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Amante de su Marido [2Min] por Bora2minFlamer

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Notas del capitulo:

Helow!! Bueno aqupi está la actu n.n

 

Preguntas? Dudas hasta ahora?
Cualquier cosa dejenla en sus RW y les responderé al tiro n.n

 

Disfruten! <3

—Sólo hay una cosa que tengo que mencionarle—había comentando el médico—. Una de las pruebas que le hicimos, el recuento de espermatozoides... bien, me temo que debo decirle que es bastante improbable que pueda engendrar.

Al principio Minho no había sido capaz de digerir sus palabras. ¿Cómo no iba a poder engendrar? Era un hombre sano, en la flor de la vida... Le había dicho al médico que debía de estar equivocado, que tenía que haber habido algún tipo de error, y la mirada de lástima del hombre mientras sacudía la cabeza lo había hecho sentirse profundamente humillado.
Acudió a su memoria otro fragmento de otra conversación, entre su madre y una de sus amigas. Habían estado hablando de un hombre al que las dos conocían, y Minho no había olvidado la burla en la risa de su madre cuando le había dicho a la otra mujer:
—Es muy poca cosa el pobre. Ni siquiera ha podido darle un hijo a su esposa. En mi opinión un hombre incapaz de engendrar no es un hombre de verdad.

Otro recuerdo más acudió a su mente, aunque esa vez era la voz de Taemin que lo atormentaba:

—Ok., Minho, estoy deseando que tengamos hijos. No quiero que seamos un matrimonio sin hijos como el de mis tíos —le había dicho cuando se habían casado, estremeciéndose como si la sola idea lo repugnase.
—No te preocupes, te daré tantos como quieras —había presumido él, excitándose con el pensamiento de cómo le daría esos bebés que tanto ansiaban los dos.

No había sido únicamente su presente y su futuro lo que las palabras del médico habían destruido, sino también su orgullo y la confianza en sí mismo. De pronto había tenido la sensación de que no era el hombre que había creído que era; de pronto ni siquiera era un hombre.

Haber tenido en sus brazos a Yoogeun aquella noche había hecho que volviera a sentir el dolor por lo que nunca podría tener, pero en vez de sentir rechazo hacia él por ser el hijo que otro hombre le había dado al chico que amaba, estaba empezando a encariñarse con el niño.

¡Si Taemin supiera cómo le gustaría que Yoogeun fuera suyo y que él fuera aún su esposo...! Minho detuvo sus pensamientos al darse cuenta de en qué dirección estaban yendo. ¿Que él fuera aún su esposo? ¿Cómo podía desear algo así después de lo que Tae le había hecho, de que lo hubiera traicionado con otro?
A sus labios asomó una sonrisa amarga. Tal vez Tae hubiera pensado que recriminarle su infidelidad pudiera servirle de algo, pero lo que ignoraba era que en realidad no era más que una invención suya. Su supuesta aventura había sido una mentira que le había contado para que el menor accediera al divorcio y así liberarlo para que encontrara a otro hombre que sí pudiesen darle los hijos que ansiaba.

Sin embargo, Minho no se entendía a sí mismo. Si se había divorciado de él para que  pudiese buscar a otro hombre que pudiera satisfacer su anhelo de ser madre, ¿por qué le molestaba que lo hubiese hecho? No tenía sentido. De cualquier modo, concluyó con un pesado suspiro, fuese quien fuese aquel tipo, era un idiota por haber despreciado el amor de Taemin, y una sabandija por haberlos abandonado a él y a su hijo.

 

 

— ¿No te parece increíble que el nuevo jefe esté pasando tanto tiempo aquí? —Le preguntó Mir a Tae el jueves cuando entró en el despacho de éste después de comer para pedirle una grapadora—. Quiero decir..., por lo que he oído tiene otras dos empresas, y supongo que también tendrá que encargarse de ellas, ¿no? No quiero hacerme ilusiones, pero quizá esto signifique que este negocio le interesa de verdad, y no tengamos que preocupamos más de perder nuestro puesto —añadió esperanzado—. Porque, si no tuviera intención de mantener el negocio funcionando, no se quedaría aquí tanto tiempo, ¿no te parece? ¿Tae? -lo llamó al ver que no contestaba—. No estás escuchándome.

—Lo siento. Es que... anoche no he dormido bien—murmuró Taemin. Y no era mentira. Había dormido francamente mal.
—Ya decía yo que tenías cara de cansado —dijo Mir, estudiándola.

