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Las Alas de la Verdad por Chiru Less

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Notas del capitulo:

Holaa!!

Perdon por la demora, acá dejo el segundo capitulo!!!

 

Todo estaba oscuro y sucio. La mayoría de las calles estaban desiertas, y no era de extrañar. Ya era de noche. Las casas estaban todas en mal estado, algunas de las cuales carecían de algunas porciones…techos en mal estado, ladrillos a punto de caerse, suciedad en las puertas. Parecía literalmente una ciudad abandonada. Pero él sabía dónde mirar, pues había salido de allí.

 

Una opresión en el pecho lo embargó cuando comenzó a caminar por las calles. Apenas veía, pero sabía hacia donde se dirigía. No se atrevió a llevar el uniforme de la Legión, solo el equipo de maniobras tridimensional.  En momentos como aquel, le avergonzaba tener mayor suerte que esas personas de allí abajo.

 

La ciudad subterránea de Sina, abandonada por los habitantes de la superficie, seguía igual que como la recordaba hacía años atrás. Seguía siendo el refugio de gente que lo había perdido todo, sin oportunidades, rateros y hombres fugitivos de la justicia; en su caso no había tenido otra oportunidad, ya que había nacido allí abajo.

 

Sonrió de mala manera. Si, había nacido en aquella inmundicia de ciudad.

 

Rivaille miró hacia arriba, hacia el techo de aquella ciudad, a quien hasta el privilegio de ver el cielo nocturno se le había negado. Otra vez esa opresión. Siguió caminando.

 

De vez en cuando lograba oír algún que otro sonido, pero sabía que nadie lo atacaría. Quizás algunos hasta lo reconocerían. Recordó cómo había logrado robar su primer equipo de maniobras, como había robado tantas veces para sobrevivir, solo en aquel mundo cruel desde el comienzo, y como desde un principio había albergado odio hacia los inútiles de la Policía Militar. Sonrió. Algunas mañas no se iban jamás.

 

Y pensar que ahora estaban acorralados por aquellos infames.

 

Paró la marcha frente a un estropicio de escombros que había al final del camino. Era un ladrillo sobre otro, derrumbados. Podía ver algo de madera, lo que en algún momento había sido un techo. Suspiro, con cierto alivio. Por lo menos lo que había sido su casa descansaba en paz, sin que nadie se atreviese a ocuparla.

 

La miró unos momentos más, recordando. Allí mismo, cuando la casa aún se mantenía en pie- aunque en un estado deplorable- Erwin lo había atrapado. Era la primera persona que había logrado alcanzarlo con su equipo. Allí fue donde le propuso entrar a la Legión…

 

Giró en seco y comenzó el camino de retorno. Debía salir de allí cuanto antes. Ni siquiera sabía por qué había ido. Aceleró el paso, intentando huir de aquel lugar en ruinas. De aquellos recuerdos…

 

Ya en la superficie, recordó lo que le había dicho a Eren tiempo atrás. Los recuerdos no deben borrarse, pues es lo que lo hacen a uno como persona. Pero algunos dolían demasiado…

 

###################################################

 

Eren se encontraba como mínimo, frustrado, enojado, sin poder adaptarse a su situación actual.

 

Y no es que se encontrara escondido en una cloaca sin poder ver la luz del sol, ni de esclavo bajo el mando de algún déspota, como en los cuentos infantiles que enervaban a Mikasa. No, de eso nada, y eso es lo que más enojo le daba; si fuese así, quizás podría patalear indignado, y su enojo y mal pasar estarían justificados.

 

Se encontraba, ni más ni menos, en un castillo pequeño a las afueras de Sina, junto a Christa. Ni siquiera tenían que trabajar para mantenerse. Tenían personal. Si, personal que los atendía las 24 horas.

 

A decir verdad, no había hablado mucho con Christa en esos últimos días. Parecía que algo había pasado con su familia tiempo atrás, y eso era importante para la Legión. No se atrevía a preguntarle sobre el asunto, temiendo herir sus sentimientos.

 

En cuanto a lo demás… se demostró tan sorprendido como los demás cuando Hanji, en una de sus visitas a la estancia, le había contado lo del titán en la Muralla. Le había explicado a grandes rasgos que pensaban que El Culto, aquella secta que había intentado asesinarlo en su primer juicio, sabía de todo ello desde el principio de la construcción de las Murallas, y que era demasiado peligroso arriesgarse a cometer alguna idiotez- como le había dicho que Rivaille había dicho-, sin saber cuánta información manejaba el ahora enemigo sobre ellos. Y sabían bien que Eren era carne de cañón en esos momentos, por lo que lo habían alejado de aquel ajetreo.

