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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holi, holo, hulu! :3 

Aquí les traigo un nuevo cap. Espero que sea de su agrado. 

Se que han estado tristes con lo que pasó con Ethan (yo también :C) pero podría tomar otro rumbo (?) :o Nu sé. 

Lamento si he estado ausente en los últimos dos caps, digamos que no estoy 100% concentrada. Ya saben, la universidad y los malditos trabajos (El otro día me fue muy mal en uno u.u) y además ha habido problemas con lo del voluntariado para el norte, con esto de que se declaro "alerta sanitaria" allí....bueno, estoy desviándome del tema xd. 

Les haré un pequeño spoiler. En el próximo capítulo todos volverán a reunirse. 

Esperemos que pueda subir ese cap el domingo, si no el miércoles. 

Porfis, ojo con la ortografía. 

Un abrazote a todos

Capítulo 33: “Creer”


Había caído la noche y nos encontrábamos caminando por el borde de la carretera, llevábamos ya alrededor de cinco horas de viaje. Si no hubiese sido por mi notable estado depresivo, pude haber temido por mi vida, los zombies eran más peligrosos por la noche y nosotros éramos un grupo de apenas cuatro personas aparentemente desarmadas, caminando solas y a la deriva. Pero nada de eso me importaba en esos momentos.

La oscuridad nos mantenía silenciosos, y en ese mismo silencio yo pensaba en qué haría cuando llegase a la cabaña. Me estremecía el pensar en cómo les explicaría a los chicos lo que había pasado con Ethan e inevitablemente el sentimiento de culpa y responsabilidad se hizo más presente por cada metro que avanzaba. No iba a dejar de pensarlo. Todo era mi culpa. Mi maldita culpa. Maldito yo.

   —¿Quieres? —La voz de Allen me sacó de mis autodestructivos pensamientos. Su mano pálida tendió un sándwich hacia mí y como si ese gesto hubiese encendido algún mecanismo en mi cuerpo, mi estómago rugió con fuerza—. Creo que eso es un sí.

   —Gracias... —lo recibí y comencé a comer de mala gana. El sándwich sabía mal, el aire se respiraba podrido, el sonido de los grillos me molestaba y me partía la cabeza. Toda la puta vida era una mierda.

   —¿Qué pasó en la iglesia? —preguntó de pronto. No pude evitar querer atravesarlo con la mirada—. Vamos... —insistió—. A veces, hablar las cosas te hace sentir mejor.

No quería hablar de lo ocurrido, pero Allen y los otros dos chicos que caminaban delante de mí me habían salvado y me habían mantenido vivo durante cuatro días. Aunque yo no hubiese querido, aunque hubiese preferido ser devorado por los zombies inmediatamente después de salir de esa iglesia, ellos me habían salvado la vida. Debía estar agradecido.

Tomé aire para respirar y noté que me temblaba la garganta.

   —Lo mordieron... —No quería decir precisamente eso, pero fue lo único que salió de mi boca.

   —¿A quién?

Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas. No era consciente de ello, era como una especie de auto reflejo que llegaba a mí cada vez que pensaba en Ethan. No iba a superarlo nunca.

   —Ya entiendo —dijo, como si lo supiese todo. Sus ojos se alejaron de mí y se centraron en Jacob y Eve, que hablaban entre ellos en voz baja, ajenos a nuestra conversación—. Perdí a muchas personas amadas cuando esto comenzó... —empezó, en voz baja también—. Les mataron a todos, sólo me quedan ellos dos —volvió a mirarme con esos ojos oscuros que secretamente me habían empezado a molestar—. Debes aferrarte a lo que te queda, Aiden —esbozó una sonrisa—. No podemos estancarnos en el pasado. Los que tienen la suerte de morir, muertos están. Somos nosotros los que nos quedamos batallando en su lugar.

