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Extra-Fujoshi por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Que el yaoi esté con ustedes!!! Que así sea!!!

¡Feliz casi navidad!!

Bueno, estamos a un día de que sea Noche Buena, no es lo mismo.

Les saludo desde mi pueblo (nuevamente robándome el WI-FI del vecino) (Shh!!)

Espero que este capi les guste tanto como a mi, es muy lindo y varias personas alguna vez me pidieron que mostrara un poco más de Ren y Yuu en versión niños, bueno... aquí lo teneís

Los amo mucho y muchísimas gracias :D

Capítulo 3.- El gozo en el pozo.

 

Aclaración: Este extra ocurre un poco después de los hechos acontecidos en “Fujoshi de mi corazón” enfocándose en una sola de las parejas de la historia. Ren Ashiya y Yuu Madara. A su vez, se ubica en épocas más remotas, específicamente, la infancia de Ren, Yuu y Misaki.

****

Llevaba al menos diez minutos tocando la puerta con demasiada fuerza. Estaba furioso… no… eso era poco, estaba horrorosamente fúrico. Cuando Misaki le dijo que Ren no había asistido a clases y que el día anterior se había volado su práctica de natación, Yuu tuvo unos inmesos deseos de molerlo a golpes. ¿Por qué era tan irresponsable? ¿Y por qué precisamente ese día? El idiota ese lo había incordiado por meses para que almorzaran juntos y después, para que intercambiaran dichos almuerzos. Se había esforzado demasiado toda la noche para conseguir algo que fuese de su agrado y el muy bastardo decidía no ir.

Voy a matarte, pensó con rabia sin dejar de tocar la puerta. ¿Por qué no atendía? Su ira aumentaba más y más con cada golpe, las cosas no fueron muy bonitas cuando Ren por fin abrió la puerta. Lo primero que recibió fue un puñetazo que lo dejó en un estado más somnoliento del que estaba. Generalmente, cuando Ren recibía un golpe se quejaba o hacía bromas maliciosas, pero en esta ocasión se dejó golpear sin decir nada y aquello extrañó demasiado al pequeño Kaichou.

                —Hola fierecilla—le saludó mareado el capitán del equipo y con una sonrisa a pesar del golpe.

                —¿Qué… qué tienes ímbecil? ¿Te sientes mal?—preguntó extrañado Yuu y solo para comprobar, colocó su mano en su frente, descubriendo la temperatura alta que poseía—. ¡Mierda! ¡Estás ardiendo en temperatura!

                —Arder es bueno, las chicas suelen decir que “estás que ardes” cuando eres muy apuesto… ¿Soy ardiente fierecilla?

Yuu bufó y entró de lleno a la casa llevando el brazo de Ren en dirección a la cama. El pelirrojo estaba tan perdido en la somnolencia que ya ni siquiera era consciente de las cosas que decía. El más bajo lo escuchó decir incoherencias sin parar, lo obligó a acostarse en la cama y preparó paños húmedos para bajarle la fiebre.

                —¿Por qué mierda no me dijiste que estabas enfermo? Te pude haber hecho un justificante para tus clases y así yo no habría pensado que estabas de vago—le regañó sintiéndose un poco culpable, lo había querido moler a golpes y en realidad estaba enfermo.

Aunque tampoco es como si esté preocupado por ti. ¿Entiendes? Le dijo en su cabeza y colocó el primer paño en su frente, ganándose una sonrisita traviesa. Si Ren hubiese estado en sus cinco sentidos no habría parado de alardear que él, precisamente Yuu Madara, le estuviese cuidando al estilo de una novia ansiosa. Pero como no lo estaba, el mayor solo balbuceó palabras sin sentido.

                —Mi hermosa fierecilla… es tan bonita… fierecilla preciosa… Yuu…

                —Cállate—replicó sonrojado e irritado en partes iguales Yuu.