 

Mayor fue su sorpresa al saber quién financiaba todo aquello. Y sabía bien que las expediciones fuera de la muralla debían de ser como mínimo muy costosas…viendo a su alrededor, había sospechado desde un principio que quien los apoyaba era alguien con mucho poder. Pero jamás pensó que…quien los apoyara en esos momentos difíciles, era ni más ni menos, que el hijo del mismísimo Rey de Sina.

 

A diferencia de su padre, siempre se había demostrado muy interesado en la Legión de Reconocimiento, más que en la policía militar. Muchos lo describían como un soñador, alguien digno de llevar adelante las ideas utópicas de un mundo en libertad, libre de titanes. Asi también lo conocían por ser imprudente. Muchas veces manifestaba sus opiniones en forma demasiado directa, lo que le había acarreado varios problemas a su padre, el actual Rey. Parecía tener tanto poder como éste, pues todos sospechaban que sabían la ubicación actual de Eren y Christa, pero nadie había siquiera asomado la cabeza. O tal vez se debía al miedo que infundía Eren desde su última transformación.

 

Erwin lo conocía de no sabían dónde, pero parecía confiar en él. Por lo que Rivaille confió en que Erwin sabía lo que hacía. Y como Rivaille confiaba, todos confiaron, y Erwin habló con el susodicho, quien acepto de buenas a primeras, emocionado con poder ayudar.

 

Eren no le conocía, pero agradecía de corazón lo que estaba haciendo.

 

Una cosa muy distinta era lo que sucedía con sus compañeros.

 

El Comandante Erwin los había distribuido de tal manera que los había alejado a todos entre si. A Mikasa la había enviado lejos, al muro Rose, temiendo que su cuidado excesivo hacia Eren descubriera su paradero, o peor aún… en un arrebato de ira, terminara asesinándose con Rivaille. Había notado como sutilmente la tensión entre ellos dos había aumentado desde el incidente con Annie.

 

Hanji y Rivaille se habían quedado en Sina, pues por el momento, nadie había movido las cartas aun, y Hanji podía claramente jugar con el cristal en el que se había convertido Annie. Aún no había hecho avances, pero había logrado resquebrajar un pedazo, el cual había pulido y llevaba con ella a todos lados.

 

Solo había visto a la Sargento, pero a Rivaille no. Había pasado menos de una semana desde que había despertado, pero ya era extraño no despertarse pensando que de un momento al otro el Sargento podría levantarlos de una patada, o a los gritos diciendo que el lugar era un chiquero y que debían ponerse a limpiar. O sus órdenes en el campo de batalla…

 

Recordó, mientras miraba hacia el cielo despejado, recostado en el pasto, lo sucedido en el Bosque de los Gigantes. Aun recordaba como los demás le habían dicho que confiara en la Legión, que confiara en las fuerzas…

 

Él aun consideraba que había sido culpa suya. Apretó los puños, recordando. Si tan solo hubiera confiado en sus propias habilidades, todos estarían con vida…recordó la voz de Petra, mirándolo tristemente “Acaso no confías en nosotros, Eren?”. Maldición, confiaba en ellos…y en realidad, si se hubiese transformado en ese momento, quizás no podría haber hecho nada. Recordó también que Annie lo había derrotado en esa ocasión, pero quizás, les podría haber dado tiempo…

 

Nadie sabía cómo se darían las cosas. Actuaste bien para el momento y el lugar. No vale la pena ahora repensar en eso”, le había dicho el Sargento. Acaso él no lamentaba la muerte de sus subordinados? También por su culpa, su pierna había sufrido serias lesiones. Y aun así, en el combate final, se las había ingeniado para rescatarlo de sí mismo, una vez más…

 

El sonido de caballos galopando lo sacó de sus pensamientos de forma brusca. Vio a Christa salir a la carrera del castillo, con un delantal puesto. No había mermado en sus objeciones de ayudar a los sirvientes. Sonrió para sus adentros.

 

-          Eren! Son la Sargento Hanji y el Sargento Rivaille!.- gritó, aun corriendo. El corazón de Eren retumbó en su pecho, desbocado. No veía al Sargento desde aquel día, cuando aún no se recuperaba del todo…

 

Se levantó, maldiciéndose por la ansiedad que demostraba. No sabía en que momento ver al Sargento se había tornado tan importante en su tranquila vida de campo. Intentó relajarse, pensando en que aún se sentía culpable por todo lo sucedido…aun sentía culpa por el equipo del Sargento, por su pierna…por todos los problemas que le había causado…

 

Entro al castillo junto con Christa. Pese a ser un lugar lujoso y tener todas las comodidades, no era grande, por lo que después de cruzar corriendo 4 habitaciones diferentes, pudieron dar con el frente del mismo. La luz encandiló un poco a Eren, que seguía oyendo los cascos acercándose cada vez más. Mientras más se acercaban, su corazón golpeaba con más fuerzas…

 