   —¿¡Cómo supiste...!? —pregunté en un susurro alterado y sorprendido. Había estado demasiado atento a sus palabras y tardé en procesar que me había llamado por mi verdadero nombre.

   —¡Vamos, si eres famoso! —Una pequeña risa escapó de su boca, pero mi mala cara le hizo callarse en el momento—. Está bien, está bien..., antes de encontrarte me topé con una cazadora. Te están buscando, incluso me dieron tu descripción física —sonrió—. ¿Qué les hiciste? —Mi semblante cambió, y como si un antiguo instinto de supervivencia hubiese despertado en mi interior, mis sentidos se alteraron, dispuestos a atacarle o a correr si era necesario. Él pareció notarlo—. Tranquilo, ¿de qué me sirve llevarte con las cazadoras? ¡Esas chicas son unas salvajes!

   —No hice nada —aclaré en mi defensa—. No sé cómo demonios acabé en un lío tan grande. Primero, Scorpion me secuestró y logré escapar, luego, Alexa nos capturó a todos...

   —¿Escapaste de la base de Scorpion? —interrumpió, aparentemente sorprendido, pero una sonrisa extraña se asomó en su rostro. Afirmé con la cabeza—. ¡Demonios! ¡Eso es genial!

   —¿Conoces a Scorpion? —pregunté. Mi estado de alerta había subido en un doscientos por  ciento.

   —No personalmente, claro —contestó y encendió su pequeña linterna que posó debajo de su mentón, dándole una aterradora luz a su rostro, como si estuviera a punto de narrar un cuento de terror—. He oído rumores. Dicen que es el único cazador que logró asesinar a un líder sin haber recibido el entrenamiento que todos esos monstruos reciben... —comenzó, con voz escalofriante—. Dicen que llegó a la guarida Cuervo siendo un chico normal, como tú o como yo. Pero que los tratos que le dieron allí, las torturas, las violaciones y los golpes le retorcieron tanto la mente que la volvieron la de un asesino psicópata y desnaturalizado... —Eso me hacía algo de sentido. ¿Había logrado sobrevivir al veneno de Alexa? Ahora me daba un poco de miedo saberlo—. ¿Sabes cómo lo mató, no? —negué con la cabeza repetidas veces, ya demasiado concentrado en lo que me estaba relatando—. Lo empujó dentro de una Doncella de Hierro y cerró la puerta, como un despiadado. ¿Conoces esa máquina de tortura? Te encierran ahí y te jodes, dentro de ella está lleno de filosas puntas metálicas que se clavan en tu piel y atraviesan tus músculos y huesos hasta hacerte morir desangrado, lentamente... —Una risa teatral escapó de sus labios y yo di un respingo al oírla—. Dicen que Scorpion se quedó a escuchar hasta el último grito de su antiguo y ahora muerto captor —me estremecí en un escalofrío. Si esa historia era real, era por lo menos aterradora.

Ahora entendía por qué los cazadores de Scorpion parecían los más salvajes y fuertes. Su líder parecía un villano de ficción.

   —¿Cómo sabes todo eso? —pregunté, escéptico.

   —Bueno... —apagó la linterna—. Para alguien que viene viajando desde el otro lado del país, es difícil no oír tantos rumores.

   —¿Cómo está el otro lado?

   —Un caos..., igual que en todas partes.

Suspiré.

   —Con Ethan y los demás pretendíamos ir al Great Bridge y conseguir ayuda, quizás para poder salir de aquí... —me lamenté. Ahora, sin Ethan, no sabía qué tantas ganas tenía de seguir con ese plan. Ahora, esa esperanza de salir de aquí, de salvarnos, comenzaba a desaparecer lentamente, desvaneciéndose de mi cabeza.

   —¿Salir? —Allen rió en voz baja—. Los cazadores no te dejarán salir —Eso me sorprendió.

   —¿Por qué?

