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Amante de su Marido [2Min] por Bora2minFlamer

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El calor de los rayos del sol sobre sus párpados cerrados despertó a Tae, que movió la cabeza de un lado a otro sobre la almohada con una vaga sensación de ansiedad. Confuso, se preguntó por qué esa calidez había de producirle ansiedad, hasta que recordó, tensándose y abriendo los ojos de golpe, que la luz del sol sólo daba en su dormitorio a primeras horas del atardecer.
Intentó incorporarse, pero su cuerpo estaba demasiado débil, y volvió a caer como un fardo sobre el colchón. Su ansiedad se transformó en angustia, y luego en pánico al darse cuenta de lo silenciosa que estaba la casa.

¿Dónde estaba Yoogeun?, ¿y por qué estaba él allí, en la cama, a esas horas del día? Tenía que levantarse y encontrar a su hijo. Tembloroso, apartó la sábana y el edredón, frunciendo el ceño extrañado al bajar la vista y ver que tenía puesto un camisón de algodón verdemar con fino encaje en el cuerpo y el dobladillo. Aquel camisón no era suyo. ¿De dónde había salido?
Con el corazón martilleándole contra las costillas, y la cabeza mareada, se giró y bajó los pies al suelo. Se puso de pie, comprobando con espanto que sus piernas no lo sostenían, y tuvo que agarrarse al poste de los pies de la cama.

Mientras se esforzaba por mantener el equilibrio, se abrió la puerta del dormitorio, pero el alivio que lo inundo en un primer momento se trocó en irritación y desconcierto cuando vio entrar a Minho. De pronto, su mente fue bombardeada por una serie de imágenes de Minho y él en la cama besándose, acariciándose, de él suplicándole que le hiciera el amor... ¿Qué era aquello? Las imágenes parecían reales, como si fueran recuerdos recientes, pero era imposible, imposible...
Se notaba dolorido de todo el cuerpo, y a cada segundo que pasaba se sentía más débil.

— ¿Dónde está Yoogeun? —Exigió saber—. ¿Y qué estás haciendo tú aquí?
—Yoogeun está en el kinder, y yo estoy aquí para cuidar de él y de ti.
— ¿Para cuidarme de mí? ¿Tú has estado cuidando de mí? —Repitió Taemin, sin poder reprimir una cierta nota de histerismo en su voz—. ¿Por qué?, ¿por qué tú?
— ¿Y por qué no? Después de todo soy tu ex marido—replicó él muy calmado, encogiéndose de hombros—. No había nadie más que pudiera hacerse cargo de ustedes, Minnie. Tu vecino quería ayudar, pero tiene su propia familia, y aunque el médico podría haberte ingresado en el hospital...
— ¿En el hospital? —musitó el castaño, estremeciéndose ante la sola idea.
—Has pillado un virus bastante fuerte —le explicó Minho pacientemente. Luego, avanzando hacia él  le dijo—: Escucha, ¿por qué no vuelves a meterte en la cama y...?
— ¡No me toques! —casi le gritó el menor al ver que estaba haciendo ademán de ir a alzarlo en brazos.

El tenerlo tan cerca hizo que volvieran a surgir en su mente esas extrañas  imágenes de los dos en la cama, y de pronto comprendió que sí eran recuerdos, que aquello había ocurrido.
Sintiéndose como un idiota, pensó que iba a atormentarlo repitiéndole las cosas que le había dicho mientras lo besaba y lo acariciaba, cómo le había suplicado..., pero el moreno no pronunció palabra, sino que lo alzó en brazos y volvió a depositarlo sobre la cama.
—Aún estás muy débil; no deberías...

No acabó la frase, porque de pronto sonó el timbre de la puerta.
— ¿Cuándo ha vuelto a funcionar el timbre? —inquirió el menor  sorprendido.
—No ha vuelto a funcionar, lo he arreglado yo esta mañana —replicó Minho—Voy a bajar; debe de ser el médico.

Momentos después, el moreno subió de nuevo con el anciano médico del pueblo.
—Taemin!, me alegra verlo de vuelta con nosotros —le dijo el hombre con una sonrisa—. Es obvio que su marido está cuidando muy bien de usted.

