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Sedúceme por Haruka Eastwood

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Notas del capitulo:

Mil perdones por la demora, espero que alguien siga leyendo esto... en mi defensa solo diré que di mis motivos en Facebook

 

¡Sin más preámbulos les dejo leer!

Titulo: Sedúceme

Resumen: Después de una odiosa semana de exámenes, Ciel se ve arrastrado a un par por su amigo Alois, donde por culpa de unas copas de más, demuestra su lado seductor con un moreno de atrayentes ojos escarlata. ¿Será él quien seduce o caerá en las garras de la seducción?

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: No menores de 16 años

Género: Romance, Erótico.

Advertencias: Lemon.

N° Capítulos: 13 de 17

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Sedúceme

Claude Faustus Pov

Capítulo 13: Más que problemas

Actualmente he perdido la cuenta de cuantos fines de semana llevo sin salir a divertirme, o como suelo llamarle «ir de casería», simplemente ya no me apetecía ir a meterme a un bar en busca de un chico atractivo con el cual follar sin compromiso. Hacía mucho tiempo que esa necesidad había desaparecido, pero hasta ahora es que soy plenamente consciente de ello, tal vez no lo quería aceptar de buenas a primeras, pero la realidad es que me enamore perdidamente de un chiquillo travieso y de alegre mirada que no para de reír o provocarme cada que estamos juntos.

Un metro sesenta de sensualidad pura, de rubios cabellos y hermosos ojos azules en los cuales me gusta perderme cada que hacemos el amor. Con Alois el sexo sin sentido dejo de existir y fue sustituido por la necesidad de sentirle y expresar sin palabras tantas cosas. Claro que nunca he sido de decir lo que pienso o siento de manera libre, pero algo cierto es que me enamore de él, pese a no decirlo se que entiende como me siento.

No niego que es un poco complicado, más que nada por la diferencia de edad, ya que pese a que él sea mi hijo legalmente, no es impedimento para estar juntos debido a que no compartimos ningún lazo de sangre, más que nada el problema sería mi esposa. Hannah es una mujer demasiado dulce, incluso hace varios años me obligue a creer que le amaba, que sería feliz a su lado y finalmente formaríamos una familia, idea que se desvaneció cuando nos enteramos que no podíamos ser padres.

Muchas noches la escuche llorar en la obscuridad de la habitación o cuando creía que yo dormía, durante muchos días no encontré una forma para lidiar con eso, tan solo me dedicaba a abrazarla en un completo silencio, acunándola contra mi cuerpo, pero conforme los meses pasaban todo iba regresando a la normalidad o al menos eso aparentaba. Buscaba cualquier excusa para salir de casa e ir a meterme a cualquier lugar para ligar, aunque después miraba a la mujer que jure amar y cuidar por el resto de mi vida y me  sentía fatal.

Tan fatal que lo seguía haciendo… porque me di cuenta que solo era por compromiso, realmente no la amaba, pero la quería mucho, tal vez demasiado como  para hacerle daño, sin embargo ya se lo estaba haciendo.

—Bastante complejo —murmuro al salir del baño con el pijama puesto.

Miro el reloj que marca las once de la noche, por lo que sin más me recuesto en la cama, sintiendo como instintivamente Hannah se abraza a mi cuerpo, con dulzura beso su frente y rodeo su cintura con mi brazo… una costumbre después de tantos años, pero por primera vez noto que algo es diferente, sin segundas intenciones recorro su tibio cuerpo con la palma de la mano, notando que está demasiado delgada, pese a que le he visto comer normalmente, entonces recuerdo que últimamente ha lucido un poco pálida, como si estuviera enferma.

Suspiro al ver lo descuidada que se ha vuelto, tanto como para no cuidarse como es debido, por lo que la acerco más a mi cuerpo quedándome profundamente dormido.

