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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Oook! sé que no estamos ni cerca de navidad xDD Pero nuestros chicos sí y necesitaban unos días de descanso antes de que el verdadero desastre caiga sobre ellos ó.o

No creí tener terminado este cap para hoy, es un verdadero milagro xDDDDDD

No he podido revisarlo u.u pero los tengo a ustedes!  :3 :3 :3  Como siempre, si encuentran un error avísenme :D 


Espero que les guste :D 

Muchas gracias por leer n.n 

Capítulo 53: “Navidad”


—Pueden ponerse cómodos, la casa entera está desocupada para ustedes —dijo Morgan cuando nos recibió dentro con una sonrisa amable. Entramos a un salón acogedor; no era pequeño ni tampoco excesivamente grande, su tamaño era perfecto como para acurrucarse en grupo frente a una chimenea ubicada al fondo que apenas levantaba sus primeras llamas. Las murallas eran de color blanco puro y tan sólo eran manchadas por una gran salpicadura de sangre en una de ellas que delataba lo que pudo haber ocurrido en ese lugar antes. Bajo mis pies, sentí el tacto de una alfombra roja felpuda a la que me habría lanzado para descansar de no haber estado tan sucia por la cantidad de gente que la había pisado al entrar. Suspiré e intenté relajarme, aun sabiendo que no debía bajar la guardia completamente. Estaba intentando dominar ese estado; guardar la calma y mantenerme alerta a la vez. Supongo que se asemejaba bastante a la expresión “dormir con un ojo abierto y el otro cerrado”, pues eso era justamente lo que buscaba en estos días. Si los delfines eran capaces de hacerlo, ¿por qué entonces yo no? 

   —Aiden… —susurró Ethan en voz baja a mi lado, sacándome de mis fantasías evolutivas—. Necesito hablarte —me jaló levemente del brazo.

   —¿Puede esperar un segundo? —intenté concentrarme nuevamente en lo que decía el doctor Morgan, pero la mirada de Ethan sobre mí y sus insistentes tirones me distraían. Alcancé a oír algo sobre un patio trasero y un plan de contingencia ante un posible ataque de cazadores, pero no logré entender nada más.

   —¿Dónde está el baño? —interrumpió Ethan de pronto. Morgan calló y le miró con una mueca graciosa en el rostro.

   —Subiendo por las escaleras, a la izquierda.

Ethan me agarró de la muñeca y me arrastró por el camino indicado sin decir absolutamente nada, dejando atrás algunas miradas sospechosas de gente que captó más de lo que debía.

La escalera estaba alfombrada y eso le daba un toque de elegancia al lugar. Apenas subimos al segundo piso, Ethan me arrastró más rápido, como si de verdad tuviese urgencia por usar el baño.

   —¿Qué demonios te pasa? —gruñí cuando me obligó a entrar al baño.

   —Es Morgan —contestó.

   —¿Qué pasa con él? —Ethan hizo rodar los ojos, molesto.

   —¡Morgan es el tipo que escribió este diario! —sacó de su chaqueta el pequeño cuadernillo que encontramos en la cabaña del médico que participó en la creación del virus. ¿¡Morgan!?

   —¿Q-Qué estás diciendo?

   —¿¡Acaso no leíste todo el maldito diario!? —gruñó.

   —¡Claro que no leí todo el maldito diario! —alcé ligeramente la voz, pero volví a bajar el tono al recordar que estábamos dentro de un baño secreteándonos como colegialas—. ¿Acaso tú lo leíste entero? —susurré.

   —No, tampoco lo he hecho. No creo que haya nada más interesante de lo que ya leí.

Entonces recordé. —Sí lo hay… —dije—. Hay algo interesante que seguramente no leíste —Ethan se me quedó mirando extrañado.

   —Habla —ordenó.

Me sentí ligeramente incómodo ante la idea de tener que contarle. Le arrebaté la libreta de las manos y comencé a buscar lo que había leído luego de escapar de la iglesia y llegar a la cabaña sin Ethan. Tardé un par de minutos en encontrar las páginas.