                —Lamento que tengas que cuidar de mi… es genial… Yuu fierecilla… enfermera… hace calor… tengo frío…

El aludido giró los ojos y buscó en el botiquín un analgésico que sirviera para que su fiebre disminuyera, pues no veía resultados solo con los paños. Aunque también fuese para que se callara. No sabía quién le abochornaba más, si Ren arrogante y burlón o Ren enfermo y excesivamente sincero.

Consiguió un vaso con agua y le dio la pastilla levantando su cabeza con cuidado. Ren obedeció como jamás creyó Yuu que lo haría y estaba empezando a desear que se quedara de esa forma para siempre, pues al menos así era más manipulable, cuando el capitán comenzó a dormitar con más palabras que rayaban el exceso de la inconsciencia.

                —Yuu es tan bonito… cuidando de mi… por primera vez… mi… fierecilla… te quiero…

Habituándose al rojo de sus mejillas, negó viendo con cierta satisfacción cómo poco a poco se quedaba dormido. Menos mal, ya te callaste, pensó y tomó su mano entre la suya, fusionando los dedos y acomodándose a la orilla de la cama. Ren estaba equivocado, completamente. Ésta no era la primera vez que cuidaba de él, pero conocía la pésima memoria que se cargaba y no debía pedirle demasiado. También cerró los ojos poco a poco para perderse en los recuerdos de esa “primera vez”.

****

Misaki estaba llorando y él no entendía el motivo. Vale, quizá sí lo entendía. Todo era culpa del tarado de Ren, ese niño molesto y odioso que hacía un mes le había dado el mejor regalo del mundo. Estaba molesto por eso. El niño no le agradaba y por lo mismo no lo invitó a su fiesta, Yuu era así, no iba andarse con rodeos extraños y sentimientos fingidos. Pero a su mamá no le importó y lo invitó. Al verlo, estuvo a punto de gritarle que se fuera, aún si era grosero y aún si su mamá lo castigaba, pero el niño le mostró su regalo y, al verlo, no pudo evitar sonreír. Era un cachorrito precioso y hasta la fecha, Kuma, como lo había llamado, le provocaba tanta felicidad que le enfadaba. Sí, le enfadaba que el responsable de la misma fuese ese niño que tan mal le caía.

                —Ya Misaki, no llores, no pasa nada. Mejor apurémonos y vayamos a pedir dulces.

                —¡No!—replicó en berrinche el niño rubio sonándose la nariz—. ¡Ren dijo que vendría con nosotros y voy a esperarlo aún si nos deja plantados y no nos dan ningún dulce!

Yuu estuvo tentado a bufar enfadado. Yo no pienso quedarme sin dulces por culpa de ese tonto, pensó enfurruñado. Era Halloween, lo que significaba que estaban disfrazados y dispuestos a pedir dulces a los vecinos. O al menos él lo estaba. Pero Misaki estaba empecinado en esperar a Ren y por lo mismo lloraba.

Estaba pensando seriamente en llevarse aunque fuese a rastras a su mejor amigo cuando el mencionado Ren Ashiya apareció corriendo a toda velocidad con su disfraz de “La muerte”. Incluso llevaba la hoz en una de sus manos, obviamente de plástico, para nada peligrosa. Misaki, en su disfraz de lobo, según él, pues todo aquel que lo viese pensaba que era un cachorrito, brincó emocionado al verlo llegar y Yuu torció la boca.

                —¡Siento la tardanza!—se disculpó el niño pelirrojo—. Hola Misaki—acarició la cabeza del niño y este enrojeció de alegría.

—¡Ren! ¡Qué felicidad!—exclamó Misaki dando brinquitos, estaba muy feliz.

Era Misaki Takaba, el niño que adoraba por sobretodas las cosas a Ren, incluso si éste le hacía esperar más de media hora. Yuu tuvo ganas de golpearlo con esa hoz de plástico que se cargaba. Ren se percató de la presencia de Yuu y estuvo tentado a lanzar una risita. Si él fuese su amigo, podría palmearle la cabeza como a Misaki y decirle que su disfraz era incluso más bonito que el suyo. Yuu era un mago, seguramente, llevaba el sombrero picudo de las brujas y la túnica morada.