   —Esa es su misión, ¿acaso no lo sabías? —negué con la cabeza—. ¡Pero si incluso está en el libro que llevas en tu chaqueta! —Confundido, palpé mi bolsillo y lo encontré. Claro, una vez vi a Ethan leyendo una especie de diario que hablaba sobre todo este caos. Anoté mentalmente leerlo más tarde.

Allen se detuvo en seco. —Espera. ¿Qué es eso?

Jacob y Eve se detuvieron al mismo tiempo, delante de nosotros.

Un jadeo. Un reconocible jadeo llegó a mis oídos. ¿Cuántos? ¿Cuatro? ¿Seis?... ¿Diez?

Quince.

Un grupo de quince bestias se acercaban a nosotros, corriendo a toda velocidad. Nos agrupamos rápidamente y corrimos, retrocediendo sobre nuestros pasos. Eve buscó algo en su pequeño bolso, tomó una pistola y la apuntó hacia ellos. Dos tiros. Dos cayeron al suelo.

Sonreí, una sonrisa nerviosa. La adorable chica resultó ser una maestra en puntería. Pero por muy buena que fuese disparando, dudaba que hubiese trece balas más en ese pequeño revólver.

   —¿Qué tienes en tu bolso? —pregunté entre jadeos. Ellos estaban cada vez más cerca y al parecer nuestra única escapatoria consistía en seguir corriendo hasta perderlos. Hace mucho que habíamos dejado de ver casas y pequeñas cabañas y ahora el borde de la carretera era tan sólo árboles y arbustos. ¿Sería factible si todos trepábamos un árbol? ¿Alguna vez lo había intentado? Esos monstruos tenían mucha fuerza, ¿Podrían escalar también?

   —Muchas cosas... —dijo, riéndose. ¡Se daba el tiempo de bromear incluso en una situación como esta!

Cuatro de ellos nos alcanzaron.

   —¡Toma! —Allen me lanzó su bolso y se quedó ahí, quieto, esperándolos.

   —¿¡Estás loco!? —grité e intenté tomarlo del hombro y arrastrarlo junto a mí, pero su cuerpo estaba tan pesado, tan quieto, que no fui capaz de moverlo. No respondió. Me apartó y corrió hacia ese grupo que nos había alcanzado y le dio un certero golpe a uno de ellos en la cabeza, tan fuerte que la bestia pareció salir disparada, como empujada por una fuerza sobrenatural. Me quedé helado.

Eve corrió hacia su hermano y se le unió en una agitada pelea, los otros zombies ya habían llegado y una verdadera lucha había comenzado entre ellos. Mis ojos lo veían, pero yo no era capaz de creer lo que estaba ocurriendo frente a mí. La chica golpeaba incluso más fuerte que Allen y evitaba las mordidas con la gracia de una bailarina. Saltó lo que a mi parecer fue más de un metro y cayó sobre dos de ellos, aplastándolos con sus botas.

Un disparo me hizo reaccionar.

   —¿Harás algo o te quedarás ahí mirando como un idiota? —Jacob sujetaba una pistola y hablaba sin dejar de mirar a su blanco—. Vamos, ayúdales —Uno de ellos sujetó a Eve del brazo, pero antes de que pudiese siquiera hincarle los dientes, el pelirrojo le atravesó la cabeza con una bala disparada a por lo menos diez metros de distancia.

Increíble.

   —Podrías enseñarme a disparar —bromeé mientras me arrodillaba en el suelo y comenzaba a hurgar entre las cosas que estaban dentro del bolso de Allen. Sonreí cuando mi mano rozó con lo que presentía había ahí. ¡Bingo! Una botella de alcohol mezclada con un poco de gasolina, aquello no podía faltar en el kit de cualquier sobreviviente. La tomé y busqué más al interior de ese bolso, tomé cualquier camiseta y quité un pedazo para untarlo en la mezcla y usarlo como tapa para la botella.