Despierto un poco sobresaltado y lo primero que hago es mirar el reloj que marca las tres de la madrugada, siento mi garganta seca, por lo que con fastidio me levanto a tomar un poco de agua. Lo malditamente frustraste es que se me ha quitado por completo el sueño así que me paro y sin nada más que hacer salgo de la habitación con aburrimiento, sumido en mis pensamientos me detengo abruptamente dándome cuenta que estoy de pie frente a la habitación de Alois, por lo que con sigilo me adentro y le observo dormir profundamente.

Su desordenado cabello rubio cae con delicadeza sobre la almohada, mientras su suave respiración apenas y se escucha en la habitación, por lo que entro intentando no hacer ruido, al estar de pie a un lado de la cama me le quedo viendo embobado por lo que parece ser una eternidad antes de acercarme y depositar un casto beso en sus labios, mismo que me es correspondido torpemente.

Alois es alguien muy hermoso y demasiado sensual, alguien que sabe provocarme una molesta erección con un pasional beso, por lo que verle sentir sus labios moverse con los míos de manera torpe me resulta aun más excitante. Por lo que sin contemplaciones le beso y comienzo a desnudarlo con delicadeza, admirando su perfecto cuerpo, aquel que tantas veces me ha recibido gustoso.

Mis labios viajan por su piel al igual que mis manos, deleitándome de aquellos suaves gemidos que salen de sus labios entre abiertos cada que le penetro con dulzura, queriendo gritar te amo, pero por alguna razón las palabras no salen, así que simplemente me dedico a amarlo de la única manera que creo me entenderá. Al final me mira con esos profundos pozos azules y me susurra un “Te amo”, uno que me paraliza y  me llena de una especie de calidez.

Sonrió de forma ladina y beso su frente.

—También te amo —susurro por lo bajo, pero suelto un suspiro frustrado al saber que ya está profundamente dormido.

—Te amo Claude —suelta entre sueños y no puedo sentirme más que feliz en ese momento, repitiendo cuanto le amo, mientras lo acuno entre mis brazos.

Al final también me quede profundamente dormido, pero por más cómodo que haya estado termine despertando a las seis, por lo que con sigilo me levante de la cama, besando suavemente la mejilla de Alois. Me dirigí a mi recamara en silencio, viendo como Hannah seguía dormida, por lo que me di una ducha rápida y me vestí con un traje negro, ya que tenía que ver a un empresario que venía directamente de la india a hacer negocios con nosotros.

Estaba por tomar mis anteojos de la mesita de noche cuando accidentalmente se cayeron. Con fastidio los tome del suelo viendo que se había estrellado el cristal, por suerte solía tener varios repuestos en el ultimo cajón del armario, así que con calma me metí y los busque, al tomar el estuche observe una serie de papeles, extrañado, ya que nunca se me hubiera ocurrido guardarlos en un lugar como esto, así que los cogí y comencé a leerlos. Con cada hoja que leía sentía que el cuerpo se me tensaba y los ojos se me abrían de la impresión.

—Hannah… —susurre. Y es que simplemente no podía creer que la mujer que siempre estuvo a mi lado apoyándome y amándome se estuviera muriendo.

Y yo…  yo ni siquiera lo sabía, no note que llevaba meses luciendo más cansada, que había perdido mucho peso. ¡Mentira! Porque si lo note, más no le tome importancia, tan solo me centre en lo que para mí en ese momento era importante, dejándola a ella de lado… permitiendo que cargara sola con sus miedos, si bien no la amo, al menos puedo decir que le tengo un cariño enorme.

Deje las hojas en su lugar y comencé a masajear el puente de mi nariz con los dedos, pensando en la última frase que leí en aquel papel: “Fase terminal”. No soy médico, no sé cuánto tiempo significan aquellas palabras, pero lo que más me molesta en estos momentos es su maldito silencio ante algo como esto. Suelto el aíre por la boca una vez, dos veces, pero sigo sin poder calmarme.

