-Señor…- Ahora era Yugi quien hablaba- No cree… que es muy doloroso ese trabajo para el?- Pregunto mirando a Yami salir del lugar
-El no tiene corazón hijo mío, así que estará bien, pero Leben algo que nunca debes hacer es tener cariño por él, ahora retírate- Dijo Dios con voz dulce y tierna
-Si, señor- Y salió del lugar, y sigo el rastro de luz que había dejado Yami.
Volaba lo más rápido, para poder alcanzar a Yami, pero no fue lo suficientemente rápido, pero algo en su interior lo guiaba hasta aquel árbol donde se encontraron y cantaron juntos. Voló en aquella dirección y al llegar se encontró a Yami, mirando fijamente el lago, con la mirada perdida y un vacio en ellos, descendió lentamente hasta donde se encontraba Yami.
-Yami…- Llamo con voz delicada y cargada de compasión por aquel angel negro.
-Yugi, no debes estar aquí- Dijo Yami aun sin apartar su mirada del lago
-Yami… lo siento mucho, puedo notar en tu mirada que no te gusta tu trabajo- Dijo acercándose poco a poco hasta Yami
-No tienes por que sentirlo, Yugi, ya oíste a el señor, yo nací para tomar lo que el no es capaz de hacerlo- Dijo en un suave susurro que fue escuchado solo por Yugi
-Lo oí y se me hace, injusto, pero son cosas que solo el señor sabe- Dijo Yugi intentando no ponerse de parte de ninguno
-Gracias, Yugi- Susurro Yami y se levanto de su lugar
-No me agradezcas, Ya te vas?- Pregunto un tanto desilusionado
-Si, tengo trabajo que hacer, nos veremos después Yugi- Y salió volando, dejando caer unas cuantas plumas de sus alas de color gris.
Yugi, miro a Yami desaparecer entre las nubes y luego miro las plumas que había dejado en el lugar, recogió una con mucho cuidado…
-Yami…- Y susurro el nombre de el angel de la muerte, guardo la pluma entre las suyas y se fue hacia donde su nueva obligación lo llevaba.
Pasaron dos amaneceres, cuando Yami, fue llamado nuevamente ante Dios…
-Yami, te he llamado por que tienes que, desaparecer a un angel que ha estado pecando de vanidad, su nombre es Tristán, supongo que lo conoces? – Dijo fríamente Dios
-Si señor, en este momento iré por su alma…- dijo con un poco de tristeza, sabía que ese angel era amigo de Yugi, aunque no lo había tratado, había visto que siempre estaba junto a Yugi
-Quiero que, destruyas su alma para que jamás vuelva a renacer- Dijo Dios, con voz severa
-Si…señor- Y salió rumbo , hacia donde sabia que se encontraba Tristán, no voló mucho tiempo hasta que lo diviso, está cerca de un lago mirando su belleza y alistando sus alas color marfil
-Tristán…vengo por órdenes del señor- hablo Yami, con voz fría
-Dime, que buscas angel de la perdición- respondió con voz de burla Tristán
-Vengo a condenar tus pecados, angel marchito- Respondió Yami, duramente.
-Qué?, no tú no puedes condenarme, eres mi hermano…- Dijo con temor Tristán
-Discúlpame, Tristán- Dicho esto apareció una pequeña daga de dolor negro- por tus pecados serás condenado- Y atravesó con su mano el pecho de Tristán, al sacarlo, saco de su cuerpo una pequeña luz que estaba unida al cuerpo de Tristán por un hilo color dorado
-Y-Yami n-no- Pero Yami no hizo caso y corto aquel hilo con su daga, al cortarlo Tristán cayó al suelo y Yami, aplasto con sus manos aquella luz hasta que se rompió en mil pedazos. El cuerpo de Tristán despareció en miles de hojas hasta que desapareció, por completo…
Yami iba a emprender su vuelo, cuando Yugi llego…
-Tristán…- Susurro Yugi, al oír la triste voz de Yugi, Yami bajo la cabeza y en un susurro dijo…
-Lo…siento, Yugi- Y salió volando sin rumbo fijo
-YAMI!!- y voló, voló detrás de este, tratando de darle alcance, después de tanto volar, vio a Yami llegar a aquel árbol, vio como se desplomaba al pie de este- Yami!! Por qué Tristán? – Pregunto al bajar rápidamente al lado de Yami.
-…- Yami no respondió ni levanto la mirada, no se atrevía a ver a Yugi
-Respóndeme, Yami!!- Hablo un tanto fuerte
-Por que se estaba obsesionando con su belleza…- Dijo en un susurro casi inaudible, pero Yugi lo oyó- Lo siento, lo siento, lo siento- repetía con insistencia Yami- Sabia que era tu amigo, discúlpame- y una lagrima solitaria bajo por sus mejillas
Yugi logro ver aquella solitaria lagrima y se dejo caer de rodillas frente a Yami y lo abrazo… era un abrazo cálido y suave, lleno de comprensión y compasión.
-Por qué Yugi?...Tu y Yo no podemos…- Pero dejo la frase al aire
-Lo sé…Yami, pero es muy tarde…me enamore de ti, desde la primera vez que te vi- dijo escondiendo su cara entre el cuello de Yami
-Y yo me enamore de ti, mi querido Yugi- levanto la cara de Yugi y sello sus palabras con un beso, lleno de amor.
Yugi cerró los ojos disfrutando su primer beso y de aquella sensación de paz y amor que le transmitía el beso de Yami, ambos podían sentir el amor que tanto sentían por el otro. Se separaron aun sin abrir sus ojos, querían sentir aquel cosquilleo que quedo en sus labios después de dar su primer beso, a su único amor.
Cuando los abrieron una sonrisa se dibujo en ambos rostros, en ese momento no eran más que Yugi y Yami dos seres que se amaban, no existía ni la vida ni la muerte, no existía ni Dios, ni sus hermanos. Yami tomo de nuevo el rostro de Yugi y volvió a unir sus labios con un poco mas de pasión, Yugi se dejo llevar, Yami recostó sobre el verde pasto a Yugi sin dejar de besarlo, quería probar más de su amor de su vida.
-Yugi…- Susurro Yami en la oreja de Yugi, haciendo que un escalofrió recorriera el cuerpo de Yugi
-Adelante... Yami- y beso los labios de Yami.