¡Cara de cansado...! Taemin se rió con amargura para sus adentros. No se sentía cansado; se sentía como si una bandada de buitres hubiera despedazado sus emociones y sólo hubieran quedado de ellas los huesos.
Lo cierto era que todavía estaba aturdido por las duras palabras que Minho y él habían cruzado, y lo que había ocurrido después. ¿Cómo podía tener la desvergüenza de acusarlo de haberle sido infiel cuando él mismo lo había hecho? ¿Y cómo podía negarse a creer que Yoogeun era hijo suyo, cuando eran casi iguales?
El pensar en su pequeño hizo que mirara ansioso el teléfono móvil en silencio sobre su escritorio mientras Mir empezaba a parlotear otra vez. Yoogeun se había vuelto a quejar en el desayuno de que le molestaba el estómago, pero le había tomado la temperatura y estaba normal, y después de un rato le había dicho que se le había pasado, así que lo había llevado al kinder. ¿Estaría bien?

 

Irritado, Minho tamborileó con los dedos sobre la mesa. Empujó la silla hacia atrás, se puso de pie, pasándose una mano por el cabello, y caminó arriba y abajo por su despacho mientras recitaba mentalmente una y otra vez lo que tenía pensado decirle a Taemin.
En medio de aquella retahíla mental de palabras cuidadosamente escogidas, se detuvo abruptamente y se preguntó por qué diablos tenía que estar nervioso. Todo lo que tenía que hacer era decirle a Taemin que quería que aceptase el dinero que le había ofrecido hacía cinco años como compensación por el divorcio. Y aun en el supuesto de que él se pusiese de cabeza dura, podría decirle por ejemplo que sus abogados le habían insistido en que tenía que hacerlo porque si no Hacienda le impondría algún tipo de penalización fiscal.

Además, se dijo, su decisión no tenía absolutamente nada que ver con Yoogeun, aparte del hecho de que detestaba ver a Tae pasar tantas penalidades, sobre todo teniendo que sacar adelante y solo a un niño pequeño... un niño pequeño que no era suyo, se recordó.

Abrió la puerta del despacho y le pidió a su secretaria que le dijera a Taemin que quería que se presentase en su despacho en cinco minutos.
—Sulli me ha dicho que querías verme.
—Sí, así es —respondió Minho. Se puso de pie y fue a asomarse al ventanal, dándole la espalda—. Debió resultarte difícil estudiar esa maestría  y trabajar al mismo tiempo.
—Bueno, sí, pero quería encontrar un empleo mejor—asintió el castaño receloso, preguntándose a cuenta de qué le había hecho ese comentario.
—Y supongo que te sería aún más difícil con un niño pequeño —continuó Minho.
—Sí, lo fue —volvió a asentir el menor.
— ¿Y por qué no le exigiste a su padre que te pasara una pensión?

Al ver que no contestaba, Minho se giró sobre los talones. El menor estaba mirándolo irritado.
—Ya te lo dije, Minho. Tú eres el padre de Yoogeun, y nada ni nadie puede cambiar ese hecho.

El estómago se le revolvió al ver la expresión de desprecio en el rostro de Minho.
—Y yo te dije que no lo es —replicó él—. Es imposible que lo sea. Yo no... — de pronto se puso tenso y no terminó la frase, para a continuación espetarle enfadado—: No voy a permitir que me cargues a mí con el crío sólo porque el padre que escogiste para tu hijo resultase ser un canalla.

El corazón le latía salvajemente contra las costillas. Había estado a punto de revelarle la verdad a Taemin, pero por suerte había conseguido contener las palabras a tiempo.

El castaño tenía los puños apretados y estaba temblando por dentro. Hubiera querido agarrar al más alto por las solapas de la chaqueta y zarandearlo. ¿«Cargar con el crío»...? ¿Cómo podía haberse referido a su pequeño, lo más preciado para él, de una manera tan burda, tan insensible?
—No te he hecho venir para que discutamos, Tae—le dijo el moreno—. Te he hecho venir porque...

Justo en ese momento sonó un móvil en la habitación. Era el del castaño. Lo sacó del bolsillo y al ver que la llamada era del kinder se apresuró a contestarla:

— ¿Diga? Sí, soy la madre de Yoogeun —contestó—. ¿Ha vomitado? —Inquirió lleno de ansiedad, repitiendo lo que le estaba diciendo la persona al otro lado de la línea—. Bueno, esta mañana no se encontraba muy bien durante el desayuno — admitió—, pero no tenía fiebre y al rato me dijo que se le había pasado, así que...

