frío. Las juntó, con la esperanza de controlarlas, y solo pudo ver su frío interior. Aquel invierno que había surgido casi dos años antes volvía en todo su esplendor. Cerró los ojos. Podía ver a Jinyoung sonriendo, dándole confianza. Podía rememorar su decepción al rechazo, pero también su cariño y apoyo incondicional al empujarle a recuperar a su otra mitad, sin la que no podía ser él mismo. Le había obligado a prometerle que lo intentaría.

- ¿Dongwoo? ¡Hijo, pero qué haces ahí fuera!

Un par de brazos le abrazaron, como si hubiera encontrado al hijo pródigo perdido. Aspiró su peculiar olor de colonia, entre dulce y empalagosa, cuya marca jamás había cambiado. Juzgó rápidamente la situación. Dada la familiaridad con la que le había saludado estaba claro que Jooyoung no había dicho nada. Por alguna razón, eso le tranquilizó.

- Vengo a ver a Jooyoung. -Se sintió orgulloso de sí mismo al oírse seguro.

- Pasa, está solo. Últimamente solo se encierra en su cuarto y no sale. No sé qué le pasa. Dime, hijo… ¿problemas del corazón? -Preguntó, inocente, mientras le abría la verja del jardín.

- Algo así, pero espero que se solucione pronto.

- ¡Lo sabía! Me alegro de verte. Me encantaría atenderte como siempre, pero he de ir a casa de mi madre. Si mañana aún estás por aquí, acércate con tu hermana a merendar.

- Trato hecho, madre.

- ¡Pero qué grande se ha hecho mi niño! -Le pellizco la mejilla sin piedad, contentísima, no solo por verle sino por oír la palabra madre por primera vez desde que había entrado en esa casa y se lo había pedido -¡Hasta mañana, Dongwoo!

La despidió desde el interior del jardín. Dedicó un par de minutos para tranquilizarse, contemplar aquel precioso jardín, con sus losetas, sus pequeñas esculturas, sus arbustos perfectamente cortados. Ese verde que tanto echaba de menos en Seúl le reconfortó de una forma que no hubiera sido posible si hubiera estado en otro lugar. Más seguro (cosa extraña), avanzó por el camino hasta la casa. Con la confianza de años “viviendo” de prestado en ese lugar, subió al piso de arriba y se plantó ante una puerta que daba al que había sido su único refugio en sus años más oscuros. Dudó en si tocar o entrar directamente, pero tras coger aire, decidió hacer lo que siempre había hecho: entrar sin llamar.

Esperaba encontrar un cuarto oscuro y desordenado, pero lo que encontró fue una habitación pulcra e iluminada. La luz venía de la mesa que tenía para estudiar, que era la única encendida. A su lado y de espalda, excesivamente delgado, tanto que le costó reconocerle, estaba sentado Jooyoung, escribiendo algo.

- Hola, Joo.

Lo vio respingar en su asiento y quedarse congelado. Estaba claro que no esperaba visitas y mucho menos le esperaba a él. Giró su cara, quedando de perfil, pero sin volver el cuerpo.

- ¿Qué haces aquí?

Su voz, débil, extrañamente débil para ser Jooyoung, le resquebrajó. ¿Quién era esa persona consumida? ¿Dónde estaba el enérgico, siempre dinámico y resplandaciente Jooyoung? ¿Qué había pasado en ese tiempo?

- Dije que tenía que pensar. He pensado mucho, tal vez demasiado. Pero estoy aquí para darte mi respuesta.

Finalmente Jooyoung giró el asiento, para mirarle. Tenía el pelo muy corto, casi rapado. Su primera impresión de que estaba muy delgado se confirmó. Algo se rompió en él cuando vio su rostro consumido, sus ojeras, su tristeza. De inmediato supo que el estado en que Jooyoung estaba era culpa suya, totalmente. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde.

- ¡¿Y a quién cojones le importa tu puñetera respuesta, idiota?!

Escuchó su grito, una mezcla entre frustración, orgullo herido y miedo. ¿En qué lo había convertido por culpa de su propia cobardía? ¿No había prometido esperarle? ¿No había prometido estar a su lado siempre?

- A nadie, salvo a ti.

