Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

[Reviews - 1104]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaaaa, querubinees :D 

Ooadhaodhod sii *-* estoy volviendo a ser responsable con mis actualiaciones y ya no me estoy retrasando :K Fuck yeah! ayer estuve hasta como las 4 de la mañana terminando este cap (asi que si encuentran algún error por favor háganmelo saber) pero lo he terminado :D 

El lunes comienzo las clases...así que intentaré seguir con este ritmo de actualizar todos los domingos sin falta :P 

Un ScorVo (así bautizaron la pareja Scorpy/Cuervo) para ustedes :3 

Espero les guste. 

Un abrazo :3 

Capítulo 54: “Quizás”



Le jalé por el brazo para obligarlo a entrar a esa pequeña y vieja cabaña. Sabía que incluso en su estado, él intentaría atacarles. Scorpion era así, siempre actuando sin pensar, impulsivo, siempre sobrevalorando sus habilidades.

Y hasta ahora eso le había funcionado muy buen, pero este no era el momento para volver a hacerlo.

Cerré la puerta con fuerza y salté sobre él para empujarlo hacia el suelo. Dejé de respirar cuando oí los motores de la caravana de grandes y ruidosas camionetas reforzadas que pasaron velozmente fuera, salpicando un montón de nieve que salió disparada a su paso, chocando contra la ventana y haciendo que toda la construcción se estremeciera y amenazara con derrumbarse.

   —Si no sales de encima ahora mismo, voy a partirte el culo de una patada —le oí murmurar bajo mi cuerpo con la voz ligeramente ronca, luego de que los vehículos y el temblor pasaran.

   —Lo hice porque estoy seguro que te habrías lanzado contra una de las camionetas de Alexa —expliqué, apartándome de él y sentándome en el suelo húmedo de lo que parecía ser un intento de comedor dentro de esa pequeña casa abandonada. Habíamos avanzado varios kilómetros cuando la tormenta de nieve nos pilló desprevenidos, por suerte habíamos logrado encontrar este lugar y por esa misma suerte habíamos alcanzado a esconder nuestro vehículo antes de que las chicas de Alexa nos vieran. ¿A dónde se dirigían? No tenía idea, sólo sabía que iban en nuestra misma dirección y mientras nosotros no nos reagrupáramos con nuestros hombres, eso no era nada bueno.

¿Debimos haber tomado la dirección contraria? ¿Debimos haber salido de ahí apenas le sentimos cerca, no? Pero no quería hacerlo; de cierta forma me sentía atraído por el peligro que significaba el que varios escuadrones de cazadores comenzaran a movilizarse de pronto, como si tuviesen planeada una reunión a la cual nosotros no estábamos invitados. ¿Por qué demonios estaba haciendo todo esto, entonces? No sé, quizás era por mero gusto, quizás quería llegar al fondo de toda esta mierda, quizás quería atrapar a Wolfang, detenerlo y matarlo. Tenía un millón de razones para hacer esto.

Pero. ¿Por qué él estaba haciendo todo esto? ¿Por qué simplemente no se largaba de aquí e iba a torturar personas por ahí? Eso era algo que aún no lograba comprender. Quizás él también tenía motivos para joderle los planes a Wolfang, tal vez seguía con esa idea obsesiva de atrapar a Aiden para convertirlo en un animal como él. O simplemente quería ir allá a generar más caos. Sí, quizás era precisamente eso lo que él buscaba.

O tal vez sólo quería autodestruirse.

Y quizás, yo quería acompañarle en esa locura.

   —La próxima vez que hagas eso te romperé la cara —advirtió y me dedicó una sonrisa burlona, clavando los afilados ojos azules en los míos.

   —Si lo intentaras ahora mismo creo que yo terminaría rompiéndotela a ti —respondí, sonriendo yo también. Miré a mí alrededor y divisé lo que parecía una cama—. Deberías ir a recostarte y descansar un po…

   —Estoy bien, idiota —me interrumpió—. Un resfriado no me matará —¿A eso le llamaba resfriado? El muy imbécil estaba ardiendo en fiebre.

¿Y por qué me preocupaba tanto?

   —Cómo sea —me puse de pie y empecé a buscar algo con que encender algo de fuego. No habíamos comido en un par de días y apenas nos quedaba un poco de alimento y agua que debíamos conservar lo máximo posible. Había calculado que todo se acabaría poco después de reunirnos con mis cazadores y con los hombres de Scorpion, pero me había equivocado. Ahora lo único que me preocupaba era llegar vivos al punto de encuentro.  ¡Por supuesto que no íbamos a meternos solos a ese agujero lleno de mierda! Claro que no, arrastraríamos a más de una treintena de hombres con nosotros y armaríamos una guerra. Inevitablemente eso era lo que tenía que pasar.

