Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I’ll be your friend, bro… Forever and Always. por Kristy

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Fin de semana. Por fin podía relajarse. No más clases, no más deberes y no más padres exigiendo más horas de estudio y buenas notas. Era su día libre. Su día sagrado.

Estaba en el banco del parque donde siempre esperaba a Dongwoo. Ahora que lo pensaba había pasado ya un año desde que lo conoció. A su mejor amigo, su medio hermano. El día se presentaba fresco y estaba nublado, pero eso no les impediría dar una vuelta, ir a los recreativos un rato (o al karaoke, ya verían) e ir a tomar algo por ahí. Le gustaba la calma que transmitía, el hecho de que el silencio entre ellos no podía ser molesto, sino al contrario, muy agradable. Le parecía imposible que solo con una mirada o una sonrisa pudieran entenderse. La conexión. Le había preguntado a su padre si había tenido alguna vez a un amigo con el que se sintiese así. Su respuesta no solo fue afirmativa, sino que le obligó a jurar que no sería tan imbécil como para desperdiciar semejante oportunidad. Los amigos, igual que la mujer de tu vida, solo aparecen una vez en la vida. Y sobre todo a los amigos hay que atesorarlos, cuidarlos y protegerlos. Porque es difícil encontrar a alguien que sea capaz de estar a tu lado en las buenas y en las malas.

Dongwoo lo había defendido a muerte el día que casi le expulsan del instituto por un malentendido, de hecho fue el único. Lo confundieron con un macarra de otro curso que se había metido en un buen lío destrozando la bici del director. Por alguna razón, los testigos juraron que era él, cuando, por supuesto, ni se había acercado ahí. Al final, gracias a su amigo, que movilizó a todos los testigos que habían estado jugando a los bolos en la bolera aquella tarde funesta y trajo pruebas de que no había sido él, que se había librado de la expulsión y de una mancha injusta en su expediente. Desde aquel día, se dijo a sí mismo que lucharía por su amistad, pese a que a ojos ajenos pudiera parecer “superficial”. Pero que no lo era.

 

Sacó el cigarro del paquete y buscó el mechero. Como había viento, protegió la llama con la mano, mientras aspiraba, esperando por el placer del humo deslizándose por su garganta.

- Sinceramente, no sé qué le ves a eso…

Levantó la vista y se topó con el rostro curioso de su amigo. Iba vestido en chándal, lo cual le daba un aspecto más grandullón de lo que ya era (era ancho, musculoso y una persona muy grande para la media de la clase). Lo vio hacer ese gesto tan particular con las gafas, que le resultaba elegante y femenino. Alguna vez estuvo tentando en decirle que corrigiera ese movimiento, porque no cuadraba con su aspecto, pero en el fondo le gustaba porque le parecía tierno. Era ridículo pensar así, pero esa era la verdad.

Jooyoung dio una calada a su cigarro y se lo pasó a Dongwoo.

- Prueba y luego decides.

Dongwoo alzó las cejas, en distinta posición, entre la duda y la intención. Finalmente alcanzó el cigarro y se lo llevó a la boca. Lo vio aspirar y contó mentalmente hasta tres (no llegó ni al dos), cuando comenzó a toser sin parar.

- Joder… es… asqueroso. Toma.

Se rió con ganas mientras el otro trataba de coger aire, antes de sentarse a su lado, todo espatarrado en el banco.

- Al principio es asqueroso, Dong. Pero a mí me relaja.

- Lo que tú digas.

Alzó los hombros, sin preocuparse. Esa dinámica de aparente “Te quiero, pero no te aguanto” era habitual. Aún recordaba a la empollona de la clase preguntándole, hará cosa de dos meses, que por qué estaban todo el día juntos si por las conversaciones parecía que no se aguantaban. Inocente. Mujeres… no entendían la dinámica de los hombres y sus formas de comunicación. Dio otra calada.

- Joo… ¿puedo quedarme esta noche en tu casa?

Inmediatamente se puso en alerta. No era muy habitual que se quedase en su casa a dormir. A él no le molestaba y a su señora madre le encantaba poner un plato de más porque: “Por fin mi hijo es capaz de socializar y hacer amigos”. Pero que Dongwoo se lo preguntase solo significaba una cosa: problemas en su casa… otra vez.

- ¿Qué ha pasado ahora? - Su instinto de protección saltó en el acto.

