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Amante de su Marido [2Min] por Bora2minFlamer

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Notas del capitulo:

Muchas gracias de nuevo por leer n.n
sé que cometí pequeños errores de adaptación en los capitulos anteriores, pero eh sido más cuidadosa.

 

Espero disfruten el capítulo! <3

 

Muchos están curiosos del por qué el divorsio kkk
ya les iré dando pistas, estén atentas a este capítulo y el próximo n.n

Taemin se dio la vuelta enfadado en la cama y miró el reloj-despertador que había sobre la mesilla de noche. Eran las tres de la madrugada del lunes. Debería estar durmiendo, no pensando en Minho, recordando cómo se había sentido cuando lo había besado y...
Sin embargo, proponérselo era más fácil que hacerlo. Minho había sido un amante apasionado, y le había enseñado cosas de su propio cuerpo que jamás habría imaginado, le había desvelado placeres que nunca había soñado que fueran posibles.
Después de abandonar la casa de sus tíos, que nunca había considerado un hogar, se había mudado con Minho a su pequeño apartamento, pero él le había dicho que no llegarían hasta el final hasta que estuviesen casados.

El moreno había nacido en los sesenta, en la época del «amor libre», y su madre nunca había sabido quién era su padre. Aquello lo había marcado, haciéndole sentirse siempre como un bastardo, y no quería que su primer hijo naciese fuera del vínculo conyugal, como le había pasado a él.
Al principio, cuando se habían conocido, Minho se había mostrado reacio a hablarle de su infancia, pero poco a poco el menor había conseguido que se abriera a él, y habían acabado compartiendo un mismo sueño: formar una familia, una verdadera familia en la que sus hijos se sintiesen queridos, la clase de familia que ninguno de los dos había tenido.

—Pero... podríamos usar algún tipo de anticonceptivo —le había sugerido Tae, rojo como un tomate.

—Podríamos, pero no vamos a hacerlo —había replicado él, en un tono sugerente—, porque, cuando hagamos el amor, cuando te entregues a mí, Minnie, quiero que sea piel contra piel, sin un trozo de goma entre nosotros.

Se habían casado en una pequeña ciudad de provincia, donde precisamente había nacido la madre de Taemin. Le había parecido un gesto muy romántico por parte de Minho. Para poder celebrar allí el enlace, habían tenido que vivir tres semanas allí, antes del día de la boda, y lo habían hecho en una casita alquilada.
Aquellas tres semanas se le habían hecho una eternidad, estando tan enamorado como lo había estado de Minho, pero él se había asegurado de que esperaran. Hasta ese punto era disciplinado.
Y su noche de bodas había sido tan perfecta, y él se había mostrado tan tierno, que Minnie no pudo evitar que en ese momento lágrimas de emoción acudieran a sus ojos al recordar aquella noche.

—Mami...

La voz de Yoogeun, llamándolo desde su dormitorio, interrumpió sus pensamientos. Se bajó como un resorte de la cama y corrió junto a él.

— ¿Qué pasa, cariño? —le preguntó amorosamente, encendiendo la luz de la mesilla.
—Me duele... —respondió el niño con voz quejumbrosa y las manos en el estómago.

Taemin suspiró y se sentó a su lado. El pequeño había acusado esa dolencia varias veces en los últimos días, aunque solía pasársele al cabo de un rato, cuando estaba con él, así que tenía la sospecha de que sólo era una manera de decirle que le prestase más atención.
— ¿Cuándo va a volver Minho a vernos? —le preguntó el niño de repente, sorprendiéndolo.

Era la primera vez que lo mencionaba, y hasta ese momento Tae había creído que se había olvidado de él.
—No lo sé, Yoogeun-ah —respondió.

No se sentía con fuerzas para decirle que probablemente no volviese a verlo jamás, aunque sabía que debería haberle dicho la verdad. Siempre había intentado ser sincero con él, a pesar de que era demasiado pequeño para entender algunas cosas, pero aquella vez no se había atrevido, y sabía muy bien cuál era la razón: la ilusión que había brillado en los ojos de su hijo al preguntarle por Minho.