Encontré un encendedor en uno de los cajones que había allí y encendí la cocinilla a gas para vaciar un poco de agua en una olla y cocer una sopa. Observé cómo Scorpion tambaleaba hacia una silla. Era divertido ver como a pesar de todo, él seguía siendo el mismo chiquillo enfermizo de siempre.

Algunas cosas simplemente no cambian, aunque intentemos demostrarnos lo contrario. Aún recuerdo cuando llegó a la guarida Cuervo; enfermó la primera semana y vomitó durante toda la segunda, simplemente su cuerpo no podía soportar tanta presión, estrés y desgaste. Es como si simplemente él no estuviese hecho para esto. Nadie lo está, queramos o no. Puedo decir que me gusta el dolor, que me gusta ser torturado, pero no significa que mi cuerpo pueda soportarlo sin sufrir algún rasguño. Yo estaba lleno de cicatrices, mi cuerpo seguía haciendo herido a pesar de todo. Y con Scorpion ocurría algo parecido; él podía seguir enfermando como un ser humano común, pero ahora hacerlo le importaba una mierda. Una enfermedad, una fiebre, una gripe no iba a limitarlo, él no sufría por ello. Al igual que yo.

Solté una risita casi imperceptible.

A pesar de ser uno de los tipos más violentos y locos que he conocido, a pesar de ser un completo hijo de puta, su cuerpo parecía seguir siendo igual de enfermizo. Él seguía tan debilucho como siempre.

Sus manos ardiendo sobre mi cintura me sacaron de mis pensamientos.

   —¿De qué te ríes? —preguntó sobre mi oído. Movió una mano hacia mi cabello y retiró el parche que tenía sobre mi ojo izquierdo y que últimamente me empezaba a molestar. Había decidido coserlo para mantenerlo cerrado y usar el parche para evitar miradas curiosas como la que me dedicó él cuando volteé para verle—. Bonitas cicatrices —bromeó.

   —Gracias —sonreí burlescamente. Me gustaban mis cicatrices, me gustaba todo lo que podía dejar alguna marca en mí. Con la yema de mis dedos acaricié la más grande que tenía sobre el rostro, esa que me hicieron al ingresar al escuadrón Cuervo y que cruzaba diagonalmente todo mi rostro, la que me recordaba que alguna vez fui un cazador, que alguna vez caí en toda la basura inventada por E.L.L.O.S y Wolfang. Subí para rozar la que había destapado Scorpion. Era perfecta, atravesando verticalmente el párpado, ojo y parte del pómulo—. Creo que esta es la que más me gusta.

   —¿Quieres que te haga otra igual? —ronroneó y me atrajo hacia él con fuerza.

   —Si me hicieras eso, creo que me acabarías por dejar completamente y eso sería un problema —bromeé, tratando de apartarlo—. Además, no creo que estés en condiciones para…

   —Te dije que sólo es un resfriado —dijo.

   —Siento el calor sobre tu rostro incluso sin tocarte —rebatí.

   —¿Qué demonios te pasa, Cuervo? —Por primera vez en todo el tiempo que llevo conociéndole, sus ojos me mostraron curiosidad—. ¿Crees que tienes derecho a preocuparte por alguien sólo porque descubriste que el cabrón de Wolfang tramaba algo que no te gustó? —Su pregunta sonó más como una afirmación acusadora que como una pregunta misma—. No vengas ahora con esas tonterías —Sus manos apretando mis mejillas hasta lograr en mi rostro una mueca ridícula aumentaron la presión.

Mi cuerpo se estremeció cuando sentí algo ardiendo sobre la piel de mi brazo y muñeca. Miré de reojo, no podía mover mi rostro mientras él me sujetara así.

   —¿Me has echado agua hirviendo sobre el brazo?

Sonrió.

   —Y si no quieres que te queme vivo, dejarás de comportarte como una niña —me jaló del cuello de la camiseta, levantándome y empujándome para lanzarme y hacerme aterrizar sobre la cama. Avanzó hacia mí con lentitud mientras se quitaba la ropa. Me senté.

Antes de quitarse los pantalones, desenvainó el cuchillo que siempre llevaba atado a ellos.

   —¿Qué vas a hacer con eso? —pregunté sin emoción en la voz. Su respuesta nunca llegó. Se sentó sobre mis piernas y me obligó a recostarme, tomó mis manos y las posó sobre mi cabeza. Sus dedos ardiendo se dirigieron a mis pantalones para quitarlos de su lugar con rapidez, al igual que el resto de mi ropa.