                —Hola Yuu—dijo tímidamente.

                —Hola—respondió escuetamente el niño y detrás de él, Kuma movió la cola y se acercó al pelirrojo.

Ren le sonrió al cachorro y lo acarició con ternura.

                —¡Cachorrito!

                —Su nombre es Kuma—le corrigió Yuu con sequedad y Ren parpadeó sintiéndose regañado. Misaki en su burbuja de felicidad al tener cerca a Ren, ni siquiera se dio cuenta de la tensión en ambos niños.

Cuando Misaki era un niño, era bastante mono, esa podría ser una buena explicación. Lloraba con facilidad y se emocionaba como si fuese la mismísima representación de la alegría, sobretodo si Ren estaba en el mismo espacio que él.

                —Lo siento—se disculpó y acarició al perro haciéndole mimos—¡Hola Kuma!

Misaki se unió a los juegos con Kuma y ambos, rubio y pelirrojo se sonrieron al mismo tiempo, como si compartieran complicidad, cosa que puso de peor humor a Yuu. Cruzó los brazos y rompió el ambiente casi de armonía con su mirada.

                —¿Iremos por dulces sí o no?

Ren se rascó la cabeza con nerviosismo y Misaki le miró con duda. Parecía que Ren tenía algo que decir y Yuu entrecerró los ojos. Si resultaba que el tonto no planeaba pedir dulces con ellos, no le iba  a importar nada y se le lanzaría encima con un golpe.

                —¿Pasa algo Ren?—preguntó Misaki con un gesto de curiosidad que provocaba que se viera adorable.

                —Mmm… sí… digamos que… sí voy a pedir dulces… pero antes quería ir a un lugar—sus ojos se iluminaron como si se le acabara de ocurrir algo muy bueno—. ¿Me acompañarían?

                —¿Qué lugar? Espero que no sea una broma tonta de tu parte—agregó recelosamente el pequeño Yuu y Kuma volvió a su lugar ladrando, como si estuviese de acuerdo con Ren.

                —No, no es una broma Yuu, es un lugar genial, si vamos los tres, les prometo que será divertido. Disfrutaremos de un Halloween inolvidable. ¿Qué dicen?

Misaki comenzó a brincar aferrando el brazo de Ren mientras decía sin parar “Vamos, vamos”. Kuma, más tranquilo, se sentó al lado de Ren, respaldando su idea y a Yuu no le quedó otro remedio que aceptar. Se contuvo de hacer muecas porque su mamá decía que su rostro se veía feo con ellas y asintió de acuerdo.

                —Bien, vayamos, pero después pediremos dulces. ¿De acuerdo?

Ren asintió satisfecho y Misaki sonrió.

****

Los tres niños caminaban en el interior de la mina mientras el sol se ocultaba, dándole un aspecto casi tétrico al sitio. Kuma delante de Yuu, quien iba al último al ser el menos interesado. O al menos, al fingir serlo. Nuevamente estaba molesto y era culpa del tonto de Ren. El lugar era increíble, el niño pelirrojo se la había pasado contándoles durante todo el camino, la historia de esa mina.

Se decía que era una mina abandonada y dentro de ella vivían fantasmas de los mineros que en alguna ocasión se quedaron atrapados durante sus horas de trabajo. Nadie les pudo ayudar a salir y murieron desesperados, jurando que penarían todas las noches hasta encontrar el descanso eterno. Un cuento de terror bastante clásico para espantar a cualquier niño. Pero no para Ren Ashiya, quien amaba los retos y no se rendía fácilmente, claro que no.