   —Cuando leí esto estaba muy deprimido creyendo que estabas muerto… —comenté—. Por eso no le tomé mayor importancia…, hasta ahora —le volví a entregar el diario con la página marcada, para que lo leyera él mismo. Sentí algo parecido a la vergüenza mientras veía nervioso cómo Ethan leía. El hecho de que mi padre hubiese estado de alguna u otra forma involucrado en todo este lío del virus me hacía sentir culpable, a pesar de saber que yo no tenía nada que ver en esto.

   —¿El informe de Rossvet? —apartó los ojos del diario y me recorrió de arriba abajo con la mirada—. Sí, lo leí. Creí que se refería a otro Rossvet. ¿Estás seguro de que es tu padre?

   —No lo sé. Es sólo una corazonada. Una de sus áreas de especialización era la virología.

Ethan cerró la libreta de golpe y me tomó por los hombros. —Aiden, no debes decir por ningún motivo tu apellido frente a Morgan —ordenó.

   —¿Q-Qué? ¿Por qué? —protesté—. Él podría ayudarn…

   —Es mejor desconfiar de él —me interrumpió—. Es mejor desconfiar de toda La Resistencia. ¿Sabes qué es lo que son y cómo Morgan llegó ahí? ¿Él no estaba con los malos antes? No sabemos de qué lado está La Resistencia y no sabemos lo que está dispuesto a hacer este tipo por llegar al fin de todo esto. ¡No sabemos cómo podría reaccionar cuando se entere que…!

Alguien tocó la puerta. Ethan calló.

   —Ethan, Aiden. ¿Sucede algo? —era Ayame—. ¡V-Voy a entrar!

Ethan me miró con ojos de cachorrito castigado. Conocía esa mirada, buscaba pedir perdón.

   —Lo siento, Aiden —musitó una disculpa rápida y me golpeó en el estómago.

Comencé a toser y él me tomó del brazo y me obligó a apoyarme contra el retrete. Fue tan rápido que el dolor del puñetazo llegó mucho después de que Ayame entrara.

Oí un grito que mezclaba horror y asco.

   —Ayame… —Ethan me acarició la espalda mientras hablaba y disimuladamente me obligó a mantener la cabeza dentro del retrete. Entendí lo que tenía que hacer y continué tosiendo dramáticamente—. ¿Podrías dejarnos solos? Al parecer Aiden aún está algo mareado por los estimulantes y… —oí un portazo que cerró la puerta antes de que Ethan terminara de hablar. La chica se había marchado, gritando disculpas al aire y diciendo que iría a la cocina a prepararme un té.

Ethan soltó una pequeña carcajada.

   —Podrían ser unas maestras asesinas, pero las chicas siempre sentirán asco al ver a alguien vomitar.

Me reincorporé con dificultad. —¿¡Acaso eres idiota!? —le lancé un puñetazo, pero él lo esquivó sin mayor esfuerzo y agarró mi puño en el aire.

   —¡Tenía que hacer algo para sacarla de aquí!

   —¿¡En serio tenías que golpearme!? —intenté darle otro golpe y él cogió mi otra mano—. ¡Idiota!

   —Está bien, está bien… lo siento —me atrapó con su cuerpo en un abrazo forzado que me obligó a calmarme. Apoyó su espalda contra la pared y ambos nos deslizamos hasta caer arrodillados al suelo. Acarició mi cabello y suspiró con pesadez, parecía frustrado—. ¿Qué vamos a hacer ahora? —me preguntó. ¿Ethan preguntándome a mí qué debíamos hacer? Eso sólo podía ser una mala señal, él de verdad se sentía atrapado. Pensé mucho en mi respuesta.

   —Vamos a bajar y yo fingiré aún estar mareado. Iremos con el doctor Morgan que seguramente querrá tomarte algunas pruebas de sangre, descansaremos lo suficiente y luego terminaremos esto e iremos al Great Bridge, como teníamos planeado —intenté sonar lo más tranquilo y convincente posible, había repetido esas palabras al menos unas tres veces en mi cabeza antes de soltarlas. 

   —Eso suena bien —contestó. Dejé escapar un suspiro yo también. A estas alturas incluso Ethan parecía estresado. ¿Pero quién no lo estaría en esta situación? Nos levantamos al mismo tiempo y ambos cruzamos una mirada antes de abrir la puerta.

   —¿Crees que saldremos de esta, Ethan? —pregunté. Era mi turno para las dudas llenas de inseguridades.

