Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sedúceme por Haruka Eastwood

[Reviews - 130]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Titulo: Sedúceme

Resumen: Después de una odiosa semana de exámenes, Ciel se ve arrastrado a un par por su amigo Alois, donde por culpa de unas copas de más, demuestra su lado seductor con un moreno de atrayentes ojos escarlata. ¿Será él quien seduce o caerá en las garras de la seducción?

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: No menores de 16 años

Género: Romance, Erótico.

Advertencias: Lemon.

N° Capítulos: 10 de 17

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Sedúceme

Ciel Phantomhive Pov

Capítulo 10: Sentimientos encontrados 2

Sentí la piel de mi nuca erizarse al contacto del frio metal, mis piernas me temblaban peor que una gelatina y una parte de mi me gritaba “corre lo más rápido que puedas” mientras que la parte racional me decía “no te muevas”. Creo que ambas opciones eran pésimas, lo peor de todo es que ni siquiera podía pensar con claridad debido al miedo que sentía invadir mi cuerpo, propagándose a una velocidad de vértigo. Vaya que llevo un par de años saliendo al parque solo a estas horas, más que nada para despejar mi mente, pero realmente nunca espere encontrarme a un tío con un arma que me confunde con una chica.

—He dicho que no te muevas lindura —murmura con su fétido aliento cerca de mí rostro, hasta que mis fosas nasales se inundan con el aliento alcohólico del tipo. Quiero devolver el estomago, no solo por el aroma, sino por el miedo de que el maldito bastardo me dispare—. Creo que tú y yo podríamos divertirnos un rato.

—Vete a la mierda —espete en cuanto su mano comenzó a masajearme el trasero.

¿Acaso el imbécil este no se daba cuenta que era un jodido hombre? Sera cabrón el tipo. Todo rastro de miedo se fue, dando paso a mi enojo, me sentía completamente hastiado, frustrado y con unas enormes ganas de golpear al imbécil, por lo que me gire en plan fiera y me propuse cantarle unas cuantas verdades. Venga que solo era un jodido tipo obeso que estaba más que ebrio, claro que el arma intimidaba, pero en ese momento se me hizo fácil hacerle frente, después de todo era Ciel Phantomhive y él un don nadie.

Me gire violentamente y con un rápido movimiento aparte el arma, dándole un fuerte golpe en el estomago. Al menos eso creí ya que lo único que conseguí fue que su horrendo rostro se deformara a tal grado en una mueca de enfado que me ha parecido de lo más grotesca. Lo admito, ya no tenía escapatoria. ¡Estúpido cerebro que me dijo: hazte el valiente! Y es que parecía tan fácil, ahora ni siquiera me puedo mover, retrocedo un par de pasos cuando él ha avanzado dos recortando distancia.

—¡No te quieras pasar de listo! —Grita fúrico soltándome tremenda bofetada que me ha tirado al suelo un tanto desorientado.

Mis ojos se abren y mi cuerpo se paraliza y en lo único que pienso es en Sebastián.

Soy incapaz de articular palabra alguna, ni siquiera tengo la suficiente voz para pedir ayuda al momento que le veo acercarse y tomarme del cabello bruscamente obligándome a mirarlo, suelto un quejido de dolor intentando zafarme. No sé si es la bizarra situación o repentinamente todo se ha vuelto demasiado silencioso, tanto que ni siquiera soy capaz de escuchar el suave sonido de los arboles al moverse con la fresca briza nocturna, incluso creo que soy capaz de oír el acelerado latido de mi corazón, más cuando a puesto su arma en mi cabeza, mirándome con aquella expresión de prepotencia.

Cierro los ojos con fuerza esperando el dispara cuando he escuchado el sonido del móvil con aquella tonada que le puse, para identificar cuando llama Sebastián, no tengo idea de cuánto tiempo permanecí con los ojos cerrados, pero de lo único que estoy seguro es de escuchar unos pasos a lo lejos, por lo que me obligo a abrir los ojos solo para toparme con la imagen de un furioso Sebastián dándole tremendo puñetazo al hombre gordo.

