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Sedúceme por Haruka Eastwood

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Notas del capitulo:

Hola!! 

Espero que les guste el ccapítulo y comenten.

Mi Facebook por si gustan agregarme

¡Sin más preámbulo a leer!

Titulo: Sedúceme

Resumen: Después de una odiosa semana de exámenes, Ciel se ve arrastrado a un par por su amigo Alois, donde por culpa de unas copas de más, demuestra su lado seductor con un moreno de atrayentes ojos escarlata. ¿Será él quien seduce o caerá en las garras de la seducción?

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: No menores de 16 años

Género: Romance, Erótico.

Advertencias: Lemon.

N° Capítulos: 5 de 17

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Sedúceme

Ciel Phantomhive Pov

Capítulo5: Tú no me gustas

Con molestia tome el móvil de la mesita de al lado de mi cama el cual sonó con aquel tonito que empezaba a odiar, tan solo para apagarlo. Ya me tenían arto las insistentes llamadas y mensajes de Alois, ¿acaso no entendía que quiero que se vaya al diablo? Es evidente que si no le contesto las llamadas y los mensajes es porque no quiero saber nada de él, por mi puede desaparecer por tiempo indefinido. Pero al revisar  el identificador solo aparecía un mensaje de Lizzy, el cual termine leyendo con pereza.

• Ciel, te extraño mucho, ¿estás molesto conmigo? Es que no has contestado ningún mensaje, y cada que voy a tu casa me dicen que no estás. Espero poder verte pronto. Bs L •

—Besos Lizzy… —leí para mí en un tono demasiado bajo.

Me sentía muy mal por ella, en parte ese era el motivo por el que no quería verla, al menos no por ahora. Y es que ¡Le había engañado! Creo que no hubiera tenido tanto problema si hubiese sido con una chica, pero ¡Por todos los Cielos! ¿Un tío? Termine acostándome con un hombre, un hombre del cual no tengo ni puta idea de quién era. ¡Carajo! Ya ni siquiera se con quien estoy molesto, si con él o conmigo por no haberlo detenido.

En ese momento realmente lo desee, el solo ver esos ojos tan rojos como la sangre cargados de la más pura lujuria sirvieron para excitarme como nunca antes, al grado de parecer necesitado de besos, carias… de sexo. Porque el único pensamiento que inundo mi mente fue el de “Quiero ser follado por Sebastián” solo eso. Maldito perro; sentir sus besos devorando mis labios de una manera salvaje me hicieron perder la razón, entregándome a alguien por placer como una ramera cualquiera.

Le odio, me odio… me odio por gustarme, sobre todo porque sé que no soy gay, nunca me han llamado la atención los hombres de esa manera. Jugar con Alois es una cosa, se que sus insinuaciones son parte de nuestro entretenimiento cotidiano, un distractor y algo sin importancia, aun así termine haciéndolo con un hombre, un maldito hombre que desapareció sin decir nada más, solo dejando una pequeña nota que ponía: «Estuviste estupendo, pequeño zafiro… »  ¿Qué diablos significa eso?

¿Estupendo? Joder que me daban ganas de tenerlo de frente y golpearlo hasta cansarme, matarlo o que se yo. ¿Quién se ha creído que es? Primero me acosa toda la jodida noche con sus insinuaciones y malditos coqueteos hasta llevarme a un cuarto para follar hasta que se canso, y al final solo deja una nota que dice que estuve estupendo. ¡Que se vaya a la mierda!

¿Por qué me hizo eso y de qué va la puta notita? El maldito sinvergüenza, todo lo que le falto es dejar un billete el muy… y aprieto los puños más que cabreado hasta lograr hacerme un poco de daño.

—¡Estúpido Sebastián! —grito más que enojado arrojando sin consideración alguna el móvil, que acabo estrellándose contra la pared haciéndose añicos en el proceso, ojalá fuera Sebastián me digo internamente, aunque eso no pasara.

Ahorita nada me importa, se pueden ir todos al demonio, tan solo quiero estar completamente solo, en el silencio de mi habitación… Total, dudo que a alguien le importe, después de todo cuando mamá se entero que había faltado estos días a clases solo sonrió como siempre diciendo: “Es solo una etapa, ya se le pasara”, En cuanto a papá, me miro neutral diciendo: «Puedes hacer lo que quieras mientras tus calificaciones se mantengan…» ¿Es decir que puedo hacer y deshacer y a ellos les vendría valiendo? Tal parece que sí y eso me molesta tanto al grado de querer gritar de frustración, pero solo me queda sumergirme en mis pensamientos mordiéndome el labio inferior.

—Joven Ciel ¿Está todo bien? —escucho la voz preocupada de la sirvienta.

Meyrin se ha encargado de la casa y mi cuidado desde hace ya cuatro años, realmente confío mucho en ella, he llegado a apreciarla bastante en todo este tiempo, pese a eso no se mucho de su pasado, solo que es huérfana. Hace cuatro años llego pidiendo trabajo, mis padres al verla no se negaron, eso es algo que agradezco bastante aunque no pienso decirles.

—Sí… gracias —me siento en la orilla de la cama observando como la puerta se abre y su cabellera roja sobresale de entre ella.

Quiero golpearme mentalmente por qué mi voz sonó más apagada de lo que creí, después de todo no tengo ganas de nada. Con desanimo levanto la vista observando que tímidamente se adentra a mi cuarto y cierra la puerta tras de sí, alternando su vista preocupada entre mi rostro y el móvil hecho trizas en la pared, a lo que solo puedo soltar un bufido molesto dejándome caer en la cama.