Sus ojos se acostumbraron al paisaje, y vio como dos caballos se acercaban raudamente, provenientes de la ciudad. Podía ver que Hanji ya agitaba sus brazos, soltando las riendas peligrosamente, a modo de saludo. Gritaba algo, pero no podía escucharla bien. Christa reía a su lado, feliz. La soledad la ponía muy mal, y sabía que el hecho de alejarla de Ymir la ponía aun peor; ellas siempre habían permanecido juntas en todo, así como él y Mikasa…

 

Una pequeña polvareda se produjo cuando ambos caballos disminuyeron el trote hasta frenar a 10 metros de donde se encontraban. Varios trabajadores se acercaron rápidamente para sostener a los caballos, mientras Hanji salía propulsada fuera del caballo. Christa corrió a recibirlos cual niña, mientras Eren se quedaba atrás, rezagado. Él también deseaba correr como una niña. Se puso de mal humor frente al pensamiento.

 

-          Ereeeeen!.- gritó Hanji luego de saludar efusivamente a Christa, quien ya lloraba de la emoción.- No saludarás a tus superiores?.- dijo en tono risueño.

 

-          Si!

 

Rivaille aún no había descendido de su caballo, y miraba a Hanji con expresión de asco.  Eren se acercó a paso raudo, con la excusa de saludar. Pese a la insistencia de todos, él aun llevaba el uniforme militar, sin la capa ni el equipo, aunque los tenia bien preparados. Parecía tener la ilusión de que de un momento al otro los atacarían y debía defenderse.

 

Se paró en seco frente a ellos, e hizo el saludo militar. Hanji lo miró con expresión cansada, y se lanzó sobre él.

 

-          Vamos…lo de superiores fue sólo un chiste…podemos decir que somos casi familia, a que si?.- dijo sonriente, abrazándolo. Siempre había sentido cariño por esa mujer…pese a que Hanji anhelaba estudiarlo de arriba abajo, él sabía que en el fondo lo quería. O eso esperaba.

 

-          No pierdo la costumbre, Sargento.- dijo, apenado por la cercanía.

 

-          Dime Hanji! Cuantas veces te lo he dicho? Haces que parezca vieja asi.

 

-          Lo eres.- otra vez los latidos arrebatados. Rivaille bajaba con cierta dificultad del caballo, aunque imperceptible para los demás, él alcanzó a notarlo. O era su paranoia de culpa.- Estás vieja, mujer.

 

-          Viejo estás tú, con esa cara de amargura todo el tiempo.

 

-          Sargento, por favor…-decía Christa a Hanji, intentando calmarla. Hanji la miró por unos segundos, hasta que pareció dejarlo.

 

-          Habrá algo de comer por aquí? El viaje desde la ciudad me ha cansado!.- dijo, riendo.

 

Todos entraron, incluido el Sargento. Eren no podía parar de observarlo, ya que se había rezagado. Es que acaso estaba ahí en contra de su voluntad? Seguramente. Seguro no podía ni verlo, seguro estaba pensando en su equipo…claro, por eso no lo había visto en todo ese tiempo. No podía soportar ver a la causa de la destrucción de su equipo en la Legión.

 

Con ese pensamiento revelador entraron todos a un apartado comedor del castillo, en la planta baja. Pese a las quejas y rezongos de Christa, los sirvientes sirvieron ellos mismos una torta que habían realizado esa mañana. Junto con té. Eso pareció suavizar la expresión facial de Rivaille, quien tomó la tasa con su ya habitual postura antinatural, y bebió. Pareció aprobarlo.

 

-          Todo está delicioso…creo que debería quedarme aquí más tiempo.- dijo Hanji, quien había devorado 2 porciones de la torta sin respirar.- Hemos tenido noticias de todos.- dijo, al pasar.

 

Rápidamente Christa y Eren se inclinaron hacia delante en sus asientos, ansiosos. Ambos estaban preocupados por todos, y a la vez, por personas diferentes.

 

-          Parece estar todo más que tranquilo en Rose. Claramente la pasan mejor que nosotros.- dio un sorbo de su té.- nadie ha sospechado nada. Los altos mandos creen que nuestra separación es como una especie de agachada de cabeza que hacemos frente a los últimos incidentes.

 

-          No hemos hecho nada malo!.- exclamo Eren, sin poder contenerse.

 

-          Durante muchos años hemos intentado explicárselos.- dijo Hanji, divertida.- siempre buscan la manera de desacreditarnos, y nosotros a ellos. Como nunca ninguno logra nada, todos hacemos lo que queremos. Fíjate que seguimos haciendo lo que queremos.- dijo, feliz.- todos piensan seguramente que nos odiamos entre nosotros, que las esperanzas de libertad de han perdido, que alguien se suicidará.- Christa estaba pálida.- Nadie se quitará la vida, no te preocupes. Eso es lo que pretendemos.