¡Su marido! Tae habría querido aclarar que era su ex marido, pero antes de que pudiera decir nada el doctor siguió hablando:
—Bueno, ya ha pasado lo peor, pero eso no significa que esté usted curado ni mucho menos. Tiene que descansar y dejar que...
— ¿Y cuánto tardaré en curarme? —lo interrumpió el menor  impaciente.
—Si hace lo que le diga y no intenta acelerar el proceso, en tres semanas más o menos estará de nuevo en plena forma.
— ¡Tres semanas! —exclamó Taemin consternado—. ¡Pero no puedo estar sin trabajar tres semanas! —protestó—. Es sólo un virus; no puede tardar tanto en curarse.
—Es un virus particularmente serio —replicó el médico—. Y, sin que con ello pretenda asustarlo, le diré que tiene suerte de ser de constitución fuerte. He visto casos de personas que se han puesto mucho peor que usted. Respecto a lo de volver al trabajo... —añadió sacudiendo la cabeza—. Lo siento pero no puede hacerlo en su estado.
—Ni lo hará, doctor —intervino el moreno, dirigiendo al castaño una mirada de severa advertencia—, no hasta que no cuente con su aprobación firmada.

Taemin sintió deseos de estrangularlo, pero tuvo que contentarse con maldecirlo entre dientes mientras este salía del dormitorio con el médico y lo acompañaba abajo. Cuando regresó, le dijo irritado:
— ¡No puedo estar tres semanas encerrado en casa tengo que encontrar otro empleo! —Al ver que Minho no decía nada, añadió—: Tengo que trabajar. Por si lo has olvidado, tengo un hijo al que alimentar y una hipoteca que pagar.
—Hablaremos de eso más tarde —respondió el mayor—. Tengo que ir a recoger a Yoogeun.

El menor quería seguir discutiendo, pero tenía la cabeza embotada, y observó furiosa e impotente a Minho salir del dormitorio.
¡Tres semanas! El médico estaba exagerando, e iba a demostrárselo, se dijo obstinadamente. En cuanto oyó cerrarse la puerta de la calle, arrojó a un lado la ropa de la cama, ignorando el dolor punzante que sintió al hacerlo en el brazo. Por amor de Dios, tenía veinticuatro años, no setenta y cuatro, se recordó, luchando también contra las náuseas que sintió al poner se en pie.

Sin embargo, apenas hubo plantado los pies en el suelo y se hubo incorporado, tuvo que correr a agarrarse al poste de los pies de la cama, ya que las piernas seguían sin sostenerlo. De acuerdo, estaba un poco débil, admitió para sus adentros, pero sólo porque había estado en cama y no había utilizado los músculos.
Tae sintió que las mejillas le ardían al recordar lo que había pasado en esa cama entre Minho y él, y nuevos recuerdos difusos empezaron a acudir a su mente: unos fuertes brazos haciéndolo incorporarse en la cama y sosteniéndolo mientras bebía, una manopla limpiando el sudor de su cuerpo, la presencia reconfortante de una figura a la que no podía reconocer, pero que le ayudaba en todo, anticipándose incluso a cada una de sus necesidades...

Tembloroso, el castaño se preguntó cuánto tiempo habría pasado en ese estado de semiinconsciencia. Se llevó una mano al cabello; estaba limpio y suave. Al instante a su mente afloraron recuerdos de aquellos fuertes brazos, sosteniéndolo bajo la ducha mientras una cascada de agua fluía sobre su piel pegajosa, limpiándolo y reconfortándolo. Minho había hecho todas esas cosas por él... Había cuidado de él como si... como si aún fuesen una pareja, una pareja unida por un amor y un compromiso mutuos, ¡como si aún lo amase!
No, era imposible. Minho lo había dejado por otro, se recordó irritado. La había engañado con otro, y fuesen cuales fuesen sus sentimientos por él, no iba a olvidar aquello.

 

Notas finales:

Aigo con este par.. ;; Ya dejen el pasado atrás pues(?)

jaja ok, 

Como están? Que tal lo pasaron el fin de semana? Yo ayer solo dormí y dormí todo el día jajaa -sí, ha estado bastante agotada-

Por ahí me llegó un RW de una chica que me decía que me cuidara, que no fuera a morir por un ataque de nervios kkk
Gracias querida, me cuidaré más de ahora en adelante, y no, eso sí que no n.n primero les termino el fic y luego muero(?) ok no jeje

Espero les esté gustando el desenlace de la historia. Besos <3


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