- Es solo que no quiero pasar solo la noche en casa.

- Sin problemas, ya lo sabes.

Al parecer no quería hablar. Echó un vistazo rápido al cuerpo contrario, para asegurarse que estuviese entero. No había nada a la vista, así que solo serían los gritos otra vez. Era un problema tener un padre borracho en casa. No lo hablaba y decía directamente, pero era evidente que quién realmente ejercía la labor de “madre-padre” en esa casa con Dongwoo era su hermana mayor. La misma que venía por el instituto a comprobar que su hermanito estuviera en clase; la misma que se aseguraba que fuese a sus clases de Taekowondo; la misma que fue al primer concierto de la banda; y la misma que cuando no aparecía, llamaba a su casa preguntado a ver si estaba ahí. Dongwoo no lo había dicho, pero no había que ser muy  listo para comprender que a la única persona que realmente apreciaba en su familia era a su hermana. Del resto, apenas hablaba. De hecho, salvo a su hermana, no conocía a nadie de su familia y mucho menos había estado en su casa. Tampoco es que le apasionase ir por ahí, aunque tenía curiosidad por ver cómo era su cuarto.

- Va a llover.

- Sí, tiene mala pinta -respondió Jooyoung.

- ¿Qué hacemos? 

- La verdad es que hoy estoy cansado. La mierda de clase de gimnasia de ayer me ha dejado matado. ¿Nos vamos a casa? Mi madre nos dará la merienda y luego se irá a visitar a mi abuela. Estaremos tranquilos ahí y, por mí, como si hay un segundo Diluvio Universal. 

- Vale.

Ambos se levantaron de aquel banco y en ese momento fue cuando vio el macuto de Dongwoo. El de siempre cuando necesitaba: “Largarme de mi casa durante 24 horas”. Ese macuto ya era como de la familia. Anduvieron tranquilamente, de paseo, saludando a gente que se encontraban, en conversaciones arbitrarias, hasta que alcanzaron su casa.

- Me encanta el jardín. Ya sé que lo digo siempre, pero deberías convencer a tu  madre para que escriba a los catálogos y lo cojan de modelo.

- A mí me parece corriente.

- Porque lo ves todos los días.

En ese instante, la puerta se abrió, y una mujer joven pero mucho más mayor que los dos chicos, salió al oír las voces.

- ¡Shin! ¡Qué alegría verte!

- Hola de nuevo, señora Kim.

- Dongwoo se va a quedar esta noche a dormir, mamá.

- Siento las molestias. -Jooyoung bufó, ya empezaba con la retahíla de buenas palabras que siempre salían del señor amabilidad.

- ¡Pasa, pasa! ¡No eres ninguna molestia!

Por alguna razón, el tiempo que transcurrió desde que su madre “acogió” a Dongwoo en su casa hasta que se fue a la de su abuela, fue largo, histriónicamente largo. Odiaba cuando su madre monopolizaba a su amigo y comenzaba ese diálogo pasteloso, ignorándole por completo. Normalmente los dejaba a su bola. Solían sentarse en la cocina, Dongwoo le ayudaría con los platos o se pondría a cortar los ingredientes o cualquier cosa con tal de ayudarla. Cuando le preguntaba que por qué lo hacía su respuesta era la misma: ser amable no es malo. Pero a veces creía que Dongwoo no distinguía entre amabilidad y ser servicial. Pero ese no era el punto. El punto era que durante ese lapso de tiempo, se sentía celoso. Todavía seguía sin entender muy bien de qué o de quién. Pero sospechaba que tenía celos de su madre por “quitarle” a su amigo en su propia casa. Nunca le dejaba ejercer de anfitrión, por lo que no había tenido la oportunidad de gorronear la cocina con él, en ausencia de su madre. Porque quería hacer ese tipo de cosas con él, aunque no entendiese muy bien por qué y sabiendo que si su padre les pillase diría que eso “no eran cosas de hombres”. Pero le daba igual. Lo que quería era coger una maldita pizza, calentarla en la cocina mientras charlaban y “cogían prestado” un par de botellas de cerveza y luego veían un partido por la tele. Sin molestias. Sin madres fans de la comida sana y el “hay que atender correctamente al invitado” por medio.

 

Mierda, necesito una calada.