Su mirada rojiza parece brillar de enfado cuando se ha lanzado al hombre para golpearlo, deformando más su rostro, tanto que incluso creo que me da lástima, y es que segundos antes creí que daba miedo, pero ahora creo que Sebastián es más de temer cuando está molesto. Realmente es un hombre imponente, alto y varonil, incluso golpeando al bastardo no pierde rastro de esa elegancia que le caracteriza. Puedo decir con toda certeza que me que quedado sin palabras cuando ha tomado al hombre y lo ha puesto enfrente de mí para que mi pida perdón por haberme amenazado con un arma. Vale, que yo no le perdono el susto de muerte, pero aquel hombre hasta la borrachera se le ha pasado y ahora suplica por su vida de rodillas ante mí, luciendo más que patético.

—Lo siento… —chilla el hombre.

Creo que para mí ha sido demasiado por hoy, tanto que no puedo mantener mis ojos abiertos y lo último que veo es a Sebastián con un rostro de genuina preocupación mientras arroja al hombre para sujetarme.

—¡Sebastián! —grite sobresaltado mirando a todas partes.

—Veo que ya despertaste.

La aterciopelada voz de Sebastián se escucho entre las sombras, le oía un poco lejos por lo que dirigí mi mirada hacía donde se encontraba, observándolo con un poco de dificultad debido a la poca cantidad de luz que entraba en la habitación, y como si leyera mis pensamientos prendió la luz obligándome a cerrar los ojos, hasta que me acostumbre. Hice una mueca de enfado que me produjo un inmenso dolor en la mejilla, entonces a mi mente vino la imagen de aquel hombre.

—¿Dónde estoy? —cuestione de golpe, intentando incorporarme en la cama.

En ese momento no quise preguntar más, me daba un poco de miedo saber lo que tenía que decirme Sebastián, aunque me daba curiosidad saber que había pasado con aquel hombre y sobre todo ¿Qué es lo que hacía él en el parque a esas horas? O ¿Cómo es que sabía que yo me encontraba ahí? Claro que por breves segundos se me paso la loca idea de que me estaba siguiendo, pero de ser así lo más probable es que me hubiese ayudado un poco antes. Sé que si se lo pregunto no se negara a decirme, pero por alguna razón preferí quedarme callado, levante la mirada y observe como el maldito Michaelis se acercaba a mí a paso felino, delineando esos apetecibles labios con su húmeda lengua, por lo que sonrojado desvié la mirada, contemplando el amplio cuarto. Sentí como un peso extra se sumaba a la cama cuando esta se hundió y vi  a Sebastián que se posicionaba encima de mí con mirada sería.

—¿Qué diablos crees que haces?

—Shh, esta vez tienes muchas cosas que explicar Ciel Phantomhive —aparto un mechón de mi cabello, sonriendo con galantería—. Por cierto, te encuentras en mi departamento, en mi cuarto… y en mi cama.

¿Cómo que es su departamento? Él bastardo era casado y no creo que haya tenido la suficiente desfachatez de llevarme al mismo lugar que su esposa, mucho menos tenerme así en su cuarto, cuarto que seguramente ellos han compartido infinidad de veces, lo cual hace que me sienta frustrado. Estaba por apartarlo cuando mi estomago emitió un sonido vergonzoso, dando a entender que tenía hambre y haciéndome sonrojar por lo inapropiado del momento, sobre todo porque el idiota de Sebastián me dedico una de sus malditas sonrisas socarronas. 

—Creo que mejor te preparo algo de comer.

Me siento algo torpe aun, como si mi cuerpo no acabara de comprender que el peligro a pasado, de hecho ignoro qué hora puede ser, tan solo quiero irme a mi casa, pero sé que no me dejara por lo que me recargo en la preciosa isleta de la cocina, mientras le observo entretenido preparar algo para comer, aunque no tenía idea de que pudiera preparar algo decente. Él es un niño rico y mimado, así que supuse que todo lo que comía era preparado por alguien del servicio o simplemente salía fuera de casa a comer. Ahorita solo me concentro en observar su ancha espalda y contemplar aquella espesa mata de pelo azabache.

—¿Qué te gustaría? —me pregunta con una sonrisa de medio lado mientras se da vuelta observándome intensamente con esos preciosos rubíes.