Quería pasear en esa mina abandonada por lo menos un rato y comprobar que él era superior a todos esos cuentos de miedo. El hecho de que Misaki y Yuu le acompañaran, incrementaba el heroismo de su hazaña, pues eran testigos de la misma. El pequeño rubio se abrazaba a sí mismo mientras caminaba, no quería admitirlo, pero estaba muerto de miedo y Yuu estaba fascinado con la historia y el lugar, pero obviamente no iba a admitirlo.

                —¿Nos quedaremos mucho tiempo?—hizo su pregunta Misaki sin poder aguantarse más.

                —Descuida Misaki, si tienes miedo, puedo tomar tu mano—sugirió Yuu con una dulce sonrisa, de aquellas que nunca le dedicaba a Ren, aunque lo hubiese hecho una sola vez.

Sin embargo, el menor negó con firmeza y señaló a la manzana de la discordia, aumentando sin querer su desagrado.

                —Quiero que Ren me de su mano, me siento seguro con él.

El aludido le sonrió y aceptó mientras Yuu fingía que no le había molestado para nada la respuesta.

                —De acuerdo Misaki—se acercó a él y entrelazó sus dedos con los suyos, provocando que Yuu resoplara en su interior y se adelantara para explorar por sí mismo la mina.

Ahora sí detestaba a Ren, mucho. Siempre le quitaba a Misaki, siempre dueño de sus pensamientos, siempre teniendo la razón, siempre siendo el mejor. ¿Algún día lograría ganarle en algo? Frunció el ceño a pesar de su corta edad y Kuma se enredó en sus pies para animarlo. Le sonrió a su cachorro y se sintió mejor. Al menos él siempre estaría a su lado y era algo que no planeaba cambiar nunca.

Kuma continuó jugando entre sus piernas y Yuu se reía con ganas sin ser consciente a su alrededor. Quizá, si lo hubiese hecho, habría notado como Ren no le quitaba la mirada de encima, fascinado con su risa o tal vez, se habría dado cuenta de que los juegos de Kuma lo estaban llevando a pisar terreno peligroso, en sentido literal, pues había una sección de la mina sin terminar y caminaban por un sendero que bordeaba un pozo. Kuma ladró brincando en los pies de Yuu y la tierra bajo sus pies se removió rápidamente.

El niño pelinegro disfrazado de mago habría caído irremediablemente de no ser porque los reflejos del niño “muerte” fueron mejores. Ren soltó la mano de Misaki y empujó a Yuu lejos del borde, colocándose en su lugar, movimiento que provocó que los escombros cedieran. En cuestión de segundos, Ren cayó al pozo, Misaki lanzó un gritito y Yuu estaba por reclamarle el que le empujara cuando fue consciente de lo que había hecho.

Al instante Misaki comenzó a llorar.

                —Misaki calma… tranquilo…—trató de razonar Yuu aún extrañado por lo ocurrido.

¿Por qué Ren había hecho eso? ¿Por qué le salvó? Se suponía que no se caían bien el uno con el otro, no tendría razones para ayudarle. Pero lo hizo y peor, tuvo consecuencias graves. Estaba atrapado en un pozo, ya era de noche y no veían absolutamente nada, por lo mismo, no sabían cómo ayudarlo a salir. ¿Y si en verdad no podían sacarlo del pozo? No lograba concentrarse entre el llanto de Misaki y la reciente, pero rara sensación en su pecho.

                —Ren cayó al pozo… Ren murió… Ren…—no paraba de llorar Misaki y Yuu estaba por entrar en estado de desesperación cuando ambos pudieron escuchar perfectamente la voz del otro, aunque algo lejana, cabe destacar.

                —Descuida Misaki, estoy bien. Solo fueron unos cuantos rasguños. ¿Ustedes están bien?

                —Lo estamos—respondió el “mago” con cierto alivio en su pecho—. ¿En qué estabas pensando? Pudiste herirte de gravedad. Tenemos que sacarte de ahí.

                —Llamemos a los mayores, ellos sabrán qué hacer—sugirió el rubio y Yuu asintió de acuerdo con la idea, pero Ren se negó.