 

-          Que alguien se quite la vida, Sargento?.- preguntó Eren, no muy convencido.

 

-          No, Eren. Que crean que estamos desestabilizados. Una cosa es que ellos lo intenten una y otra vez sin lograrlo, y otra, que ellos vean como nos derrumbamos solos. Como no nos vigilan tanto pensando que ya no tenemos la fuerza de antes, podemos movernos con más libertad. Además, aún no han dado ningún veredicto extraño porque Erwin está luchando contra ellos, por todos nosotros.- su expresión se torno melodramática.- Aun sigo investigando el cristal.

 

-          Ha averiguado algo?.- preguntó, interesado.

 

-          Hemos descubierto que el cristal esta hecho de algún material orgánico. Es decir, que está compuesto de la misma sustancia extraña de la que están compuestos los titanes. Creemos que la señorita Annie lo maneja desde el interior, y no es una barrera al azar.

 

-          Eso quiere decir que…

 

-          Tenemos la esperanza de que en algún momento deje de funcionar, o se canse de utilizarlo, o algo. Ha demostrado resistencia extrema, después de dos semanas.- se llevó a la boca otro trozo de torta.- no hemos bajado la guardia en ningún momento, y además está en el subsuelo. Es imposible que escape esta vez. En cuanto a nosotros…- dijo mirando divertida a Rivaille, quien esquivó su mirada.- Creemos que nos quedaremos aquí un par de días.

 

-          Querrás decir que Erwin nos ordenó quedarnos un par de días.- habló Rivaille por primera vez. Intentó no observarlo demasiado.

 

-          Es todo muy relativo. Querer, poder, tener…

 

Mientras seguían discutiendo, Eren se sentía como mínimo, feliz. No podía explicar esa felicidad que lo embargaba, pero así era. Miró a Christa, que reía divertida de las ocurrencias de la Sargento, y pensé que esto nos hacía felices a los dos. No me sentía tan egoísta después de todo.

 

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La tarde pasó rápido, y Eren se acostumbró a la presencia fantasmal de Rivaille. No había abierto la boca en toda su estadía, y parecía que iba a continuar así.

 

Se encontraba haciendo su actual pasatiempo preferido, que era cerciorarse que el equipo funcionara bien. Lo hacía metódicamente todos los días, pese a que jamás lo utilizaba. La presencia del equipo era lo único que lo mantenía con la cabeza sobre los hombros, recordándole la situación actual y como habían llegado a ella.

 

Sintió unos pasos a sus espaldas. Era Hanji.

 

-          Que haces, Eren?.- dijo tranquilamente, sentándose a su lado.

 

-          Intentando mantenerme ocupado.- respondió, intentando parecer casual.

 

-          Estas preocupado por Rivaille, verdad?.- la miró, sorprendido. No pensó que sus pensamientos podían ser tan transparentes. Intentó aparentar tranquilidad, pero hubiese apostado cualquier cosa a que la Sargento era capaz de oír los latidos en su pecho.- Y…quieres saber qué hacemos aquí, verdad?.- lo dijo para que Eren preguntara, pues parecía morirse por contarlo. Sus lentes se opacaron.

 

-          No fue por orden del Comandante?.- dijo Eren, asustado por la expresión de Hanji.

 

-          Sí, claro…pero no quieres saber qué hizo que Erwin nos ordenara venir aquí?

 

-          Que ha sucedido?.- dejé de lado el equipo. Era inútil que ambos ocultáramos la emoción.

 

-          Erwin le ha dicho a Rivaille que solucione sus problemitas mentales lejos de la ciudad.- parecía estar conteniéndose, como si fuese a reír en cualquier momento.- sin contar con que aún no se ha recuperado de esa maldita pierna, y no para de quejarse.

 

-          De sus problemitas mentales?.- claro, lo sabía…era todo por su culpa.

 

-          Oh si, está peor que nunca. Creo que la muerte de su escuadrón le ha pegado duro. – dijo, riendo.

 

-          Puedo preguntarle qué le parece tan gracioso?.- le fastidiaba que la tristeza del Sargento le generara gracia.

 

-          No lo sé, porque no se lo preguntas? No has hablado con él aun, verdad?.- dijo, poniéndose seria. Eren desvió la vista.- Aún no se atrevió a dirigirte la palabra, no es asi?

 

-          No es verdad! Soy yo el que debe hablar con el!.- dijo, exasperado.

 

-          De qué debes hablarme?

 

Parecía una trampa.

 

El sargento se encontraba detrás de él, en el mas absoluto silencio. Lo observaba con expresión inescrutable, aunque con un dejo de tristeza en su interior.

Su voz y su valor de repente lo habían abandonado.

 

Notas finales:

Bueno, Espero que les haya gustado!!!

Haganmelo saber!!

Nos leemos! :D


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