   —Me aseguraré de que tú si lo hagas —dijo él, metiendo una mano en su bolsillo para sacar una cajetilla de cigarrillos. Se la arrebaté de las manos apenas la vi—. ¡Oye! 

   —Si salimos, vamos a hacerlo juntos —gruñí—. Así que por favor, intenta no morir antes de llegar al Great Bridge. Que hayas sobrevivido a un virus que convierte a la gente en zombie no significa necesariamente que sobrevivirás a un cáncer de pulmón. Deberías ser más cons… —me quedé callado cuando Ethan comenzó a reír a carcajadas, casi descontroladamente, en una risa nerviosa y explosiva que seguramente le ayudó a relajarse—. ¿¡Qué es tan gracioso!? —Mis mejillas ardieron cuando le oí reír más fuerte aún—. ¿¡Qué demonios es tan gracioso!? —estuve a punto de gritar. Él intentó calmarse y entre risas que fueron bajando su nivel, llevó una mano a mi rostro y me acarició la mejilla.

   —A veces eres tan infantil, Aiden —sonrió y me dirigió una mirada indescifrable.

   —¿Y qué esperabas? —bufé e inflé las mejillas, justo como lo haría un niño—. Tengo diecisiete años y tú veinticinco, maldito pedófilo. Al menos demuestra algo de madur… —supe que algo malo había dicho cuando la mirada de Ethan cambió y se volvió oscura. Se había quedado pensando en lo que le dije—. P-Pero no me molesta —agregué, intentando restarle importancia al tema. Ethan volvió a sonreír, pero esta vez su sonrisa fue falsa y preparada.

   —Será mejor que bajemos —dijo sin más, estirando la mano hacia mí. La tomé y noté que estaba más fría de lo normal.

Una mirada cómplice se cruzó entre nosotros cuando atravesamos la puerta. La mano de Ethan me sujetó con fuerza y evitó que avanzara más rápido de lo que debía y así no me delatara a mí mismo. Mi estómago rugió con fuerza mientras bajábamos las escaleras; un aroma delicioso se había colado en mis fosas nasales. Olía a carne asándose lentamente en el horno.

   —¿Ya te sientes mejor? —El doctor Morgan estaba a los pies de la escalera, sosteniendo una taza de té humeando en sus manos—. Ayame me dijo que estabas vomitando —De su bolsillo sacó una tira de medicamentos. Negué con la cabeza.

   —No se preocupe, estoy bien. Al parecer sólo fueron los nervios los que me hicieron vomitar —El hombre sonrió, al verme aparentemente más recompuesto.

   —Suele pasar, sobre todo durante estos días —extendió de todas formas la taza hacia mí, pero cuando iba a tomarla, algo llamó mi atención.

   —¿Qué es eso? —me acerqué a una de las ventanas, olvidándome de la taza y dejándola en sus manos. El hombre soltó una carcajada.

Pegué mi rostro contra el vidrio. Afuera, una delgada manta blanca empezaba a cubrir el suelo.

   —¡Mira, Ethan! ¡Está nevando!

   —¿Y eso qué? —Ethan se acercó con lentitud a la ventana por la que estaba mirando.

   —¿Acaso no lo saben? —Morgan también se nos acercó—. Está nevando porque ya es Navidad.

Me giré repentinamente hacia él.

   —¿N-Navidad? ¿Ya?

¿Tanto tiempo había pasado?

El doctor asintió con la cabeza.

De navidades yo sólo sabía una cosa, y eso era que se celebraba cada veinticinco de diciembre. Entonces me di cuenta. Había pasado demasiado tiempo desde que todo esto comenzó.

   —¿Acaso no es divertido? —dijo él—. Pasaremos Navidad y Año Nuevo cobijados aquí, luego entonces pensaremos en ir al Great Bridge —aprovechó para dejar la taza con té en mis manos—. Tómenlo como un pequeño descanso. Todos lo merecemos —le dio una palmada a Ethan sobre el hombro y se fue.

Ahora entendía por qué él había dicho que hoy era un día especial.

Miré otra vez hacia afuera y con cierta ansiedad me quedé observando cómo la nieve empezaba a caer en mayores cantidades. Jamás había celebrado una Navidad, no porque no pudiera hacerlo, sino porque al ser mis padres estrictamente ateos y al no estar en casa para esas fechas, la Navidad era para mí sólo un día donde las películas que daban en la TV se volvían un poco más divertidas y familiares.