—Lo que sea —respondo con una sonrisa terminando de comer una manzana que tome del frutero—. Por cierto… tu esposa ¿no se molestara al saber que me has traído a su casa?

Vaya, que yo no soy así de directo, pero me canse que no me dijera nada. Pongo los ojos en blanco cuando le he visto tensarse repentinamente cesando todo movimiento. Solo espero paciente para escuchar la sarta de mentiras que tiene para decirme.

—Este departamento es solo mío, lo compre hace tres años y Beast no sabe nada de este lugar. —Atentamente le observo seguir preparando la comida sin siquiera voltear a verme—. Claro que ahora este lugar también es tuyo.

No sabía que decir ante ello, prácticamente me estaba ofreciendo este lugar, uno que podía considerar nuestro. Tontamente mi corazón comienza a latir como un loco logrando que mis mejillas ardan. ¡Maldición! Que el estar solo con Sebastián, hace que mis defensas bajen, estúpido de mi parte, por lo que aparto la mirada observando todo el lugar atentamente, su departamento es más bien un Pent-house bastante ostentoso, tal vez más tarde le pida que me lo enseñe.

—Ciel~ —ronronea con sensualidad cerca de mi oído haciéndome estremecer por completo—. Estás muy pensativo.

—No… no es nada ¡Ah!~

Joder, que no he visto en qué momento ha quedado frente a mí, comenzado a lamer el lóbulo de mi oreja, así quien podría contestar mínimamente decente, si lo que intento es acallar mi voz con mi mano, no puedo evitar sentir como el calor invade mis mejillas cuando me levanta por la cintura sentándome en la isleta, separa mis piernas colocándose entre ellas, comenzando a rozar su dura erección contra la mía, que no ha tardado en despertar.

—Esta vez te hare gemir tan fuerte mi nombre que quedaras afónico —canturrea sobre mi oído, siendo capaz de sentir su cálido aliento mentolado.

Siento mi cuerpo tensarse cuando me ha besado la frente con extrema dulzura, para después juntar sus labios con los míos, iniciando un juego lento que logra relajarme, sintiendo como lentamente invade mi boca, buscando a su compañera de juego que no tarde en corresponderle, enredándose en una competencia por ver quien tiene el control, el cual acabo cediendo en cuestión de segundos dejándome llevar. Cuando la falta de aire nos impide seguir con el placentero contacto se separa de mí apresando mi labio inferior entre sus dientes antes de abandonar mi boca por completo.

—Eres adictivo —susurra contra mis labios.

—Eso es nuevo —digo intentando sonar neutral, aunque mi voz a salido un tanto ansiosa.

Sus grandes manos me acercan al borde de la isleta haciendo que pueda apreciar mejor su duro sexo que ha de estar pidiendo atención.  Bajo un poco la mirada, pero en seguida vuelvo a mirar hacía otra parte con la cara ardiendo a lo que el perro suelta una risilla socarrona, provocando que le mire mal.

—Idiota… —mi reclamo muere entre sus labios, sintiendo como lentamente comienza a levantar el suetercillo que traigo, rosando sus dedos con mi piel, provocándome un extraño escalofrió. Solo nos separamos para permitir que retire la estorbosa prenda.

—Eres precioso —dice mirando fijamente mi cuerpo semidesnudo.

Comienza a besarme el cuello, bajando hasta mis pezones los cuales empieza a llenar de mimos, acariciándolos y jugueteando con ellos; deslizando su húmeda lengua, que me hace arquear la espalda de placer, más cuando me da una ligera mordida haciéndome gemir fuertemente. Una excitante oleada de temblores inunda mi cuerpo cuando besa el centro de mi pecho; bajo la vista y le observo sonriente mientras besa mi vientre a lo que solo puedo enterrar mis dedos en esa espesa mata de cabello azabache, acariciándolo, sumergiéndonos en nuestro mundo por lo que parece una eternidad.

Finalmente respira hondo provocándome una sensación extraña, más cuando besa mi ombligo colocando ambos pulgares en el elástico de mi pantalón y el bóxer, sin embargo no hace nada por quitármelos, tan solo juguetea un poco, para finalmente comenzar a deslizarlos, a lo que levanto un poco el trasero, sintiendo como la tela se desliza por mi cuerpo, quedado por breves instantes atorada en mis tobillos, hasta que finalmente caen al suelo.