                —No, no podemos llamar a los adultos, nos regañarían, no deberíamos estar aquí. Además, mis padres no están en casa, se suponía que me quedaría con Misaki, así que no hay problema.

Yuu torció el gesto con coraje. ¿Acaso estaba insinuando lo que creía? Misaki se encargó de comprobar sus teorías con una angustiada frase.

                —Pero Ren… no puedes pasar la noche aquí… ¿Y si los fantasmas vienen por ti?

                —Escúchalo, Misaki tiene razón, independientemente de los fantasmas, es un lugar peligroso, no te puedes quedar solo aquí.

                —Voy a estar bien.

La confianza que Ren expiraba en sus palabras hizo enfadar de más a Yuu. ¿Por qué se portaba de esa forma? ¿En serio planeaba pasar solo su noche de Halloween atrapado en ese pozo? Apretó sus puños y tomó una decisión firme.

                —Bien, si te empeñas, yo también lo haré—tomó la mano de Misaki y comenzó a arrastrarlo ante sus preguntas—. Ahora volvemos Ren, encontraremos una forma de sacarte, ya lo verás.

Ren les dijo adiós en un susurro mientras se acurrucaba en un rincón del pozo.

****

No lo lograron.

Era más que obvio. Yuu y Misaki se movilizaron en sus casas tratando de no levantar sospechas con sus respectivos padres, pero ni así consiguieron algo que funcionara. La cuerda que Yuu encontró en el garage de su padre, era demasiado delgada como para aguantar a Ren y que éste escalara el pozo. Y la lampara que Misaki consiguió no alumbraba demasiado, lo que no les dejaba ver bien la extensión del pozo y si era posible la existencia de una salida. Estaban frustrados, obviamente, Misaki se habría lanzado a llorar de no ser por la firmeza de Yuu, quien parecía no rendirse. Una vez asimilaron que, en efecto, Ren debía pasar la noche ahí, utilizaron todo su ingenio para por lo menos, hacerlo sentir tranquilo en su estancia.

Con una pequeña cubeta, amarrada a la soga encontrada, le transportaban toda clase de objetos de recreación. Cómics, juguetes, dulces, comida; Ren no sonaba alterado ni nervioso y una vez que ambos estuvieron satisfechos, el pelirrojo los mandó a dormir a sus respectivas casa. Al principio Misaki se negó demasiado, pero luego de mucho razonar, aceptó. Ambos niños se despidieron de Ren con ciertos recelos y se marcharon a sus respectivos hogares para dormir.

O al menos, intentarlo, aunque pareciera imposible.

Yuu simplemente no podía dormir. Cada vez que se retorcía en la cama o se acurrucaba, se imaginaba a Ren, ahí arrinconado en ese sitio tan feo. Quizá sentía frío, eran unos tontos que no le habían llevado cobijas. Tal vez tenía miedo, quizá estaba siendo atacado en ese momento por los fantasmas de los mineros, seguramente necesitaba ayuda. Él pudo ser quien estuviese en esa situación, pero no, Ren le salvó y no sabía cómo sobrellevar la culpa y la preocupación.

Se desesperó, no podía más. Con firmeza Yuu se levantó de la cama, se cubrió el pijama con un abrigo gigante y se puso los zapatos más cálidos que tenía, pues hacía demasiado frío afuera. Hace mucho frío y él está solo en ese lugar, pensó preocupado en extremo por Ren. Preparó una maleta con cobijas, robó de la alacena un par de cartones de leche con chocolate y, seguido por Kuma, quien notó sus intenciones en cuanto lo escuchó levantarse, salió con mucho cuidado de su casa en dirección a la mina.

Estaba completa y absolutamente loco, solo a él, un niño de 6 años, se le ocurría salir solo a las 3 de la mañana en una noche de Halloween, y peor, para meterse a una mina abandonada. Pero no le importó, la sola idea de imaginarse a Ren atrapado en el pozo y padeciendo lo que a él le debió tocar, mermaba toda lógica. Entró a la mina y alumbró un poco con una linterna que también robó del garage de su padre. Como ya era más noche, se veía más oscuro y por lo mismo, más tétrico. Reconoció el sendero y pudo ver la débil luz proveniente del fondo del pozo. Se acercó con prisa.