Por primera vez iba a celebrar una Navidad como lo hacían en las películas. Estuve a punto de dar un salto.

   —¿Por qué estás tan emocionado? —me preguntó Ethan, a él no parecía gustarle la idea de celebrar aún. Sonreí ampliamente.

   —Jamás he celebrado una Navidad.

   —¿¡Qué!? ¿Y eso por qué?

   —Mis padres eran ateos…, ya sabes, científicos. Nunca celebraron nada como eso —mientras hablaba, pude ver cómo sus ojos negros se abrían como platos, sorprendidos.

Me besó en la mejilla, tan rápido que no lo vi venir.

   —Feliz Navidad, Aiden —dijo y sonrió. No sé por qué, pero esas simples palabras causaron un huracán en mí. Estaba emocionado y no sabía bien por qué.

   —¡Está todo listo! —La voz de Amy canturreó desde la cocina. Ethan me tomó de la mano y me guió hasta la mesa.

Todos, absolutamente todos estaban allí.

   —Chicos… —Alguien se nos acercó, era Sam, el francotirador que me había usado como carnada para zombies y que Ethan había golpeado. Ethan no pareció reaccionar bien al verle y Sam levantó las manos en son de paz. Toda su nariz estaba vendada—. Sólo vengo a disculparme —dijo y una sonrisa se dibujó en su rostro pálido y los ojos castaños se encogieron simpáticamente ante esa mueca—. Lamento haberte lanzado al centro del jardín y… —noté que su rostro se sonrojó ligeramente cuando miraron directamente a Ethan—. Y lamento haberte hecho enfadar por eso.

   —Está bien —contestó Ethan, con desgano—. Era tu trabajo —Sam pareció sonrojarse aún más con esa respuesta.

Hice un esfuerzo sobrehumano por contener las repentinas ganas de ahorcarlo ante la veloz ráfaga de celos que me invadió cuando le vi hacer eso. ¿¡Por qué demonios se sonrojaba con Ethan!? ¡Él le había golpeado, maldición! Me aferré al brazo del pelinegro. “Él es mío” quise decir con ese gesto. Sam pareció captarlo.

   —De todas formas, feliz Navidad.

   —Feliz Navidad —respondimos al unísono Ethan y yo. Como era de esperarse, Ethan ni siquiera se dio cuenta de lo que acababa de pasar.

   —¡Aiden! —Amy corrió hacia mí y me abrazó sorpresivamente—. ¡Feliz Navidad! —La subí en mis brazos. Mi malhumor se evaporó de inmediato apenas la vi.

   —Feliz Navidad, Amy —dije, mientras la bajaba y la volvía a dejar en el suelo. La chica tendió algo delante de mí—. ¿Q-Qué es eso?

   —¡Es tu regalo! —sonrió, mostrando todos sus perfectos y pequeños dientes. Sostenía un pequeño paquete rectangular adornado con una cinta de color rojo. Algo se removió en mi interior.

   —N-No puedo aceptarlo… —balbuceé nerviosamente—. Es que olvidé que era Navidad y no tengo ningún regalo para ti —confesé. La pequeña infló las mejillas en un gesto infantil.

   —¡Eso ya lo sé, tonto! —volvió a tender el regalo hacia mí—. Por eso quiero que salgas conmigo a hacer muñecos de nieve en el jardín como regalo —Sin poder evitarlo, una ráfaga de ternura me conmovió hasta lo más profundo de mí. Asentí con la cabeza y recibí el regalo. Ella sólo pedía muñecos de nieve en el jardín, demonios. Para Amy, algo tan básico como salir a jugar afuera era  completamente complicado. ¿Quién querría arriesgarse a llamar la atención de esos zombies por cumplirle un capricho a una niña? Sólo yo podía hacerlo, y ella lo sabía.

   —Me parece un trato justo —sonreí y ella volvió a abrazarme, para luego alejarse de mí y abalanzarse sobre Ethan.

   —¡Feliz Navidad, Ethan! —Antes de que él siquiera pudiese reaccionar, la chica lo había tirado al suelo por su abrazo.