—Maldición —gruño golpeando el mueble que está justo a mi lado.

—¿Claude? —escucho su voz somnolienta llamarme. Respiro por última vez antes de salir del armario, recargándome en el marco de la puerta—. ¿Todo bien? —Inquiere en cuanto me ve, posando sus ojos de aquel tono amatista tan llamativo que siempre me ha gustado.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? —suelto y por mi tono se que ha notado lo cabreado que me encuentro, por lo que se encoge de hombros sentándose sobre la cama, recargando su espalda en el marco de la misma.

—No sé de que hablas —responde y me siento aun más molesto que antes.

Su mirada se posa sobre el amplio ventanal por donde se filtra un pequeño rayo de luz, mientras muerde con fuerza su labio inferior y sus puños aprietan las sabanas. Estoy a punto de decir algo pero me abstengo al creer que me responderá, cuando simplemente me mira botando las sabanas lejos de ella, levantándose de la cama y yendo hasta el baño pasando de mí, como si no estuviera, mejor dicho: Como si lo que le acabara de decir no fuera gran cosa.

En silencio me meto de nueva cuenta al maldito closet, tomando los papeles que momentos antes he leído, al salir voy directo al baño, observo la puerta entreabierta por unos segundos antes de entrar y ver a Hannah lavándose los dientes tan calmadamente que me molesta.

—Hablo de esto —arrojo las hojas a sus pies.

—No tenias porque leerlas —dice en cuanto a terminado de lavarse los dientes.

—¿Cuando pensabas decírmelo? —Inquiero yendo hasta ella y tomándola del brazo para que me vea a los ojos—. Creo que tengo todo el puto derecho de saber si mi esposa está enferma o peor aun si… si ella…

—Suéltame —ordena zafándose de mi agarre—. No tiene caso decirte algo cuando en tu mente solo está la imagen de aquella zorra con la que te acuestas —le miro sorprendido y ella bufa ofendida—, por todos los cielos Claude, ¿acaso me crees tan idiota como para no darme cuenta que tienes un amante? Hasta ahora nunca me había importado porque siempre regresabas a mí, siempre era algo pasajero, pero ahora… ahora sé que te estoy perdiendo y si no te lo dije es porque no deseo que te quedes a mi lado por lastima o compromiso, por mi puedes irte a la mierda…

La abrazo, no puedo hacer otra cosa más que abrazarla y de hecho es lo único que he hecho por ella durante todos estos años que hemos estado juntos. Ella lo ha dado todo por mí y yo simplemente la he dejado de lado, pero no puedo hacerlo ahora que me necesita, no es lástima, mucho menos compromiso, tan solo quiero estar al lado de ella, por lo que la estrecho fuertemente en mis brazos, consiente que en cualquier momento la puedo perder.

—No es lastima —susurro separándola de mi cuerpo, acariciando de arriba abajo su brazo—, realmente quiero estar a tu lado.

—Mentiroso…

—No miento —aseguro besando su frente. Por alguna razón la veo y me parece tan frágil y delicada, como si ya solo quedara el recuerdo de aquella mujer imponente, de expresión seria que permanecía a mi lado señalando mis errores y ayudándome a corregirlos.

—Claro que lo haces —musita apartándose, comenzando a empujarme levemente para que salga del cuarto de baño, lo cual hago a regañadientes, y en cuanto he puesto un pie fuera escucho el agua de la regadera, por lo que me dispongo a terminar de arreglarme, afortunadamente aun tengo mucho tiempo.

Cuando sale del baño se dirige al armario ignorando por completo mi presencia, pero estoy tan perdido en mis pensamientos que paso por alto aquel gesto y es que me encuentro entre la espada y la pared. La realidad es que amo a Alois pero quiero a Hannah, y es precisamente ella quien más me necesita en estos momentos, aun así mi mente se niega a la sola idea de perderlo, por lo que frustrado me masajeo el puente de la nariz soltando un suspiro cansino.