No queriendo que Minho se enterara de la conversación, Tae se giró, dándole la espalda, pero en el silencio del despacho podía oírse perfectamente la voz de la profesora del kinder.

—Lo... lo intentaré, pero estoy en el trabajo y no sé si me dejarán... -comenzó a decirle a la mujer, cuando de pronto Minho apareció frente a él y le quitó el móvil.
—Ahora mismo sale para allá.
— ¡Minho!, ¿qué te crees que haces? —le espetó el menor enfadado, pero él ya había colgado, y agarrándolo por el brazo lo arrastró hacia la puerta.
—Iremos en mi coche —le dijo—. Es más rápido que el tuyo y además no creo que debas conducir con la preocupación que tienes encima.

Taemin abrió la boca para protestar, pero en menos de dos minutos estaban ya en el aparcamiento del edificio.
— ¿Te han dicho qué es exactamente lo que le pasa?—le preguntó Minho mientras arrancaba el coche.
—Parece ser que ha vomitado —contestó Taemin—. Hay un virus por ahí, y no sé si lo habrá pillado. Esta mañana me dijo que le dolía el estómago.
— ¿Lo mandaste al kinder sabiendo que no se encontraba bien? —inquirió Minho en un tono a medio camino entre la incredulidad y la indignación—. ¿Por qué no te quedaste en casa con él?
—Porque tengo que trabajar, ¿recuerdas? —se defendió Taemin enfadado—. No puedo tomarme días libres cuando me apetezca.
—Cuando te apetezca no, pero si tu hijo está enfermo por supuesto que puedes tomarte un día libre —replicó Minho—. Eres madre. Cualquier persona de la oficina lo entendería.
—En la oficina nadie sabe que tengo un hijo —le dijo el castaño abruptamente, girando el rostro hacia la ventanilla para que no pudiera ver su expresión.
— ¿Es que te avergüenzas de él?
— ¡No! —exclamó furioso, volviendo de nuevo la cabeza hacia él—. Por supuesto que no. ¿Cómo puedes pensar eso?
—Entonces, ¿por qué no le has hablado a nadie de él?
—Por favor, Minho, ¿acaso te has caído de un edificio? —le espetó el menor exasperado—. Por lo general a los empresarios no les gusta tener en su plantilla a empleados con hijos, sobre todo si son madres solteros, y yo necesitaba el empleo. En la entrevista pensé que sería mejor no mencionarlo, y, ¿sabes qué?, hice bien, porque luego me enteré de que SooMan tenía una regla no escrita por la cual no contrataba empleados con niños pequeños.

—Si se hubiese negado a contratarte por ese motivo, habría estado incurriendo en un delito de discriminación laboral, y podrías haberlo demandado — replicó Minho—. Además, Yoogeun te necesita. Diablos Taemin, los dos sabemos lo que es crecer sin una madre.
—Mi hijo sí tiene madre.
—Pero no una madre que pueda estar ahí para él cuando lo necesita.
—No te atrevas a decirme cómo tengo que criar a mi hijo, Minho —masculló Taemin, conteniendo a duras penas las lágrimas de rabia que estaban acudiendo a sus ojos—, no cuando te has negado a aceptar una y otra vez que eres su padre.

En ese momento, llegaron al kinder, y el moreno detuvo el coche justo enfrente. Tae, que necesitaba alejarse de él lo antes posible, extendió la mano hacia la manilla de la puerta, y farfulló de mala gana un «gracias por traerme» mientras se bajaba. Sin embargo, para consternación suya, Minho estaba ya fuera del vehículo, y le anunció en un tono áspero:
—Voy contigo.
—No quiero que vengas conmigo—protestó Taemin.
—Por si no lo has pensado, tal vez haya que llevar a Yoogeun al hospital —le dijo el alto—, y si es así, tendré que llevarlos yo, porque tu coche se ha quedado en el aparcamiento de la oficina.

¿Al hospital? La idea de que eso fuera necesario puso aún más inquieto al castaño, que se dejó de discusiones y corrió dentro del kinder, ignorando al mayor, que entró siguiéndole.