Vio un intento de réplica, pero desistió. Se sentía extraño sonreír en esas circunstancias, pero sonreía. No con lástima, no con tristeza, pero tampoco con alegría. Ahora más tranquilo, avanzó por el cuarto, hasta llegar a su lado. Jooyoung le miraba con extrañeza, como rendido. Al verle, al conectar sus miradas, supo que tenía que hacerlo. Así que agarró esa cara tan bonita, la cara de sus desvelos, la que siempre había querido tocar con tacto y cariño, con libertad, y se agachó.

Lo besó.

Fue un beso suave al principio, de mero contacto. Quería sentir el roce de sus labios con los de Jooyoung. Había soñado mucho tiempo con ello, deseado, ansiado. Así que, por si acaso, prefirió deleitarse antes de apretar más, antes de que el contrario fuese capaz de reaccionar. Escuchó un sonido gutural, de puro placer, que no supo bien si fue suyo o no. Pero tampoco le dio importancia, porque estaba demasiado preocupado por degustar aquellos labios. Al no ver demasiada colaboración, desistió y se separó. A duras penas logró abrir los ojos para mirar, topándose con el Jooyoung más confundido que había visto en su vida, mientras él se relamía aún con el sabor a tabaco de la boca ajena.

- ¿Qué es esto? -Consiguió articular.

- Mi respuesta.

Calló, esperando su reacción, mientras se separaba de él, para darle un poco de espacio. Dolía que fuese así, pero en parte era culpa suya, así que no debía quejarse demasiado. Bastante tenía con conformarse de que no le hubiera echado de su cuarto en el acto.

- ¿Un beso? -Dijo, incrédulo.

- Es mi primer beso. El primer beso que doy a alguien que amo de verdad.

Su amigo parpadeó, procesando la información. Por alguna razón, se vio en la obligación de seguir hablando. No para justificarse, sino de hacerle entender sus sentimientos.

- Aquel día me preguntaste si quería a Jinyoung. No te mentí, es mi amigo, por supuesto que le quiero y aprecio. Igual que a Minho Hyung o cualquiera de nuestros compañeros de nuestro grupo de rock. Solo quería ser sincero porque no entendía por qué desconfiabas de mí de esa manera. Pero no me dejaste hablar, Joo. No sé quién eras ese día. Sigo sin saberlo, pero yo necesito al Jooyoung que siempre he conocido. Al que amo. Al que prometí esperarle en Seúl. El que me prometió que siempre me protegería y siempre sería mi mejor amigo, mi hermano. No sé dónde está. Quiero que vuelva. Necesito que vuelva, porque sin él no soy yo. No puedo ser Dongwoo.

Jooyoung no dejó de mirarle en ningún momento, mientras pronunciaba el que probablemente era el discurso más importante de toda su vida. Mucho más que el que dio en su primer concierto, mucho más en el que dio en aquella graduación caótica que echaba de menos. Podía salir vivo o muerto de esa habitación en función de lo que decidiera Jooyoung.  El silencio fue aplastante. Quiso correr, pero tuvo el valor de aguantar y esperar.

De repente, Jooyoung se puso de pie. Se sorprendió darse cuenta que ahora medía exactamente igual que él, pudiendo mirarse a la misma altura. La silla siguió girando mientras salvaba la distancia que quedaba entre los dos. Fue su turno de sentir sus manos, huesudas y frías sobre sus mejillas, con los pulgares acariciándolas. Apoyó la punta de su nariz sobre la suya, rozándola, y le miró. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, cuando sus miradas, ahora casi juntas, se volvieron a cruzar. Había demasiadas emociones encerradas en los ojos oscuros y casi negros de Jooyoung: deseo, cariño, amor, miedo, inseguridad, adoración…

- Te amo -Le susurró -. Te amo, Dong.

