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Amante de su Marido [2Min] por Bora2minFlamer

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Apretando los dientes, obligó a sus debilitadas y doloridas piernas a moverse, pero apenas hubo dado tres pasos un gemido ahogado escapó de sus labios y cayó al suelo de bruces. Derrotado, se arrastró de vuelta a la cama, con una desagradable sensación en todo el cuerpo, como si le hubiesen machacado los huesos con un mazo.
Nunca había estado enfermo, y la idea de tener que depender de alguien lo llenó de miedo. Detestaba tener que deberle nada a nadie, y el pensar que para colmo ese alguien fuese Minho se le hacía insoportable. Sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia y frustración por el golpe que aquello suponía para su orgullo, pero se apresuró a enjugarlas cuando oyó que se abría la puerta de la calle en el piso de abajo y la voz emocionada de Yoogeun.

Su pequeño entró minutos más tarde en el dormitorio de la mano del moreno, y el sólo verlo hizo que Tae se animara inmediatamente, aunque frunció ligeramente el ceño al ver que la ropa que llevaba era nueva.
Como sí hubiera adivinado lo que estaba pensando, Minho intervino para explicarlo:
—No he podido tender la ropa por la lluvia, así que compré un par de cosas nuevas.

Yoogeun se había lanzado directamente a la cama y estaba intentando encaramarse a él. Tae extendió los brazos para ayudarlo, y observó con disgusto la etiqueta del jersey. ¡Era de una marca carísima! ¿Cómo esperaba Minho que le devolviese el dinero? él sólo podía permitirse ropa de segunda mano, o de rebajas.
— ¡Al fin te has despertado, mami! —exclamó Yoogeun, besándolo y abrazándolo—. ¡Mira qué dibujo te he hecho! —le dijo muy orgulloso, enseñándole un dibujo con brillantes colores—. Somos yo, tú, y Minho en la casa en la que vamos a vivir.

El corazón le dio un vuelco a Tae, que lanzó una mirada acusadora al moreno.
— ¿Qué…?—comenzó a preguntarle irritado, pero antes de que pudiera terminar la frase, Minho bajó al niño de la cama.
—Ven, Yoogeun-ah —le dijo al niño tendiéndole la mano—. Vamos a prepararle algo de comer a mamá —volvió el rostro hacia el castaño, y añadió en un tono suave—: Luego hablaremos.
—Y yo te leeré un cuento —añadió el pequeño alegremente—. Hemos estado leyéndote un cuento cada noche, ¿verdad, Minho? El médico dijo que teníamos que dejarte descansar y que tenías que beber mucho, ¿a que sí, Minho?
—Eso es —asintió el moreno esbozando una leve sonrisa—; y ahora vamos a prepararle algo para que coma.

Taemin sintió que los ojos volvían a llenársele de lágrimas, esa vez de emoción, cuando Minho salió del dormitorio con Yoogeun. Momentos antes había estado preocupándose por cómo podría afectar su enfermedad emocionalmente al chiquillo, pero al verlo se había dado cuenta de que había estado preocupándose innecesariamente. Su hijo contaba con Minho, contaba con su padre.
Y sin embargo, aquella situación era tan contradictoria... ¿Cómo podía estar comportándose el mayor como se estaba comportando con el pequeño y al mismo tiempo negarse obstinadamente a creer que era su hijo? ¡Y aquel ingenuo comentario del pequeño de que iban a irse a vivir todos juntos...! ¿Cómo podía ser tan cruel como para permitir que Yoogeun se hiciese ilusiones?

Su cuerpo estaba empezando a acusar de nuevo el cansancio físico y emocional que sentía, y a pesar de sus obstinados intentos por permanecer despierto, comenzaron a cerrársele los ojos, y diez minutos después, cuando Minho entró en el dormitorio, lo encontró dormido.
Dejó sobre la mesilla de noche la bandeja que llevaba con un caldo de pollo, unas lonchas de jamón York y un yogur, y se quedó mirando vacilante al menor. No quería despertarlo, pero tenía que empezar a comer para recuperar las fuerzas.
Tenía caído el tirante derecho del camisón y, sin pensarlo, extendió una mano para subirlo de nuevo al hombro. Taemin se despertó, poniéndose tenso al verlo inclinado sobre él, pero pasado ese primer sobresalto, se quedó mirándolo a los ojos, como hipnotizado, y sintió que se derretía por dentro.

¡No!, se dijo enfadado, no podía permitirse reaccionar así, no podía bajar la guardia y dejar que él viese lo vulnerable que era en realidad, no debía olvidar cuánto daño le había hecho, y lo que era más importante: bajo ningún concepto podía consentir que pudiese llegar a hacerle también daño a su hijo.
El pensar en su hijo le dio fuerzas para apartar la vista del rostro del mayor y bajarla a la mano que yacía aún sobre su hombro.
—Cuando me recupere, quiero que me digas cuánto te has gastado en Yoogeun y en mí —le dijo con aspereza.

Estaba seguro de que el camisón que tenía puesto costaba mucho más de lo que él habría pagado nunca por un camisón, pero no quería deberle nada. Estaba dispuesto a devolverle hasta el último centavo, aun que tuviese que sacrificar los ahorros que con tanto esfuerzo había ido acumulando todos esos años.
—Hay varias cosas de las que tenemos que hablar—le dijo el mayor—, pero antes tienes que comer.