   —¡S-Suéltame, Amy! —Ethan intentó escucharse serio, pero las risas que se le escaparon no le ayudaron mucho. De pronto todos los que estaban a nuestro alrededor y vieron la escena comenzaron a reír también, contagiándonos con esa sensación alegre y despreocupada que necesitábamos tanto.

   —También tengo un regalo para ti —La chica se sentó sobre el pecho de Ethan que aún seguía tirado en el suelo, sin poder aguantar la risa—. No he podido envolverlo porque gasté todo el papel en el regalo de Aiden, pero… —Todos guardaron silencio, atentos a la conversación. Amy se levantó y tendió su pequeña mano hacia Ethan—. En realidad, no es un regalo solamente mío. Morgan y los demás me ayudaron a conseguirlo —Ethan se dejó guiar por la niña y todos les seguimos, curiosos. Llevó a Ethan hacia la puerta que daba al patio trasero—. Abre esa puerta, Eth —Él me lanzó una mirada antes de obedecer, como pidiendo explicaciones; pero la verdad es que yo no tenía idea de qué estaba hablando Amy. Me encogí de hombros.

Ethan abrió la puerta. Pude notar cómo su cuerpo se congeló cuando lo hizo. Sólo una sonrisa se asomó en su rostro, una gran, gran sonrisa.

Caminé hacia él y me asomé por sobre su hombro. Lo que vi al otro lado de la puerta me dejó igual de sorprendido.

   —E-E-Esa es mi… —Las palabras apenas si salían de la boca de Ethan—. ¡Mi motocicleta!

Estacionada en el patio trasero, bajo un pequeño techo; la motocicleta Harley Davidson negra que había visto antes de ser capturado por los cazadores de Scorpion se veía incluso más reluciente y esplendida que la primera vez que la vi.

Eden soltó una pequeña risa a mis espaldas, seguramente él si estaba enterado de esto.

   —Llegamos mucho antes que ustedes a esta casa… —Morgan comenzó a explicar—. Ya cuando apenas llegaron a La Resistencia, Amy se le había acercado a uno de los chicos a pedirle que le ayudara a recuperar tu motocicleta —No sé si realmente Ethan le estaba escuchando, parecía muy concentrado arrodillado junto a su “bebé”,como él solía llamarla, admirándola como si fuera la primera vez que la viera—. Y por causalidad uno de nuestros hombres la encontró y pudimos repararla a tiempo. Está casi como nue…

   —¡Amy! —Ethan se reincorporó de pronto y abrazó a la chica, la tomó en sus brazos y la elevó hasta hacerle casi tocar el techo—. ¡Eres la mejor niña que pisa la tierra! —La besó en la frente repetidas veces—. ¡Te adoro, te adoro! —Mis mejillas se inflaron para intentar contener la risa y no cortar el momento, pero la situación se me hizo demasiado graciosa y no pude evitar partirme a carcajadas. Ethan parecía tan feliz, justo como un niño que había pasado todo el año esperando su regalo de Navidad. Mis risas contagiaron a Jack y a Eden también—. Veamos… —Ethan bajó a Amy de sus brazos y buscó algo en su chaqueta—. También tengo algo para ti. A ver, a ver. ¡Aquí está!

   —¿¡Eso es chocolate!? —La pequeña recibió una barra de chocolate en sus manos—. ¡Dios! ¿Chocolate de verdad?  —Entonces sólo pude reír más fuerte. No supe distinguir quién de los dos estaba más feliz—. ¡Gracias, Ethan! ¡Gracias! —Lo abrió con cierta ansiedad y se llevó un trozo a la boca—. ¡Eshtá deliciosho! —Sus palabras apenas se entendieron con la boca llena.

   —No deberías comer golosinas antes de la cena, Amy —intenté regañarla, pero aún estaba riendo y todo rastro de seriedad había abandonado mi rostro para entonces.

   —¡Está bien, está bien! —Morgan habló por sobre todo el bullicio que se había formado—. Vamos a comer, luego será tiempo de disfrutar los regalos —Mi estómago volvió a rugir, como si éste apoyara la idea de ir a la mesa. Poco a poco las risas se fueron callando y todos decidimos volver al comedor.

   —Esto es para usted, Morgan —le oí decir a Ethan antes de atravesar la puerta.

   —¡E-Esa es…! ¿¡Mi investigación!? ¿D-Dónde?