Entonces, sucedió. Le besó, pero sin delicadeza. Absorbiéndolo, succionándolo, como si necesitase alimentarse de él en un solo beso, arrebatarle todo, hasta la razón. Su calor, su tacto, sus dedos inquietos que pasaron se sujetarle la cara a recorrer su cuerpo. Sus labios carnosos, sádicos, hambrientos, mordiendo todo a su paso, labios incluidos. Humedad, lenguas danzando. No sabía lo que hacía, ni si lo estaba haciendo bien, si eso era correcto. No tenía ni idea. Simplemente dejó que Jooyoung le manejara (cosa que había hecho desde siempre, aunque no quisiera reconocerlo) y le guiara hacia donde quería, donde necesitaba. El asfixiante beso terminó abruptamente, jadeando, intentando casi arañar el aire que le faltaba, sin dejar de mirarle.

- Yo tampoco puedo ser yo sin ti, Dongwoo -Sonrió, feliz. Por fin pudo ver esa sonrisa resplandeciente que nadie veía, salvo él mismo. La única sonrisa que le pertenecía, su genial y carismática sonrisa.

- Entonces… -Le animó, inseguro, todavía demasiado alucinado con lo que estaba pasando.

- Si te parece bien… Bueno, no sé, joder. No eres una chica, aunque lleves esa pedazo melena. No sé cómo decirte esto sin que suene… raro. Bueno, no… Tú me entiendes… -Parecía estar en conflicto consigo mismo.

- ¿El qué?

- Quiero que seamos algo. Quiero decir, tú me amas y yo te amo. Ya sé que… quiero decir… tenemos que poner un nombre a nuestra relación. -Por fin fue capaz de soltar lo que estaba pensando, lo cual le pareció divertido a Dongwoo, ya que el Jooyoung que conocía siempre decía las cosas sin pensar.

- ¿Novios? -Sugirió Dongwoo, ilusionado.

Pareció pensárselo, sin soltarle aún, como si no quisiera soltarlo nunca más. Aún le estaba costando respirar y ahora, con los movimientos, se daba cuenta que tenían un problema ahí abajo, los dos, que Jooyoung estaba ignorando deliberadamente.

- Me parece poca cosa para mis sentimientos ahora mismo. Novios es para dos idiotas que se acaban de conocer y salen para conocerse. Tú y yo nos conocemos demasiado bien. Hermanos… pues qué quieres que te diga… ahora mismo mi pensamiento no es de hermandad precisamente –Dijo, mientras rozó con su mano la cremallera de sus pantalones, palpando su más que evidente erección. Se sentía un poco avergonzado, pero es que el beso que le había dado le había dejado “caliente”.

- Estoy de acuerdo. -Fue capaz de pronunciar, entre gemidos.

- Mejores amigos sigue entrando en el pack, porque las personas que se aman confían tanto la una en la otra como para entrar en ese rango. Amantes no me gusta, me suena a clandestinidad… -Siguió hablando, mientras su mano se hacía con el botón del pantalón ajeno, lo soltaba y bajaba la cremallera, colándose por la cavidad.

- ¿Pareja? A mí me gusta. En otros países la gente que no está casada pero vive junta se dicen así mismos “pareja”. -Alargó la última “a”, casi perdiendo el control de sus rodillas, pero no cayendo gracias al agarre de Jooyoung. Su mano había alcanzado su parte sensible, con firmeza. El tacto, por inesperado, había sido arrollador.

- Ummm… Me gusta. Ahora que tenemos claro qué somos, bésame y… déjate llevar.

 

Tic. Tac. Tic. Tac.

El monótono sonido del reloj de pared del pasillo se podía escuchar en la noche, desde el interior de la habitación. Un sonido que siempre le había relajado años atrás y era sinónimo de que estaba a salvo. A su lado, y prestándole la parte izquierda de su propio cuerpo, ahora bajo su otra mitad, un desnudo y adormilado Jooyoung jugaba con su pelo. Era una sensación extraña, pero agradable. Quería decir… era la primera vez que compartían cama, desnudos, sudados y apestando a sexo y tabaco. Pero el tacto de ambos cuerpos, tras la delicia frenética del orgasmo, era una sensación casi kármica: notar la piel caliente, enfriándose por el sudor del ejercicio realizado, la sensación de felicidad y placer absoluto viajando por cada célula de su cuerpo. Sentía irritada la piel (Jooyoung había disfrutado de lo lindo abusando de todas las maneras posibles de su cuerpo) y su propio culo, pese a que, tenía que reconocer, había intentando ir con tranquilidad. Le iba a costar sentarse y levantarse en el día de hoy, pero tampoco le importaba. Lo que importaba era que ambos habían tenido su primera vez con la persona que amaban, torpemente, aceleradamente, pero sin arrepentimientos. Si por él fuera, no se movería de ahí en todo el día.