 

 El lunes por la mañana, Taemin aparcó su pequeño auto en el estacionamiento, se bajó de él, e inspiró profundamente, preparándose para el largo y duro día que le esperaba. ¿Por qué tenía que ser el destino tan cruel con él?, ¿por qué tenía que haber vuelto Minho a su vida? Detestaba la sola idea de tenerlo como jefe, de tener que verlo cada día durante dos semanas, pero no podía permitirse el riesgo de que cumpliera su amenaza de demandarlo. Lo creía capaz de ello.

Mientras entraba en el edificio, se mordió el labio inferior, acordándose de Yoogeun. Aquella mañana, cuando se había levantado, le había dicho que ya no le dolía el estómago, pero aun así le había dicho a su profesora al dejarlo en el Kinder que la noche anterior se había encontrado mal.

— ¡Tae! —exclamó Mir sonriente al verlo aparecer con la caja que se había llevado la semana anterior—. ¿Has cambiado de opinión y vas a quedarte después de todo?
—Digamos que el nuevo jefe me ha hecho una propuesta que no podía rechazar

farfulló Taemin, dándose cuenta de lo que había hecho al ver la curiosidad en el rostro de su compañero.
— ¿En serio? —inquirió Mir, boquiabierto, y suspirando con envidia.
—No esa clase de propuesta —aclaró Tae carraspeando.
—ok —dijo el pelinegro decepcionado—. Pero, ¿no te parece que es el hombre más sexy, maravilloso, e increíble que has visto en tu vida?
—No, no me lo parece —replicó el castaño con fastidio, intentando ignorar el vuelco que le dio el corazón en ese momento.

Mir frunció los labios y enarcó una ceja, como diciendo «ya, seguro».
—Pues debes de ser el único de esta oficina a quien no se lo parezca —le dijo—. Si no fuera porque estoy casado, ligaría con él. Es un buen partido: guapo, inteligente, rico... y soltero y sin compromisos.

El corazón volvió a darle un vuelco a Taemin.
— ¿Quién ha dicho que está soltero?
—La esposa de SooMan —le informó Mir—. Según parece, se lo dijo él mismo.

Taemin se preguntó qué pensaría su compañero si le dijera que ese hombre que le parecía tan encantador y maravilloso la había dejado por otro cinco años atrás.

 

 Aunque Minho se despidió de su contador y colgó el teléfono con el ceño fruncido, no eran sus asuntos financieros los que lo tenían preocupado. Desde que Tae había reaparecido en su vida se sentía como si estuviesen tirando de él en dos direcciones distintas.

Cuando se divorciaron, se esforzó por apartarlo de sus pensamientos, no se llevó ni una foto, ni un recuerdo del menor, se fue a vivir a otra ciudad... Había suprimido de su vida todo lo que pudiera recordárselo, pero según parecía no había podido arrancar de su corazón lo que sentía por él.

Sus caminos se habían vuelto a cruzar, pero nada había cambiado, se recordó enfadado. Las razones por las que se había divorciado de él seguían existiendo, y seguirían existiendo siempre.
Levantándose de su silla, fue hasta el ventanal del despacho. ¿Qué diablos le estaba pasando? Normalmente no pasaba la tarde de los sábados en el departamento de juguetes de los grandes almacenes. Y tampoco solía hacer estupideces, como comprar trenes eléctricos carísimos.

Se metió las manos en los bolsillos, apretando los puños irritado. Bueno, tampoco había comprado aquel tren deliberadamente, se dijo. Y si había ido al centro comercial había sido porque quería comprar un tostador nuevo. El que la sección de juguetes hubiese estado en la planta anterior a la de electrodomésticos había sido pura coincidencia. Subía por las escaleras mecánicas, y de repente se había encontrado allí, y se había puesto a curiosear.

Además, si había comprado el tren había sido por que la vendedora que lo había visto mirándolo se había puesto muy pesada. Y se había deshecho del juguete enseguida. Una leve sonrisa asomó a sus labios al recordar cómo se le había iluminado el rostro al chiquillo al que se la había dado. Minnie había intentado rechazar el regalo, confundido, pero él había insistido, y finalmente había dejado que su hijo se lo quedara.