—Ciel, sabes que no me gusta meterme en tus asuntos, pero estos días has actuado muy raro, casi no comes ni sales de tu cuarto —se acerca a paso lento a la cama sentándose a un lado de mí, mientras mantiene su vista fija en la puerta comenzando a jugar con su anillo—. Y el hecho de que no quieras ir a la escuela es preocupante.

Le miro frunciendo el ceño, realmente no se que debería decirle, o si deba hacerlo y aquella maldita sensación que me atormenta se hace más grande en mi pecho. Ni siquiera al idiota de Alois que estuvo conmigo y me vio le dije algo; aquel jodido día solo me ayudo a vestirme, entre comillas ya que estaba más preocupado ofreciendo sus estúpidas disculpas, como si con eso compensara lo que perdí aquella noche. Al salir de aquel odioso lugar tome el primer taxi que paso para llegar a casa.

—Ya te he dicho que no es nada.

Suspira con pesar, dirigiéndome una mirada conciliadora que por un instante me hela la sangra, ya que pasa a ser analítica y fría, como si acabara de descubrir algo, asemejándose a la mirada severa que te dedica una madre cuando te ha pillado en la mentira.

—Ciel… ¿Qué paso la noche que saliste con Alois? —inquiere mirándome directamente a los ojos.

Mi cuerpo se tensa evidentemente y soy incapaz de negar algo que aun no le he dicho, y como si eso no fuera suficiente mi voz se niega a salir, aunque cualquier cosa que le diga sonara como la patética escusa que es.

—Y supongo que todo esto tiene que ver con aquellas extrañas marcas de beso que tenías en tu cuello —deduce sin dejar de mirarme.

—Y-Yo… no es… no era eso…

Baje la mirada más que avergonzado al saber que ella me vio en la mañana que llegue, y es que maldita camisa, curiosamente no tenía los tres primeros botones y era evidente que se me viera el cuello. Sí pudiera juro que ya me habría dado una fuerte patada por tartamudear y ruborizarme, que a pesar de que no me estoy viendo lo sé porque mi cara arde. Al menos intento pensar que mientras no mencione que caminaba raro todo estará bien.               

—Ciel… ¿todo esto tiene algo que ver con la particular forma en que caminabas? —sabía que esta mujer no era tan torpe pero esto es absurdo, siento todo mi rostro arder de la vergüenza, no entiendo como ella puede lucir como si nada al sacar semejantes conclusiones.

Por breves segundos toda aquella vergüenza de la que era presa me abandona, y pongo una mirada desafiante, logrando que pare sus insinuaciones estúpidas.

—¡Meyrin lo que haga o deje de hacer es mi problema, si me he acostado con un hombre no es asunto tuyo…!

Cubrí mi boca con mis manos observando como la cara de la chica cambiaba a un rojo intenso, abriendo completamente sus ojos, de un momento a otro su mirada se perdió en algún punto tras de mí y de su nariz un fino hilito de sangre comenzó a bajar, logrando que diera un respingo un poco asustado.

—Meyrin —la llame sujetándola de los hombros, moviéndola un poco, aun así parecía no reaccionar, un poco preocupado por aquella inusual reacción comencé a sacudirla con más fuerza—. ¡Meyrin!

—Y-Yo le iba a decir al joven amo… q-que si beso a alguien y el joven Alois lo vio, y se pelearon y usted se cayó y acabo lastimándose… —murmuraba aun ida, logrando que me sonrojara más.

—Eso fue mentira —susurre desviando la mirada—. Yo nunca he estado con un hombre…

Como por arte de magia se sentó correctamente al borde de la cama, colocando sus manos en mis hombros me insto a verla, a lo que solo me pregunte ¿Dónde estaba mi torpe sirvienta en estos momentos?

—Ciel, no tienes por qué mentirme —sonrió cálidamente atrayéndome hacia su pecho en un protector abrazo—. Siempre y cuando estés bien y seas feliz lo demás no importa ¿de acuerdo?

—Sí… gracias…

—Ahora, no es bueno que estés aquí encerrado —me levanto de la cama comenzando a caminar fuera del cuarto—Anda, anda, ve a que te de el aire, así aprovecho para limpiar tu habitación

Una vez estuve parado afuera cerró la puerta. Bufe un poco, pero lejos estaba de molestarme, por alguna razón me sentía más tranquilo que antes, al final he tenido cuatro días para superarlo, tan solo debo olvidar su aroma, sus besos y sus… ¡Joder que nada me ha gustado! Sacudí mi cabeza y salí de casa, al menos traigo mi billetera, por lo que camine un poco, iría a una cafetería que estaba a varias cuadras, así me daría tiempo de pensar y despejarme o como dice Meyrin: que me de el aire

Parezco una maldita colegiala, de esas que tanto detesto al pensar en ese hombre. «Ya supéralo» Me digo internamente, solamente fue un polvo de una noche, y por una noche se entiende que no volverá a pasar, vaya que no. Tengo novia, la amo y soy perfectamente heterosexual.

Convencido entro a la cafetería, al parecer he llegado más rápido de lo que esperaba. Este lugar me agrada bastante ya que esta cerca de la zona empresarial, sin mencionar que es muy tranquilo, por lo que con calma me senté en una masa junto a la ventana. Tome la carta, decidiéndome entre pedir un pastel de chocolate o una tarta de cereza, ya que ambos me encantan, en eso escuche la puerta del establecimiento abrirse pero no le tome importancia.

—Pequeño zafiro, no espere encontrarte aquí… 

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Gracias por leer~♥

Haruka Eastwood


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