Lentamente me pongo de pie y a paso lento me posiciono en medio de la habitación sintiéndome un poco perdido, y por primera vez en mucho tiempo realmente no se qué hacer, pero mis pensamientos se ven interrumpidos cuando la veo salir a Hannah del armario con un aire melancólico, e instintivamente extiendo los brazos.

Me contempla indecisa por un par de segundos antes de avanzar hasta mí, abrazándome con fuerza, por lo que yo hago lo mismo, comenzando a frotar su espalda.

—Tengo miedo —susurra contra mi pecho en un tono tan bajo que apenas y soy capaz de escucharla. Beso su cabeza, aprisionándola más contra mi cuerpo.

—Aquí estoy contigo —musito contra su cabello.

—Claude —se separa de mi abrazo y sus ojos amatista me observan atentos, su mirada se cristaliza y siento su cuerpo temblar levemente—. ¿Permanecerás siempre a mi lado? —Inquiere dubitativa y con la voz quebrada, como si en cualquier momento fuera a llorar, me paralizo completamente, aun así asiento lentamente con la cabeza.

—Siempre —le digo deslizando el dorso de mi mano por su rostro, observando su encantadora sonrisa, a la par de su expresión más tranquila, la cual me hace dedicarle un igual.

Pese a la seguridad con la que lo he dicho me siento intranquilo, no puedo dejar de pensar en Alois, y es que no es tan fácil decirle que no podemos estar juntos por Hannah, seria egoísta de mi parte mantenerlo a mi lado, aun más cuando se que no podre estar con él, al menos no como quisiera, pero tampoco puedo dejar de lado a Hannah…

—¿Me amas? —Inquiere dubitativa.

Probablemente lo que estoy a punto de hacer no es lo mejor, pero al menos es lo correcto, claro que solo para mí, pero por alguna razón no siento ninguna obligación de mentir, tan solo le miro con la misma expresión cuando intercambiamos votos y juramos estar el uno al lado del otro en la salud y enfermedad… hasta que la muerte nos separe.

—Te amo demasiado —confirmo uniendo sus labios con los míos en un suave beso, uno verdadero, el primero desde hacía ya varios años.

Si en algún momento llegue a creer que nada sería peor, me equivoque y es que cada que quería charlar con Alois para llegar a un acuerdo, mejor dicho para hablar sobre todo este enredo solo obtenía una maldita evasiva que no hacía otra cosa que desesperarme más de lo que ya estaba. Me evitaba todo lo que podía e incluso llegue a creer que escapaba de mí, aunque no recordaba haberle dicho o hecho algo para que se negara dirigirme la palabra, estaba en mi límite.

Frustrado era poco, tenía tantas cosas y él todo lo que hacía era salir corriendo en cuanto me veía, por lo que con un suspiro de derrota fui con el idiota de Sebastián, me costó más de lo que creí poder decirle algo, pero al final me escucho atentamente, pero su estúpida solución simplemente fue que hablara con Alois, lo cual era una mierda ya que si me evitaba cada dos por tres vendría saliendo lo mismo, así que resignado me dirigí a casa en cuanto concluí todos los asuntos pendientes de la oficina.

Al entrar me fui directo a la sala, dejándome caer en el mullido sillón, yo no era de fumar, pero en estos momentos necesitaba un cigarrillo, por lo que dispuesto a ir por una cajetilla levante la mirada y observe la pequeña mochila de Alois, una de color morado con raros estampados de arañas, aun a la fecha me sigue pareciendo extraña esa fascinación por los arácnidos, pero lo que llamo mi atención fue el montón de folletos que sobresalían de ella.