 

Salió afuera y encendió un cigarro, mientras observaba el jardín, ahora mojado por las primeras gotas de lluvia que tanto había amenazado el cielo con lanzar. El sonido era agradable y enseguida se filtró el olor a humedad, mezclado con el del tabaco. Ahora que se fijaba… tal vez sería buena idea sugerirle a su madre lo del catálogo, tal y como le había aconsejado Dongwoo.

- Hijo, me voy. Esta noche os quedáis solos, ¿vale? Me ha llamado tu tía y van a hacer Kimchi. Tu abuela y yo nos vamos a su casa y volveremos mañana, cuando hayamos terminado. Tu padre ha dicho que después de la ronda que se va para allá. Si necesitáis cualquier cosa, al teléfono. ¿De acuerdo, hijo?

- Síiiiiiiiiiiiiiiiii, mamáaaaaaa.

- Bueno, no me preocupo. Te dejo en buenas manos. ¡Hasta luego!

Apenas le dio tiempo a abrir los ojos y dejarlos en blanco, cuando escuchó a su amigo despedirse de su madre como siempre: “Pasen una buena noche, señora Kim”. Señora Kim. ¿Cuándo demonios pasaría a llamarle mamá? El que no aguantase ese círculo de adoración mutua que tenían Dongwoo y su madre, no quería decir que estuviese sordo. Su madre le adoraba y le había insistido que no le llamase señora Kim. Que como era de la familia, que le llamase madre o mamá y Dongwoo seguía erre que erre.

- ¿Le has oído?  -Jooyoung sabía que estaba a su lado.

 - Sí. Nos ha dejado la cena preparada. -Sonrió, casi inocente.

- No, joder no. ¿Por qué cojones se supone que te ha dejado de niñero?

- ¿Eh?

Claudicó al verle, confundido y espeso. No pillaba la mitad de las indirectas. En el fondo sentía pena por las chicas que se le acercaban e intentaban ligar con él. Ellas hablando en doble sentido y él sonriendo como un bobo sin enterarse de nada. Lo que peor llevaba era el tener que ir explicándole punto por punto cómo eran las reglas del juego. No se explicaba cómo diablos había conseguido tener una novia a los catorce. Esa chica tenía que haber sido un genio, porque otra cosa…

 

Pasaron aquella tarde lluviosa escuchando música, cantando canciones en el pequeño karaoke improvisado que montó en el salón (nada como dos cucharas y un equipo de música), vieron el partido de béisbol de la noche, donde el equipo de la región competía contra el de Seúl. Cuando se sintieron cansados y satisfechos con la cena, subieron al cuarto de Jooyoung y se tumbaron. Pese al fresco exterior y la humedad no eran excesivos, Jooyoung puso la calefacción.

- Pásame uno de tus cigarrillos.

Tuvo que procesar durante unos segundos la frase. ¿Dongwoo pidiéndole cigarros? Movió el cuello hacia su derecha, hasta descubrir en la penumbra a su compañero. En camiseta sin mangas, pantalón corto, todo tumbado y con las manos sobre su estómago. Como si estuviera muerto y enterrado en un sarcófago. Pero… ¿Dongwoo pidiendo un pitillo? ¿Desde cuándo?

- Se te da fatal fumar, tío. Déjalo.

- Dijiste que solo sabía asqueroso al principio.

- Pero no creo que sea tu estilo.

- Si es mi estilo o no, déjamelo a mí. ¡Dame el puto cigarrillo!

Tal vez fue el tono, entre herido y colérico, con el que lo dijo, que cedió. Buscó su paquete, sacó un cigarrillo y se lo pasó, junto al mechero. Cuando Dongwoo encendió el pitillo, Jooyoung se giró para observar la operación. Le oyó toser en la primera calada, de nuevo, pero empezó a tolerar mejor las siguientes. Para su sorpresa, la imagen era… sexy. Movió la cabeza, negándoselo a sí mismo. Ese término no era adecuado. Seguro que era el sueño y la mala leche que le hacía alucinar. Volvió a mirarle y la misma palabra salió en su cerebro otra vez. Hasta que se dio cuenta por qué. Su movimiento de mano. Era igual de delicado y elegante que cuando se ponía las gafas o las recolocaba. Como si el cigarrillo fuese algo frágil en sus dedos y había que cuidarlo. Como si tuviese todo el tiempo del mundo en transportarlo por el aire hasta su boca. La forma en que aquellos labios apretaban el filtro o cómo salía el humo entre ellos. Decir que estaba atontado mirándole, era afirmar poco.