La enfermera del parvulario, a la que Tae sólo conocía de vista, estaba hablando con una de las profesoras, y se acercó a ellos cuando los vio aparecer.
— ¿Es la madre de Yoogeun? —le preguntó a Taemin.
— ¿Dónde está? ¿Cómo está? —inquirió él frenético, buscando con la mirada a su pequeño entre los demás niños.
—Tranquilícese, joven, su hijo está bien. Está dormido.
— ¿Dormido? Pero... —comentó Tae, siendo interrumpido por el moreno.
— ¿Lo ha visto un médico? —preguntó mirando fijamente a la mujer.
—No ha sido necesario —contestó la enfermera—. El chico no tenía nada grave. Se sintió mal después del almuerzo y vomitó, pero ya está bien. Únicamente está un poco cansado.

A Tae le irritó ver cómo la mujer respondía a la autoridad en la voz de Minho cuando a él prácticamente lo había tratado como si fuese un histérico.

—Parece que hay, algo que lo tiene bastante angustiado, o preocupado — añadió la enfermera, volviéndose hacia Taemin—, y creo que más bien sea eso lo que ha causado su dolor de estómago. Los niños pequeños acusan el estrés emocional con síntomas físicos.

Taemin se sonrojó, molesto por la crítica implícita en las palabras de la mujer hacia él.
—Dígame dónde está, por favor; lo llevaré a casa—le dijo ignorando al mayor, que había estado observando atentamente su reacción a las palabras de la mujer.

La mujer le indicó el cuarto de la enfermería, y Tae encontró a Yoogeun dormido en la camita que había junto a la pared. Con un suspiro cansado se acercó para tomarlo en brazos, pero la voz de Minho detrás de él lo detuvo.
—Yo lo haré.

Taemin se volvió. No se había dado cuenta de que Minho lo había seguido.
—No es necesario —le dijo con un hilo de voz, fijando la vista no en su rostro, sino en uno de sus hombros. Grave error, reconoció de inmediato, porque de pronto lo inundó una dolorosa necesidad de apoyar en él la cabeza, de refugiarse en Minho, de sentir sus brazos, fuertes y cálidos, en torno a él, de escucharlo diciéndole que sí le creía, que lo amaba, y que en ese mismo momento iba a llevarlos a casa con él.
En los segundos que su vista permaneció fija en el hombro de Minho, allí de pie frente a él, Tae tuvo una abrumadora revelación de lo solo y asustada que se sentía a veces. El dolor de cabeza del día anterior le había vuelto, acompañado de sequedad de garganta y malestar en el estómago, y cuando vio a Minho tomar a su pequeño en brazos, el corazón se le encogió de emoción al imaginar cómo sería su vida si no lo hubiese dejado y fueran una familia de verdad.

«Baja de las nubes, Taemin», se dijo con dureza. Esa clase de ilusiones eran un lujo que no podía permitirse. Tenía que ser fuerte por Yoogeun, y esas esperanzas vanas no hacían sino debilitarlo.

Cuando hubieron salido del Kinder, se puso delante de Minho, haciéndolo detenerse, y extendió los brazos.
—Dámelo. Ya has oído a la enfermera. No necesita que lo vea un médico —le dijo—. Te agradezco que me hayas traído, pero puedo llevarlo yo solo a casa.
— ¿Tu?, ¿llevarlo? —replicó él—. A mí me parece que apenas puedes llevarte a ti mismo. Tienes un aspecto terrible. Deberías empezar a cuidarte un poco; aunque sea por tu hijo.

Justo cuando llegaron a la casa, Yoogeun se despertó, y se removió soñoliento en los brazos de Minho, buscando con la mirada a su madre. Tras abrir la puerta, Taemin extendió los brazos hacia el pequeño, esperando que fuera con él, pero el niño apartó el rostro y volvió a apoyar la cabeza en el pecho de Minho, quedándose dormido de nuevo.
Tae sintió una punzada de dolor en el pecho. Aquélla era la primera vez que su hijo lo rechazaba en favor de otra persona, y no de cualquier persona, sino de su padre.

Notas finales:

awwws nwn jaja Tae es una mami oso(?) xDD

 

Será que el corazon de Minho podrá descongelarse?

Y bueeeeeh! jaja ahora ya saben por que se divorciaron n.n que opinan sobre eso? Hizo bien Minho al dejar libre a Tae?

Mi querida lectora Sheego! acertaste?? xD

 

Gracias por sus RW's dejaré saludos a todos ustedes en el próximo caítulo <3


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