Otra vez lo estaba haciendo, otra vez ejercía su poder sobre mí sin que yo si quiera pudiera moverme.

Cerré los ojos cuando noté a dónde se dirigía el cuchillo. Gemí al sentir el frío de la navaja sobre mi antebrazo izquierdo y cómo lentamente iba rompiendo la piel a su paso. Scorpion aplicó más presión y pude sentir el tacto cálido de la sangre que empezaba a escurrir rápidamente. Abrí los ojos, los suyos estaban clavados sobre mí mientras una sonrisa torcida asomaba por su rostro.

   —¿Te ha gustado eso? —preguntó. Sonreí e intenté controlar mi respiración entrecortada. ¿Qué si me había gustado? Su rostro cambió cuando notó la erección entre mis piernas. 


   —Claro que sí —respondí. Volvió a levantar el cuchillo para herir esta vez mi brazo derecho. Solté un gemido mucho más ronco y fijé mi vista en su pene, completamente erguido frente a mí. A él también le gustaba.

Aún mis brazos estaban sobre mi cabeza y un poco de sangre cayó sobre mi rostro. Scorpion descendió un poco para lamerla y me estremecí completamente ante un escalofrío cuando sentí el roce de su lengua sobre mis mejillas. Sus piernas presionaban con fuerza alrededor de mi pecho y sus rodillas se clavaban en mis costillas, entregándome un suave dolor que me estaba volviendo loco. Su boca subió por mi frente y cabello sin tocarlos, tomó mi brazo izquierdo y comenzó a succionar la sangre que no parecía querer detenerse mientras mordía mi piel. Demonios, él jamás había hecho eso y una nueva sacudida de placer llegó a mi cuerpo mientras lo hacía; sentía correr la sangre por mis venas para salir de la herida y perderse en su lengua que parecía disfrutar de ella como si fuese alguna clase de jugo dulce. Una de sus manos se dirigió a mi entrepierna para comenzar a masturbarme con fuerza y rapidez.

   —A-Ah…S-Scorpion… —Mis gemidos se hicieron más intensos, más ruidosos y un poco más descontrolados. Parecía que el ritmo que llevaba su mano y su boca mientras bebía mi sangre era el mismo, como si ambos movimientos estuviesen perfectamente coordinados. Y eso me hacía perder la cabeza.

Soltó mi brazo para dirigir su mano libre a mi cabello y jalarlo con fuerza, sus labios ensangrentados susurraron algo sobre mi oído que no alcancé a oír para luego morder el lóbulo y descender hasta mi cuello para seguir causándome heridas allí. Cualquiera pensaría que es una locura, pero para entonces yo me estaba perdiendo en el placer. Es así, simplemente. La línea entre el dolor y el placer era muy estrecha.

Es más, para mí no existía esa línea.

   —J-Joder, Scorpion… —gemí, con el pecho agitado. No podía soportarlo más—. Deja de jugar y fóllame de una vez —oí una risa de su parte y sus manos ágiles me tomaron para girar mi cuerpo. Sus piernas y sus brazos ardían, sus manos temblaban por culpa de la fiebre y él aún no parecía darse cuenta de ello. Entró en mí de una sola vez.

La forma en la que me cogía no parecía haber sido afectada por la fiebre.

Me sujetó por el cabello y empezó a follarme sin avisar, obligándome a arquear la espalda. Comenzó a penetrarme con rapidez, tanta que creí que me partiría en dos. Su polla que también parecía arder entraba una y otra vez, quitándome y entregándome el dolor que tanto placer me daba. Su respiración se agitó, sus gemidos escondidos en su garganta comenzaron a escapar de su boca. Dejó mi cabello para arañar mi espalda con cada uña en sus dedos, reabriendo viejas heridas que no tardaron en comenzar a sangrar. Ahogué los gritos contra el polvoroso colchón y con dificultad dirigí una de mis manos a mi entrepierna para masturbarme, pero él la apartó cuando se dio cuenta y empezó a hacerlo él mismo. Era demasiado.

   —A-Ah… no vas… a tocarte —ordenó apenas en medio de gemidos. Era demasiado el poder que él ejercía sobre mí.

Me paralizaba.

Me hacía estremecer.

Me hacía perder la cordura.

   —Más… M-Más… —pedí en un jadeo. Sus embestidas se volvieron más bruscas, más salvajes y su mano masturbándome al mismo ritmo que su violento vaivén sólo hacía que me perdiese más rápido. Otra vez sentí aquel remolino subir hasta mi garganta y bajar por mi estómago. Mi cuerpo comenzó a sacudirse en pequeños y casi imperceptibles temblores involuntarios. Le sentí correrse en mi interior y entonces todo ardió, todo mi cuerpo se estremeció, al mismo tiempo.