                —Ren… ¿Estás despierto?

                —¿Yuu? ¿Qué haces aquí? Debe ser tardísimo. Vuelve a casa.

                —No lo haré, no voy a dejar que te quedes solo en este sitio—respondió con una mueca y bajó unas cuantas cobijas con la cubeta—. Traje cobijas para que no sientas frío, también hay leche, por si tienes hambre. Me voy a quedar contigo lo que queda de la noche.

Ren recibió las cosas con una sonrisa. Yuu estaba siendo amable con él, si no fuese por la situación en la que estaba, se habría puesto a brincar como Misaki lo hacía. Por Dios, se iba a quedar con él. Sintió su pecho acelerarse con el pensamiento y se cubrió con las cobijas bebiendo de la leche.

                —Gracias Yuu.

                —No digas nada, duérmete—respondió el niño de los ojos ambarinos preparando una de sus cobijas para acostarse en el suelo, a la orilla del pozo.

                —En realidad no quiero dormir, me da algo de miedo. ¿Qué te parece si platicamos de algo para dejar pasar el tiempo?

El aludido encogió los hombros y aceptó. ¿De qué podrían hablar ellos dos? No tenían nada en común y ni siquiera se agradaban. Sin embargo, entendía su miedo, él mismo tampoco querría dormirse en esa mina con todos esos cuentos de fantasmas. Así que no les quedó otro remedio que socializar entre ellos. Platicaron de sus mascotas favoritas, de sus padres, de sus películas favoritas y así, entre ciertas bromas y risas, Yuu Madara tuvo que aceptar que quizá… solo tal vez… Ren no era tan desagradable. Pero era obvio que no se lo diría.

Se contaron una anécdota más y luego de varias risas, el sueño venció al más bajo, dejando a Ren sumido en un extraño silencio. Pero en esta ocasión, no era como al principio, pues sabía que Yuu estaba ahí, con él, cuidándole, a su lado. Se pasó la mano por la cabeza como la última vez y se sintió mareado. Ya no sangraba como al principio, pero había visto en los programas de televisión que si te dabas un golpe en la cabeza no debías dormir o de lo contrario algo grave te pasaría. No lo entendía muy bien, pero más valía prevenir. Por ello no quería dormirse, pero ahora que Yuu estaba perdido en el sueño, no sabía qué más hacer para entretenerse.

Cuando sus ojos comenzaban a ceder al cansancio y la debilidad que la pérdida de sangre provocaba en su cuerpo, Ren sintió que alguien le lamía la cara. Medio reaccionó y casi brinca llevándose otro golpe al ver a Kuma a su lado. No entendía. ¿Cómo había logrado Kuma llegar ahí? Se levantó al instante y recogió todas sus cosas alumbrándose con la lámpara de Misaki. Le sonrió a Kuma y un mareo más fuerte le sacudió la cabeza. Pero no podía dejarse vencer ahora que tenía una posibilidad. Con la cuerda de Yuu, afianzó el cinturón de Kuma y suspiró con decisión.

                —Muy bien Kuma, sácame de aquí.

El cachorrito ladró en señal de afirmación y comenzó a caminar guiando a Ren en la oscuridad.

****

Los rayos del sol le dieron en la cara y lo obligaron a despertarse. Pensaba en hacer muecas y decirle a su madre que era muy temprano cuando recordó dónde estaba en realidad. Se levantó de golpe y al ser de día, la mina ya estaba iluminada. Yuu miró a su alrededor y no encontró a Kuma. Aquello lo puso de nervios, estaba tentado a buscarlo en todos los rincones de la mina cuando un ladrido atrajo su atención.