   —¿Qué se supone que es eso? —preguntó Jacob, mirándome esta vez, mientras ejecutaba lo que parecía un disparo al aire pero que resultó impactar directo sobre uno de ellos.

Miré unos segundos la improvisada bomba. Me faltaba fuego. ¡Eso es! Registré la chaqueta de Ethan y tomé su encendedor; jamás me había detenido a mirarlo, tenía un diseño, una calavera grabada en el centro. Sentí que no debía perderlo, por ningún motivo.

Era lo único que me quedaba de él.

Encendí el trapo.

   —¡Cuidado! —grité, llamando la atención de los dos hermanos que al parecer entendieron mis intenciones al instante. Se apartaron en cuanto levanté el brazo y lancé la bomba hacia la masa de muertos vivientes. Primero la botella chocó contra el piso y una pequeña explosión salió de ella, luego, el fuego atrapó a uno de ellos y después a otro, y a otro más. Yo lo llamaba efecto dominó.

   —¡Y tú deberías enseñarme a hacer una de esas! —bromeó Jacob, terminando de rematar a los que aún se quemaban.

Caí sentado al piso, respirando agitadamente. Eso había sido intenso.

Pero de alguna manera, había acabado muy rápido.

   —¡Eso fue genial! —Allen corrió hasta mí y me tendió su mano—. ¡Dame esos cinco, amigo! —rio y me contagió una sonrisa. Choqué mi mano con la suya y luego la tomé para levantarme.

Sonrió otra vez. Evité mirarle a los ojos.

   —¿Cómo han hecho eso? —pregunté, aún asombrado. Eve limpiaba la sangre de sus botas.

   —Ah..., bueno —Allen sacudió su cabello detrás de la nuca—. Verás, Eve y yo somos cinta negra y bueno, Jacob era un tirador profesional —sonrió otra vez, una sonrisa tímida e infantil. Me les quedé mirando con cara de "¿me estás bromeando?"

   —Wow... Es como si estuviera en medio de un grupo de súper maestros asesinos que sé que nunca van a morir —dije, riendo—. Definitivamente no estoy en el lugar correcto.

   —No digas eso... —Allen palmeó mi hombro más suavemente de lo que esperé, casi como una caricia—. Además, esa bomba estuvo genial. Nos salvaste.

   —Anda, sólo es una bomba.

Él se encogió de hombros.

   —Yo nunca habría logrado que el fuego se extendiera tanto —¿Acaso trataba de animarme? El olor a carne achicharrándose me hizo mirar hacia donde antes habían estado los zombies, algunos seguían extinguiéndose mientras se retorcían e intentaban alcanzarnos, pero ya eran inofensivos.

Sólo esperaba que el fuego no se extendiera hasta alcanzar uno de los árboles.

Casi como si el universo me hubiese escuchado, una suave lluvia comenzó a caer, empapándonos lentamente.

   —¡Atentos! ¡Vienen más! —miré instintivamente hacia donde apuntaba la tierna voz de Eve. Una nueva horda venía hacia nosotros, más lentos, mayor cantidad, empujándose los unos a los otros. Eran veinticinco por lo menos que andaban sin aparente prisa, como si supieran que de todas formas iban a tragarnos. Eran demasiados.

Eso era algo que incluso dos maestros de las artes marciales y un tirador no podían controlar.

   —¿De dónde han salido tantos? —pregunté. Mi voz se escuchó menos temerosa de lo que debería. Quizás ya no le temía tanto a la muerte—. No podremos con tantos, ¡vamos! —tiré de la manga de mi compañero, pero él agarró mi mano y la apartó de sus ropas. Su mirada se oscureció.

   —No nos iremos.

   —¿Allen?

   —¿A qué kilómetro dijiste que te dirigías? —preguntó, sin soltar mi mano. Yo tampoco quise  soltarla cuando presentí lo que estaba a punto de decirme.

   —Al ciento cincuenta y cinco —respondí. Una sonrisa se le dibujó en los labios.