Taemin lo miró enfurruñado, pero tan pronto como le hubo dicho que no tenía hambre él replicó:
—Son órdenes del médico, Taemin, y si te pones de cabeza dura te aseguro que haré que comas aunque tenga que darte este caldo cucharada a cucharada.
—No será necesario -farfulló el castaño.
—Bien. Y espero que a partir de ahora empieces a ser más razonable, y que descanses de verdad estas tres semanas. Por cierto, el doctor se pasará mañana otra vez, para asegurarse de que estás lo suficientemente bien como para hacer el viaje en coche hasta... hizo una pausa, y finalmente añadió:  hasta mi casa.

El corazón le dio un vuelco al menor.
— ¿Qué? —Dijo con incredulidad—.  no... no, no, no...— Balbuceó sacudiendo la cabeza—. ¡Ni hablar! Jamás volveré a vivir bajo el mismo techo que tú, Minho, aunque sean tres semanas.
—Pues Yoogeun está entusiasmado con la idea —replicó él.

Tae se sintió como si le hubiera pegado un punta pié en la espinilla.
—No tienes derecho, Minho!, no tienes derecho...—masculló furioso—. Debiste consultármelo a mí antes de decirle nada, porque ahora, cuando yo te diga que no vamos a ir a tu casa quedaré como el malo de la película. Es cruel crearle expectativas que luego no van a cumplirse.
—Mira, Taemin, tú necesitas que alguien se ocupe de ti... de los dos, y tu situación económica no es precisamente boyante —añadió sin ninguna amabilidad—, así que no puedes permitirte contratar a una persona y no te queda otro remedio más que dejar que te ayude.
— ¡Tú… tú no sabes nada de mi situación económica! —protestó él acaloradamente.
—Sé que con el salario que cobras y con los gastos que tienes debes andar todo el día echando cuentas para llegar a fin de mes —respondió el moreno, encogiéndose de hombros para disimular su preocupación—. Y dudo que los ahorros que tengas puedan sacarte de un apuro como éste.

Lágrimas de rabia porque sabía que tenía razón se agolparon en los ojos del menor y se le hizo un nudo en la garganta.
—Puede que no sea millonario como tú, Minho, pero no necesito tu caridad, ni tú...
—Quizá no para ti, pero sabes que debes dejar que te ayude... aunque sólo sea por el bien de Yoogeun —lo interrumpió él.

Quisiera admitirlo o no, el moreno estaba diciendo la verdad. Por el bien de su hijo no tenía otro remedio más que aceptar lo que él le estaba sugiriendo. Al fin y al cabo sólo serían tres semanas, pensó. Y, de pronto, la semilla de una tenue esperanza germinó en su corazón, la esperanza de que al pasar un tiempo con Yoogeun, Minho llegase a aceptar que era su hijo. Aquello era algo que el castaño ansiaba desesperadamente, y no por él, sino por su pequeño.
—Soy la única persona que puede ayudarte, minnie—insistió el moreno—. A menos, claro está, que quieras ponerte en contacto con el padre del chico —añadió con aspereza.

La ensoñación de Tae se esfumó, y sintió en el pecho una punzada de dolor y de rabia. Quería gritarle que no lo necesitaba, que no necesitaba a nadie, pero por desgracia, como él había dicho, no estaba en posición de elegir.

— ¿Y cómo te ocuparas de nosotros si tienes que trabajar? —le pregunto apretando los puños sobre la colcha para contener su orgullo.
—Puedo dirigir mis negocios desde casa con un portátil, una conexión a Internet, y un teléfono —contestó el mayor—. Además, aunque no te guste la idea, me será mucho más fácil ocuparme de Yoogeun y de ti en una casa que tenga más de dos dormitorios —añadió—. Así al menos podré dormir en mi propia cama.

Taemin notó que las mejillas se le encendían, y apartó la vista con el corazón latiéndole apresuradamente. No quería que la conversación siguiese por ese camino.
— ¿Y dónde está esa casa con más de dos dormitorios? —masculló irritado—. ¿Podrá seguir yendo Yoogeun al kinder?
—Lo sé —le espetó el castaño enfadado.

¡Por supuesto que lo sabía! Desde que su hijo cumplió los cuatro años había estado preocupándose por eso.
—Además, Yoogeun se ha acostumbrado a mí —dijo Minho, yendo junto a la ventana y mirando fuera, las manos en los bolsillos del pantalón—. Naturalmente está triste porque tú estés enfermo, pero está encantado con la idea de que vayamos a estar los tres juntos hasta que te pongas bien.

¡Los tres juntos! Taemin sintió una punzada de culpabilidad en el pecho. Su hijo no tenía por qué pagar por lo que había ocurrido entre ellos. ¿Cómo podría negarle la oportunidad de pasar un tiempo con su padre?

Notas finales:

3 Semanas! lo recuerdan? 7u7 Ya saben más o menos el plan macabro del Minjo? jejeje

Espero hayan disfrutado del capítulo, y miren las sorpresas en el próximo n.n

dejen sus hermosos RW <3


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