   —La encontré en una vieja cabaña. Supe que era suya por el nombre tras la portada.

   —Muchísimas gracias.

   —¿Ya abriste tu regalo, Aiden? —Amy, quien aún saboreaba ese trozo de chocolate llamó mi atención nuevamente y tomándome de la mano nos terminó de arrastrar hacia el comedor, haciendo que me perdiera el resto de la conversación entre Ethan y Morgan.

Aún tenía el paquete en mis manos. Me detuve a su lado y lo abrí con cuidado.

¿Una… libreta?

   —¿Te gusta? —preguntó, ansiosa.

   —Es muy bonita —era una pequeña libreta de tapa dura, con un forrado que asemejaba ser madera o algo parecido y sobre el que estaban dibujados algunos corazones, gatos y otros animales que seguramente ella misma había dibujado.

Lo abrí despreocupadamente y noté que en la primera página había algo escrito:

“Querido Aiden:

Mamá solía decir que debíamos agradecer por las personas que están cerca de nosotros y que nos quieren. Eres como mi hermano y te quiero mucho, pero no sabía cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí desde que mamá murió.

Ethan me contó que tenías un diario, pero que lo perdiste cuando los cazadores te capturaron. Así que decidí regalarte uno para que nunca más lo pierdas. ¡Incluso lo he decorado yo misma!

Espero que te guste.

¡Feliz Navidad, Aiden!

                                                              Amy.”

Inevitablemente y ante esas palabras tan simples, mis ojos se llenaron de lágrimas.

   —Eres muy buena, Amy —me agaché para llegar a su altura y abrazarla—. Muchas gracias —sollocé, pero reprimí todas las lágrimas que quisieron escapar de mis ojos—. ¿Quieres saber un secreto? —susurré con la voz quebrada. Ella asintió con la cabeza—. Esta es la mejor Navidad que he tenido en toda mi vida.

 

Decir que el resto de la noche fue “bueno” sería poco. Todos nos sentamos alrededor de la mesa de madera que estaba en el centro del salón y hablamos y compartimos, olvidándonos de lo que había pasado anteriormente, olvidándome de que un chico me había lanzado al centro del jardín para ser devorado por bestias, olvidándome de que debía mantenerme alerta y desconfiar de La Resistencia, olvidándome de que tenía que cuidar de no decir mi apellido frente al doctor Morgan y olvidándome por completo de que seguramente una treintena de zombies nos esperaban afuera. Por primera vez en mucho tiempo, el caos pasó a un segundo plano.

La comida fue vasta y los de La Resistencia no parecieron escatimar en gastos; carne de cerdo asada con piña, cebolla y otros aliños que se fundían en el jugo y que no alcancé a reconocer por completo, acompañado con patatas, ensalada y un poco de vino. ¿De dónde habían sacado todo esto? No tenía ni idea, pero estaba ahí y había que disfrutarlo.

Reímos, hablamos e incluso entrada la madrugada y envalentonados por el vino, comenzamos a cantar canciones que estaban de moda en las radios antes de que todo se fuera al infierno.

Casi parecía ser una cena navideña normal, casi parecía que nada estaba ocurriendo afuera.

Pero bien en el fondo, sabíamos que mañana todo volvería a ser como antes.

   —Bueno, chicos… —Morgan se levantó repentinamente y apoyó las manos sobre la mesa en la que antes Chris se había subido a bailar mientras cantaba la conocida canción “Yo Ho!”[1]De la tercera entrega de “Los Piratas del Caribe”, con el gancho que servía como prótesis para su brazo al aire, simulando ser un pirata—. Este viejo se va a dormir —Morgan me miró un segundo y me dirigió una sonrisa—. Ustedes, chicos. ¿Son diez, no? —Asentí con la cabeza—. Bueno…, en el segundo piso hay cinco habitaciones para ustedes. Aunque uno tendrá que dormir con el perro… ¡hip! —rió, tambaleándose hacia la escalera mientras se despedía con la mano—. Buenas noches.

   —¡Buenas noches! —respondimos todos al unísono.

   —Creo que tú… tú y yo dormiremos juntos esta noche…, Abercrombie —Chris, que hablaba muy lento producto de su borrachera, se puso de pie e hizo un gesto con la mano para despedirse, mientras silbaba para que el pastor alemán, que parecía haber crecido bastante durante el último tiempo, le siguiera. Abercrombie llegó corriendo hasta él y jugueteando casi lo tira escaleras abajo.