   —Vete, Aiden.

   —¿¡Qué!?

   —Estamos en el ciento cuarenta, te queda muy poco... —volteó hacia mí y apoyó cada mano en uno de mis hombros—. No te arriesgues quedándote aquí. Tienes que reunirte con tus amigos.

   —No me jodas, Allen. No voy a irme.

   —Ese chico que murió en la iglesia... —Mi corazón se detuvo cuando nombró a Ethan, se congeló, tembló. Todo el miedo volvió—. ¿Acaso no lo esperaban a él también? ¿Qué pasará si ninguno de los dos llega? ¿No es tu deber ir allá y comunicar la noticia?

   —P-Pero...

   —Vamos a estar bien —me guiñó un ojo y me abrazó. Me revolví entre sus brazos, me había pillado por sorpresa—. No te he contado lo que le ocurrió a la cazadora con la que me encontré... —susurró en mi oído y soltó una de sus manos para tomar algo de su bolsillo y desplegarlo frente a mis ojos.

Un silbato.

   —Si todo sale bien, nos libraremos fácilmente de ellos —Un silbato de una cazadora. ¿Podría Allen controlar a los zombies como lo hacían las chicas de Alexa? Esperaba que sí—. Pero por si las cosas salen mal, es mejor que te vayas ahora. Vete... —me dio un pequeño empujón y sonrió—. Vete ahora.

   —Gracias, Allen —Esta vez fui yo quién le sorprendió con un abrazo de agradecimiento. Miré a Eve y a Jacob que se preparaban para pelear, por si las cosas se salían de control—. Gracias a todos.

   —Fue un placer.

   —¡Buena suerte!

   —¡Cuídense! —debía irme, tenía que hacerlo. Tenía que llegar junto a los demás, era lo único que debía importarme.

   —¡Te veré luego! —gritó el peliblanco mientras se apartaba del grupo y se dirigía al frente. No respondí, porque de pronto sentí que era una afirmación y sólo asentí con la cabeza. Era una promesa en la que me costaba creer, pero esperaba que él sí confiara en sus palabras. Di media vuelta y comencé a correr, con un amargo dolor en mi garganta. La lluvia se intensificó y apagó poco a poco el sonido de los disparos que comenzaron a oírse tras de mí. ¿Era correcto lo que estaba haciendo? ¿Era un cobarde? Mis piernas aumentaron la velocidad con la que corrían, el dolor en mi rodilla era ahora tan sólo una punzada soportable. ¿Hace cuánto había ocurrido ese accidente? Recordé como si fuese ayer la sensación de la brisa marina sobre mi rostro, los jugueteos con Ethan y dormir bajo la luna llena a un lado del mar. Deseé con todas mis fuerzas esa sensación de paz y me sentí triste cuando supe que nada de eso volvería así como posiblemente no volvería a ver a Allen y a sus hermanos. Sonreí. No creía en Dios y tampoco en el destino, pero quise creer en su promesa, quise creer que algo les había puesto en mi camino.

Chris decía que las personas forman lazos estrechos en situaciones extremas. Sin quererlo si quiera, había desarrollado un fuerte cariño y agradecimiento hacia Allen, Eve y Jacob. Deseé intensamente volver a verlos antes de que todo esto acabara.

Dejé de oír disparos y una especie de silencio pareció envolver todo, a pesar de la lluvia. Esperé con ansias y estuve a punto de detenerme. Quería oírlo, quería saber que había funcionado, quería sentirme esperanzado una vez más, aunque fuese por una cosa mínima.

El silbato, ese silbato sonó un par de veces en una melodía extraña, semejante a la que tocaban las cazadoras.

Me alejé del lugar y seguí corriendo, creyendo que había funcionado. 

Notas finales:

¿Preguntas? ¿Críticas? ¿Comentarios? déjenlo todo en un lindo -o no tan lindo- review :3 

Kisses


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