Levanto su rostro y lo atraigo hacía mi para besarle, rodeando su cintura con mis piernas desnudas que acaricia sutilmente en un suave movimiento de arriba hacia abajo, mientras mis traviesas manos comienzan a desabotonar su blanca camisa, dejando al descubierto su perfecto y marcado pecho que recorro con mis manos, las cuales se detienen en sus hombros, comenzando a deslizar la camisa por sus fuertes brazos centímetro a centímetro. 

Siento que debería sentirme avergonzado o en todo caso detenerme, pero si es Sebastián nada más importa, tan solo él, quien me besa y logra que olvide todo con una sola de sus caricias que me estremecen por completo, mientras sus ojos cual rubíes me miran con intensidad y una gran lujuria que me hace jadear.

Su mano se posa en mi espalda trazando sensuales figurillas imaginarias mientras me recuesta sobre la fría isleta, logrando que de un respigo por el repentino cambio de temperatura en mi cuerpo, estoy a punto de reclamarle cuando su rostro se hunde en mi sexo, mientras su experta lengua bloquea todos mis sentidos a base de lamidas hábiles.

Siento su lengua húmeda y caliente que se entrelaza en círculos en la punta de mi miembro con movimientos precisos, que aturden mis pensamientos racionales; antes de engullirlo por completo haciéndome gemir. Sus dedos se clavan en mi cadera comenzando una rápida felación, que me hace llegar al éxtasis y tocar el cielo con los dedos, no deja nada sin explorar, y me siento al límite cuando aumenta la presión, solo puedo apretarme contra su boca, al mismo tiempo que mis manos se aferran a su cabello.

Siento una fuerte presión sobre mi entrepierna, tan doloroso y placentero a la vez, que no presto real atención a sus traviesos dedos que han comenzando a acariciar mi entrada con movimientos circulares, masajeando un poco, antes de adentrar su dedo dentro de mí que me hace soltar un gritillo y jalarle más fuerte el cabello, a lo que el aumenta el ritmo de la felación, al tiempo que su dedo comienza a juguetear en mi interior.

No lo soporto más, estoy a punto de venirme, siento las contracciones de mi cuerpo que me recorren desde la cabeza hasta la punta de los pies.

—S-Sebastián… —intento apartarlo de mi entrepierna.

Joder que estoy a punto de venirme, pero en vez de alejarse, solo aumenta el ritmo, haciendo que me venga en su boca, en un orgasmo demoledor que me deja aturdido y jadeante sobre la isleta. Mientras le escucho beberse mi esencia, relamiéndose los labios, dando un último beso en la punta de mi pene, antes de mirarme fijamente con esos preciosos ojos y sonrisa ladina.

—Eres realmente delicioso pequeño zafiro.

Comienza a lamerme y chuparme, relajándome nuevamente, observando esos excitados rubíes que han pasado a tornarse de un rojo intenso, rebosantes de lujuria como si quisieran devorarme. Su boca atrapa nuevamente mis pezones, lamiéndolos sutilmente, subiendo sus besos, hasta mi barbilla.

—Y ahora voy a follarte en el cuarto —susurra contra mis labios, sintiendo su cálido aliento entremezclarse con el mío y todo lo que puedo hacer es asentir de manera torpe y con un deje de necesidad plasmado en la mirada. 

Con suavidad me toma de los muslos, mientras me aferro a su cuello con mis brazos, entrelazando mis dedos en su cabello comienzo a besar su cuello, inhalando ese aroma embriagante mientras camina directo a su cuarto, al entrar me deja sobre la cama, colocándose sobre mi cuerpo, comenzando a besarme nuevamente, separa mis piernas colocándose entre ellas.

Torpemente desabrocho su pantalón, metiendo las manos dentro, comenzando a masajear ese perfecto y firme trasero, al momento que él reclama mis labios, por lo que deslizo mis manos hacia el frente tomando su gruesa y palpitante erección, comenzando un lento y tímido movimiento de arriba abajo, recibiendo un gruñido de agradecimiento que me hace sonreír con satisfacción.

—Me encanta esa expresión —me dice divertido.