Una melodía rompió el silencio y obligó a Jooyoung a incorporarse, desganado. Era su móvil. Miró la pantalla y descolgó. Dongwoo escuchó la conversación desde la cama, sintiéndose vacío.

- No, está aquí… Sí. Ajá. ¿Para comer? Vale. No, mis padres no llegan hasta la tarde. Sí, sí. Sí, “Mamáaaaa”. ¡Que sí, pesada! Anda, toma…

Jooyoung le plantó el teléfono delante de su cara, con seguridad, casi socarrón. Articuló, sin sonido, las palabras “Tu hermana”. Con un suspiro, cogió el teléfono. Tras escuchar una breve bronca por su parte por “ir solo por ahí  y no decirme a dónde exactamente” y añadir un “¿Desde cuándo eres un mentiroso?” (Casi pudo sentir la hostia en su cabeza, a modo de rematar la reprimenda),  se puso en modo cariñoso y le rogó que quedaran los dos a comer con su novio, que así se lo presentaba, porque tenía que “darle una noticia muy importante”. Así que ya tranquila, sabiendo que su hermano y Jooyoung iban a comer con ella, colgó sin más complicación. Dongwoo miró el aparato, desconcertado. Era demasiado temprano para pensar.

- Buenos días, idiota. -Canturreó antes de volver a tumbarse, casi encima, para besarle. Dongwoo le miró sorprendido, porque hacía demasiado tiempo que no le veía feliz. Verdaderamente feliz. Eufóricamente feliz.

- Buenos días, capullo -Rió, sin dejar de sonreír.

- ¿Un cigarro?

- Ya no fumo, Joo.

- Chico listo -Le premió con un buen azote en el culo, ahora a mano tras girarlo para ponerlo encima de él -. ¿Cuándo debutáis?

- El sábado de la semana que viene -Dio un respingo al notar sus dedos recorriéndole la columna, livianos, casi haciéndole cosquillas.

- ¿Nervioso?

- Bastante. Creo que por eso nos dieron el finde libre.

- Pues ahí estaré, en primera fila. B1A4, ¿no? Veré si alguna fan me puede dar un cartel o algo. Que yo para hacer carteles no valgo…

- ¿Estás loco? -No pudo evitar reírse, mientras le daba un arañazo en las costillas como castigo.

- ¡¿Eh?! ¿Me vas a evitar el placer de ser el primer fanboy oficial de tu grupo? ¡Ni hablar! -Jooyoung empezó a rodar los ojos, dramáticamente, antes de volver a besarle, en medio de su propio ataque de risa, para evitar escuchar su réplica.

Los besos que eran mariposas en su corazón que luego provocaban un huracán en el resto de su cuerpo. Los besos de la felicidad, de su seguridad, de su pilar existencial. Los besos sin los cuales no podía vivir. Los besos de deseo de su novio. Los besos de amor de su pareja. Los besos de confianza de su mejor amigo. Los besos de la persona que era el eje de su mundo. Los besos de la persona que amaba. Los besos de la persona que lo amaba.

Los besos de Jooyoung.

Te necesito, Joo, necesito tus besos... Porque te amo.

Notas finales:

Tras el drama del pasado lunes, donde algunas lectoras se quejaron profundamente ante la ceguera idiota de cada uno (no las culpo, yo también pienso lo mismo)... Llega la "resolución". Espero que os haya gustado este capítulo entrañable. Espero vuestras impresiones... :D 

Como he dicho al principio del fic, el ritmo de actualización "cambia" del viernes al jueves, para regalaros el último capítulo (el epílogo de este fic), como regalo de Año Nuevo :D ¡Así que os espero el día uno de enero!

Nota: Por si alguien se ha perdido, los días 24 y 25 actualicé con un crack fic (ya subida sus dos partes) y con un drabble del shinyoung. Podéis ver dichas actualizaciones en mi propio perfil de Amor Yaoi :D ¡Espero que lo disfrutéis!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).