Alguien me tomó de la mano.

   —¿Nos vamos a dormir también? —sentí cómo cada centímetro de mi rostro enrojecía ante esa proposición. Ethan clavó los ojos negros fijos en mí y sonrió. Me sentí ligeramente nervioso y sacudí la cabeza un par de veces para quitarme las imágenes que mi mente evocó automáticamente. Sólo íbamos a dormir, ¿no? Además, por las palabras de Morgan podía deducir que habría mínimo dos camas por habitación; una para Ethan y otra para mí. ¿Y por qué demonios me ponía tan nervioso si ya me había acostado con él? Seguramente porque dormiríamos en el mismo lugar durante los próximos cinco días, solos entre esas cuatro paredes. Esa idea podía poner nerviosa a cualquier persona—. ¿No vas a entrar? —Su voz me sacó de mis pensamientos. Ya estaba de pie frente a la puerta de nuestra habitación. Sinceramente, no supe en qué momento me había dejado arrastrar por él hasta allí.

Claramente no era una habitación de hotel ni nada parecido, pero tenía dos camas, una muy cerca de la otra y por algún motivo me sentí un poco más nervioso por eso; casi parecía una cama matrimonial. Las paredes eran de color durazno y algunos cuadros de payasos que se me hicieron aterradores colgaban de ellas. Una ventana sin cortinas en medio del lugar permitía ver la nieve y la cantidad de bestias que afuera se paseaban, volviéndome drásticamente a la realidad.

   —La derecha es mía, si no te molesta —balbuceé y moví la cabeza hacia otro lado cuando vi que Ethan había comenzado a desvestirse, hasta quedar tan sólo con su ropa interior puesta en su lugar. Sin saber por qué me ponía tan nervioso a estas alturas, me acerqué a uno de los cajones y rebusqué entre ellos hasta encontrar un pijama. Yo no podía ser como Ethan, no iba a dormir desnudo con él en la misma habitación.

Me vestí con un ridículo pijama de franela rojo que me quedaba excesivamente grande.

Ethan rompió en carcajadas cuando volteó a verme.

   —¿Qué?

   —T-Te ves adorable —balbuceó entre risas.

   —Cállate —Un poco molesto, me metí a la cama y apagué la luz sin importarme si él estaba listo para dormir o no.

   —No seas aguafiestas —se continuó burlando él desde su cama. Le oí bostezar y estirarse como un gato—. ¿Estás molesto por algo?

¿Que si estaba molesto? ¿Parecía estarlo? Me quedé en silencio e hice una especie de autorreflexión. ¿Debía sentirme molesto por algo? No, no tenía por qué, pero si lo estaba un poco. Quizás porque en el fondo no quería que todo esto acabara, quizás porque ese vistazo por la ventana me había arruinado la noche, quizás porque sabía que nada de lo que había disfrutado hoy iba a estar mañana, quizás porque simplemente no me gustaba tener buenos días, no en esta situación.

Y quizás estaba molesto porque el día aún no era completamente perfecto.

Me levanté de mi cama y gateé hasta la cama de Ethan para irrumpir en ella y cobijarme en sus sábanas. Sentí su cuerpo estremecerse en un escalofrío cuando le agarré por las caderas, me abracé a su espalda y apoyé mi cabeza sobre uno de sus hombros. Justo ahora, no había motivos para estar molesto.

Besé su mejilla y me abracé aún más a él. Mis manos subieron hasta su pecho y se quedaron allí, él posó las suyas encima y las acarició.

   —Feliz Navidad, Ethan —susurré sobre su oído.

Definitivamente no estaba molesto, no podía estarlo. No en la mejor Navidad que he tenido en toda mi vida.

 

 

 

[1] El título original del soundtrack es “Hoist the colours”, pero es comúnmente conocido como “Yo Ho!

 

Notas finales:

Si, les robé el lemon. Pero no se preocupen! En el capítulo que viene (de ellos dos, por que el proximo será narrado por Cuervo) sí o sí vendrá el suculento y esperado lemon xDDD

¿Críticas? Comentarios? Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review :3 

Un abrazo x3 ! 


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