Otra vez me abandoné al orgasmo.  

Y cuando me di cuenta de ello, él ya estaba lamiendo la mano que yo había manchado con mi propio semen. No sé si fue ese acto o el escalofrío que sentí cuando salió de mí lo que me hizo temblar y hacerme sentir… ¿Avergonzado?

Scorpion se dejó caer a mi lado. Parecía exhausto.

   —¿Por…por qué hiciste eso? —pregunté aún con la boca contra el colchón. Por un momento creí que no podría moverme nunca más de allí. Sus ojos me miraron fijos, parecían cansados. Estaba algo pálido y sus labios temblaban por la fiebre. Demonios, se veía adorable.

   —Tu sangre es sabrosa —dijo, en un tono monótono—. Supuse que tus demás fluidos también sabrían bien —Definitivamente luego de escuchar eso, sentí algo parecido a la vergüenza.

   —¿Y-Y? —balbuceé—. ¿Qué tal?

   —Tenía raz… —Scorpion calló cuando oímos el silbido de algo dirigiéndose hacia nosotros. Fui el primero en reaccionar y salté sobre él. Algo me golpeó en la espalda—. ¡Branwen! —Su mano me quitó lo que sea que me había caído encima junto a trozos de vidrios de la ventana rota. Nos levantamos con rapidez para mirar sobre el marco, ahora completamente expuesto.

Tres camionetas pasaron raudas y veloces, dejando oír gritos eufóricos y risas.

Las únicas camionetas de cazadores que no tenían protección alguna. Porque no la necesitaban.

Volví a la cama y me senté sobre ella.

   —Esos eran el escuadrón cero… —dije—. Nos han visto, pero cabrones no nos han matado.

   —Hijos de puta.

Notablemente enojado, Scorpion tiró de algunas tablas del suelo y las desprendió para poder tapar el gran agujero que esos idiotas habían dejado por la roca que estaba seguro uno de ellos había lanzado. No conocía al escuadrón cero, sólo sabía que sus jefes eran unos cabrones y que todo ese puñado de animales no eran más que unos engreídos que se creían dueños del mundo.

Y lo eran.

   —¿Por qué mierda hiciste eso? —La voz del rubio interrumpió mis pensamientos.

   —¿Qué cosa?

   —¿Por qué te lanzaste encima de mí?

   —Sólo actué por instinto… —respondí al mismo tiempo que yo me cuestionaba lo mismo. Me había abalanzado sobre Scorpion para protegerlo. ¿Por qué?

   —¿Estás bien? —volvió a interrumpir.

   —¿Qué?

   —Demonios, claro que lo estás —dejó en su lugar la última tabla que cubriría la ventana, apagó la cocinilla a gas y se recostó sobre la cama clavando los azulados ojos fijos en el techo, sin moverlos de ahí. Me recosté a su lado, después de todo sólo había una cama. Mis ojos también quedaron fijos sobre el polvoriento techo de madera que parecía estar a punto de caer sobre nosotros.

 Esos cazadores nos habían visto, habían descubierto nuestro escondite y sólo habían lazado esa roca para jodernos y hacernos ver que ellos sabían nuestras intenciones. Estábamos atrapados.

Sería una locura seguir con este plan.

   —Scorpion, creo que… —guardé silencio cuando oí su respiración profunda, se había dormido. Solté una risa que intenté ahogar en mi garganta, ver a Scorpion dormir era algo que no se daba todos los días. Los ojos cerrados le daban una expresión casi tranquila a su rostro, si le viese dormir sin conocerle, jamás pensaría que es un hijo de puta a sangre fría con serios problemas psiquiátricos y de control de ira. Giré un poco mi cuerpo para observarle mejor y toqué su frente, aún ardía. Tuve ganas de besarlo, justo como el día en que Alexa lo envenenó—. ¿Cómo demonios he caído tan bajo? —susurré en voz baja, sabía que él no me escucharía.

Sí, definitivamente me había dejado enjaular.

Todo mi cuerpo pidió a gritos salir en ese momento, alejarme, escapar. Siempre he estado solo, puedo sobrevivir por mi cuenta allá afuera. Debí haber salido de ahí en ese momento, debí haberlo hecho. Esta situación… Scorpion sólo me llevaría a mi destrucción. Pero. ¿No es eso lo que siempre he estado buscando?

Quizás esa fue la razón por la que me quedé allí.

Notas finales:

Pobre Cuervo :( ha caído en las garras (aguijón ?) de Scorpy. 

Espero que les haya gustado
Criticas? comentarios? pueden dejarlo todo en un lindo - o no tan lindo- review :3 

Abrazooos! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).