Xiumin se encontró a sí mismo mirando las puertas de madera de la Iglesia cerradas. Estaba nervioso, lo admitía, pero se sentía abrumadoramente feliz, más que nunca. Tomó una profunda respiración y una vez más arregló la corbata negra que decoraba su esmoquin blanco, el cual Luhan le había preparado especialmente para ese día.
—¿Listo? —Suho preguntó a su lado. Estaba tan nervioso que casi olvidó que su líder estaba allí también.
—Estoy... bien —logró decir, y una vez más respiró hondo.
—Relájate un poco. Este es tu día especial —dijo Suho palmeando su espalda, y le tendió un ramo de rosas blancas.
El incómodo silencio se rompió cuando Suho finalmente abrió las puertas de madera y expuso a Xiumin dentro de la pequeña Iglesia. La decoración era simple, flores blancas adornaban el pasillo junto a blancos pétalos dispersos por el suelo. También había un par de personas, además de los miembros, estaban presentes su familia y la de Luhan, quienes atravesaron todo el camino desde Beijing.
Intentó evitar mirar al centro, pero sus ojos automáticamente se dirigieron allí. Al final del pasillo, vio la figura de Luhan vestida en un esmoquin negro, la cual obviamente hacía juego con el suyo. Su cabello rojo ahora estaba teñido de marrón y prolijamente arreglado para la ocasión. Los ojos de Luhan pestañeaban repetidamente, una obvia señal de lo nervioso que estaba. Kris estaba de pie a su lado, con un traje negro, pero los ojos de Xiumin estaban repletos de Luhan.
Cuando Lay comenzó a tocar el piano, Xiumin empezó a caminar por el pasillo junto a Suho. La música hizo un dulce eco en sus oídos, como confirmando los eventos para el tan especial día. Inclinó la cabeza lo suficientemente baja para evitar encontrarse con la mirada de Luhan, porque incluso sin contacto de ojos directo, ya podía sentir su rostro acalorándose.
Definitivamente todos los ojos estaban centrados en él, mientras cierra la distancia entre él y donde Luhan se encuentra. Cuando estaba suficientemente cerca e incapaz de seguir esquivando a Luhan, levantó la cabeza para poder mirar su cara, y en el momento en que lo hizo, inmediatamente retiró su mirada. En el breve momento en que vio su rostro, la imagen ya se había expandido en su mente. El rostro de Luhan estaba pálido, obviamente por los nervios, pero sus mejillas brillaban con una capa rosa, hasta sus orejas, y sus ojos estaban más acuosos que nunca, como si estuviese a punto de llorar en cualquier momento. En el instante que sus ojos se encontraron, Luhan inmediatamente rompió en una enorme sonrisa, con pura felicidad expandiéndose por todo su rostro, y ahora era el turno de Xiumin para tener un brillante sonrojo en su cara.
Actuando como si fuesen sus “padres”, Suho y Kris abrieron paso para ellos una vez que Xiumin hubiese llegado al altar.
—L... Luhan... —Su corazón latió tremendamente cuando mencionó su nombre.
—¿Hmmm? —Luhan respondió en el mismo tono suave que él usó.
—L... Lu-ge...
—Argh... Deja de ser tan adorable... Ya estoy teniendo un momento difícil reteniéndome para no besarte antes de recibir tu “acepto”.
Todo esto hizo que se borrasen todos los nervios acumulados en él. Y el hecho de que habían tenido un rápido intercambio de palabras en voz baja, lo hizo más dulce.
Le sonrió a Luhan antes de intercambiar votos. —Te amo tanto... Luhan. —Y dijo muy en serio cada palabra. Un simple “te amo” no podía describir cómo realmente se sentía en el momento, pero las ropas, los invitados, el evento y especialmente el hombre parado a su lado mirándole con el mismo afecto en sus ojos, era suficiente para ampliar el significado de esas simples palabras. Con esto, no era sorpresa que Luhan inmediatamente tomase su mano y lo envolviese en sus brazos justo allí, y con un suave beso en su frente, la brillante escena desapareció de su vista.
No sabía cuándo había cerrado los ojos, pero juzgando la calidez que lo seguía envolviendo, sabía que Luhan lo tenía en su abrazo y lo apretujaba contra él, rodeándose con su esencia.
—¿Qué pasa, Luhan? —preguntó. Y no sabía por qué, pero su voz sonaba realmente adormilada incluso para sus oídos.
—Estabas hablando dormido. —La voz de Luhan era tan suave y cálida que falló en notar que el recuerdo en su memoria ya se había desvanecido de su mente.
Xiumin abrió un poco los ojos, sus rostros estaban en tal corta distancia que podía sentir la respiración de Luhan sobre su cara, y sonrió.
—¿Qué estaba diciendo?
—Bueno... —Luhan lo abrazó más fuerte y susurró: —Te estabas confesando de nuevo.
Con lo que dijo Luhan, la imagen de su sueño regresó a su mente y no se preguntó por qué se sonrojó, incluso podía decir que sus orejas estaban rojas. Sin embargo, después de eso, Luhan comenzó a quejarse sobre él siendo nuevamente vencido al proponerse, y Xiumin lo encuentra muy adorable. La forma en la que Luhan enfurruña quién debería proponerse y mostrando infantiles pucheros, hacía que valiese la pena haberlo hecho primero. Incluso aún, entre súplicas, Luhan se niega a rendirse por completo e insiste en que espere hasta que le dé un anillo de compromiso. Viendo lo persistente que puede ser Luhan en ese tipo de cosas, él sólo sonríe. Le da una expresión rendida, mientras que Luhan se la regresa con una sonrisa antes de sellar sus labios una vez más.
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“Me pregunto qué dirá cuando averigüe que estaba teniendo un sueño sobre nuestra boda”, pensó mientras miraba la cara dormida de Luhan bajo la débil luz de la mañana. Tocó la punta de su nariz, admirando lo adorable que lucía aún en medio de un sueño. “Supongo que no durmió bien anoche...” dijo mientras seguía jugando con el rostro de Luhan, para luego ir con su cabello. También sintió el frío tacto del anillo que decoraba la mano de Luhan, y esto envió una ráfaga de felicidad en él.
—Date prisa con el anillo, Lu. Quiero darte mi “acepto” tan pronto como sea posible. —Y dio un ligero beso en él, mientras Luhan permanecía inmóvil durmiendo, y Xiumin tuvo que preguntarse cuánto tiempo se quedó despierto Luhan la noche anterior.
Vio el regalo de Luhan, escondido en la esquina de la habitación. Cuidadosamente salió de los brazos de Luhan y de la cama, lo suficientemente suave para no perturbar su sueño. Tomó la caja y abrió el regalo. Le dio un pico en la mejilla a Luhan antes de dirigirse hacia la puerta, y entonces regresó para darle otro beso en la frente, y nuevamente en la mejilla.
—Es hora de hacer café matutino para mi esposito. —Y se sonrojó, avergonzado de sus propias palabras.