A lo lejos, saliendo de un hueco que en la noche no pudieron ver, el pequeño cachorro jalaba a Ren, quien se veía demasiado pálido, hasta el traje de “La muerte” le quedaba a la perfección. El niño le sonrió aliviado al verlo aún ahí a pesar del cansancio y la debilidad y Yuu no comprendió el acelerar en su estómago, pero no le importó. Se acercó a ambos corriendo y tratando de ayudar.

                —Qué bueno que pudiste salir.

Ren estaba por decirle que todo era mérito de Kuma cuando ya no se pudo frenar más. En el instante en que estuvo frente a Yuu, el mareo se intensificó y vomitó a los pies del pelinegro. Yuu se espantó de tal reacción y al verlo bien, se dio cuenta. Tenía sangre seca en la cabeza y su traje estaba manchado de la misma. Los nervios se le alteraron más y con Kuma sostuvo a Ren en sus brazos para llevarlo a un hospital, el más cercano que tuviesen.

Con dificultad lo lograron y en cuanto estuvieron en el sitio, las enfermeras, espantadas de ver a un par de niños a esas horas de la mañana con cara de espanto, les atendieron. A Kuma lo dejaron en el jardín donde las personas esperaban, pues en el hospital no permitían mascotas y luego de revisar que estuviese bien, dejaron que Yuu esperara a Ren y su veredicto.

Daba de vueltas sin control. Estaba demasiado ansioso, en verdad esperaba que ese niño tonto estuviese bien. ¿Y si muere? Sería tu culpa, pensó trágicamente y comenzó a comerse las uñas. Estaba bien que no le agradaba, pero no quería que muriera, además, mientras estaba en el pozo, le cayó bien, quería que estuviese sano, quería seguir compartiendo cosas con él y aún si Misaki le dejaba varado por su culpa, lo prefería antes de que desapareciera para siempre.

Varios minutos después, cargados de preocupación para el pequeño corazón de Yuu, la puerta se abrió y dejó ver a un sonriente Ren Ashiya con la cabeza vendada y una paleta de chocolate en la mano. No parecía a punto de morir, todo lo contrario, Ren viviría muchísimo para hacerlo enojar. Quiso darle un manotazo y no se contuvo.

                —¡Auch!—se quejó el pelirrojo sobándose el brazo y Yuu le miró mal.

                —Eso es para que aprendas la lección, estaba demasiado preocupado por ti. ¿Por qué actúas como si nada hubiese pasado? Hasta mi Kuma resultó metido en el problema y él ni la debía ni la temía.

Contrario a lo que pensó que pasaría, Ren no se amedrentó con el regaño, al contrario, le sonrió a Yuu con más ganas y el pelinegro se extrañó de tanta euforia.

                —Descuida, estoy bien, solo me cosieron unos puntos. Kuma es mi rescatador y es por ti que este golpe no pasó a mayores. Gracias por cuidarme Yuu.

Antes de que replicara que él no le había cuidado, Ren ignoró todos los radares de su pasado y abrazó al pequeño con ganas. Fue la primera vez que Yuu Madara enrojeció por completo debido a sus acciones y se lo quitó de encima avergonzado.

                —¿Qué estás haciendo? Me estás asustando. No vuelvas a abrazarme nunca más.

Ren entrecerró los ojos y asintió dándole el avión.

                —Sí, sí, lo que tú digas.

Yuu torció la boca y cruzó sus brazos antes de decir con suficiencia:

                —Me agradabas más cuando estabas en el pozo. Te debería ir a tirar de nuevo—el pelirrojo se indignó y Yuu ocultó la risita en lo más profundo haciendo un mohín y caminando a la salida para encontrarse con Kuma—. Mueve tu trasero, hay que ir a buscar a Misaki para avisarle que ya estás bien. Y por cierto…—entrecerró los ojos y adoptó un gesto amenazante—… no te atrevas a contarle a nadie que pasé la noche contigo.