Minho exhaló un pesado suspiro. ¿A quién quería engañar? Había estado mirando los juguetes porque haber tenido al hijo de Taemin en brazos, y luego en su regazo, mientras le leía cuentos, le había recordado una época de su vida que... Una época de su vida que había pasado, interrumpió bruscamente sus pensamientos. Sin embargo, era consciente de que, aunque había intentado ahogar sus sentimientos en lo más profundo de su alma, volver a ver a Tae y haber conocido a su pequeño habían hecho que subieran a la superficie otra vez, y tendría que afrontarlos, quisiera o no.

— ¿Te vienes a la cafetería a comer?

Tae sacudió la cabeza sin levantar la vista de la pantalla del ordenador.
—No puedo, lo siento Miru —le respondió a su compañero—. Tengo que acabar esto, y además he traído sándwiches, pero gracias.

La realidad era que, aunque le gustaría comer con sus compañeros en la cafetería de la esquina, siendo como era madre soltero, tenía que mirar mucho los gastos que hacía.

Después de que Mir se hubiera marchado, tomó la bolsita donde llevaba sus sándwiches y una manzana, y se fue al pequeño comedor donde había una máquina de refrescos, otra de café y té, y un microondas para que los empleados que quisieran calentaran la comida que llevasen de casa. Había unas cuantas personas de otros departamentos, pero nadie con quien tuviese mucho trato, así que se sentó solo en una mesa junto a la ventana. Habría querido aprovechar para relajarse, pero se pasó la hora del almuerzo pensando en Minho, y recordando el infierno por el que había pasado cuando se divorciaron.

Había descubierto que estaba embarazado dos meses después de que Minho le dijera que quería el divorcio y saliera de su vida.
Durante esos dos meses, había vivido en una especie de limbo, preguntándose cómo podría seguir adelante sin él. Sus últimas palabras antes de salir por la puerta habían sido tan crueles, que Tae se había sentido como si una mano invisible estrujan su corazón: «pronto me olvidarás, encontrarás a otro hombre, y podrás tener esos condenados niños que tanto quieres. «

El único hombre con quien había querido tener hijos era él, pero Minho ya no lo amaba. Le había dejado el apartamento en el que habían vivido juntos, pero al poco de conseguir un empleo había buscado uno más pequeño de alquiler, porque no quería vivir de su caridad.
Sólo un par de semanas después de mudarse había descubierto que llevaba en su vientre a su hijo, un hijo que Minho le había dicho que no quería tener. La vida tenía crueles ironías algunas veces.
Se había dicho que de un modo u otro conseguiría dejar de amarlo, y aunque su mente traicionera lo había atormentado muchas veces durante aquellos cinco años con los recuerdos, creía haberlo conseguido... pero se había equivocado. Si hubiese dejado de amarlo, no lo habría invadido aquella terrible agitación desde el momento en que había vuelto a verlo. Ya había sufrido bastante con su divorcio; no quería sufrir más.
Acabó de comer, sin ningún apetito, y regresó a su puesto, pero por más que lo intentaba no lograba concentrarse en su trabajo. Una tirantez angustiosa se había instalado en su pecho, y se sentía a punto de explotar. Le daba igual que lo demandase por dejar su puesto, se dijo; no podía seguir trabajando en la empresa con él allí. Iba a decirle que se iba... ¡en ese mismo momento!

Notas finales:

Ok, algo corto el capítulo pero el siguiente con muchas muchas sorpresas n.n

Ahora.

~Mucha atención con esas 3 semanas mencionadas, porque habrá una sorpresa más adelante relacionada con eso kk

~Aigo.. pobre Yoogeun-ah, de qué estará enfermo?

~jeje y la emoción de Tae cuando supo que su rano no era casado xD

~Los pretextos que se inventa Minho para justificarse por el juguete xD

~Ya se van dando una idea del por qué del divorcio? no? bueno, pongan mucha atención a los recuerdos de Minho y Tae, pues ahí les irá dando la clave n.n

 

Gracias por leer! <3


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