- ¿Tal mal se me da?

Negó vehemente con la cabeza. En absoluto. Ahora se arrepentía de haberle dado el maldito cigarro. Ahora todo el mundo podría ver semejante movimientos en cuanto fumase. Y, por alguna razón, solo quería verlo él.

- Al contrario. Creo que se te da demasiado bien.

- ¿Por eso tienes esa cara de alelao? 

- Es que siempre me han dicho que ver un hombre fumando era sexy. Nunca imaginé hasta qué punto tenían razón. Las chicas, digo.

Hubo un silencio incómodo entre los dos. Tampoco se preocupó en saber si Dongwoo le había buscado doble sentido a la frase, lo único que no entendía era por qué se había visto obligado a aclararle lo de las chicas. Definitivamente tenía razón su amigo. Tenía que aprender a no decir lo que pensaba de buenas a primeras, aunque no tuviera ni doble sentido ni nada.

- Joo…

- ¿Sí?

- Gracias.

¿Gracias? Miró aquellos ojos aún más pequeños de lo que ya eran detrás de aquellas gafas. Se sintió tentado en preguntar por qué, pero algo le decía que aquel gracias era simplemente por todo en general y no una cosa en particular.

- Dong… ¿Vas a compartir la calada?

Lo vio sonreír. ¡Maldita sonrisa! La mitad de las chicas de su clase decían que era demasiado “blando” para salir con él, pero que ojalá fuese más “masculino” porque era la única sonrisa del todo el instituto que les gustaba. Idiotas. Ni siquiera habían mirado dentro. Le daba pena que no sonriese demasiado, que siempre estuviese a su sombra, porque era una persona noble y, la verdad, estaba de acuerdo con ellas: era dueño de la sonrisa más bonita del mundo. Y pensaba hacer cualquier cosa para que esa sonrisa fuese habitual y no un bien escaso.

Dongwoo le pasó el cigarrillo, pero sin soltarlo. Jooyoung se giró un poco en el suelo, para alcanzar el filtro y dar una agradable calada, apoyando su cabeza contra su hombro.

- No compartas mis cigarrillos. Nunca.

Su amigo sonrió de nuevo, en una risa contenida, tomándoselo a broma. Pero no, iba en serio.

- Solo compartiré los cigarrillos contigo, ¿te vale?

- Más te vale.

Dieron más caladas alternativas hasta que el cigarrillo se extinguió. Jooyoung se levantó a tirarlo y a entreabrir la ventana. Después, empujó a su invitado a un lado para compartir el futón y dormir juntos. Instintivamente Dongwoo se giró, para agarrarle del brazo, sintiéndose seguro.

- Buenas noches, Joo.

- Buenas noches, Dong.

Le escuchó respirar tranquilo y con suavidad, indicio que había sucumbido al sueño. Pero ahora no podía dormir. Se sentía intranquilo.

 

Maldito cigarrillo…

Notas finales:

¡Perdón por el retraso! ¡Vinieron dos amigos (uno de ellos hacía tres años que no le veía)  a verme y se nos hizo tardísimo y al final, me fui a dormir directamente, de lo cansada que estaba! Por eso lo subo en sábado en lugar de viernes :( Espero que lo entendáis.

Antes que que alguien me "asesine" porque CNU fume... Corea del Sur es uno de los lugares de Asia donde más tabaco se vende, más porno se consume (en todas sus vertientes) y más alcohol se bebe (sino por encima, a la par que Rusia). Quería reflejarlo un poco aquí. Respecto a lo del padre, como ya advertí al principio del fic, iba a tocar el tema (veladamente, insinuantemente). Además, no es ningún secreto, Dongwoo lo reveló en un programa, que su relación con su padre (Su hermana y él) era mala y que "le empezaba a entender y a perdonar ahora". También quise reflejarlo aquí.

Espero que os guste. ¡Nos vemos la semana que viene con el capítulo 4, titulado Chicas! Empieza a liarse la cosa aún más :D

Y, para terminar, muchísimas gracias a las personas que estáis comentando el fic. Me hace mucha ilusión saber que hay más fans del Joonu perdidas por el mundo y ¡que amáis esta OTP tanto como yo! ¡Espero que el fic os convenza según vaya avanzando!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).