El aludido asintió solo porque en su mente quedaron grabadas esas palabras. “Me agradabas más” eso era un indicio de que, posiblemente, a Yuu ya le caía un poco mejor. Quiso atesorar tal sentimiento en su corazón y caminó al lado del más bajo con una risa escondida, casi cómplice a la que Yuu ocultaba.

Y los tres se encaminaron a la casa de Misaki para darle la buena nueva con un secreto más en sus corazones.

****

Abrió los ojos sintiendo más claridad. Su garganta ya no estaba tan seca e incluso el frío de su cuerpo se había marchado. Ren se acomodó en su cama y cuando quiso estirarse se dio cuenta que una de sus manos estaba prensada a otra. Hizo una sonrisa maliciosa, esto estaba de fotografía y planeaba aprovecharlo. Tomando su celular del buró, capturó la adorable imagen de su fierecilla aferrada a su mano y durmiendo a su lado. Ya tengo más material para molestarte mi querido Yuu, pensó perversamente y trató de despertarlo.

                —Hey… Yuu… despierta…

Pero el pequeño Kaichou estaba metido en el mundo del sueño. Medio se acomodó en su posición y Ren creyó divertido despertarlo con un beso, como lo hacían las parejas cursis en las películas. Sin embargo, ni eso funcionó, aunque sí debía decir que abrió sus ojos, pero seguía dormido, se notaba en su semblante.

Ren sonrió y atrajo a Yuu a su cuerpo para que se recostara correctamente. La razón por la que se sentía como nuevo era porque su fierecilla le había dado cuidados, casi como una agnegada y dulce enfermera. La emoción en su cuerpo fue indescriptible y besando sus cabellos, lo abrazó acomodándolo junto a él para poder dormir juntos.

                —Gracias por cuidar de mi, hermosa fierecilla.

No se lo esperaba, pero le hizo muy feliz el escuchar como Yuu Madara le daba una respuesta.

                —Siempre…—susurró en sueños y Ren sonrió más enamorado de él que nunca.

Besó sus labios una vez más y se acurrucó a su lado para reposar de nuevo y así curarse por completo. Aunque quizá, ya no fuese necesario, Yuu Madara, desde el principio, desde que eran niños, cuidaba de él aún si lo odiaba, no hacía falta nada más.

El amor de su fierecilla era la mejor medicina.

Notas finales:

Miny... a veces eres una cursi de mierda.

:/ lo siento.

Ren enfermo es muy divertido, a mí me agrada, aunque Yuu enfermera es una cosa preciosa!!

Mini-Misaki es adorable, pero muy llorón, sin duda, yo creo que si el Misaki actual lo viera, se avergonzaría demasiado jajaja

Pero quien se llevó el estrellato fue Kuma-cachorro!!! (Oh Dios, Kuma!!!)

-¿Miny estás bien?

-Sí, sólo se me metió una "MuertedeKuma" en el ojo, nada más

Ya basta!!

Espero que les haya gustado fierecillas, si no fue así, línchenme!! Pero después de Navidad, ahora no jajaja

No ya, fuera de broma, en verdad les deseo a todos ustedes grandes fiestas con sus familias, amigos, novios, amantes y mascotas (oh sí, mascotas también). Disfruten sus cenas y sus festividades (cada quien celebra de forma diferente la Navidad) ¡Oh yeah! Posadas!!! (Miny te perdiste, lo siento, los dulces me pierden)

Finalmente, les diré que, para avisar de qué tratarán los próximos capítulos, se me ha ocurrido hacer un juego de palabras clave. Yo les daré la palabra clave sobre la pareja o personaje y ustedes adivinarán. Algunas serán muy sencillas, porque tiendo a decirlo todo ;)

Así que... la palabra clave del próximo capítulo es: CRONOGRAMA

Creo que pueden darse una idea (como siempre, Miny es muy obvia jajaja)

Ahora sí, los amo mucho, felices fiestas y ojalá les guste.

Nos vemos el viernes ;)


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