—Y a mí me encanta esto.

Arqueo, la espalda e instintivamente aprieto las piernas cuando a comenzado a prepararme de nuevo con  lentos movimientos, sintiéndome un poco incomodo al tener su mano en esa zona. Cuando ha metido el tercer dedo, coloco mis manos en su pecho, joder, que no creí que doliera, ya que no recuerdo realmente lo que paso la primera vez que estuvimos juntos, así que intento apartarle, pero lejos de eso, apresa mis muñecas con una mano suya mientras devora mi cuello dejando una que otra marca de propiedad.

—Relájate —ordena con voz ronca, cargada de excitación a lo que simplemente obedezco, comenzando a acostumbrarme a las lentas embestidas que me proporcionan sus dedos.

Empiezo a gemir a los pocos minutos, mirándole mal cuando se ha apartado de mi, pero me mantengo en silencio al verle despojarse de lo que queda de su ropa, liberando una tremenda erección que me señala, ansiosa y lista, a lo que solo puedo pasar saliva nervioso. Su mirada busca la mía, juntando su frente me besa con suavidad, sintiendo como la punta de su miembro se abre paso en mi interior.

Me aferro a las sabanas, apretando los labios, ¡Cielos! Que no entra, me digo mentalmente, sintiendo como unas pequeñas lágrimas resbalan por mi sien, debido al inmenso dolor, le escucho soltar un jadeo, para después reclamar mi boca como suya al momento que ha entrado de una sola estocada llegando a lo más profundo de mí, haciéndome soltar un grito de dolor, combinado con un poco de placer al momento de arquear mi espalda.

Siento sus labios sobre mi garganta, repartiendo besos sobre mí húmeda piel, perlada en sudor, mientras aferro con más fuerza mis piernas a su cadera, sintiendo como me llena, llevándome al éxtasis absoluto en cuanto comienza un delicado vaivén de caderas, al que me acostumbro en poco tiempo.

Comenzando a embestirme con rapidez e insistencia, besándome con voracidad, ahogando nuestros gemidos entre besos. Me aferro a su espalda, clavándole las uñas en el proceso, mientras él sigue arremetiendo contra mi cuerpo, derritiéndome y fundiéndome con el suyo con cada movimiento de cadera que da en ese punto exacto, que me hace querer gritar de placer.

—Ciel~ —gime cerca de mi oído, comenzando a masturbarme, sintiendo como me pierdo en un abismo de placer.

—¿Qué? —respondo jadeante, con la vista nublada por el éxtasis del momento al que fui sumergido, por este hombre.

—Me encanta follarte —ruge, tomándome de la cadera, marcándome sus dedos, mientras sale casi por completo de mi interior, para volver a entrar hasta el fondo tocando ese delicioso punto de placer, que me hace gemir su nombre al momento de aprisionarlo contra mí.

El placer inunda nuestros cuerpos, siento como vibra, mientras farfulla algo que no alcanzo a comprender por completo, cierro los ojos, hachando la cabeza hacia atrás, mientras enrosco con más fuerza mis piernas a su cadera. Me mira y sus pupilas están completamente dilatadas.

—Más fuerte~ —chillo jadeante, me va a romper por la mitad. Él emite un gruñido gutural, comenzando a arremeter con ahínco a un ritmo malditamente excitante, que realmente no creí posible, siento perderme en el placer. No lo soporto más y acabo viniéndome por segunda vez, llenándole la mano de mi esencia.

—Ciel —brama mi nombre cuando he sentido como me ha llenado por completo. Siento su miembro moverse un poco dentro de mí, palpitante casi como si vibrara, mientras mis paredes aun lo aprisionan deliciosamente—. Joder —exclama casi sin aliento.

«¡Santo cielo!» que yo no lo hubiera expresado mejor, le escucho jadear mientras, mantiene su cara escondida entre mi cuello, me acurruco contra su pecho, sintiendo como se acomoda atrayéndome hacia él sin salirse de mí interior, cubriéndonos a ambos con la sabana de la cama. Mis parpados se vuelven pesados, tanto que no pretendo abrir los ojos… ahora lo recuerdo, aun tengo hambre… igual podre comer algo después.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Gracias por leer ~♥

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).