Y con una curiosidad ajena a mi persona me levante, tomándolos, viendo que se trataba de propaganda del Colegio Eiton, del cual hacia mucho que no escuchaba hablar, intrigado me quede leyendo los folletos de aquel internado, por lo que no me tomo mucho tiempo deducir que Alois quería asistir, por lo que le daría una sorpresa, al menos teniéndolo un par de meses lejos me daría el tiempo suficiente para pensar que hacer con todo esto, sin la necesidad de involucrarlo más de lo necesario  en todo esto, por lo que con tranquilidad llame a Ángela, ordenándole que se encargara de todo el papeleo necesario para inscribir a Alois.

Observe el calendario que marcaba diecisiete de Diciembre y con un suspiro me di la vuelta volviendo a conciliar el sueño. Realmente agradecía estas vacaciones, que curiosamente nunca creí que me hicieran tanta falta, pero es que últimamente no lograba conciliar bien el sueño, por lo que cuando volví a abrir mis ojos vi que eran las nueve de la mañana, un poco más relajado me bañe y arregle por inercia, ya que tenía que hablar con Alois. Afortunadamente el trámite y papeleo para su inscripción solo tomo un par de horas.

Al salir de la habitación me dirigí a la suya, viéndolo salir arreglado.

—Alois —le llame, pero tan solo detuvo su andar sin voltear a verme—. Necesito hablar contigo.

—Voy de salida —contesto, pero le detuve del brazo antes que emprendiera una nueva huida—. Suéltame.

—Se puede saber ¿Qué es lo que te pasa?

—No, ¿Qué es lo que te pasa a ti? —respondió retándome con la mirada. Le observe sin entender a que se refería, momento que aprovecho para soltarse de mi agarre y dar un par de pasos hacia atrás, chocando con la pared—. ¿Qué quieres Claude?

Suspire antes de hablar y es que muchas veces no entendía a este niño.

—Vi los folletos del colegio Eiton junto a tu mochila —le dije sin rodeos y él me miro con un ceja arqueada, por lo que solté un bufido antes de seguir hablando—. Y le he pedido a Ángela que hiciera todos los trámites para tu inscripción.

Sus ojos se abrieron de la impresión, aunque no tenía la más mínima idea si era a causa de la impresión o del enojo por no haberle preguntado antes. Pero contrario a todo lo que creí, las lágrimas brotaron de sus ojos mientras apretaba sus puños.

—¡¿Así que este es tu perfecto plan para desacerté de mi?! Pues sabes algo, bastaba con que me dijeras que ya te habías hartado de mi, después de todo siempre supe que para ti solo era la puta del momento  —no lo pensé, realmente no lo hice, cuando me di cuenta mi mano ya había impactado contra su mejilla y es que no podía permitir que dijera esa clase de estupideces. ¿La puta del momento? Eso sí que no lo toleraría.

—Te equivocas —taje aprisionándolo contra mi cuerpo, apresando sus labios con los míos, sintiendo como forcejeaba, pero lo último que haría sería dejar que se marchara con una idea tan errónea como esa. Me separe cuando el aíre se volvió un impedimento—. Tú nunca has sido eso.

Sin embargo me miro con odio plasmado en aquellos hermoso ojos celestes, mientras se limpiaba la boca con el antebrazo, empujándome lejos de él.

—¡Te odio! ¿Me escuchas? ¡¡Te odio!! —Grito comenzando a correr.

Aquellas palabras realmente me dolieron, me desarmaron y me hicieron sentir miserable… desorientado y perdido, por lo que con torpeza me recargue en la pared, resbalándome hasta quedar sentado en suelo. Levante una de mis rodillas para apoyar mi codo y así sostener mi cabeza con la palma de la mano.

Que patético me he de haber visto cuando una maldita lagrima resbalo por mi mejilla y es que sentía que le había perdido para siempre… 

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Mil gracias por leer ♥ y lamento no responder a sus rw, pero creanme que los amo y los leo en cuanto llegan, así que cuando tenga un poco de tiempo los respondere. 

Haruka Eastwood

♦ Proximo capítulo: Punto de vista de Ciel ♦


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